El documento argumenta a favor de la igualdad animal y en contra del especismo. Señala que, al igual que el racismo y el sexismo, el especismo se basa en prejuicios arbitrarios sobre la capacidad de sentir de los animales. Aunque los humanos tienen mayores capacidades mentales, esto no justifica someter a los animales o causarles sufrimiento. El documento también critica las prácticas de la industria ganadera y cómo esta engaña al consumidor sobre las condiciones de vida y muerte de los animales.
1. “Igualdad animal, el por qué todos los animales debemos ser
considerados sin distinción de especie”
Jennifer Santander Aguilar (j.santander71@gmail.com)
Resumen:
“Los animales del mundo existen por sus propias razones. No fueron hechos para
los humanos, de la misma manera que los negros no fueron hechos para los
blancos o las mujeres para los hombres”. Alice Walker
Palabras claves:
Especismo, igualdad, antropocentrismo, ética y/o moral.
La igualdad animal puede sonar ridícula para aquellos sobrevalorizadores de lo
humano, pero lo cierto es que en tiempos más antiguos, hablar de igualdad de
raza e igualdad de sexos también lo era, la gente solía escandalizarse al pensar
que los negros podían tener los mismos derechos que los blancos y los hombres
solían burlarse al intentar considerar a la mujer como un igual ante la
naturalización de la "superioridad" masculina, hoy en día existe la idea
incuestionable y naturalizada de que los animales están para servirnos, lo cierto
es que esta idea al igual que las ideas racistas y sexistas están basadas en
prejuicios arbitrarios asociados a la ignorancia que poco y nada tienen que ver
con argumentos racionales, tanto el sexismo ( infravaloración de los intereses de
un individuo basada en la pertenencia a un sexo determinado) el racismo (
infravaloración de los intereses de un individuo basada en la pertenecía a una
raza o etnia determinada) y especismo (la infravaloración de los intereses de
quienes no pertenecen a la especie animal Homo sapiens y este ultimo termino
acuñado en 1970 por el psicólogo Richard D. Ryder para denominar esta
discriminación arbitraria en función de la especie, que tiene sus orígenes en el
antropocentrismo moral), tienen en común la idea de que la diferencia justifica la
discriminación moral arbitraria. Todas contienen en sus formas el mismo principio.
Ahora, ¿por qué deberíamos ampliar nuestro círculo ético y moral a los demás
animales? A continuación esbozaré una serie de argumentos a los
cuestionamientos frecuentes del pensamiento antropocéntrico-especista.
A menudo se suele argumentar que lo que nos diferencia como especie es
nuestra capacidad mental superior, idea que nos refuerzan desde pequeños para
2. diferenciarnos del resto de los animales, si bien es cierto que los humanos como
especie tienen una capacidad intelectual mayor al resto de los animales, esta no
debería ser una causante de ser reducido a favor de los intereses de otro, ya que
dentro de nuestra misma especie existen humanos con menos dotes mentales.
Los bebes no hablan hasta tener una cantidad de años considerable y no por eso
consideramos la idea de someterlos a nuestros caprichos, se les siguen otorgando
ciertas características que los hacen dignos de ser considerados, pero ¿cuales
son estas características por qué los respetamos y cuidamos de ellos? La cuestión
es simple, porque pueden sentir. Este es el principio moral por el cual no dañamos
a nuestros pares humanos, ahora debería surgir la siguiente pregunta, ¿los
animales pueden sentir?,¿ tienen intereses como los humanos? La respuesta es
sí, los animales sienten porque tienen cerebros, empíricamente esta demostrado
que sienten dolor, miedo, tristeza, angustia, alegría, incluso el hecho de que no
puedan pensar las situaciones como nosotros, los hace más susceptibles de vivir
situaciones angustiantes al poseer una menor comprensión de las cosas. Los
animales poseen edades mentales comparables a las de los humanos así se dice
que los cerdos por nombrar una especie poseen la edad mental de un niño de 5
años, ya se podrán imaginar ustedes. No obstante, la capacidad de sufrir y gozar
no sólo es necesaria sino también suficiente para que podamos decir que un ser
tiene interés, aunque sea mínimo, en no sufrir. Un ratón, por ejemplo, sí tiene
interés en que no se le haga rodar a puntapiés por un camino porque sufrirá si
esto le ocurre.
