1. 6º domingo Tiempo Ordinario Ciclo B
1
Si quieres, puedes limpiarme
VI Domingo tiempo ordinario
En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
―Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:
―Quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
El lo despidió, encargándole severamente:
―No se lo digas. a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu
purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús
ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun
así acudían a él de todas partes.
Mc 1, 40-45
La compasión de Jesús
La misericordia de Jesús se extiende como sus palabras, llenas de vida y de un mensaje
absolutamente novedoso. Su voz, su mirada amorosa y su ternura tienen la capacidad de curar
a mucha gente.
El texto nos narra la petición de un leproso para que lo sane de su enfermedad. El leproso
suplica, de rodillas ante Jesús: Si quieres, puedes limpiarme. El desespero y la angustia llegan
como una oración a gritos hasta el corazón de Jesús. Y el autor nos revela la profunda
compasión que lo mueve, ante el clamor y los ruegos estremecedores.
Jesús conoce el profundo dolor que siente el enfermo. Su compasión hacia los desvalidos es
infinita, por eso actúa hacia ellos con inmediata solicitud. Pero, como vemos en todos sus
milagros, antes de curar, Jesús pregunta al enfermo. No abandona su actitud pedagógica:
quiere reafirmar el deseo del enfermo de curarse. Cara a cara, mirándolo a los ojos, quiere
contar con su libre voluntad y su sí.
Salud física y espiritual
Jesús tiene en cuenta la dimensión sociológica y vital del enfermo. Entiende el sufrimiento del
leproso, pero no quiere que su situación lo prive de su libertad. Si pide sinceramente, movido
por un deseo firme de sanar, más allá de la desesperación, Jesús podrá obrar el milagro y
liberarlo del peso de su enfermedad..
El leproso quedó limpio, dice el evangelio. Cuando nuestro corazón se abre libre y
sinceramente Dios puede hacer el milagro de sanar todo aquello que hace impura nuestra
vida. Él nos puede limpiar de aquello que empaña nuestro corazón, en especial, la soberbia, el
orgullo y la petulancia.
Cuando nos falta oxígeno espiritual nuestra vida interior queda seriamente limitada. Cuántas
personas padecen de esas otras lepras que les quitan la luminosidad en el rostro y les hacen
vivir atrapadas en la oscuridad. Jesús siempre extiende sus manos amorosas y nos toca con
dulzura para sanarnos. Él desea nuestra salud y quiere que nuestra vida esté llena de sentido.
2. 6º domingo Tiempo Ordinario Ciclo B
2
La salud siempre va profundamente ligada a aquello que somos, creemos y vivimos. Si nuestra
vida se fundamenta en sólidos valores religiosos y nuestra espiritualidad es rica e intensa,
tendremos fuerza y coraje para aceptar las dificultades y asumir los desafíos que se nos
presentan. Sabremos tomar las decisiones más acertadas, que afectarán a nuestra salud física
y espiritual. Jesús nos quiere sanos de alma y de cuerpo porque solo los puros y los limpios de
corazón verán a Dios. La fe en Jesús nos lava totalmente.
Dios quiere la mediación de la Iglesia
Finalmente, Jesús añade algunos elementos a destacar. Por un lado, pide al leproso que tenga
prudencia y no proclame a los cuatro vientos su curación. Jesús no desea la fama, sino servir y
hacer un bien real a todos aquellos que confían en él. Y, por otra parte, lo envía a los
sacerdotes para completar su purificación. Con este gesto, demuestra que no quiere actuar al
margen de la institución religiosa de su pueblo. Cuenta con la intervención de los sacerdotes
como puentes hacia Dios. ¡Qué importante es este matiz!
En este caso, la lectura nos lleva al sacramento del perdón y la reconciliación. Dios perdona a
través de sus ministros, que ejercen la función de Cristo. No podemos negar la mediación
eclesial. Cuando Jesús dice a Pedro: sobre ti edificaré mi iglesia, y aquellos a quienes perdones
los pecados, les quedan perdonados, nos está mostrando que Dios quiere la mediación de la
comunidad eclesial, especialmente a través de sus sacramentos.
Joaquín Iglesias
jiglesias@arsis.org