3. REcupera la
gracia
de Dios. La
Eucaristía, la
confesión
sacramental, la
contemplación, el
silencio, la
caridad y la
oración te
ayudarán.
4. MIra hacia el
cielo con ojos de
niño. Asómbrate
de lo mucho que
DIOS, desde
siempre, hace y
sigue haciendo
por acompañar a
la humanidad.
5. FAvorece a los
más débiles. No vivas
de espaldas a los
sufrimientos de las
personas. No es
necesario marcharse
muy lejos. En tu
entorno, y lo sabes
muy bien, hay gente
necesitada de ti.
6. SOLivianta a las
dificultades y pruebas
que te rodean con la
luz y la calma del
Evangelio. Lee la
Palabra del Señor.
Acércate a ella con la
lupa de tu vida y, en
verdad, encontrarás
respuestas para cada
momento.
7. LAbra tus entrañas
para que, tu interior,
sea más acorde con tu
vida cristiana. Los
acontecimientos del
mundo nos endurecen
y,
de vez en cuando, es
necesario utilizar el
arado de la fe para
removernos por
dentro
y hacernos más
permeables.
8. SIlabea, con
palabras
y gestos, lo que
dices sentir, creer
y profesar: la fe.
No escondas lo
que eres y, por
coherencia, no
pongas sordina a
tus convicciones
religiosas.