Es aventurado afirmar que nuestra sociedad ha tomado la decisión de sustituir niños por mascotas, aunque subsiste la duda en algunos sustratos de edad.
1. MASCOTAS Y NIÑOS: ¿BIENES SUSTIITUTIVOS?
Manfred Nolte
En economía los bienes se clasifican, entre otros criterios, en complementarios y
sustitutivos. Muestra de los primeros son la gasolina y los coches. A más coches
en circulación, más gasolina consumida. Por el contrario, como su nombre indica,
los sustitutivos representan exclusión o alternancia: Un billete de cinco euros
es sustituto perfecto de otro billete de cinco euros o también la electricidad
proveniente de dos centrales térmicas distintas, dada su condición añadida de
bienes fungibles. O en dos ejemplos más cercanos y domésticos: la margarina y
la mantequilla o el azúcar y la sacarina.
El fenómeno divergente del gran crecimiento de las mascotas adquiridas en el
mundo por las economías domésticas y por otra parte la caída dramática de las
tasas de fecundidad y natalidad podría llevar al cuestionamiento de si se trata de
una praxis de adopción voluntaria o forzosa de bienes sustitutivos: si realmente
la ciudadanía en alguna o en gran medida ha optado por engendrar menos niños
y alternativamente ha decidido llenar el espacio afectivo y vital desocupado por
aquellos con los adopción de perros, gatos y otro tipo de mascotas domésticas.
La pregunta o simplemente la duda no es nueva y no es infrecuente escucharla en
nuestros entornos vecinales o familiares. Nadie o pocos ignoran que nuestras
tasas de fecundidad y nacimientos están por los suelos -en particular las de
Euskadi alcanzan un record de mínimos, el más bajo de los últimos 80 años- y
no puede evitarseconstatar la proliferación creciente de mascotas que pasean por
nuestras calles: de un único perro en fecha reciente, es muy normal observar al
paciente dueño que deambula con dos, y excepcionalmente alguno más.
En 1975, la tasa de natalidad en Euskadi por 1.000 habitantes era de 39.646,
habiéndose desplomado hasta 14.739 en 2020. Estas cifras no proveen el
reemplazamiento poblacional y como es sabido tienen una incidencia muy
2. negativa en nuestros sistemas de pensiones, acompañados de una tasa de
longevidad creciente en la población, y en general en los niveles de producción y
de renta. Así, la población envejece por el doble efecto de la prolongación de la
vida y por la caída en las tasas de fertilidad. Con datos en la mano, en 1960 el
porcentaje de ciudadanos en España con más de 65 años era del 8,2% de la
población mientras que en 2020 ha ascendido al 22,9%. La tendencia, lejos de
frenarse se acelera. Las últimas previsiones del INE indican que, en 2050, el
31,4% de la población española tendrá́ más de 65 años y el 11,6% cumplirá más
de 80 años.
Cerrando el círculo de la comparación, se constata que este país tiene cada vez
más ancianos, menos niños y más perros. Según el INE en la actualidad habría
6.3 millones de niños menores de 14 años en España mientras que el número de
mascotas registradas asciende a los 13 millones, de los cuales algo más de 7
millones son canes, con el 40% de los hogares españoles contando con una
mascota. Otro estudio elaborado por ANFAAC elevaba la cifra a 28 millones de
mascotas, donde 3.795.139eran gatos y 6.733.097 perros y el restopeces, reptiles,
3. pájaros y pequeños mamíferos como conejos o hurones, estadística que nos
parece
menos relevante para lo que sigue.
Pero, volvamos a la pregunta inicial: ¿responde esta dinámica a una decisión
voluntaria o forzada de sustitución de los niños por las mascotas?
Días atrás ha saltado a los medios la admonición del Papa Bergoglio que ha
suscitado una notable reacción y controversia: el pontífice ha lamentado que las
mascotas “a vecestoman el lugar de los niños” en la sociedad y ha calificado como
“forma de egoísmo” no querer tener hijos, perosi perros y gatos. “Muchas parejas
no tienen hijos porque no quieren, otienen uno solo, perosi que tienen dos perros
y dos gatos”.
La conclusión no parece ser tan sencilla y precisa de un seccionamiento por
tramos de edad. Está claro que, aunque los millenials -un 25% de la población
española- puedan registrar alguna sustitución o diferimiento en su decisión de
procrear, en función de las dificultades económicas o laborales registradas, el
32% de los adultos de más de 52 años poseen un perro por motivos de
complementariedad afectiva o incluso asistencial.
De acuerdo con un reciente estudio realizado en los Estados Unidos, casi 9 de
cada 10personas que adoptaron una mascota asumen que su animal de compañía
los ha ayudado a sentirse menos solos. Una cuarta parte de los dueños de
animales de compañía entrevistados afirmaron que lo habían adoptado para
mejorar su salud mental, porcentaje que se elevaba al 55% para los encuestados
mayores de 55 años.
Todo lo cual es aplicable a España, aunque el nuestro siga siendo uno de los
primeros en la lista de abandono de estos fieles compañeros.