Diversos representantes del pensamiento antropocéntrico-especista en intentos
desesperados por avalar sus practicas, señalan que un ser debe ser autónomo,
vivir en una comunidad respetar los derechos de otros, etc. Para ser constituyente
de derechos, pero esto no tiene relevancia, ya que hay humanos que tampoco
poseen estas características, sin nombrar que el resto de las especies maneja
sus propios códigos de comportamiento no humanos, por lo tanto:
“Si un ser sufre, no puede haber justificación moral
alguna para negarse a tener en cuenta este sufrimiento. Al margen de la
naturaleza del ser, el principio de igualdad exige que —en la medida en
que se puedan hacer comparaciones grosso modo— su sufrimiento
cuente tanto como el mismo sufrimiento de cualquier otro ser. Cuando un
ser carece de la capacidad de sufrir, o de disfrutar o ser feliz, no hay
nada que tener en cuenta. Por tanto, el único límite defendible a la hora
de preocuparnos por los intereses de los demás es el de la sensibilidad
(entendiendo este término como una simplificación que, sin ser
estrictamente adecuada, es útil para referirnos a la capacidad de sufrir y/
o disfrutar). Establecer el límite por alguna otra característica como la
3. inteligencia o el raciocinio sería arbitrario.”(Pág. 44, Liberación Animal.
Peter Singer, Madrid 1999.)
Si ya aceptamos que las mujeres no son menos que los hombres por tener cuerpo
distinto y que los negros no son menos que los blancos por tener un color distinto
ya hemos comprendido el principio de igualdad y no debería ser extraño aplicarlo
al resto de los animales, ya que sabemos que también somos animales ¿o no?
Como hemos visto los animales pueden sentir dolor, cualquiera que conozca a su
perro puede saberlo, pero ahora ¿Qué consecuencias prácticas se siguen de esta
conclusión?
Por ejemplo si le pego una palmada a un animal grande y fuerte, lo más probable
es que no se sobresalte si es que me conoce, pero si le pego esa misma palmada
a un niño lo más probable es que llore porque su piel es más débil, por eso es
peor pegarle una palmada a un niño que un animal grande y fuerte, ahora para
causarle el mismo dolor a el otro animal quizás sea necesario un palo. Si nos
parece mal causarle ese dolor innecesario a un niño inocente, nos debería parecer
igual de mal (a menos que seamos especistas) provocarle ese dolor al animal
grande y fuerte.
Existen otras diferencias entre los humanos y los demás animales ya
mencionadas antes, hay ciertas capacidades mentales que en determinadas
circunstancias les harán sufrir más de lo que sufren los demás animales.
“Si, por ejemplo, decidiéramos utilizar adultos humanos
normales para experimentos científicos extremadamente dolorosos o
letales y los secuestrásemos al azar en los parques públicos, todos los
adultos que entraran en un parque tendrían miedo a ser secuestrados y
este terror sería una forma de sufrimiento adicional al dolor del
experimento. Los mismos experimentos realizados con animales no
humanos causarían un sufrimiento menor, ya que los animales no
tendrían el temor anticipatorio de ser secuestrados y convertidos en
objeto de experimento. Pero, por supuesto, esto no quiere decir que
estaría bien realizar el experimento con animales, sino sólo que hay una
razón, que no es especista, para preferir el uso de animales al de los
adultos humados normales en caso de que haya que realizarse tal
experimento. No obstante, debemos señalar que este mismo argumento
4. nos da una razón para preferir experimentar con niños muy pequeños —
huérfanos, quizá— o humanos con un grave retraso mental antes que
con adultos, ya que ni unos ni otros tendrían ni idea de lo que les iba a
suceder. Por lo que respecta a este argumento, los animales no
humanos, los bebés y los retrasados mentales se encuentran en una
misma categoría; y si es éste el argumento que utilizamos para justificar
los experimentos con animales no humanos, tenemos que preguntarnos
también si estamos dispuestos a permitirlos con los otros dos grupos; y
si establecemos una distinción entre los animales y estos humanos,
¿sobre qué base se apoya, sino sobre una preferencia mal disimulada —
y moralmente indefendible— por los miembros eje nuestra propia
especie?” (Págs. 52-53 Liberación Animal, Peter Singer, Madrid 1999.)
