1. ¿Qué cuenta el Guernica?
Pero, ¿Qué cuenta el Guernica? Pues bien, cuenta el bombardeo de
una población vasca, Guernica, el 26 de abril de 1937 por la aviación
alemana, un ensañamiento gratuito contra una población, sin apenas
interés militar, con el único fin de generar terror y desalentar
psicológicamente y moralmente “el espíritu de resistencia”.
Picasso, había recibido el encargo del gobierno español para, con
motivo de la Exposición Universal de París de 1937, realizar un cuadro
que sirviese de instrumento político que reflejara el drama de la guerra y
así conseguir apoyos a la causa republicana. Llevaba casi cuatro
meses pensando el tema, pero cuando se enteró de la noticia del
bombardeo se puso a trabajar de inmediato, con un ritmo febril, en el
tema del mural. El proceso de creación apenas duró un mes. Dora
Maar, por entonces su pareja, fue fotografiando (se puede contemplar
junto a la obra) todo el proceso de creación constituyendo uno de os
ejemplos mejor documentados del proceso de creación de una obra en
la historia del arte.
Para la creación no le hizo falta innovar nada nuevo en su estilo, la
síntesis de deformación poscubista y de simbolismo surrealista se
manifestó como el más adecuado para mostrar la muerte y el
sufrimiento. Así, estos lenguajes de las vanguardias se superponían de
forma natural a una composición clásica con un esquema piramidal y
organización simétrica, recuperando el espíritu del barroco español con
un exceso trágico y su fascinación por el dolor.
La elección de los colores, blanco y negro, buscan la eliminación de
toda intención hedonista y anecdótica, convirtiendo la grisalla en el
modo más certero de expresión de una hecatombe en la que sólo se
reconoce el sufrimiento de las víctimas ajenas al conflicto (mujeres,
niños y animales) despojados de cualquier elemento de identificación
partidista.
El estatismo de la composición, imagen congelada fotográficamente,
era un elemento substancial que convertía el mural en un “tableau
vivant”, que representaba el gran teatro de la guerra y sus terribles
consecuencias, y todo ello a luz de una bombilla eléctrica, símbolo del
2. progreso técnico homenajeado en la “exposición internacional de las
artes y las técnicas en la vida moderna”. La composición esta
distribuida a la manera de un tríptico, cuyo panel central estaría
ocupado por el caballo y la mujer portadora de la lámpara, el lateral
derecho por la visión del incendio y la mujer que grita, y el izquierdo por
el toro y la mujer con el niño muerto en los brazos. Pero esta
distribución es sólo una manera de ordenar un conjunto de estructura
más compleja. El artista encuadra los grupos en dispositivos
triangulares, de los cuales el más importante es el central, en cuyo
vértice se introduce la lámpara, cuya base está señalada por el cuero
caído del guerrero y cuyos lados están apuntados por diagonales o
formas dispersas, como dientes y cola del caballo.
Como vemos, Picasso tuvo muy en cuenta modelos de composición,
pero también lo hará con los símbolos y figuras. Para ello, no le
importa recuperar características al respecto de la Historia del Arte
tradicional, siempre y cuando tuvieran una carga simbólica contundente.
Por eso, no le importa recuperar el ritual de la muerte y la pasión de la
mítica corrida de toros en la que los protagonistas (toro, caballo y
mujeres) adquirirán la condición de máximo dolor: el grito y el
sufrimiento se manifestaban a través de bocas abiertas, lenguas como
puñales y ojos transmutados en agujas, barcos o fuentes que se vacían
de lagrimas.
De esta forma, el Guernica no exorcizaba una tragedia presente
sino la presente culminación de la maldad histórica. Sin esta
extensión a todos los posibles ámbitos del horror y las emociones
básicas del hombre y sus ideales, el cuadro no habría adquirido esa
carga simbólica tan universal, esa representatividad moral tan amplia.