La Hostería El Tropezón, una emblemática hostería del Delta del Tigre desde 1929, cerró sus puertas definitivamente. Funcionó durante décadas como un tradicional paseo litoraleño donde se hospedaron presidentes y donde el poeta Leopoldo Lugones se suicidó en 1938. Manuel, un empleado de toda la vida de la hostería, tomó la decisión de cerrarla debido a la falta de educación de los visitantes. A pesar de los intentos de protegerla como un lugar histórico, la hostería quedar
Guía de actividades y rúbrica de evaluación - Unidad 3 - Escenario 4 - Rol de...
Cerró sus puertas la emblemática Hostería El Tropezón
1. LA NACION Información general
SÁBADO 10 DE ABRIL DE 2004
Cerró sus puertas la Hostería El Tropezón, la antigua hostería del Delta
Casa emblemática del año 1929. Funcionó como hostería durante décadas.
Allí se quitó la vida Leopoldo Lugones. Actualmente se encuentra cerrado al público.
Como si el tiempo allí pasara con mayor lentitud, en las islas del Delta hay lugares que permanecen intactos,
intocados, resguardando la memoria como un tesoro imperdible. Por eso duele cuando, a pesar de los esfuerzos
realizados, estos rincones se van perdiendo. Es el caso de la Hostería El Tropezón (Río Paraná de las Palmas y
Canal La Serna - 2da sección), tradicional paseo litoraleño que cerró sus puertas definitivamente.
Ya nadie podrá visitarla, y por si algún distraído se equivoca y se detiene en su muelle, los empleados y otros
moradores le harán saber que la entrada está prohibida.
La hostería, una construcción típica de la zona fluvial, con su extensa galería techada y sus jardines repletos de
flores rodeando la casona, se fue llenando de magia con el paso de sus visitantes, desde que fue inaugurada, a
principios de 1928.
Ese mismo año nació Manuel Berisso en una de las habitaciones. Hoy, con las puertas cerradas, cuenta su relato
sobre el hostal donde pasó toda la vida.
"Trabajar honestamente es un error, hay que trabajar con lamugre", dice con mucha bronca este hombre de 75
años que se resignó al abandono del lugar. "Ultimamente bajaba la gente de la lancha y agarraban el recreo por su
cuenta. Hay una gran falta de educación."
Dos años tardó Manuel en tomar la decisión de clausurarlo, con tanto dolor que casi prefiere no hablar del tema.
2. Dejó la hostería un lunes y no quiere volver ni que otros vuelvan. "No quiero que vaya nadie, y tengo dos
personas con escopetas para custodiar el lugar para que no baje nadie", dice, aunque esos hombres en realidad no
existan. "Ahora hay que empezar a atar eslabones de por qué cerró El Tropezón."
Interéspor el escritor
"La gente sólo venía a ver la habitación de Lugones", cuenta, y comienza casi automáticamente, como si
encabezara un recorrido turístico, el relato del día en que el poeta se suicidó.
Manuel tenía sólo diez años, pero recuerda las imágenes desde que lo vio llegar, el 18 de febrero de 1938, hasta
que lo encontraron envuelto en las sábanas, ya sin vida, esa misma noche.
"A Lugones lo recibí con un tarro de lombrices, porque siempre me daban alguna monedita. Me dijo que quería
descansar porque se sentía insolado. Se le dio una pieza bien fresca y pidió que le avisaran a las diez de la noche
para cenar. Entretanto salió a caminar", cuenta.
"Llevaba el frasquito de cianuro en el bolsillo, aparentemente. Donde hoy se guardan las embarcaciones se había
levantado un puente para que pasara la lancha para cargar la verdura. Rompió el pico de la botella de cianuro en
uno de los pilares y se volvió a la pieza", continúa.
A las diez se le preparó la mesa y lo fueron a buscar, pero la puerta estaba cerrada.
"Mi tío, que era de pocas pulgas, agarró a los peones de la quinta de verdura, prendió la luz para iluminar todo el
recreo y se fueron con faroles", relata Manuel.
"Fueron dos horas de búsqueda, pero no encontraron nada. Volvieron a golpear y no contestaba nadie. La puerta
estaba sin llave. Lugones había recostado la cama contra una ventana y se tomó el cianuro. Nadie sabía quién
era."
La policía llegó al día siguiente. En la mesita de luz había un reloj de bolsillo de oro con una nota que decía que
no ocultaran a nadie lo que había sucedido, que no culparan a nadie y que no le pusieran su nombre a ninguna
calle. La fotocopia de la nota quedó en la pared de la pieza número 9, la más fresca, ubicada al final de la galería.
3. Fantasmas del ayer
Las 20 habitaciones quedarán vacías, y el gran restaurante que tantas alegrías les dio a los dueños se mantendrá
sólo con los fantasmas de cientos de comensales.
La hostería estuvo siempre a cargo de la familia, que nunca recibió ayuda de organizaciones gubernamentales ni
de las otras. "No recibí ninguna propuesta, pero tampoco la quiero escuchar", dice Manuel con relación a posibles
alternativas para evitar el cierre.
Por allí pasaron casi todos los presidentes. "Frondizi nos pintó el oro y el moro, y después se borró. Dijo "esto hay
que protegerlo porque es un lugar histórico", pero nunca hizo nada."
A pesar de los rumores sobre una posible venta por 320.000 dólares, la hostería quedará para la familia. Aurora
Giudice, de 94 años, y su hija Elsa seguirán viviendo allí y también los empleados, a quienes les mantendrán el
sueldo para que cuiden el lugar.
Manuel prefiere quedarse en su casa de San Fernando. ¿A qué se va a dedicar ahora? "A juntar lumbrices para
pescar. Quiero disfrutar lo que me queda."
Fotos bajadas de Internet
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14. Ubicación Hostería El Tropezón
Río Paraná de las Palmas y Canal La Serna - 2da sección
El Tropezón
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