1. EL MUSEO DEL HOLOCAUSTO
Al menos el Holocausto demostró
que cualquier ideología seglar
puede ser tan mortífera
como cualquier cruzada religiosa
(Karem Armstrong)
El Museo es impresionante, se nota que el Gobierno Israelí no ha escatimado medios
económicos ni humanos para levantar este imponente edificio, junto con todas las
hectáreas de terreno, en las que hay también gran cantidad de instalaciones al aire
libre.
En el interior del Museo, a lo largo
de las distintas salas que discurren
por un pasillo, se va a haciendo un
recorrido histórico de todo lo que
supuso el holocausto: los
totalitarismos en la Europa de
entreguerras, el ascenso del
nazismo al poder, el pensamiento
nazi, la noche de los cristales rotos,
el ghuetto de Varsovia, la vida en
el ghuetto, los campos de
concentración, al vida y la muerte
en los campos, la liberación y la
vida de los supervivientes. En todas
las salas hay vídeos de
supervivientes que dan testimonio de cada una de las áreas tratadas, y tampoco se ha
escatimado nada en la presentación de las salas y objetos que contienen, así, por
ejemplo, entre dos grandes metacrilatos se puede contemplar la famosa Lista de
Schindler, con los nombres de todos aquellos a los que salvó.
Destaca la Cúpula de la Memoria,
que remata la sala circular en
cuyas estanterías se guardan las
fichas con la historia, recuerdos y
datos biográficos de cada una de
las víctimas,a pesar de los miles
de ficherosahí conservados, el
arquitecto quiso rematar el
espacio con una cúpula iluminada
de la que penden los retratos de
algunas de las miles de personas
ejecutadas, de esta forma nos
hacemos conscientes de que no
son números, no son una estadística, sino que fueron personas reales, con nombres y
apellidos, con una vida… y destaca la gran cantidad de imágenes de niños que se
encuentran en la bóveda.
2. Aunque los niños tienen una
parte de memorial o
recuerdo especial en el
museo, en las instalaciones
exteriores. En el llamado
Paseo de los Niños se accede
a una sala en la que sólo hay
una vela de te, encendida,
que gracias a un juego de
espejos, parece llenar la sala
en miles de ellas, como una
bóveda estrellada, al tiempo
que se proyectan diapositivas
con todos los niños que
murieron en los campos de
concentración, mientras una
voz recita sus nombres y la
luz juega, con una música muy tenue, que se va incrementando de una forma
imperceptible, jugando con la luz, como dando a entender la vida que pudo ser y no
fue, la plenitud que no llega.
En el exterior se encuentra
también el jardín de los Justos
entre las Naciones, que como
sabéis son todas aquellas
personas que siendo gentiles, es
decir, de religión no judía, sin
embargo, durante aquellos
terribles años dedicaron todos
sus esfuerzos a salvar vidas de
judíos, que de otra forma
habrían perecido en los campos
de exterminio. Al principio del
jardín hay unos paneles con los
nombres de los Justos entre las
Naciones ordenados por países,
en donde pudimos comprobar
que hay dos españoles entre ellos:
Angel Sanz Briz, era diplomático español (1910-1980), destinado en Hungría al tiempo
de estallar el nacionalsocialismo. Por la vía diplomática negoció con el gobierno
húngaro acoger en la embajada a doscientos judíos de origen sefardita (por aquello de
su vinculación con España), aunque sin que lo supieran las autoridades húngaras,
gobierno títere de Alemania, ni los nazis, el cómputo total de judíos que salvó fue de
cinco mil doscientos, por el simple procedimiento de no volver a otorgar a nadie el
salvoconducto numerado más allá del número doscientos que se le había autorizado, o
sea que el último salvoconducto era el número doscientos, y el siguiente era otra vez
3. el número doscientos, así cinco mil veces
más, además alquiló, de su propio patrimonio
gran cantidad de inmuebles, en los que
esconderlos, que quedaban protegidos por el
simple procedimiento de rotular en sus
puertas “Edificio anexo a la embajada de
España”
Por su parte, José Santaella era diplomático
en la embajada de España en Berlín, por lo
que su situación era muy comprometida,
casado con una ciudadana alemana Carmen
Schrader, contribuyó en el año 1.940 a salvar
a algunos judíos condenados a los campos de
exterminio, concretamente, a Gertrud
Neumann, y a las hermanas Ruth y Gertrud Arndt.
A continuación el jardín transcurre por un paseo enorme, a las afueras del museo, en
todo un parque, en donde cada uno de los justos tiene plantado un árbol con su
nombre, en perpetuo homenaje.
Como se sabe los judíos suelen hacer la memoria de sus difuntos y honrarlos mediante
la colocación de piedras sobre las lápidas de sus cementerios, ello se debe, según nos
explicó nuestro guía a tres motivos fundamentales: En primer lugar porque las
piedras, al contrario que las flores, ni se estropean, ni se las lleva el viento, con lo
que la memoria de la visita del difunto, por parte de sus seres queridos, permanece
siempre sobre su tumba; en segundo lugar porque es
una cosa que como no llama la atención nadie tiene la
tentación de robar, ni de mover de sitio, como podría
pasar, por ejemplo, en el caso de las flores, y
finalmente porque el dinero que se podría dedicar a
flores se dedica a obras de caridad, las que dispusiese
el difunto en su testamento. A lo largo del recorrido
ésta es una forma de honrar a los difuntos que se hace
muy presente en todo el exterior, destacando este
monumento memorial, en el que precisamente destaca
ésta idea de honrar a los difuntos con la piedra.
Hay obras de arte en el exterior, donadas por gran
cantidad de
autores
contemporá
neos, sean judíos, o de otras
nacionalidades, todas ellas tienen algún
mensaje o significado, relacionado con el
holocausto. Especialmente impactante,
para mí fue esta imagen, en la que parece
que una madre y su hijo se abrazan,
llorando, que se titula “Separación del
Ghuetto”, así como el monumento en el
4. que se conmemoraba la labor de un rabino, que en el ghetto de Varsovia, acogió y
refugió a gran cantidad de huérfanos, aunque finalmente todos ellos fueron
exterminados.
Y para testimonios impresionantes, la
presencia en el paseo de los Justos entre las
Nacionalidades, de un vagón original de los
usados por los nazis para el transporte de
personas hacia los campos de concentración
y de exterminio.
Emaús. La vida triunfa sobre la muerte, la
luz sobre la oscuridad, la gracia sobre el
pecado. Diios tiene la última palabra y se
llama vida, camino, verdad…