Las autoridades confirmaron que fue una devaluación para corregir el tipo de cambio con mayor información del mercado. Sin embargo, algunos especialistas manifiestan que buscan abaratar sus productos para dar un impulso a las exportaciones.
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Jugada que despierta sospechas
1. Jugada que despierta
sospechas
Las autoridades confirmaron que fue una devaluación para corregir el tipo de cambio con
mayor información del mercado. Sin embargo, algunos especialistas manifiestan que buscan
abaratar sus productos para dar un impulso a las exportaciones.
Producción: Tomás Lukin
Competitividad no-precio
Por Alejandro Fiorito *
Las recientes devaluaciones de China acumulando un 4,4 por ciento desde el martes pasado han
generado diversas especulaciones sobre las consecuencias que podrían inducir. La posibilidad de la
ocurrencia de una “guerra de monedas”, por ejemplo, entre el dólar y el yen, y el encadenamiento
devaluatorio de otras economías vinculadas comercialmente como el euro y la rupia en pos de
recuperar la competitividad perdida.
Las autoridades chinas han confirmado que fue una devaluación “de una sola vez” en pos de
corregir el tipo de cambio con mayor información del mercado en su determinación y sin ningún
viso de convertirla en una tendencia devaluatoria. Sin embargo, algunos especialistas, manifestaron
su sospecha que el ceder lugar a las determinaciones de mercado del tipo de cambio, encubre en
realidad el abaratar los productos chinos para dar un impulso a sus decrecientes exportaciones (8,3
por ciento en el último año).
Pero sólo un extendido consenso convencional sobre un “optimismo” de las elasticidadesprecio del
comercio hace decir que una devaluación puede tener tan importante efecto de corrección en el
comercio. Fundamentalmente cuando China ha hecho en todos estos años un enorme trabajo de
mejoras de productividad real con revaluaciones. En efecto, algunas regresiones chinas, muestran al
revés, que existe allí también una inelasticidadprecio agregada, esto es que las variaciones del tipo
de cambio (no el nivel) tienen un efecto limitado en exportaciones e importaciones en general. Así,
la principal consecuencia de las devaluaciones es una redistribución regresiva al interior de dichas
economías. El comercio depende de la elasticidadingreso: si crece el mundo, crecen las
exportaciones chinas, y si crece el país, crecen las importaciones.
2. El proceso de fuerte industrialización china que se potenció dislocando a las industrias
manufactureras regionales desde los noventa, logró cambiar los precios relativos internacionales
(viento de cola) por medio de muy bajos costos laborales pero fundamentalmente por una creciente
productividad laboral, transmitidos por sus exportaciones de manufacturas industriales al mundo
desde el 2002 a partir de su entrada en la OMC.
Se suele considerar que China crece liderado por exportaciones pero sin embargo, el grueso del
impulso de demanda que motoriza el alto crecimiento chino hasta hoy (7 por ciento es enorme en
este contexto mundial) es demanda doméstica y no externa. El error surge al hacerse comparaciones
incorrectas como el de exportaciones sobre producto (X/PIB), que sería similar a comparar ventas
sobre ganancias, por ejemplo, Malasia en el 2006 reportó un 104 por ciento a dicha relación, pero
eso no significa que el sector exportador es más grande que la economía misma. Para comparar
correctamente, hay que sacar el contenido importado de las exportaciones y restar los insumos que
provienen de otros sectores domésticos.
Así, las recientes medidas habría que ubicarlas más bien, en un tema de una corrección financiera
como el “carry trade” que involucraba una segura revaluación del yuan y a su intento de integrar la
canasta de monedas del DEG del FMI, más que a un tema comercial.
China es un socio estratégico de EE.UU.
Es un error suponer que existe hoy desde China el intento de desplazar con su moneda al dólar
como moneda de reserva mundial. El renmimbí no es aún siquiera una moneda convertible,
mientras que el dólar se mantiene estable desde hace años con el 64 por ciento de las tenencias en el
mundo incorporando a los bancos centrales de otros países (Cofer).
China es un socio estratégico de Estados Unidos y estas medidas más allá de su carácter coyuntural,
son consensuadas con la economía principal. En la guerra fría, la estrategia de Estados Unidos en
limitar el avance de la ex URSS lo llevó a un plan de sostenimiento económico de la recuperación
de Japón, luego Corea y Taiwán y cuyo último país en “invitar a desarrollar” fue precisamente
China, desde la reunión cumbre entre Nixon y Mao en 1972. El juego actual de China –y hasta que
no llegue a disputar otros terrenos como el control militar de los océanos con Estados Unidos– no
cuestionará la hegemonía económica norteamericana ni sobre la moneda sino más bien que apuntará
a establecer su hegemonía regional.
* Profesor UNLU y coordinador en SID baires.
