Hoy, reflexionando a la hora de escribir este post, comencé a ojear las entradas en el blog, y como habían evolucionado en el tiempo. Me di cuenta que, poco a poco, siempre con la idea de hacerlo más atractivo y, por qué no decirlo, más en línea con los consejos de lo “que hay que hacer”; las entradas iban teniendo cada vez más “ENVOLTORIO”. Comencé incluyendo fotos, luego enlaces, después algún vídeo posteriormente alternaba los colores de palabras y frases, y ya, para terminar, puse diferentes tamaños de texto. De repente, me asaltó una duda ¿Y el contenido? ¿No habré sacrificado el contenido?… Me puse a leer, con espíritu crítico, tratando de valorar si el tiempo no había maquillado las entradas, pero las había hecho perder su verdadero valor, el contenido, el mensaje. No os voy a dar mi opinión, tan sólo os diré que respetaré mucho la que tengáis cada uno de vosotros al respecto. Tras esta situación, comencé a reflexionar sobre muchas personas y cosas que, motivadas por hacerse atractivas, han ido mejorando el “ENVOLTORIO”, recubriéndose de capas brillantes, sugerentes, misteriosas, divertidas, carismáticas, caras, de diseño…pero que han olvidado cuidar y mejorar lo que había en su interior.