Los restos del General José de San Martín descansan en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires desde 1880. Tras su muerte en 1850 en Francia, sus restos fueron trasladados primero a Brunoy y luego a la Argentina, donde recibieron homenajes en Montevideo y Buenos Aires antes de ser colocados en el mausoleo construido en la Catedral, cumpliendo así su último deseo de que su corazón descansara en Buenos Aires.
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
Hsca parcial koder celeste_com. 1
1. Universidad Nacional del Arte
Artes del Movimiento
Historia socio cultural del arte
Cátedra: Sánchez, Daniel
Comisión: 1º (lunes 10 a 14)
Alumna: Celeste Koder
Año: 2015
Primer Parcial.
• Trabajo de investigación:
“Mausoleo del General San Martín.”
Falta desarrollo de la problemática. Es una simple descripción. 4 (cuatro)
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2. Introducción:
En el siguiente trabajo buscó hacer una breve síntesis de como fue el procedimiento sobre los
traslados de los restos del General San Martín a Buenos Aires.
• Por que fue que se retrazaron tantos años en llegar.
• Como fue sepultado el cuerpo.
• Aspecto y características del mausoleo.
• Como fue su llegada.
Características.
Los restos del general José de San Martín descansan desde 1880 en la Capilla Nuestra Señora
de la Paz, en la Catedral Metropolitana la cual se encuentra ubicada en la intersección de la calle
San Martín y la avenida Rivadavia, del barrio porteño de San Nicolás, en frente a la Plaza de
Mayo, custodiado permanentemente por dos granaderos.
Su tumba esta rodeada por una bandera argentina y custodiada por una pareja de guardias del
Regimiento de Granaderos, este es el cuerpo militar que el General San Martín creó.
El féretro fue construido por el escultor francés Carrier Belleuse, siguiendo la influencia
romántica, neoclásica, de estilo francés. Este artista es quien también había construido la figura
del General Belgrano ubicada en la Plaza de Mayo; su proyecto fue el ganador entre los que se
presentaron.
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3. La Capilla Nuestra Señora de la Paz, donde se encuentra el cuerpo, esta ubicada en la parte
derecha del templo; posee un piso de mosaicos con pequeñas estelas que dibujan espinas,
clavos y otros motivos que se expanden por toda la Catedral. El monumento que contiene al
Libertador esta hecho, casi en su totalidad, en mármol rosado, mientras que la base es de
mármol rojo de Francia y la lapida de mármol rojo imperial. El sarcófago es de color negro belga.
Los restos de San Martín se encuentran rodeados de tres esculturas femeninas, que representan
a cada uno de los países que éste libero: Argentina, Chile y Perú. Junto a el se hallan las urnas
con los restos de los generales Juan Gregorio Las Heras y Tomás Guido y los del Soldado
Desconocido de la Independencia.
En la fachada de la Catedral metropolitana figura la siguiente frase: “Aquí descansan los restos
del Capitán General D. José de San Martín y del Soldado Desconocido de la Independencia.
Salúdalos!”
Debido a que el tamaño del cajón o bien del mausoleo no era el adecuado el féretro que contiene
el cuerpo embalsamado fue colocado en forma inclinada y a pedido de la Iglesia la cabeza del
cajón se construyo inclinada, como símbolo de la predestinación al infierno con la que cargan los
masones; se cree que esta posición es símbolo se la supuesta condena infernal a la que, según
la Iglesia, estarían expuestos los masones.
Historia.
San Martín murió de una gastralgia el 17 de agosto de 1850, en Boulogne Sur Mer, Francia, país
al que había llegado luego de un exilio voluntario comenzado en 1824. En ese momento final,
estuvo acompañado por su hija Mercedes y su yerno, Mariano Balcarce, quien fue portador de su
último deseo: que sus restos descansar en su patria. En 1877, el en ese momento presidente
Nicolás Avellaneda creo la “comisión Central e Repatriación de los resto del General San Martín”.
El cuerpo recién llego a la Argentina el 28 de mayo de 1880, donde comenzó el cuestionamiento
de donde colocarlos. Según Ricardo Brizuela, la idea primordial fue depositar los restos en la
Catedral porteña. Sin embargo, la Iglesia se opuso, avalada en los cánones apostólicos romanos:
San Martín era masón, y como tal no podía ser alojado en un lugar consagrado. Esta discusión
venía de larga data, ya que surge con los primitivos enfrentamientos entre la masonería y los
católicos, cuyo principal hito fue la expulsión de los jesuitas del Río de la Plata. No obstante,
llegaron a un acuerdo, y el mausoleo se construyó al lado de la Catedral, en un terreno que,
antiguamente, emplazaba el cementerio que cada templo contenía. Los rumores afirman que este
cambio de opinión eclesiástico tuvo que ver con una serie de créditos que llegaron a sus manos,
con la excusa de las refacciones y reparaciones que serían necesarias para alojar los restos del
héroe. Como ultima voluntad expresada en su testamento el General pedía “que su corazón
descansara en el de Buenos Aires.”
