1. EL LEGADO ECONOMICO DE DONALD TRUMP.
Manfred Nolte
Tal vez Donald Trump pase a la historia como un presidente despótico,
marrullero y populista. Siempre impacta presenciar el surgimiento de un nuevo
axioma o asistir a la aniquilación de una certezaindiscutible. Trumpes un animal
político especial y no es fácil reconocer a alguien similar en la variopinta lista de
sus predecesores. Trump y su victoria presidencial ahora hace cuatro años cogió
al mundo por sorpresa y estaba llamada a romper moldes.
El acceso de Trump a la Casa blanca activó entonces las alarmas de aquellos
países de la Unión Europea que encaraban sus propios comicios generales:
Alemania, Francia, Holanda, Austria e Italia. Para estos, el magnate americano
era la encarnación de una catástrofe. Al mismo tiempo un indisimulado alborozo
cundía entre líderes políticos como Wladimir Putin en Rusia, Nigel Farage en el
Unido Reino, Victor Orban en Hungría, Geert Wilders en Holanda, Marine Le
Pen en Francia, y algunos más. A diferencia de los primeros, los dirigentes de
estos países contemplaban a Donald J. Trumpcomo un referentefiable y realista,
el garante del avance en el mundo de determinados planteamientos que no por
radicales dejaban de ser los estrictamente necesarios. No se trataba de un giro
adaptativo y circunstancial, una rotación estadísticamente congruente, ni la
simple constatación de las viejas teorías del voto económico y de la alternancia
del poder en función de los desencantos económicos del electorado, el castigo que
infligen en las urnas aquellos a quienes han vaciado los bolsillos o no los han
llenado en modo y cuantía que ellos juzgan conforme a su subjetiva equidad.
Trump era un precedente peligroso. El porcentaje de votos a partidos populistas
en Europa rondaba entonces el 13%, cuando tan solo era del 5% en 1960.
Luego vinieron los cambios radicales. Ataques en tromba a los pilares del
librecambismo tradicional y ensalzamiento de la autarquía y del
neonacionalismo: ‘make America great again’ o ‘America first’. Comenzó con la
cancelación de las negociaciones en marcha sobre el TTIP (Asociación
2. Transatlántica para el Comercio y la Inversión) entre los Estados Unidos y la
Unión europea y la retirada de los Acuerdos de Paris sobre el cambio climático.
Trump repudió el NAFTA (Zona de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos
y México) –amenazando con construir una valla en la frontera mexicana- y
denunció el acuerdo nuclear con Irán. Su reticencia para mantener en sus
términos la asociación con la OTAN fue otro de sus sonoros escándalos.
Más cerca, la imposición de aranceles a las importaciones de aluminio y acero, -
con la excusa de la defensa de la propia seguridad nacional- al tiempo de iniciar
una subasta de dispensas y exenciones propias de cualquier padrino de la
camorra
una aldea tercermundista. Posteriormente, lo que quizá represente la caja de
Pandora de su repertorio proteccionista, el múltiple ataque tarifario a China o el
ninguneo de la Organización mundial del Comercio, en la que, por cierto, tenía
voto mayoritario. Aunque de índole distinta, su singular carga contra Amazon
pudo ser prólogo de otras hazañas novedosas. Tal vezcon más tiempo las hazañas
habrían dado para llenar volúmenes interminables.
El presidente americano siempre ha visto en los déficits bilaterales comerciales
con terceros países un fantasma inexistente, y para eliminarlo se propuso desde
el primer momento prender fuego al edificio entero de la liberalización. Mala
decisión por dos razones: la primera porque el déficit no se enjuga buscando el
equilibrio de balanzas. La segunda porque su ejemplo ha inducido en represalia
a otros a ensayar el mismo tipo de prácticas. La consecuencia perniciosa es que el
comercio mundial (dejando de lado la época de la pandemia) ha crecido por
debajo del PIB en incluso con porcentajes negativos en ocasiones, cuando con
anterioridad, y desde la terminación de la segunda guerra mundial aquel
superaba holgadamente a este. Mala praxis para todos, esta del proteccionismo y
del aislacionismo, léase Brexit. Luego llegan la xenofobia, las deportaciones y las
vallas.
El déficit no se corrige con cupos y aranceles. Nuestros estudiantes saben que los
déficits comerciales, equivalen a la diferencia entre la inversión y el ahorro
privado domésticos. El déficit comercial americano proviene de que el ahorro
doméstico no es suficiente para financiar las inversiones domésticas y, en
consecuencia, el país tiene que importar más de lo que exporta, lo que conduce a
un saldo comercial negativo. Para que el déficit comercial desaparezca deben
igualarse el ahorro y la inversión americana. En los Estados Unidos el déficit
comercial es el espejo del déficit de financiación del sector privado que no ha
dejado de crecer desde la llegada de Trump al poder.
Con el ejemplo de Trump el descredito de la globalización ha convenido a
radicales de izquierdas y a extremistas de derechas, a nacionalistas explícitos o
encubiertos, a xenófobos y racistas intransigentes, o a involucionistas de diversa
filiación. Con ellos conviven otros agentes más moderados, aquellos que
convienen que si bien la globalización ha sido en el pasado una fuente innegable
de progresoy bienestar ha sesgadosu trayectoriabeneficiosa, que en la actualidad
es necesario enmendar o refundar.
3. Como no todo son negros también lucen blancos y grises en la actuación
económica del presidente americano. Las reformas económicas de Trump han
girado básicamente sobre un deficitario plan fiscal, esto es, de mayor gasto y
menores impuestos. También sobre una mayor simplificación legal.
Particularmente durante la pandemia la política fiscal de su gobierno ha sido
extraordinariamente eficaz, apoyada por la rebaja de tipos de la Reserva federal.
Su herencia es un paro inexistente (ex Covid19) y una bolsa en máximos
históricos.
Trump puede haber perdido, aunque lamentablemente pertenece a su ADN el
morir matando. La gobernanza del país no será fácil si el senado está copado por
los republicanos y si en los meses que le quedan de mandato acomete unas
cuentas acciones cruentas. Y sus seguidores, mayores en número y más
enfervorizados que nunca, están ahí. Revertir las sombras relatadas no será tarea
fácil.