3. Factor geopolítico
Por Ariel M. Slipak *
La caída del Indice de Shanghai que se inició el 12 de junio y se extendió durante casi todo el mes
de julio y la reciente devaluación del yuan, de un 4,6 por ciento en tan solo tres días, llevaron a
muchos analistas a exponer una economía china plagada de debilidades y al borde de un colapso.
Algunas explicaciones hasta exponían que era consecuencia de un ritmo de crecimiento más lento,
que durante el período 1978-2011 fue aproximadamente de un 9,9 por ciento anual y a partir de
2012 se desacelera promediando un 7,5 por ciento con tendencia decreciente. Lo cierto es que el
propio Plan Quinquenal que el gobierno de China presenta en 2011 apunta a que en su crecimiento
prepondere el consumo interno, tirado por mayores salarios reales en lugar de ser una gran
plataforma exportadora como hasta ese momento. De hecho hasta se han migrando varias etapas
productivas de menor contenido de valor agregado a países de su periferia asiática como Myanmar,
Laos o Vietnam. Precisando, la desaceleración de la economía de este país ha sido planificada. En
cambio, la devaluación del yuan sigue un camino contradictorio con lo trazado en el Plan
Quinquenal, por lo que debe tener necesariamente alguna explicación de carácter geopolítico.
Mientras varios medios mostraban a una “débil economía china”, la revista Fortune publicaba el
ranking 2015 con las 500 empresas de mayor facturación global, de las cuales 98 son de capital
chino y en su mayoría estatales. Se destaca en el segundo lugar la estatal hidrocarburífera Sinopec,
asociada a YPF para la explotación no convencional en Vaca Muerta.
Actualmente, China disputa con Estados Unidos el primer puesto como primera economía del
planeta, ostenta el primer lugar como exportador mundial de manufacturas y se ha consolidado
como una potencia en los planos financiero y tecnológico. Se trata del tercer emisor global de IED,
el primer prestamista del Tesoro de Estados Unidos y actualmente 40 bancos centrales emplean el
yuan como moneda de reserva.
Hace varios años, China viene solicitando incrementar su poder en el sistema de entidades
financieras internacionales como el FMI. La devaluación del yuan se enmarca en una puja por que
esta moneda se incorpore a la canasta que compone los Derechos Especiales de Giro (DEG) del
organismo mencionado.
En las potencias tradicionales, si bien la mayor parte de las reacciones iniciales ante la devaluación
del yuan ha sido preocupación por el abaratamiento de las manufacturas provenientes de China,
debe considerarse también que esto implica una reducción de las deudas que tienen varios países
con este país. Lo que resulta contradictorio para la propia China es que esta devaluación va en
4. detrimento de que varias economías encuentren nuevos alicientes a posicionar sus reservas en
yuanes como lo venían haciendo.
Dado que China como primer consumidor mundial de energía, soja, cobre, estaño, zinc, carbonato
de litio, y segundo en cuanto al petróleo, viene realizando importantes inversiones en infraestructura
en América latina para abaratar y facilitar su extracción, sería extraño que estos cambios
coyunturales impliquen una reducción en el flujo de inversiones orientales en la región. Queda
pendiente una necesaria reflexión sobre si son éstas las inversiones que requiere la integración de
los pueblos latinoamericanos.
Desde el plano comercial, esto sí debe ser mirado con preocupación. Desde el inicio de la segunda
década del siglo XXI, podemos observar que varios países de la región –como Brasil y Argentina–
pierden los mercados de la región en varias Manufacturas de Mediano Contenido Tecnológico
(MMT) y en el caso de Brasil en Manufacturas de Alto Contenido Tecnológico (MAT). En el sector
automotor, durante los últimos años los dos tradicionales socios del Mercosur se reemplazan
mutuamente por China como proveedores de autopartes como paragolpes, cinturones de seguridad,
cabinas, cajas de cambio ruedas y otras partes. Por ejemplo, para el año 2010 Argentina
representaba el 15,6 por ciento de las compras brasileñas de este rubro y China tan sólo un 3,6 por
ciento. Para 2014, las compras de autopartes a nuestro país descienden a un 10,5 por ciento y las
efectuadas al país oriental alcanzan el 6,3 por ciento. La devaluación del yuan, acompañada de una
creciente tendencia de los países de la región a encontrar conveniente negociar de manera bilateral
con China sin encontrar intereses mutuos como países de una misma región, seguramente
contribuirá a seguir horadando la integración de cadenas de valor sudamericanas, tan necesaria para
la generación de empleos y agregación local de valor. El desafío es reflexionar críticamente sobre la
vinculación con China en pos de que los vínculos no resulten tan asimétricos con los países de la
región.
* Economista (UBA). Docente (UNM y UBA). Becario Conicet.