San Martín testa por tercera vez y definitiva el 3 de enero de 1844. Al hacerlo señala decisiones y
órdenes: que se suministre una pensión a su hermana María Elena; que su sable sea entregado
al general Juan Manuel de Rosas; que no se le hagan funerales; que su cadáver sea conducido
directamente al cementerio sin ningún acompañamiento; que se devuelva al Perú el estandarte
que el creía ser de Francisco Pizarro. En la cuarta cláusula testamentaria se suceden una
prohibición, una disposición y un deseo. Por último figura su deseo, “desearía que mi corazón
fuese depositado en el de Buenos Aires”
Son disposiciones claras y precisas, cuyo cumplimiento estarían a cargo de su hija Mercedes y
de su yerno Mariano Balcarce. Mercedes sería quien privadamente cuidaría de que las mandas
fueran ejecutadas y Balcarce quien las asumirá públicamente. El 30 de agosto de 1850, pasados
trece días desde el deceso del héroe, Mariano Balcarce comunica la triste noticia al gobernador
de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, como también comunica que los venerados restos
fueron depositados en la bóveda de la Catedral boloñesa “hasta que puedan ser trasladados a
esa capital, según su deseos, para que reposen en el suelo de la patria querida”.
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4. Balcarce también comunica el contenido de la cláusula tercera del testamento Sanmartiniano y,
en consecuencia, que el sable será remitido al gobernante porteño “tan pronto como se presente
una ocasión”. Ésta se dio poco después y Rosas llevó el corvo consigo cuando, tras ser vencido
en la batalla de Caseros, se marchó de Buenos Aires rumbo al exilio. En cuanto al llamado
Estandarte de Pizarro, le fue entregado por Mariano Balcarce al ministro del Perú, señor Pedro
Gálvez, el 21 de noviembre de 1861. O sea en el día en que los restos del Libertador fueron
trasladados desde la Catedral de Boulogne sur Mer al panteón familiar de Brunoy.
La demora de que pasaran 30 años para que los restos del Libertador fueran traídos a Buenos
Aires llama más la atención si se tiene en cuenta que se produjo a pesar de conocerse el deseo
de San Martín. Lo cierto es que, desde casi el momento del deceso, se habló y escribió acerca
del traslado de los restos. Por razones públicamente desconocidas, Mariano Balcarce no llevó
adelante lo dispuesto por el gobierno porteño. En los años siguientes no se habló más del asunto,
por lo menos en forma pública. Resulta incomprensible que así haya ocurrido de no mediar
alguna razón fundamental.
Traslado de los restos del General.
Durante once años, el cuerpo embalsamado del Libertador de América descansó en una de las
capillas de Notre-Dame de Boulogne (Nuestra Señora de Bolonia).
El primer traslado fue a Brunoy, en las afueras de París. Tuvo lugar en 1861, luego de que la
familia Balcarce San Martín se mudara a dicha ciudad y resolviera llevar el cuerpo para que fuera
ubicado en la bóveda de la familia, junto a su nieta María Mercedes que había muerto en 1860.
En la Argentina, el tema se reavivó en 1864 durante la presidencia de Mitre cuando los diputados
nacionales Martín Ruiz Moreno y Adolfo Alsina presentaron un proyecto de Ley para autorizar al
Poder Ejecutivo a llevar adelante la repatriación.
En 1870 se presentó don Manuel Guerrico a la Municipalidad de Buenos Aires para solicitar, en
nombre de la familia del general San Martín, un terreno en el cementerio del Norte, o de la
Recoleta, para colocar allí los restos del héroe. La petición se resolvió favorablemente y se
acordó también que la Municipalidad construyera a sus expensas un monumento en ese terreno.
El monumento no se construyó y en cambio se hizo, sí, un modesto mausoleo, sin embargo,
tiempo después el terreno fue cedido a otra persona, situación que quedó sin efecto al reivindicar
la corporación municipal sus derechos sobre ese terreno y quedar de su propiedad lo construido
en él.
Pasados los años y ya fallecida Mercedes San Martín de Balcarce en el año 1875, Enrique
Perisena, integrante de la comisión municipal solicito a esta que el mausoleo fuese mejorado y
que se comunicase al Poder Ejecutivo Nacional que se dispusiera para la traslación de los restos.
