John Maynard Keynes, el gran ideólogo de la socialdemocracia que abrió en 1936 las puertas a la acción masiva y beligerante del Estado, recordó que en modo alguno pretendía quebrar las reglas del mercado sino paliarlas en circunstancias de necesidad. La libre iniciativa no puede torcerse indefinidamente a golpe de boletín del estado. Vivimos momentos excepcionales que requieren medidas excepcionales, porque es cierto que no estalla una guerra cada semana.
ALEGRO MA NON TROPO: EL DECLIVE DEL LIBRECAMBISMO.
1. ALLEGRO, MA NON TROPO.
Manfred Nolte
Causa desánimo contemplar el desamor a la verdad o la extremada ignorancia
que a diario se percibe en las manifestaciones de los distintos medios de
comunicación con relación a la evolución de la pobreza en el mundo. Plumas que
en lo literario gozan de un merecido prestigio nos sorprenden con soflamas
negativistas sobre el sistema, probablemente porque es el peaje que hoy hay que
pagar a las editoriales de los medios.
Vamos a citar aquí una frase de Naciones Unidas, el gran organismo tutelante de
los Objetivos de Desarrollo sostenibles, para descartar decididamente la pésima
información reinante en relación con este tema: ‘las tasas de pobreza en el mundo
se han reducido a más de la mitad desde el año 2000’. Este es el axioma indiscutible
de la máxima autoridad mundial en la lucha contra la precariedad, a partir del cual
pueden construirse conclusiones productivas admitiendo, por lo demás, cuantas
matizaciones y distingos sean necesarios: en algo más de veinte años la pobreza en el
planeta ha caído un cincuenta por ciento.
La producción mundial se estima que permaneció estacionaria desde los tiempos del
imperio romano hasta los albores de las revoluciones industriales a finales del siglo
XVII. Solo a partir de la irrupción del pensamiento liberal con Adam Smith en 1776 y
sus coetáneos, el PIB comenzó a crecer de forma vehemente hasta nuestros días. La
consolidación del derecho a la propiedad, la división del trabajo, el germen de la
globalización y la construcción masiva de factorías fueron determinantes. En su libro
titulado “La riqueza de las naciones” proclamaba que el mercado por sí mismo
equilibra la economía debido a que el hombre al buscar sus propios beneficios
activa el proceso productivo generando riqueza y progreso para el bien común.
2. Por lo que el papel del Estado automáticamente se tendría que reducir a una
mínima intervención y así lograr los beneficios de las libres actividades
económicas.
En los albores del siglo XX gran parte de los países centrales gozaban de un aceptable
nivel, sanitario y social que luego -en la medida que la productividad del sistema lo
ha permitido- se ha extendido hasta nuestros días. Hoy se acaricia como proyecto
piloto incluso una semana laboral de cuatro días.
La socialdemocracia que irrumpe con fuerza después de la segunda guerra mundial
inspirada por movimientos sociales violentos o simplemente evolutivos y doctrinales
va acaparando una parte fundamental de las relaciones de producción del sistema.
Con independencia de la adscripción o militancia en unas determinadas siglas
políticas, la gran mayoría de los países del planeta sin hacer dejación de los principios
del liberalismo, o neoliberalismo, conviven con un credo socialdemócrata, dedicando
ingentes partidas presupuestarias a la financiación del estado del bienestar de sus
ciudadanos, la sanidad, la educación o las pensiones. Bien escasa, aparte de la
dialéctica y visceral, es la diferencia programática entre PSOE y Partido Popular. La
lucha fratricida a la que asistimos en el circo político de nuestro país no es sino el
esfuerzo hercúleo de unos y otros por perpetuarse en el poder a cualquier precio, por
sostener y no soltar nunca las riendas de las políticas del país. Pero las diferencias en
el carruaje son menores. A estas alturas del guión nadie discute que no hay
economía sin sustrato moral.
Un breve repaso a la política fiscal del gobierno de Sánchez a lo largo de 2022 nos
confronta inevitablemente a una gran pregunta: ¿se hallan en España en declive los
postulados liberales y caminamos hacia una economía social plenamente dirigista?
La web de la Moncloa, que en honor a la verdad funciona como la seda, recoge mes a
mes los acuerdos adoptados por el Consejo de ministros, entre ellos los relativos a la
política económica. Un repaso a las decisiones adoptadas en los últimos doce meses
nos invita a pensar que la libre economía de mercado está herida a fuerza de tanta
intervención, pudiendo discutirse su grado de afectación y gravedad. Solamente las
últimas medidas del nuevo plan anticrisis revelan que la irrupción del gobierno en la
tendencia natural de las variables del mercado es arrolladora: Nuevas reducciones de
impuestos indirectos -IVA en alimentos-, cheque de 200 euros para rentas inferiores
a los 27.000 euros, paralización de desahucios, límite de subida del 2% en los
contratos de alquiler, ayudas directas a cerámica, agricultura y pesca, bonificación de
20 cts. por litro de carburante a transportistas, agricultores, pescadores y navieras,
prórroga de rebaja de impuestos energéticos y congelación del precio del butano,
bonificación del transporte público, gratuidad de los abonos Renfe de cercanías y
revalorizacióndelaspensionesenun8,5%,todoello conuncosto estimado de10.000
millones de euros.
Desde el punto de vista de la asepsia del mercado no es lo mismo una política de
subvenciones circunstancial y estratificada -no todas las semanas estalla una guerra
en Ucrania- y aquellas otras de carácter claramente regresivas y contraproducentes
como la limitación de los contratos de alquiler. La subida de las pensiones
indiscriminada y general con el IPC es populista y un lastre para ejercicios venideros.
Se echan inveteradamente en falta reformas estructurales y un ejercicio de análisis
coste beneficio de lo que se viene haciendo. Entre tanta dificultad reina la alegría
gubernamental decisoria.
3. No cabe decir, con todo, que esta invasión del estado en la esfera de lo privado sea en
este momento censurable. Lo es y mucho que oculte ladinamente el exceso de
recaudación por cerca de 33.000 millones de euros que le están permitiendo articular
alegremente el juguete económico sin pedirse responsabilidades a sí mismo.
John Maynard Keynes, el gran ideólogo de la socialdemocracia que abrió en 1936 las
puertas a la acción masiva y beligerante del Estado, recordó que en modo alguno
pretendía quebrar las reglas del mercado sino paliarlas en circunstancias de
necesidad. La libre iniciativa no puede torcerse indefinidamente a golpe de boletín
del estado. Vivimos momentos excepcionales que requieren medidas excepcionales,
porque es cierto que no estalla una guerra cada semana.
Librecambio y socialdemocracia están llamadas a trabajar juntas, pero no
amontonadas. Pero a la brevedad posible hay que devolver al mercado lo que le
pertenece -la libertad y la eficiencia- que ha sido una fuente de riqueza universal y de
reducción de la pobreza.