1. Hazañas de David
Muerte de Saúl y de sus hijos (1 Crónicas 10:1-14)
“Los filisteos combatieron contra Israel, y los hombres de Israel huyeron
delante de los filisteos y cayeron muertos en el monte Gilboa. Los filisteos
persiguieron de cerca a Saúl y a sus hijos; y mataron a Jonatán, a Abinadab y a
Malquisúa, hijos de Saúl. La batalla arreció contra Saúl, y los que tiran con el arco
lo encontraron; y fue herido gravemente por los arqueros. Entonces Saúl dijo a su
escudero: “Saca tu espada y atraviésame con ella, no sea que vengan esos
incircuncisos y hagan mofa de mí.” Pero su escudero no quiso, porque tenía
mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada y se dejó caer sobre ella. Al ver su
escudero que Saúl estaba muerto, él también se dejó caer sobre su espada y
murió. Así murió Saúl, y sus tres hijos y todos los de su casa murieron junto con él.
Y al ver todos los hombres de Israel que estaban en el valle que los de Israel
habían huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y
huyeron. Entonces los filisteos fueron y habitaron en ellas. Aconteció que al día
siguiente, cuando los filisteos fueron para despojar a los muertos, hallaron a Saúl
y a sus hijos caídos en el monte Gilboa. Le despojaron, tomaron su cabeza y sus
armas, y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos para dar la buena
noticia a sus ídolos y al pueblo. Después pusieron sus armas en el templo de sus
dioses, y clavaron su cabeza en el templo de Dagón. Cuando todos los de Jabes,
en Galaad, oyeron todo lo que los filisteos habían hecho con Saúl, todos los
hombres valientes se levantaron y tomaron el cadáver de Saúl y los cadáveres de
sus hijos, y los llevaron a Jabes. Enterraron sus restos debajo de la encina en Jabes
y ayunaron siete días. Así murió Saúl por la infidelidad que cometió contra
Jehovah, respecto a la palabra de Jehovah, la cual no guardó, y porque consultó a
quien evoca a los muertos pidiendo consejo, en lugar de pedir consejo a Jehovah.
Por esta causa él le hizo morir y transfirió el reino a David hijo de Isaí”.
David es proclamado rey de Israel (1 Crónicas 11:1-3)
“Entonces todos los de Israel acudieron a David, en Hebrón, y le dijeron:
“He aquí, nosotros somos hueso tuyo y carne tuya. En tiempos pasados, cuando
Saúl aún reinaba, tú eras quien sacaba y hacía volver a Israel. Y Jehovah tu Dios te
dijo: Tú pastorearás a mi pueblo Israel, y serás el soberano de mi pueblo Israel.
2. Fueron, pues, todos los ancianos de Israel al rey, en Hebrón. Y David hizo un pacto
con ellos en Hebrón, delante de Jehovah. Entonces ungieron a David como rey
sobre Israel, conforme a la palabra de Jehovah por medio de Samuel”.
David toma la fortaleza de Sion (1 Crónicas 11:4-9)
“Entonces David, con todo Israel, fue a Jerusalén, la cual es Jebús, donde
estaban los jebuseos, habitantes de aquella tierra. Y los habitantes de Jebús
dijeron a David: “Tú no entrarás acá.” Sin embargo, David tomó la fortaleza de
Sion, que es la Ciudad de David. Y dijo David: “El que ataque primero a los
jebuseos será cabeza y jefe.” Entonces Joab, hijo de Sarvia, subió primero y fue
hecho jefe. David habitó en la fortaleza, y por eso la llamaron la Ciudad de David.
El edificó la ciudad alrededor, desde Milo hasta los alrededores. Y Joab restauró el
resto de la ciudad. David iba engrandeciéndose más y más, y Jehovah de los
Ejércitos estaba con él”.