Sin duda todos hemos visto, como se violan los principios morales fundamentales,
que deberían regir nuestras relaciones con los demás animales, una prueba del
especismo más visible por la cultura antropocéntrica-especista es el reciente caso
del rey de España matando elefantes por placer y gusto. También queda de
manifiesto como los humanos intentan por todas las formas defender el “derecho”
a ellos mismos a ser especistas. Pero nada de esto es casualidad, el especismo al
igual que el racismo y el sexismo tiene sus formas de promoción y reproducción.
Nuestras actitudes hacia los animales comienzan a tomar forma cuando somos
muy pequeños y están dominadas por el hecho de que empecemos a comer carne
a una edad muy temprana, como le ha ocurrido a muchos niños en mi caso
particular también, los niños se niegan a comer carne una vez que se enteran de
donde proviene, cuestionan, pero rápidamente son contra argumentados por sus
padres quienes equívocamente creen que para estar sano hay que consumir el
cuerpo de animales muertos. Dada las circunstancias en las que esto ocurre
nunca tomamos una decisión conciente y reflexiva acerca de lo que estamos
haciendo, como muchos otros hábitos poco cuestionados, dado el carácter
reproductor y normalizador de nuestra sociedad. A la vez los niños sienten un
amor natural por los animales mientras se les enseña a respetar y cuidar de sus
mascotas, perros y gatos. De esta forma los niños crecen con una dualidad
cuidadosamente separada, de forma que la contradicción no se hace tan evidente.
Pero ¿qué pasa con los animales que nos comemos? El afecto del niño se dirige a
aquellos animales que no se come, perros y gatos, ya que estos son los que un
niño urbano suele ver, los graciosos peluches, suelen ser simpáticos osos, leones,
más que cerdos y vacas, pero cuando se trata de animales de granja los cuentos,
programas de televisión infantiles hacen un esfuerzo deliberado por engañar al
5. niño y no mostrarle la realidad que se oculta tras los muros de las granjas
industriales, los textos y la televisión nos dicen que los animales disfrutan de una
buena comida, aire libre, nunca vemos jaulas y rejas, incluso se revuelcan en el
barro dichosos, así los niños crecen pensando que los animales crecen libres y
dichosos hasta que “ les llega la hora”.
Compramos nuestra carne bajo nombres engañosos, que suavizan y alivian en
cierta medida nuestra conciencia, y así evitamos enfrentarnos con el hecho de que
lo que comemos es un cadáver que fue cruelmente gestado, Hoy gracias a
Internet, revistas o libros, podemos desenmascarar y mostrar que es lo que de
verdad ocurre y cómo, aunque los propietarios de granjas industriales intenten
convencernos de otra cosa, fomentando mitos que oculten lo que de verdad
ocurre con tal de dar una buena imagen al consumidor.
Para la gran parte de los seres humanos, especialmente aquellos que habitan en
las comunidades urbana, o que se han visto influenciadas por la servidumbre
moderna, la forma de contacto más directa con los animales no humanos se
produce al momento de comer, simplemente nos comemos al animal. En este
simple acto que a muchos les puede parecer de lo más cotidiano está la clave de
nuestra postura y actitud hacia los demás animales (que fue reforzada a través de
una educación y crianza que siempre nos mostró a los animales como simples
objetos de entretención y/o consumo, como he mencionado anteriormente). El
especismo en su cara más dura se lleva a cabo en la industria, en este caso la
industria de la granja, es necesario mencionar que los animales que se crían para
ser futuro alimento sobrepasa con creces, en cantidad y calidad de animales
afectados, a cualquier otro tipo de malos tratos del que se tenga registro de
humano a animal.
Generalmente, porque resulta más cómodo, desviamos la vista o ignoramos el
abuso que hay detrás de lo que estamos comiendo, claro está que todo a nuestro
alrededor nos llama hacerlo, si no, es cosa de reflexionar sobre los disfraces
verbales con los que eufemísticamente llamamos a nuestro alimento animal.
Comemos carne no vacas o toros, chuleta en vez de cerdo, pollo no gallinas.
Es procesamiento o renderización o confinamiento, en vez de asesinato.
Todo con el fin de disimular lo que verdaderamente es.
