Dos nuevos paradigmas se están imponiendo como consecuencia de la lucha contra los estragos de la pandemia: uno de ellos anuncia el entierro de la austeridad.
VALOR DEL DINERO EN EL TIEMPO - 2024 - SEMINARIO DE FINANZAS
El entierro de la austeridad
1. EL ENTIERRO DE LA AUSTERIDAD.
Manfred Nolte
Se atribuye a John Maynard Keynes aquella conocida interpelación que dice:
“Cuando las circunstancias cambian, yocambio de opinión. ¿Usted que hace?”. A
tan irónica pregunta solo corresponde una obvia respuesta: yotambién, nosotros
también. Si las circunstancias que nos rodean varían, es necesario reformular
nuestro mapa mental y con él, el de nuestras decisiones y actuaciones.
Obviamente, también en el mundo de la economía.
Como la virtud siente una decidida atracción por el medio, esto es, aversión por
los extremos, cabe señalar que no se trata de cambiar por cambiar, puesto que las
cosas tienen su consistencia y no deben someterseal capricho de la arbitrariedad.
Vivimos, mucho más allá de las recomendaciones del catedrático de Cambridge
en un loco sistema en mutación permanente, instalado básicamente en medios
de escaso rigor y sobre todo en unas redes sociales donde no hay lugar para la
reflexión o el descanso. El postmodernismo nos trajo un relativismo moral y
parece que ahora la postverdad nos trae un nuevo relativismo donde ya no
sabemos qué es verdad y qué es mentira. Y lo peor es que no parece que nos
importe. En un mundo donde lo blanco puede ser negro, según los le ntes o
el antojo momentáneo del vidente, corremos el peligro de navegar aguas
pantanosas. Es cierto, que esta nuestra sociedad líquida puede ser el
contrapunto de sociedades pasadas donde el inmovilismo era la norma y
apenas existían rendijas por las que pudiera colarse el progreso o
simplemente la novedad.
Pero vayamos a nuestro paradigma. Desde que el 7 de febrero de 1972 se
firmase el Tratado de Maastricht con el que nació la Unión Europea, los
criterios de convergencia económica que se ratificaron entonces para la
estabilidad del euro se han traducido en una triple adhesión por parte de
los países miembros: a coordinar sus políticas económicas; a facilitar una
supervisión multilateral de esta coordinación; y a respetar la disciplina
2. financiera y presupuestaria. El articulo 104C del Tratado remite al
correspondiente protocolo anexo cuyo articulo 1 señala los valores de
referencia que se han constituido desde en entonces en la regla aurea de la
convergencia económica comunitaria: el 3 % en lo referente a la proporción
entre el déficit público y el PIB y el 60 % en lo referente a la proporción entre la
deuda pública y el PIB de cada país miembro.
Estas proporciones han regido escrupulosamente durante los últimos 49 años de
la vida de la Unión Monetaria, y cuando se han producido desviaciones
normalmente debidas a crisis económicas, se han establecido mecanismos o
procedimientos de ‘déficit excesivo’ para reconducir las desviaciones a su
disciplina original. Los incumplimientos -por circunstancias diversas- han sido
casi generalizados, peronunca ha llegado la sangre al rio. En particular en lo que
se refiere al porcentaje de deuda sobre PIB.
La regla se consideraba por Bruselas tan esencial, que se aconsejaba e incluso
exigía a los países-es el caso del rescate de España en 2012- a elevar el aludido
compromiso a norma constitucional. España adapto a dichos requerimientos el
articulo 135 de nuestra constitución en 2012.
Si damos un salto en el tiempo y nos vamos al cierre de 2020, podemos presentar
las caóticas cifras de España e interpretar así el título del articulo. Sin olvidar el
16,5% de parados (13,8 en 2019), y en lo que aquí nos concierne, el PIB ha caído
un -11,2%, el déficit publico registrado alcanza el -11,7% y la deuda pública se
dispara hasta el 118,8%, en ambos casos del PIB. Un cuadro macroeconómico
patético acompañado de la laminación de la regla de oro de la convergencia
económica.
No hay en estas cifras nada inesperado. La crisis económica provocada por
Covid19 ha sido exógena y los gobiernos, también el de España, han desplegado
todo su arsenal fiscal y monetario para paliar los estragos de la recesión. Nadie se
sorprende tampoco de que los expertosy los Organismos multilaterales adviertan
de los peligros de una retirada prematura de los estímulos. No hay lugar a ello.
Los déficits presupuestarios mundiales sumarán aproximadamente el 8,5% del
PIB mundial en 2021, según las proyecciones del FMI. Eso equivale a más de $ 7
billones de déficit publico adicional.
Lo que llama la atención es la total banalización de los parámetros de disciplina
monetaria. Porcentajes del 3% en el déficit o del 60% en la deuda se reputan
ocurrencias de otra época. Dado que la financiación de la deuda es gratuita y
puede permanecer en el tiempo cuanto sea necesario no hay horizonte de
austeridad por el que preocuparse. La clave teórica del nuevo paradigma es la
siguiente: si el servicio de la deuda es cero, el endeudamiento no lastra una sola
décima al crecimiento y en consecuencia, es inocuo económicamente. El FMI, en
su día adalid del Consenso de Washington, abandera el endeudamiento sine die.
Lesiguen el Banco Mundial, la OCDE y numerosas firmas ilustres de la Academia.
Esta irrupción del sector público vía presupuestaria tiene como consecuencia un
deterioro del libre mercado, y de paso, una disminución del rol y función de los
economistas, multiplicando la importancia de los políticos. Otro cambio
sustancial para el modelo económico.
3. Algunos nostálgicos del equilibrio no acertamos a desterrar la pesadilla de que
mayor deuda seguirá significando mayores impuestos para el futuro, por mucho
que el servicio de la deuda sea cero. Lo contrario anticipa la sombra de una
economía estatalizada engullendo la iniciativa privada. Después detodo, las cifras
hablan solas: La deuda mundial alcanzó el 98% del PIB mundial a fines de 2020,
consecuencia de que los gobiernos invirtieron 14 billones de dólares en apoyos
fiscales para combatir los estragos del coronavirus.
Un nuevo paradigma no es algo nimio 0 insignificante. Cualquiera puede
entender que después de superar la crisis sanitaria, lo que se trata es de diseñar
la economía del futuro y no de replicar la economía del ayer.
¿Debemos asumir que, tras la crisis, la austeridad habrá quedado enterrada
oficialmente?