El documento describe la violencia en Honduras como resultado de la pobreza, el desempleo, la desigualdad socioeconómica y la dependencia del capital extranjero. La adaptación al crimen diario ha transformado a los ciudadanos en seres apáticos y desesperanzados. El tráfico de drogas y la corrupción estatal son consecuencias secundarias de este sistema económico desigual.