El calendario romano original tenía 10 meses lunares de marzo a diciembre establecidos durante el reinado de Rómulo. Posteriormente, el rey Numa Pompilio añadió dos meses (enero y febrero) y estableció 355 días en total, aunque todavía no coincidía con las estaciones. Más tarde se añadieron días intercalares y en el siglo II a.C. enero pasó a ser el primer mes, configurando el calendario romano tal como lo conocemos.