“Solemos comprar la carne y las aves envueltas en pulcras
bolsas de plástico, donde apenas hay sangre. No hay razón para asociar
estas porciones con un animal vivo que respira, camina y sufre.”
(Pág.135, Liberación Animal, Peter Singer, Madrid 1999.)
6. La vida en la apacible imagen de la granja hace mucho que dejó de ser tan
hermosa. Las escenas de pastizales verdes y parques idílicos representadas en
los libros para niños están siendo rápidamente reemplazadas por establos de
metal sin ventanas, jaulas de alambre, "establos de hierro", y otros sistemas
integrales de encierro, lo que hoy se conoce como "granjas industriales". No
muchas personas se ponen a pensar y cuestionar la vida de los animales de
granja, que este consciente de los métodos “modernos” de cría de animales. Hay
quienes se preguntan si los animales sufren o no cuando son asesinados. No es
extraño ver la imagen de un camión lleno de ganado en condiciones de
hacinamiento por la carretera; pero pocos van más allá de la creencia de que el
transporte hacinado y el matadero es la breve conclusión que compensa una vida
cómoda, pacífica y libre de los riesgos de la vida salvaje y la lucha constante por
la supervivencia. Cuando la realidad actual está lejos de ser así.
“Para empezar, ya no se trata de una tarea controlada por
sencilla gente del campo. Durante los últimos cincuenta años las
grandes compañías y los métodos de producción en cadena han
convertido la agricultura en una agroindustria. Los pequeños productores
restantes han tenido que adoptar los métodos de los gigantes como
único medio de evitar la ruina. Compañías que nunca habían tenido
conexión alguna con la agricultura se han convertido en granjas a gran
escala para conseguir desgravaciones fiscales o diversificar los
beneficios.”(Pág. 137, Liberación Animal, Peter Singer, Madrid 1999.)
A las grandes industrias y compañías, sumándole las competidoras, poco o nada
le interesa respetar la armonía del animal, entre las plantas y la naturaleza, la
agricultura es competitiva y lo único que importa es la búsqueda obsesiva de
nuevos métodos que ayuden a reducir los costes, y a aumentar la producción.
Los animales son convertidos en simples objetos y maquinas de producción, como
están sujetos a intereses, las condiciones a las que son sometidos desde su
nacimiento hasta su muerto, nunca serán pensadas desde la comodidad del
animal, sino desde el beneficio del bolsillo del capitalista.
“A veces se aconseja a los granjeros que eviten métodos
que hagan sufrir a los animales porque esto les impediría ganar peso, y
se les insta a que se les trate con más cuidado cuando se les envía al
matadero porque una carcasa magullada se cotiza menos; pero no se
7. menciona que se deba evitar encerrar a los animales en condiciones
incómodas porque esté mal hacerlo. Ruth Harrison, autora de una
exposición pionera sobre métodos de explotación ganadera intensiva en
Gran Bretaña titulada Animal Machines, concluía que «sólo se reconoce
la crueldad allí donde el negocio no es lucrativo” (Pág.138, Liberación
animal, Peter Singer, Madrid 1999.)
Visto de manera sencilla, el sistema de granja industrial de agricultura moderna
apunta a producir la mayor cantidad de carne, leche y huevos, de la forma más
rápida y barata posible, y en la menor cantidad de espacio posible. Las vacas,
terneros, cerdos, gallinas, pavos, patos, gansos, conejos y otros animales son
puestos en pequeñas jaulas o compartimentos muchas veces sin posibilidad de
darse vuelta. Se los priva del ejercicio para que todas las energías del cuerpo
conduzcan a producir carne, huevos o leche para el consumo humano. Se los
alimenta con hormonas de crecimiento para engordarlos más rápidamente y se los
altera genéticamente para que crezcan más grandes o para que produzcan más
leche o huevos que lo que la naturaleza originalmente propone.
Dado que el amontonamiento es una de los principales causantes de
enfermedades, los animales en las granjas industriales son alimentados y rociados
con grandes cantidades de pesticidas y antibióticos que permanecen en sus
cuerpos y que se transmiten a la gente que luego se alimenta de ellos, lo que
causa serios peligros en la salud de los seres humanos.
