1. 1
ENVEJECER EN UN MUNDO DIGITAL.
Manfred Nolte
El tema nos viene hoy a colación, porque un audaz jubilado valenciano de 78 años
ha liderado una campaña de protesta frente al presunto desdén mostrado por los
bancos en su atención digital hacia las personas mayoresy en general ante el trato
dispensado a este colectivo en las oficinas. Bajo el lema ‘soy mayor, no idiota’,
Carlos San Juan de Laorden, que así se llama el moderno Robín Hood de la
terceraedad, ha entregado el martespasado en el Ministerio de Economía, Banco
de España, Patronales y Asociaciones de Usuarios más de 600.000 firmas, esta
vez, digitales. San Juan, que aspira a rebasar el millón de seguidores, pide
soluciones efectivas a cuestiones concretas y relativamente asequibles como
ampliar los horarios limitados, atender las inveteradas llamadas sin respuesta o
el hábito generalizado de inmovilizar con aplicaciones informáticas complicadas
a los usuarios mayores para cualquier operación o consulta. Y recuerda a quien
corresponda que lo reclaman diez millones de votantes.
Como no todo es blanco o negro en la vida, hay que reconocer que el repliegue
operativo en sucursales, operarios y medios tradicionales de la banca ha
obedecido a una indeseada obsolescencia de su modelo presencial tradicional. A
ello hay que añadir la discriminación ejercida sobre el sector, fuertemente
regulado, con unos requerimientos de capital que le restan competitividad sobre
otras grandes empresas en su acceso a los mercados de valores -baja rentabilidad
sobre activos medios y sobre el capital- y con unas cargas asignadas en sus
empleados en temas de cumplimiento reglamentario y de prevención de
blanqueo, que lo convierten en la ‘ancilla’ de la administración. El repliegue de la
banca en busca de rentabilidad alternativa es legal y defendible, pero traslada al
gobierno la responsabilidad de la lucha contra la discriminación.
La sensación de exclusión que experimentan los mayores en este momento ha
venido multiplicada por la explosión digital que ha provocado la pandemia, con
2. 2
una sustitución masiva de operativas físicas presenciales por otras domiciliarias
basadas en las facilidades digitales de todo tipo, nuevas o ya conocidas.
Acotando con cifras el problema y partiendo de una población total española de
47,4 millones de personas, unos diez millones, un 20,6%, tienen más de 65 años.
De ellas solo la mitad se conecta diariamente a Internet según el Instituto
Nacional de Estadística, lo que significa que la otra mitad no lo hace. En los
mayores de 75 años el porcentaje se reduce: solo el 17% realiza operaciones
digitales cada día. Estos porcentajes difieren entre los habitantes de las grandes
urbes y las del campo, empeorándose los registros en este último caso.
Lo condenable de la discriminación, una velada forma de aislamiento, reside en
la manipulación de los valores sociales, aborreciendo crecientemente cualquier
representación estática frente a la voraz dinámica impuesta por la digitalización.
Pero ello no solo es aplicable a la banca. La informática es neutra, no tiene alma
ni emite juicios de valor. Quien la utilice con profusión, sea un funcionario de
Hacienda, un enfermerode la seguridad social, o un empleado de banca no es un
desalmado por el hecho de asumir las pautas del progreso. Pero olvida que
también el llegará a viejo. Será en consecuencia necesario promover que, con la
edad, las personas obtengan una atención equitativa antes todo tipo de cambios
disruptivos. La foto en la que aparece la vejez representa su condición de
invisible. Y en lo que nos remite al fenómeno del aislamiento digital abre el
camino a lo que se viene denominando el darwinismo tecnológico: o la persona
se adapta al cambio tecnológico o queda excluida. La sociedad y la
Administración no pueden permanecer impasibles.
En su libro ‘De Senectute’,Cicerón mostró al mundo el halago incondicional hacia
la última y vital etapade los mortales confiriéndoles un estatusde privilegio como
consejeros y prescriptores sociales. Pero de eso hace ya más de dos mil años.
Ahora, las personas mayores,de la mano del doctor San Juan, solo piden atención
en las dependencias bancarias y que se restablezca para ellas el acceso a las
operaciones financieras de un modo más analógico y humano. Un camino que
hay que asfaltar con la reflexión común y, sino basta, con las normas vinculantes
correspondientes.