El mercado del dinero está férreamente intervenido. La intervención es apropiada cuando circunstancias extraordinarias rompen la homogeneidad del mercado y anticipan quebrantos importantes para la ciudadanía. El mercado de dinero se regula e interviene predominantemente -aunque no en exclusiva- a través de la manipulación de los tipos de interés por los Bancos Centrales de cada pais.
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EL CARRUSEL DE LOS TIPOS DE INTERES.
Manfred Nolte
La economía de mercado que discurre bajo la teórica autoridad de la oferta y la
demanda se divide en tres grandes áreas de influencia que corresponden al
mercado de bienes y servicios, al mercado de trabajo y al mercado del dinero. En
2022, la presunta autonomía de los mercados está mediatizada por la presencia
del estado, que en las economías desarrolladas no solo tiene una presencia que
alcanza del 35 al 50% de su actividad, medida en ingresos y gastos fiscales, sino
que traslada su influencia a todas las ramas productivas a través de la actividad
legislativa parlamentaria o directamente desde el gobierno. La totalidad de los
sectores en mayor o menor medida están regulados y sujetos a la batuta de la
autoridad. Además del Estado, existen otros elementos exógenos muy poderosos,
como es el caso de las organizaciones sindicales o patronales, que, aunque coartan
la movilidad del libre mercado contribuyen al mantenimiento del estado del
bienestar. Esto plantea problemas de rigidez al mercado, pero contribuye
también a la consolidación de un estado de un bienestar apreciable. Apreciable y
necesario, pero caro y no sin riesgo de su sostenibilidad.
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De los tres sub-mercados citados, el mercado del dinero es quizá el más
férreamente intervenido. La intervención es apropiada cuando circunstancias
extraordinarias rompen la homogeneidad del mercado y anticipan quebrantos
importantes para la ciudadanía. El mercado de dinero se regula e interviene
predominantemente -aunque no en exclusiva- a través de la manipulación de los
tipos de interés por los Bancos Centrales de cada pais. Elementos disruptivos,
como es el caso actual, pueden ser una pandemia o una guerra que estrangule las
cadenas de suministros de la oferta.
No estará de más un breve recordatorio para indicar que los tipos de interés
monetarios o de corto plazo vienen dictados por el Banco central, en nuestro caso
por el Banco Central europeo (BCE) con sede en Frankfurt. Los tipos de interés
de largo plazo corresponden a las tires de los bonos a 10 años, que, aunque gocen
de más autonomía, también pueden ser manipulados fácilmente por el Banco
emisor central. En función de estos valores se utiliza el Euribor, el indicador que
marca el precio al que los bancos europeos se prestan dinero entre sí y que
también se usa como referencia para calcular el interés de las hipotecas u otros
créditos a tipo variable.
Como Europa, al igual que el resto del mundo, vive atenazado por la embestida
de la inflación (10,3% interanual), el BCE sube los tipos de interés para
combatirla. Al día de hoy, el tipo básico al que financia a la banca privada a una
semana es el 2%. Esto significa que el sistema financiero tiene acceso en
abundancia al dinero a corto plazo pagando el 2% en tasa anual, siempre
entregando a cambio títulos de colateral. Una primera consecuencia es que, como
fuente alternativa de financiación, se aproxima el momento en que la banca
española empiece a remunerar los depósitos que se pagan al tipo cero en la
actualidad.
¿Cuál es la perspectiva de la trayectoria de los tipos, qué efectos provoca y cuándo
será el retorno al ‘tipo de interés natural’ de mercado? Echemos un vistazo a la
bola de cristal, o sea, a las fuentes consultadas.
Jerome Powell, el presidente de la FED que ha situado ya los tipos
estadounidenses en el rango del 4% ha dejado claro que estos seguirán subiendo,
a la luz de los datos corrientes de la inflación, aunque hayan mejorado
recientemente. Pablo Hernández de Cos opina lo mismo para el caso de área euro.
El Banco Mundial augura para 2023 una inflación promedio del 5%. Para volver
a inflaciones en torno al 2%, según el Organismo multilateral, los bancos
centrales tendrán que subir dos puntos más los tipos de interés hasta el intervalo
del 4 al 5%.
¿Qué traducción tiene esta perspectiva para el mercado hipotecario español?
Lo previsible es que el euríbor anual, hoy al 2,874%, se acerque en los próximos
meses al 3%. Desde cierre de diciembre, que estaba en negativo, al -0,501%, a
cierre de octubre, el índice ha escalado 3,375 puntos porcentuales. La hipoteca
media (145.465 euros, a 24 años y con un diferencial sobre euríbor del 0,92%) se
ha encarecido 2.640 euros al año (220 euros al mes) en igual periodo. La
previsión es que el euríbor a 12 meses cierre el año en el 2,8%, y toque el 3% o
superior en 2023, para bajar hasta el 2,10 en 2024.
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Gran parte de los préstamos hipotecarios -hasta el 70% de los nuevos- se
contratan a tipo fijo. Sorprende que con la expectativa de inflación y de tipos
Euribor de que dispone el mercado, los tipos fijos coticen en una franja
relativamente baja, entre el 3 y el 4%, y en algunas capitales entre el 2,5 y el 3 %,
a 25 años. No parece una oportunidad desaprovechable, aunque los Bancos
reaccionarán ante cualquier movimiento de tipos del BCE.
Vladimir Putin puede resultar una baza inesperada en este carrusel de intereses.
Porque, si se produjese un armisticio, Europa recuperaría su tipo bajo natural de
interés con relativa facilidad, mientras que Estados Unidos tardaría mucho más.
La razón es que la nuestra es una inflación de oferta que se aliviaría con la
normalización de las cadenas de suministro, mientras que la inflación americana
es de exceso de liquidez, debida al derroche de subvenciones volcadas sobre su
tejido productivo y de más lenta asimilación.
Mientras tanto, la adversa cotización dólar/euro hace para Europa más costoso e
inflacionario el tráfico de importaciones de materias primas, alimenticias y
energéticas. Esta tendencia puede continuar e incluso aumentar a corto plazo,
porque entre mediados de abril y noviembre de 2022, la reducción del balance de
la Reserva Federal ha sido de 290.000 millones de dólares, mientras que la
reducción del BCE para el mismo período ha sido solamente de 17.235 millones
de euros. Esta diferencia y el mayor atractivo de rentabilidad del dólar activan la
demanda de dólares y la oferta de euros, lo que aprecia la divisa americana,
encarece nuestras importaciones e incentiva el enquistamiento de nuestra
inflación.
Con todo, tras meses de inflación pertinaz, parece emerger algún destello de
esperanza.