El primer animal que fue relegado de las condiciones relativamente naturales de la
granja tradicional fue a la gallina, los seres humanos utilizan a las gallinas de dos
maneras: carne y huevo. Donde la industria en este aspecto ha realizado técnicas
a gran escala de producción mediante técnicas normalizadas.
Esencialmente se paso al pollo de un ave de corral, a un producto manufacturado,
y puesto en un espacio cerrado. Las gallinas se dividen en dos grupos: las gallinas
ponedoras y pollos de engorde. Se coloca de cinco a seis gallinas ponedoras en
una jaula de tela metálica de 14 pulgadas y las jaulas son a menudo apiladas en
varios niveles. Cintas transportadoras llevan la comida y el agua, y además retiran
los huevos y el excremento. Dado que las gallinas se encuentran en un lugar
superpoblado, se las mantiene casi en la oscuridad y se les corta el pico con
cuchillas candentes (sin anestesia) para evitar que se picoteen entre ellas hasta
morir. La tela metálica de las jaulas las despluma, les irrita la piel y las deja
lisiadas. Como son forzados a un rápido y antinatural crecimiento mediante
técnicas de manipulación genéticas, los pollos son propensos a sufrir lesiones y
deformidades, forzando a los productores a sacrificarlos, y puesto que solo los
casos severos son desechados, se deben mantener un gran número de animales
8. con deformidades y lesiones. En cuanto a la ventilación, es la adecuada para
mantenerlas vivas, pero al pequeño inconveniente o fallo, pronto se asfixiarían.
“Pero además de ésta hay otras formas de asfixia. Existe el
fenómeno del «amontonamiento». Los pollos que viven en estas
condiciones se convierten en criaturas nerviosas e inquietas.
Deshabituados a una luz fuerte, a ruidos o a otras intromisiones,
cualquiera de estos fenómenos pueden crearles un estado de pánico y
hacerles huir a un rincón de la nave. En su carrera desenfrenada hacia
sitio seguro, se amontonan unos encima de otros de tal forma que, como
describe el encargado de una granja, se «asfixian unos a otros creando
una pila lastimosa de cuerpos en un rincón de la zona de cría»”. (Pág.
144, Liberación Animal, Peter Singer, Madrid 1999.)
Los animales que más sufren el cruel encierro y las privaciones en las granjas
industriales son los novillos, cría macho de las vacas lecheras, criados para el
consumo de carne de ternero. Luego de que se los separa de sus madres tan sólo
algunos días luego de su nacimiento, se los encadena en establos de sólo 22
pulgadas de ancho con pisos de listones que les causa severos dolores en las
patas y en las articulaciones. Dado que la leche de su madre es utilizada para el
consumo humano, se los alimenta con un sustituto de la leche que contiene
hormonas, pero carece de hierro. Esto les produce una anemia que mantiene su
carne tierna y de un color pálido pero los deja muy débiles. Cuando se los sacrifica
con tan sólo 16 semanas de vida, por lo general ya están muy enfermos o lisiados
para caminar. Uno de cada 10 terneros muere en reclusión.
El 90 por ciento de todos los cerdos son recluidos en algún momento de sus vidas,
y el 70 por ciento son mantenidos en reclusión permanentemente. A las cerdas se
las mantiene preñadas o amamantando continuamente, y se las mete dentro de
estrechos establos de hierro, sin que puedan darse vuelta. Si bien los cerdos son
animales tranquilos y sociales por naturaleza, recurren al canibalismo y muerden
las colas de los otros cerdos cuando los meten en corrales repletos, además
desarrollan conductas neuróticas cuando los aíslan y encierran. Los productores
de cerdos pierden 187 millones de dólares por año debido a la disentería, cólera,
triquinosis y otras enfermedades promovidas por las granjas industriales.
Aproximadamente el 30 por ciento de todos los productos que derivan del cerdo
están contaminados con toxoplasmosis.
Por otra parte, apoyar la industria cárnica no es algo que solo vaya afectar a los
animales, es algo que nos afecta a todos, al planeta y a la biodiversidad. En el año
9. 2007 se sacrificaron 60.000 millones de aves y mamíferos para satisfacer la
demanda cárnica, para el consumo humano. ¿Qué es lo que comen los animales?
