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GLOBALIZACION MEJORABLE.docx
1. GLOBALIZACION MEJORABLE.
Manfred Nolte
Un respetado colega con quien comparto la recíproca satisfación de seguir y ser
seguido en las redes sociales, con relación a mi reciente artículo en prensa titulado
‘España: ¿liberalismo en declive?’ me formula la siguiente consideración:
“Aunque la economía española como otras de países avanzados no responda al
concepto marxista de economía de plan central, aquello del liberalismo y del libre
mercado quedó ya lejos”.
Cualquier juicio de un tercero debe ser acogido con el ánimo de salvar la
proposición subyacente, puesto que la verdad es un fundamental superior que
admite múltiples matizaciones. Hegel sostenía que ‘la verdad es la totalidad’ (‘Die
Wahrheit ist die Ganzheit’). Cierto, pero con el límite infranqueable del error o la
mentira que vulneran la verdad ontológica. A nosotros nos ha de bastar glosar el
comentario arriba citado con argumentos lógicos comprensibles y sostenibles,
sujetos, como es natural, a posibles matizaciones.
Como estamos en la sección económica de un diario, nos hemos de referir a la
vertiente económica del liberalismo, es decir, al capitalismo o libre economía de
mercado.
El capitalismo es un sistema socioeconómico basado en que los medios de
producción y de distribución son de propiedad privada, con fines lucrativos y en
libre competencia, a diferencia y en las antípodas de las economías marxistas.
Profundizando un poco más, su filosofía pivota al menos en tres grandes pilares
insustituibles.
En primer lugar y a título no solo general sino individual, promueve sin
restricciones la propiedad privada, que permite a las personas poseer bienes
tangibles, o intangibles. Se admite y defiende el interés propio, por el cual las
personas persiguen su propio bien. Eliminar el derecho inalienable a la propiedad
2. individual privada es dinamitar el primer pilar del capitalismo. De ahí que la
fiscalidad, necesaria pero confiscatoria, deba gestionarse con pulso de cirujano.
La defensa del derecho a la propiedad privada nos remite a dos pilares más que
están en armonía con aquel. El primero se refiere a la existencia de un cuerpo
legislativo independiente y no corrupto que fije los limites diarios de la libertad
de acción económica: un parlamento suficientemente democrático como para
merecer el nombre de tal. Con él, y añadidamente, debe hallarse presente una
judicatura independiente que haga valer mediante la represión normativa y
reglada los dictados del legislativo.
Desmontemos cualquiera de estos tres pilares y el edificio de la economía de
mercado se disolverá como un azucarillo en el agua. Falta lógicamente el corolario
o conclusión más crítica del silogismo anterior. Si esos pilares fallan, no habrá en
el ámbito geográfico aludido progreso económico alguno. Solamente caos,
pobreza y desolación.
Procedamos a un salto adicional, el producido por la llamada globalización que
no es sino la expansión internacional del libre cambio sin aranceles, contingentes
ni otras cortapisas.
Es cierto que la crisis abierta en los últimos meses por la asfixia de las cadenas de
suministro, deslocalizadas masivamente de sus propietarios en origen, ha
producido un retroceso en la dispersión de centros de abastecimiento de
occidente en especial en Asia central y sudeste asiático. Todo exceso es
pedagógico y está llamado a corregirse. Muchas industrias occidentales están
repatriando a sus países de origen cadenas de suministros esenciales para el
ensamblaje y producción de sus productos finales. Aun así, el comercio mundial
ha crecido un 3,5% en 2022 en dólares inflacionistas, por encima del PIB real,
pero sobre todo se ha reinventado en busca de fuentes alternativas y está llamado
a prestar una contribución especial en la lucha contra el cambio climático.
Además, los gobiernos han aprendido la gran lección de la teoría económica en el
sentido de que el comercio beneficia a un país como un todo, pero solo si en
paralelo tiene lugar un proceso interno distributivo.
Pero la consideración general a la que aquí llegamos es la verdaderamente
lacerante: el subdesarrollo, la pobreza extrema y la ausencia de futuro de
terminados países en el África subsahariana o el sudeste asiático no son producto
de una globalización perversa, sino justamente de su ausencia. La comunidad
inversora internacional jamás estará dispuesta a apostar por países que carezcan
de las tres columnas troncales arriba citadas que constituyen la economía de
mercado.
Y acercándonos a nuestra propia realidad, a la economía española, podemos dar
gracias a Dios o a los astros del firmamento, al verificar que, tras la sombra
socialista, se mantienen más que satisfactoriamente los principios de la economía
liberal y a su sistema productivo y de distribución. O sea, que el enunciado que
figura en cabeza de esta columna y que dice: “aquello del liberalismo y del libre
mercado quedó ya lejos”, no se sostiene sin dificultad. Si nos roban la bicicleta,
estamos ante un delito, no ante un acto banal y consentido por el sistema.
3. Todo lo cual es naturalmente compatible con la ascensión de la socialdemocracia
y de la economía del bienestar emprendida desde 1940 por la mayoría de las
instancias gubernamentales. Ningún gobierno con un mínimo sentido del
realismo histórico y de sensibilidad social va a reducir el gasto público. Se
debatirá un intervalo de gasto y la desmesura o cordura en las políticas
confiscatorias fiscales. Pero no se discute el principio. Aun así, el liberalismo está
intacto y la globalización, que es su segunda derivada, no está muerta, sino que
simplemente se está transformando.