Todo fue aprobado por la Comisión Municipal el 4 de febrero de 1871.
No pasó mucho tiempo hasta que la comisión de municipales designada por la corporación
porteña decidió que sería preferible la Catedral a la Recoleta como destino final para los restos
de San Martín. Por ello, el 12 de abril solicitó al arzobispo León Federico Aneiros que interpusiera
su influencia cerca del Cabildo Metropolitano para que éste destinara a tan patriótico objeto la
antigua capilla bautismal existente en la Catedral. La nota de petición, firmada por José Guerrico
El 25 de febrero de 1878, centenario del nacimiento del prócer, se realizó una ceremonia en la
Catedral que concluyó con la colocación de la piedra fundamental del mausoleo. Avellaneda,
Mitre, Quintana y Aneiros, entre otros, participaron en el acto simbólico colocando mezcla en la
obra con una cuchara de plata.
El escultor francés Auguste Carrier Belleuse fue el encargado de moldear el mausoleo que envió
en partes desde Europa.
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5. El 21 de abril de 1880, el ataúd fue transportado de Brunoy a París (35 kilómetros), donde se lo
cargó en un tren especial rumbo a El Havre. Una vez en la ciudad portuaria, se lo depositó en su
Catedral. Luego del acto religioso que incluyo la bendición del féretro, se lo embarcó en el
Villarino.
Arribó a Montevideo el 20 de mayo, donde fue recibido con una salva de 21 cañonazos. Una
carroza tirada por seis elegantes caballos llevó el féretro (cubierto por las banderas de Uruguay,
Chile, Perú y la Argentina) a la Catedral. Una multitud acompaño los restos, lanzando flores
desde la acera y los balcones. La bienvenida de los hermanos uruguayos. Cuando partió por la
tarde, la banda militar uruguaya ejecutó el Himno Nacional Argentino
El 28 de mayo tuvo lugar la ceremonia principal. Los integrantes de la Comisión de Repatriación
colocaron la bandera del Ejército de los Andes sobre el ataúd, más dos coronas: una con palmas
de Yapeyú (ciudad natal del prócer) y otra con gajos de pino de San Lorenzo (bautismo de fuego
de los Granaderos a Caballo). El cajón fue depositado en un bote fúnebre que fue remolcado por
el Talita, la lancha presidencial.
Se lo desembarcó en las costas de Retiro (durante años se llamó a ese sector vecino a la Plaza
San Martín, Playa San Martín). Fue colocado junto al palco oficial, donde el ex presidente
Sarmiento dio un discurso de recepción.
Cargado de flores que le lanzaban los argentinos a su Padre de la Patria, el féretro fue escoltado
hasta el monumento del Libertador, en la plaza. Un emocionante discurso del presidente
Avellaneda complementó las palabras de Sarmiento. El cajón fue colocado en una carroza
fúnebre (réplica de la que transportó el cuerpo de Wellington a la Catedral de Londres en 1852).
El cortejo marchó por la calle Florida hasta la Plaza de Mayo.
El ataúd fue depositado en la nave central de la Catedral Metropolitana. Durante veinticuatro
horas desfiló el pueblo para rendirle tributo. Al día siguiente, a las dos de la tarde, se lo ubicó en
el mausoleo
Con la llegada de los restos del Libertador a la Argentina el 28 de mayo de 1880 quedaba
cumplido el deseo testamentario de que su corazón fuese depositado en Buenos Aires. Todo el
país contribuyó para que tan fausto suceso se concretara y el traslado se hizo en un navío de la
Armada Nacional conducido por las expertas manos de los marinos. Aquí esperaban y recibieron
a esos restos los argentinos todos, encabezados por Avellaneda, Mitre y Sarmiento, los tres
ciudadanos que hasta ese momento habían ejercido el mando presidencial en Buenos Aires.
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6. Bibliografía:
• BALMACEDA, Daniel. Los restos de San Martín. La Nación, Buenos Aires, 2014.
• MAYOCHI, Enrique Mario. La repatriación de los restos. Sanmartiniano /documentos.
• OTERO, José Pacífico. Historia del libertador don José de San Martín, Editorial Sopena
Argentina, Buenos Aires, 1949.
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7. Bibliografía:
• BALMACEDA, Daniel. Los restos de San Martín. La Nación, Buenos Aires, 2014.
• MAYOCHI, Enrique Mario. La repatriación de los restos. Sanmartiniano /documentos.
• OTERO, José Pacífico. Historia del libertador don José de San Martín, Editorial Sopena
Argentina, Buenos Aires, 1949.
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