La bendecida virtud del ahorro, tiene como todo, sus límites, de modo que un exceso de ahorro puede ser el síntoma de una profunda crisis de la economía.
1. AHORRO EQUILIBRADO.
Manfred Nolte
Un fragmento de entrevista en una cadena de televisión nacional recogía días
atrás a tres curtidos agricultores de la España vaciada, seguramente jubilados,
respondiendo a las preguntas del entrevistador acerca de la pandemia y sus
consecuencias económicas. El más expeditivode los tres,mientras el restoasentía
solidariamente, formuló lo que, a su juicio, eran los principios inmutables de la
economía: “si ganas cinco, puedes gastar cuatro y ahorras al menos uno. Si ganas
cinco y gastas seis o siete, al final la bancarrota. Y el Estado tiene que hacer lo
mismo. No hay vuelta atrás”.
Esta presuntamente sana sabiduría popular acrisolada durante decenios y quizá
centurias, precisa de algunas matizaciones. Algunas tan importantes como para
llegar a encontrar en la veterana máxima errores de bulto.
Lo que el agricultor en la entrevista llamaba gasto es técnicamente el consumo de
las familias, o de las personas o de las economías domesticas, que de todas esas
maneras se llama. Dada la renta bruta de la familia, una vez separados los
impuestos y añadidas las transferencias o subvenciones tendríamos la renta
disponible. El ahorro, el otro elemento al que se refería nuestro entrevistado, es
simplemente la parte de renta disponible que no se gasta, que no se destina al
consumo. La importantísima función del crédito, que en las economías rurales
suscita mayores recelos que en las economías urbanas, hace que los individuos
puedan acometer gastos que superan, en ocasiones enormemente, la capacidad
de compra derivada de su renta presente. El crédito, en consecuencia, cuando se
dispone de una manera ordenada, contribuye a la compra de activos duraderos
que de otra manera serían inalcanzables. Por encima de la renta actual: primera
matización.
A nivel agregado, también llamado macroeconómico, el ahorro bruto de un país
se calcula como la Renta bruta del mismo, el llamado PIB, menos el consumo
total más las transferencias netas. Cabe preguntarse sobre cual es el nivel
adecuado de ahorro agregado en una economía, siempre teniendo en cuenta su
relación inversa con el ahorro. Y aquí venimos a citar la llamada ‘paradoja del
ahorro’ (‘thrift paradox’) keynesiana. Si el ahorro autónomo comienza a crecer
ello supone que el consumo, correlativamente, decrece. Como el consumo es el
principal componente de la demanda del que constituye casi el 60%, al bajar al
2. consumo, disminuye la renta, el PIB y el empleo, con lo que a renglón seguido
caerá también el ahorro. Lo mismo sucede en sentido inverso: si el ahorro global
disminuye, el consumo crecerá, y con él la renta, el PIB y el empleo, lo que
generará mayor capacidad adquisitiva disponible e impulsará al alza el ahorro.
Repito: es la conocida como ‘paradoja del ahorro’ o de la ‘frugalidad’ en los textos
de macroeconomía. Una paradoja porque fluye en dirección contraria a la
intuición natural. De modo que el ahorro en sí no es bueno ni malo, sino que debe
guardar la proporción adecuada en orden a alcanzar el progreso del consumo, y
en cadena, del pleno empleo. Lasegunda conclusión reside en que lo que es bueno
a nivel particular (manifestación del agricultor) puede ser adverso para el
conjunto de la población.
Siguiendo en el plano general o macroeconómico, el ahorro nacional tiene como
función de equilibrio financiar la inversión nacional del sistema. Es un aspecto
menos conocido y ciertamente Donald Trump no obtuvo el consejo adecuado
cuando trató de recortar el cuantioso déficit comercial americano introduciendo
aranceles y cupos a los productos de importación. Cuando en un país, las
importaciones superan a las exportaciones, por lo general el ahorro interno no es
capaz de financiar la inversión domestica. Si el ahorro interno supera a la
inversión domestica el resultado es un excedente de la balanza comercial. Una
nueva paradoja: el ahorro no es en si mismo bueno ni malo, pero juega un papel
crucial en el equilibrio de la balanza comercial de pagos.
Una referencia adicional al sector público: el ahorro público es la diferencia entre
los ingresos fiscales y el gasto publico ejecutado. He aquí una nueva paradoja,
constituida en obviedad desde la introducción de las ideas del británico J.M
Keynes. Cuando la economía en su conjunto está en crisis, el Gobierno no solo no
debe procurar su ahorro, sino que debe ser beligerante y anticíclico gastando
mucho más de lo que ingresa. La creencia de que el estado debe seguir el mismo
patrón de gasto y ahorro prudente que los particulares, es incorrecto y en
determinadas circunstancias históricas ha producido graves problemas
económicos en la producción y en el empleo. Lo que aparenta ser malo para el
estado (déficit) es definitivamente bueno para los particulares.
Durante el gran confinamiento marzo-mayo 2020 en España, el consumo sufrió
un desplome del 21,2% y el PIB alcanzó puntualmente el mínimo histórico del
22,1%(t/t). Según todo lo que aquí se ha dicho, no debería constituir sorpresa el
constatar que, a su vez, la tasa de ahorro se disparase hasta el 31,1%. Este dato
supone el máximo histórico desde que en 1999 se iniciase esta compilación. En
2019, los hogares españoles situaron su tasa de ahorro en el 7,4% de su renta
disponible.
Paradoja final y conclusión: no es oro todo lo que reluce. Altas tasa de ahorro
nacional pueden ser sinónimo de un profundo revés económico.