40% de la cosecha mundial acaba en los establos de la ganadería intensiva en los
países industrializados. Se estima que para producir un kilo de carne bovina se
necesitan 9 kilos de cereal. Los países pobres como siempre son quienes se
llevan la peor parte, debido a que se ven obligados a vender alimentos para la
alimentación del ganado mundial. 60% de su producción (cereales, soja,
cacahuetes), son importados de países en desarrollo.
“Para 200 gr. de bistec se utilizan como pienso hasta dos kilos de cereal.
Con 2 kilos de cereal se saciarían unos 8 niños. 6 millones de niños
mueren de hambre al año.1020 millones de personas pasan hambre
cada año. Si los países industrializados redujeran en un 10% el consumo
de carne, 100 millones de personas podrían ser alimentadas
adicionalmente. Nadie debería morir de hambre.” (www.vidauniversal.es)
También tenemos el problema de la deforestación, cada dos segundos se
destruye un espacio forestal de la superficie de un campo de fútbol, en gran
medida para la obtención de pastos 5 m2 de bosque tropical son talados para
producir una hamburguesa. Las consecuencias de la destrucción para el circuito
climático y del agua de la Tierra son aún imprevisibles.
O el caso del agua potable, siendo el 50% del consumo total de consumo va
destinada a la ganadería. Sin contar el efecto de los abonos orgánicos, la erosión
de los suelos, el uso de materias primas, etc. En resumen, la industria cárnica en
su conjunto, producción, elaboración, consumo, genera un impacto global a gran
escala.
La granja industrial es un método extremadamente cruel para criar animales, pero
su rentabilidad la hace popular. Una manera de detener el abuso de las granjas
industriales es apoyar aquellas leyes que prohíban las jaulas en batería, jaulas de
terneros y los sistemas intensivos de encierro. Pero en la mayoría de los casos
todo cambio que se quiere realizar amparándose por la ley, solo aspira a cambios
reformistas y bienestaristas que tienen como fin ablandar la explotación, en vez de
aspirar a eliminarla de raíz.
“Si los animales pudieran decirnos algo, sería que no importa cuan
digna sea su vida, sólo querrían alejarse de la muerte y tener libertad.
Muchas personas defendían la esclavitud con este argumento de
10. mejorar las condiciones de vida de los esclavos… pero recordemos que
aunque el esclavo comiera cuatro veces al día, sigue siendo eso:
esclavo. La esclavitud – humana o animal – es mala por sí misma. No
importa cuan buenas o malas sean sus celdas, siguen siendo oprimidos,
y eso es moralmente incorrecto” (http://www.eligeveganismo.org/?
page_id=209)
Una gran opción que en masa podría realizar un cambio, sería la dieta, si
cambiamos nuestra dieta por una que se abstenga en la mayor medida de
crueldad, dejaremos de ser cómplices en alguna medida de la explotación animal
en las granjas industriales. El no consumir ningún tipo de carne es una gran
opción, y si se deja de lado el huevo y los lácteos aun mejor. Aunque la sociedad
y la seudo ciencia se empeñen en satanizar la dieta vegetariana/vegana,
fomentando mitos, y exponiendo siempre lo peor con aires sensacionalistas. No
negamos que el ser humano sea omnívoro, pero esto no quiere decir que
estrictamente necesitemos de la carne para estar completamente saludables, ser
omnívoro en el ser humano gracias a su capacidad de razonamiento, su
capacidad para ser empático y sensible, es simplemente elegir lo que podemos
comer, no que tenemos que comer lo que el mercado de alguna forma nos quiere
imponer, además esta comprobado científicamente que el sistema digestivo
humano se asemeja mucho más al de un herbívoro que al de un carnívoro, de ello
provienen todas las consecuencias nefastas que la carne provoca en los
organismos humanos.
Y finalmente:
"Cuando recordamos otros movimientos de liberación nos
gusta pensar que, de haber estado allí, hubiéramos sido abolicionistas o
sufragistas, o al menos, no habríamos cooperado con la opresión, ni nos
habríamos desentendido del tema. No llegamos a tiempo. Ahora
tenemos otra oportunidad, la de la revolución menos sangrienta de la
historia. Y no se nos pide que arriesguemos la vida, ni siquiera la cárcel:
simplemente, que elijamos otro plato del menú"...