1. El documento discute la posibilidad de reducir la jornada laboral a cuatro días a la semana manteniendo los salarios, como una forma de aumentar la productividad. 2. Señala que algunos estudios muestran que los trabajadores pierden tiempo durante el día y que acuerdos flexibles sobre el trabajo podrían tener beneficios, aunque son pocos los ejemplos a nivel global. 3. El gobierno español publicó una orden para probar programas piloto que reduzcan la jornada un 10% manteniendo los salarios, pero se cuestiona
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LOS NUEVOS RICOS.
Manfred Nolte
El avance de la gigaeconomia abre las puertas a una nueva era industrial. Una era
que nace y viene determinada por una de las variables esenciales de la economía
libre de mercado: la productividad. El tema que traemos hoy a esta columna
concierne y viene condicionado por mantener al menos los estándares de servicio
a la clientela y el cumplimiento de los objetivos generales de la empresa bajo un
nuevo supuesto: el recorte de horas trabajadas que exige como condición
inexcusable un salto en los actuales niveles de productividad.
Por si alguien no recuerda el concepto de productividad de un factor, se trata del
cociente entre el PIB y el valor acumulado del factor, sea del trabajo, sea del
capital, sea del conjunto de ambos. Si el sistema -empezando por la unidad de
producción, empresa o sector- mantiene lo producido con menores horas de
trabajo, y sin mengua salarial, la productividad laboral habrá, sin duda,
aumentado, como viene haciéndolo durante los últimos cien años. Obviamente el
progreso de la productividad varía según países y según sectores productivos. Un
informe de la OCDE muestra cómo los españoles trabajan de media 32,7 horas a
la semana y, pese a ello, el valor de su productividad (58,1 dólares por hora) es
muy interior al de otras economías europeas que trabajan menos, como la
alemana, que produce 74,2 dólares con una semana media de 26,2 horas; o la
Noruega, cuya producción por hora alcanza los 93,2 dólares con una media de
27,2 horas de trabajo a la semana.
A comienzos del siglo XX, las jornadas laborales de 14 horas eran normales. El
proceso hacia la reducción de la jornada laboral no fue un camino sin obstáculos.
En España, no fue hasta 1919 cuando, tras una huelga general, se aprobó la
jornada laboral de 8 horas que hoy es estándar.
Cuando hablamos de reducir la jornada sin quebranto salarial excluimos el
modelo belga o el de la empresa textil japonesa Uniqlo que ccomprimen las 40
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horas habituales en cuatro días, manteniendo el caudal laboral. Si se refiere, por
el contrario, a Microsoft en japón, al modelo islandés (2015-2019) o neozelandés.
Paradójicamente o no, según un estudio realizado en el Reino Unido sobre casi
2,000 trabajadores de oficina a tiempo completo, encontró que el tiempo
promedio que pasan trabajando es de alrededor de entre tres y cuatro horas cada
día, y que los trabajadores pierden tiempo con las redes sociales o acudiendo a
sitios web de noticias, haciendo llamadas y mensajes de texto personales,
hablando con compañeros trabajadores sobre asuntos no relacionados con el
trabajo, y tomar descansos para fumar o consumir alimentos y bebidas. A la
pregunta ‘¿Te consideras productivo durante toda la jornada laboral?’, el 79% de
los encuestados respondió que no, y el 54% dijo que las distracciones hacían la
jornada laboral ‘más llevadera’. Varios estudios muestran alguna evidencia de
que determinados acuerdos entre empleadores y empleados, que brindan
alternativas sobre cuándo, dónde y cuánto trabaja una persona, tienen impactos
psicológicos, de conciliación, sociales y económicos positivos, pero son en
número una reducida muestra a nivel planetario.
Las opiniones acerca de la bondad de la medida son múltiples y contradictorias:
por ejemplo, el expresidente de Alibaba, Jack Ma apoya jornadas más reducidas,
incluso de 12 horas a la semana, debido a la explosión de la Inteligencia artificial.
Otros, como el dueño de Tesla, Elon Musk creen que los empleados deben dedicar
al menos 80 horas semanales para crear impacto.
La orden ministerial que traduce la legalidad española aparece en el BOE del 16
de diciembre pasado, con el siguiente contenido básico: “a) Compromiso
empresarial de reducción de la jornada laboral ordinaria a tiempo completo que
refleje una reducción mínima del 10 por ciento de la jornada en cómputo semanal. Este
compromiso se establecerá́ para una duración temporal mínima de dos años,
computable desde la concesión de la ayuda, y afectará únicamente a personas
trabajadoras con contrato indefinido a tiempo completo. b) Compromiso empresarial
relativo a que la reducción de la jornada laboral ordinaria realizada en los términos
precedentes, en ningún caso afectará a las retribuciones salariales que legal o
convencionalmente correspondiesen al 100 % de la jornada laboral. c)Deberá́ de
garantizarse que el número de mujeres participantes en el proyecto responda al
porcentaje de distribución de género existente en la totalidad de la plantilla con
contrato indefinido a tiempo completo, permitiéndose una desviación del 10 %. No
obstante lo anterior, este porcentaje de mujeres participantes podrá́ ser superior, pero
no inferior. d) La propuesta del número de personas trabajadoras participantes en el
proyecto piloto realizada por la empresa debe afectar como mínimo a un porcentaje
de la plantilla de la empresa o centro de trabajo, en los términos que se determinan a
continuación, en función del tamaño del mismo: Empresas o centros de trabajo de
hasta 20 personas trabajadoras: al menos al 30 % de las personas trabajadoras;
Empresas o centros de trabajo de entre 21 y 249 personas trabajadoras: al menos al
25 % de las personas trabajadoras. “
Naturalmente la productividad no aumenta por arte de birlibirloque ni acudiendo
a la ciencia infusa: Una encuesta de la OCDE ha recomendado una serie de
reformas para mejorarla en países que se mantienen muy por debajo de los países
líderes de la OCDE. Estas incluyen la reducción de las barreras a la inversión
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extranjera directa, la reducción del tipo del impuesto corporativo, la mejora en
todo el arco de la formación laboral y la oferta educativa, la expansión de las
opciones de financiamiento de infraestructura para aumentar la oferta de
viviendas, la revisión del régimen de insolvencia y las disposiciones para el mal
uso del poder de mercado y el aumento del apoyo a la innovación empresarial.
Como se ve no basta con una simple publicación en el Boletín oficial del estado.
La nueva orden ministerial reguladora aparece en el BOE del 16 de diciembre
pasado. ¿A cuántas empresas aspira a afectar el programa? ¿A un centenar?
Supongo que asistimos a un turno de cortesía parlamentaria con la mediación del
Boletín oficial del Estado para lubricar las relaciones PSOE- Más Madrid y punto.
Un programa de diez millones en ayudas totales y hasta 150.000 euros por Pyme.
La semana de cuatro días laborables acabará llegando, pero antes tiene que
rebosar largamente el agua en los embalses españoles y habrá que descubrir la
piedra filosofal que genere eficiencia en este país imaginativo, devoto
incondicional del ocio, pero poco productivo.