Los valientes de David (1 Crónicas 11:10-47)
“Estos son los principales de los valientes que tenía David, los que junto con
todo Israel le dieron apoyo en su reinado, para hacerle rey, conforme a la palabra
de Jehovah respecto a Israel. Esta es la lista de los valientes que tenía David:
Jasobeam hijo de Hacmoni era jefe de los treinta. El blandió su lanza contra 300, y
los mató de una sola vez. Después de él estaba Eleazar hijo de Dodo, el ajojita. El
era uno de los tres valientes, que estaba con David en Pas-damim cuando los
filisteos se reunieron allí para la batalla. Había una parcela de tierra llena de
cebada. El pueblo había huido ante los filisteos, pero él se puso firme en medio de
la parcela y la defendió, derrotando a los filisteos. Y Jehovah les dio una gran
victoria. Tres de los treinta principales descendieron hasta la peña donde estaba
David, en la cueva de Adulam, mientras el ejército de los filisteos acampaba en el
valle de Refaím. David estaba entonces en la fortaleza, y un destacamento de los
filisteos estaba en Belén. Entonces David sintió un vivo deseo y dijo: “¡Quién me
diera de beber agua de la cisterna de Belén, que está junto a la puerta!”. Entonces
los tres irrumpieron en el campamento de los filisteos y sacaron agua de la
cisterna de Belén, que estaba junto a la puerta. Se la llevaron y la presentaron a
David. Pero David no la quiso beber, sino que la derramó como una libación a
Jehovah, diciendo: “¡Lejos esté de mí, oh Dios mío, el hacer esto! ¿He de beber yo
3. la sangre de estos hombres que fueron con riesgo de sus vidas? Porque la han
traído con riesgo de sus vidas.” Y no quiso beberla. Estas cosas hicieron los tres
valientes.
Abisai, hermano de Joab, era el jefe de los treinta. El blandió su lanza
contra 300 y los mató, y tuvo renombre junto con los tres. Entre los treinta, él era
el más respetado y fue su jefe; pero no fue incluido entre los tres. Benaías hijo de
Joyada era hijo de un hombre valeroso de Cabseel, de grandes hazañas. El mató a
los dos héroes de Moab. El descendió y mató un león dentro de una cisterna, un
día de nieve. El también mató a un egipcio, hombre de 5 codos de estatura. El
egipcio tenía en su mano una lanza como un rodillo de telar, y Benaías salió a su
encuentro con un palo, pero arrebató la lanza de la mano del egipcio y lo mató
con su propia lanza. Estas cosas hizo Benaías hijo de Joyada y tuvo renombre
junto con los tres valientes. He aquí que era el más respetado de los treinta, pero
no llegó a estar entre los tres. David lo puso al frente de su guardia personal.
Y los valientes eran: Asael, hermano de Joab; Eljanán hijo de Dodo, de
Belén; Samot el harorita; Heles el pelonita; Ira hijo de Iques, de Tecoa; Abiezer, de
Anatot; Sibecai, de Husa; Ilai el ajojita; Maharai, de Netofa; Heled hijo de Baaná,
de Netofa; Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín; Benaías, de
Piratón; Hurai, de los arroyos de Gaas; Abiel, de Arabá; Azmávet el barjumita;
Eliaba, de Saalbín; los hijos de Hasem el gizonita; Jonatán hijo de Sage el hararita;
Ajiam hijo de Sacar el hararita; Elifal hijo de Ur; Hefer el mequeratita; Ajías el
pelonita; Hezro, de Carmel; Naarai hijo de Ezbai; Joel, hermano de Natán; Mibjar
hijo de Hagrai; Selec el amonita; Najarai, de Beerot, escudero de Joab, hijo de
Sarvia; Ira, de Jatir; Gareb, de Jatir; Urías el heteo; Zabad hijo de Ajlai; Adina hijo
de Siza el rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él; Hanán, hijo de Maaca;
Josafat el mitnita; Uzías, de Astarot; Sama y Jeiel, hijos de Hotam, de Aroer;
Yediael hijo de Simri y su hermano Yoja el tizita; Eliel, de Majanaim; Jeribai y
Josavías, hijos de Elnaam; Itma el moabita; Eliel, Obed y Jaasiel el mesobaíta”.
El ejército de David (1 Crónicas 12:1-40)
“Estos son los que fueron hasta David en Siclag, cuando él estaba exiliado
por causa de Saúl hijo de Quis. Ellos estaban entre los valientes que le ayudaron
en la batalla. Estaban armados con arcos y usaban tanto la mano derecha como la
izquierda para tirar piedras con la honda y flechas con el arco. De los hermanos de
4. Saúl, de Benjamín: El jefe Ajiezer y Joás, hijos de Semaa, de Gabaa; Jeziel y Pelet,
hijos de Azmávet; Beraca y Jehú el anatotita; Ismaías, de Gabaón, valiente entre
los treinta y jefe de los treinta; Jeremías, Yajaziel, Johanán; Jozabad, de Gedera;
Eluzai, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harifita, Elcana, Isías, Azareel, Joezer
y Jasobeam, coreítas; Joela y Zebadías, hijos de Jerojam, de Gedor.
