El documento resume las ideas de Mariana Mazzucato sobre el papel del estado en la economía. Mazzucato argumenta que el estado debe asumir un papel más protagonista e iniciar "misiones" para abordar grandes desafíos como la salud, el cambio climático y la desigualdad, donde el mercado ha fallado. Ella usa como ejemplo la misión Apolo de la NASA para llevar humanos a la luna. El autor reconoce la inspiración de las ideas de Mazzucato pero plantea dudas sobre su viabilidad debido a limitaciones bu
Sistema de Control Interno aplicaciones en nuestra legislacion
Mazzucato y el estado beligerante
1. MAZZUCATO Y EL ESTADO BELIGERANTE.
Manfred Nolte
El último libro de Mariana Mazzucato titulado ‘La Economía como misión’
(‘Mission Economy’) nos ofrece una oportunidad adicional para reflexionar,
aunque de forma sucinta, acercael cometido de los servicios públicos en el ámbito
económico, una posible nueva faz del Estado en la estela de la gran crisis Covid.
La economista italo-americana es una persona extremadamente activa. A la
responsabilidad de su cátedra en la Universidad de Londres, donde ha fundado
el ‘Instituto para la Innovación y Orientación pública’, añade su vocación de
consultora en materias de crecimiento inclusivo, innovador y sostenible. Es
consejera del Gobierno escocés, de la OCDE, de Naciones Unidas, y de la Unión
Europea. Igualmente, del alcalde de Londres, de los primeros ministros de Italia
u Sudáfrica, y, si no me falla la memoria, más recientemente, de PedroSánchez y
de la formación morada de Pablo Iglesias. Siempre -como ella ha puntualizado-
de forma desinteresada y gratuita.
Debatir sobre la función del estado es hacerlo sobre sus actividades básicas, sus
regulaciones, impuestos, subsidios o inversiones y otros gastos. Repensar el
estado equivale a reconsiderar el capitalismo, que según Mazzucato se muestra
impotente para afrontar los retos mayores de nuestro tiempo: la sanidad, la
transición ecológica y la digital, la desigualdad y la pobreza, la educación y la
igualdad de oportunidades en la escalera social.
Abstrayendo de los extremos, esto es, del marxismo obsoleto y del libertarismo
utópico, el pensamiento dominante en occidente sobre el papel del estado deriva
de la teoría de los mercados imperfectos: como regla general el funcionamiento
de los mercados es eficiente y compete al estado corregirlos solamente cuando se
desvía de su pauta habitual. Esto sucede en las llamadas externalidades positivas
cuando el sector privado no está presente en determinados ámbitos socialmente
necesarios, en las externalidades negativas como la contaminación
medioambiental que impele al gobierno a introducir tasas sobre el carbono y en
los múltiples supuestos de información asimétrica en las que el precio no revela
la totalidad de circunstancias del producto, velando por la transparencia y
evitando las posiciones dominantes de mercado. En circunstancias excepcionales
de crisis, y dado que en la actualidad todo el mundo es keynesiano, el estado hará
bien en volcarse en las políticas fiscales anticíclicas secundadas por las políticas
monetarias beligerantes de los bancos centrales. Esa lección parece bien
aprendida.
En el restode los asuntos, en épocas de estabilidad, el estadodebe mantener una
prudente postura de vigilancia. Así piensa Occidente, el mundo desarrollado de
hoy.
Para Mazzucato este planteamiento tradicional es insuficiente y en cierto modo
insultante. El papel de ‘ancilla’ o instancia de último resorteesincapaz de resolver
las enormes fallas de mercado actuales. Muy al contrario, el servicio público debe
“sentarse en el asiento del conductor”, asumir su nuevo protagonismo e iniciar
“misiones” en los distintos ámbitos en los que el mercado se ha mostrado incapaz
con su cometido. Debe construir ‘catedrales’ en el sentido de la ambición del
2. proyecto y del desconocimiento de los plazos y recursos necesarios en su
construcción. ” Las misiones requieren pensar a largo plazo y una financiación
paciente”. El estado debe ir mucho más allá de la corrección de los fracasos del
mercado. No se trata de enderezar sus fallos sino de configurarlo, de liderarlo en
una acción paralela a la del sector privado, innovando y creando valor.
La intelectual londinense alude una y otra vez a un ejemplo histórico de la
administración americana y que pone como ejemplo de la acción ambiciosa y
proactiva del Estado. En septiembre de 1962, en un famoso discurso en la
Universidad Rice, el presidente John F. Kennedy anunció que el gobierno de los
Estados Unidos emprendería “la aventura más peligrosa y grande en la que se
haya embarcado el hombre: llevarlo a la luna y traerlo de regreso a salvo”. Así
sucedió siete años después, el 20 de julio de 1969.No se trató -razona Mazzucato-
de un proyecto con presupuesto calculado y vigilancia restrictiva y melindrosa.
Simplemente se trataba de ‘una misión’ que debía concluirse a cualquier precio,
que transformó la sociedad produciendo ingentes cantidades de ‘valor de
derrame’. La misión Apolo acarreó el descubrimiento de Internet, el desarrollo
del software, los modernos teléfonos inteligentes, el GPS y una docena más de
otros avances clave desde la nutrición a las prendas espaciales, aplicaciones
geológicas o aerodinámicas que catapultaron la industria tecnológica hasta
nuestros días.
¿Por qué no aplicar la intensidad de la misión Apolo o la disponibilidad ilimitada
de recursos desplegados en una guerra -es otra de sus referencias- a los grandes
problemas de la humanidad, en particular la transición ecológica, extensible al
resto de la agenda 2030 de los 17 objetivos de desarrollo sostenible?
La pasión y la elocuencia de la profesora londinense son altamente inspiradoras.
En verdad que un estado emprendedor como el que ella describe realizaría
milagros siempre que cumpliese con algunos supuestos difíciles de alcanzar. El
primero se refiere a las limitaciones del funcionariado público. El creciente
recursode los gobiernos a las grandes consultoras internacionales, y que muchos
tildan de escándalo, apunta a las referidas carencias. El segundo se refiere a la
apelación ilimitada a los recursos públicos muy en línea con la teoría monetaria
moderna, que Mazzucato contempla con agrado, y que requeriría el diseño de un
nuevo orden monetario internacional que no es fácil anticipar. El gigantesco
programa de gasto público acometido en la actualidad por el presidente Biden,
que se ajusta en buena medida a las propuestas de Mazzucato, cuenta con su
propio caballo de Troya: fuertes subidas de impuestos, endeudamiento público y
déficit fiscal. Finalmente, cabe aludir al salto mental entre un proyecto como el
Apolo y los problemas acuciantes de la humanidad en la hora actual. Kennedy
lanzó la mayor ola de exploración espacial conocida de la historia con el objetivo
político de situar a los Estados Unidos a la cabeza de la carrera espacial sobre la
Unión Soviética, pero las 17 misiones constituyeron un programa puntual, por
costoso que fuera, un proyecto jerárquico (‘top-down’) no equiparable en su
gestión a los gigantescos retos transversalesque ante sí tiene, en la hora presente,
el conjunto de la humanidad.