También de los de Gad se pasaron a David en la fortaleza en el desierto
algunos guerreros valientes, hombres entrenados para la batalla, que manejaban
el escudo y la lanza. Sus caras eran como caras de leones, y eran veloces como las
gacelas sobre las montañas. Ellos eran: Ezer el jefe, Abdías el segundo, Eliab el
tercero, Mismana el cuarto, Jeremías el quinto, Atai el sexto, Eliel el séptimo,
Johanán el octavo, Elzabad el noveno, Jeremías el décimo, y Macbanai el
undécimo.
Estos fueron jefes del ejército de los hijos de Gad. El menor podía hacer
frente a cien hombres; y el mayor, a mil. Estos fueron los que cruzaron el Jordán
en el mes primero, cuando se había desbordado sobre todas sus riberas; e
hicieron huir a todos los de los valles al oriente y al occidente.
Asimismo, algunos de los hijos de Benjamín y de Judá fueron a David, a la
fortaleza. David salió a recibirles y les habló diciendo: —Si habéis venido a mí con
actitud pacífica y para ayudarme, estoy listo para tener alianza con vosotros. Pero
si es para traicionarme a favor de mis enemigos, estando mis manos libres de
violencia, que el Dios de nuestros padres lo vea y lo demande.
Entonces el Espíritu invistió a Amasai, jefe de los treinta, quien dijo: ¡Por ti,
oh David, y contigo, oh hijo de Isaí! ¡Paz! ¡Paz contigo, y paz con los que te
ayudan, porque tu Dios también te ayuda! David los aceptó y los puso entre los
jefes de la tropa. También algunos de Manasés se pasaron a David, cuando éste
fue con los filisteos a la batalla contra Saúl. (Pero no les ayudaron, porque por
consejo, los gobernantes de los filisteos lo despidieron, diciendo: “¡Con nuestras
cabezas se pasará a su señor Saúl!”).
Así que, al volver a Siclag, se pasaron a él de los de Manasés: Adnaj,
Jozabad, Yediael, Micael, Jozabad, Elihú y Ziletai, jefes de millares de Manasés.
Estos vinieron en ayuda de David contra la banda armada, porque todos eran
hombres valientes. Y llegaron a ser jefes del ejército. Porque día tras día llegaban
a David para ayudarle, hasta que se hizo un gran ejército, como un ejército de
Dios.
5. Estos son los totales de los hombres listos para la guerra, que fueron a
David, en Hebrón, para transferirle el reino de Saúl, conforme a la palabra de
Jehovah: De los hijos de Judá, 6.800 hombres listos para la guerra, los cuales
portaban escudo y lanza. De los hijos de Simeón, 7.100 hombres valientes para la
guerra. De los hijos de Leví, 4.600.
Asimismo, Joyada, jefe de los descendientes de Aarón, y con él, 3.700.
También Sadoc, un joven valiente, con 22 jefes de su casa paterna. De los hijos de
Benjamín, hermanos de Saúl, 3.000, pues hasta aquel tiempo la mayor parte de
ellos guardaban fidelidad a la casa de Saúl. De los hijos de Efraín, 20.800 hombres
valientes e ilustres en sus casas paternas. De la media tribu de Manasés, 18.000,
que fueron designados por nombre para ir a proclamar rey a David. De los hijos
de Isacar, 200 expertos en entender los tiempos, que sabían lo que Israel debía
hacer y cuyas órdenes seguían todos sus hermanos. De Zabulón, 50.000 hombres
aptos para la guerra, listos para la batalla con todo tipo de armas de guerra,
dispuestos a prestar ayuda a David con todo el corazón. De Neftalí, 1.000
principales, y con ellos 37.000 con escudo y lanza. De Dan, 28.600 hombres
dispuestos para la batalla. De Aser, 40.000 hombres aptos para la guerra,
dispuestos para la batalla. Del otro lado del Jordán, de Rubén, de Gad y de la
media tribu de Manasés, 120.000 hombres armados con todo tipo de armas de
guerra. Todos estos hombres de guerra, listos para la batalla, fueron a Hebrón con
corazón sincero para proclamar a David rey sobre todo Israel. Todos los demás de
Israel participaban también del mismo sentir para proclamar rey a David.
Y estuvieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus
hermanos habían provisto para ellos. También los que les eran vecinos, hasta
Isacar, Zabulón y Neftalí, llevaron alimentos en asnos, camellos, mulos y bueyes,
provisiones de harina, tortas de higos, tortas de pasas, vino, aceite, vacas y ovejas
en abundancia, porque había alegría en Israel”.