2. Vida
José Martínez Ruiz nació en Monóvar en el año 1873.
Azorín desde 1904 se convirtió en el pseudónimo
habitual y es el nombre del protagonista de sus primeras
novelas.
De joven tuvo una ideología radical cercana al
anarquismo. Junto a Baroja y Maetzu formó el grupo Los
tres que escribieron manifiestos muy radicales. Más tarde
evolucionó hacia posturas conservadoras y
tradicionalistas.
Durante la Guerra Civil vivió en París y cuando la guerra
acabó volvió a España.
3. Azorín procede de la pequeña burguesía acomodada.
Estudió en el colegio de Padres Escolapios en Yecla.
Posteriormente cursó derecho en las universidades de
Valencia, Granada, Salamanca y Madrid. A la vez que
estudiaba vivió su vida bohemia literaria. Pasó por graves
apuros económicos y morales, pero siempre sabiendo
que tenía una familia que le respaldaba con su sólida
situación económica.
4. En esta primera época aparece no lejos del “perfecto
galicismo mental” y en un anarquismo combativo y
demoledor primero, pasando a ser escéptico y
melancólico después. En su pensamiento político se
declara seguidor de Pi y Margall. Escribió en El Pueblo con
Blasco Ibáñez y en El Progreso con Lerroux.
Progresivamente este anarquismo escéptico se queda
sólo en escepticismo y pronto dará paso al perfecto
caballero de ideas conservadoras. Colaboró activamente
en El Imparcial y luego en el ABC. Su periodismo es muy
variado.
5. En 1924 ingresó en la Real Academia Española. Entre
1926 y 1930 dio sus batallas teatrales con obras propias y
traducciones. Con la proclamación de la República
resucitó su republicanismo.
6. Podemos observar que en la trayectoria vital de Azorín
hay una tendencia a las soluciones fáciles. A esto es
debido que, siendo un autor de ideas y combativo, haya
una sorprendente inhibición de ideas, desembocando
progresivamente en pureza literaria. Esto se origina
debido a la timidez del hombre que en el fondo desea
pasar inadvertido. En la obra narrativa de Azorín hay una
constante evolución, casi imperceptible de un libro a
otro, pero sí evidente en la continuidad de toda su obra.
7. Obra
Su producción literaria se divide fundamentalmente en
dos grandes apartados: ensayo y novela. También escribió
algunas obras teatrales, experimentales y de escaso éxito.
La producción literaria de Azorín tiene también un gran
valor estilístico. Su forma de escribir, muy peculiar, se
caracteriza por el impresionismo descriptivo, por el
uso de una frase corta y de sintaxis simple, por la
abundancia de un léxico castizo y por las series de dos
adjetivos unidos por una coma.
8. Entre sus técnicas literarias más innovadoras está el
uso, a la manera de Virginia Woolf, de personajes
que viven al mismo tiempo en varias épocas de la
historia, fundiendo a la vez mito y eterno retorno.
9. Ensayo
Como ensayista dedicó especial atención a dos temas:
el paisaje español
la reinterpretación impresionista de las obras literarias
clásicas.
En los ensayos dedicados a la situación española se observa el
mismo proceso que marcó a toda la Generación del 98:
en sus primeras obras examina aspectos concretos de la
realidad española y analiza los graves problemas de
España, en Castilla (1912) su objetivo es profundizar en la
tradición cultural española (reflexiones que surgen
espontáneamente a partir de pequeñas observaciones del
paisaje), además de incorporar un sentido del tiempo cíclico
inspirado en Nietzsche.
10. Entre los ensayos literarios de Azorín destaca Ruta de
Don Quijote (1905), Clásicos y modernos (1913), Los valores
literarios (1914) y Al margen de los clásicos (1915). En ellos,
su intención no es la de hacer un estudio pormenorizado
de los textos, sino despertar la curiosidad y el interés
ofreciendo una lectura impresionista de los mismos que
destaca sólo los elementos más significativos de los
mismos para la personalidad del escritor. Por tanto, se
limita a expresar sus impresiones y reflexiones
personales sobre la literatura española.
11. Novela
Las novelas de Azorín se pueden dividir en cuatro etapas:
La primera etapa muestra predominio de los elementos
autobiográficos y de impresiones suscitadas por el
paisaje. El protagonista es Antonio Azorín (del cual tomará su
seudónimo), personaje de ficción que se convierte en la
conciencia de su creador. Estas novelas son un pretexto para
desarrollar las experiencias vitales y culturales del autor. A ella
pertenecen La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las
confesiones de un pequeño filósofo (1904).
En la segunda etapa, Azorín abandona los elementos
autobiográficos, si bien continúa reflejando sus propias
inquietudes en los personajes: la fatalidad, la obsesión por el
tiempo, el destino, etc. Una muestra de ello es Doña Inés
(1925). A esta misma etapa pertenece Don Juan (1922), basada
en la conversión cristiana del mito.
12. A la tercera etapa pertenecen Félix Vargas (1928),
Superrealismo (1929) y Pueblo (1939), marcadas por el
vanguardismo y por el drama personal y cosmológico
inspirado en el gran poeta austroalemán Rainer María
Rilke.
En la cuarta etapa, tras un período de relativo silencio
profundamente marcado por la contienda civil, Azorín
vuelve a la narrativa con El escritor (1941), la novela rosa
María Fontán (1943) y La isla sin aurora (1944).
13. Teatro
Azorín siempre sintió gran afición por el teatro; sin
embargo, sus obras no gozaron del favor popular. De su
pluma saldrían Old Spain (1926), Brandy, mucho brandy
(1927), Comedia del arte (1927) y la trilogía Lo invisible,
vinculada a la estética del Expresionismo, de la que
forman parte La arañita en el espejo, El segador y Doctor
Death, de 3 a 5, considerada por algunos críticos como su
mejor producción dramática.
14. Azorín señala la importancia y la libertad creadora del
director de escena y de los actores.
Llama la atención sobre las nuevas relaciones entre la
técnica cinematográfica y la técnica teatral.
Hace hincapié sobre la aparición del mundo de lo
subconsciente en la escena.
La nueva realidad de la obra teatral, de acuerdo con las
necesidades de la nueva sociedad y con el ritmo de la
vida moderna, debe ser «rápida, tenue y contradictoria».
15. Deben suprimirse o reducirse al mínimo las
acotaciones.
Es el mundo interior, el mundo de las ideas y de
los problemas del espíritu y de la imaginación,
quien debe suministrar sus materiales al dramaturgo.
La intención de Azorín es liberar el teatro español de
todo provincianismo y elevarlo a la categoría de
teatro europeo. Pero la mentalidad española no estaba
preparada para asumir estas nuevas propuestas
dramáticas. De ahí que el teatro azoriniano, al igual que el
de Ramón María del Valle Inclán y Miguel de Unamuno,
tuviera un éxito más bien escaso.
16. La voluntad
Su primera novela – La voluntad (1902) – es el típico
exponente del intelectual noventayochista. Es un libro
fundamentalmente de ideas y ambientes. Tan sólo es
novelesca por la serie de tipos que la pueblan. Además,
no se presenta como un hecho vivo, en proceso, sino
como algo ya acabado y concluido.
17. Temática
La novela describe la lucha interior de un personaje por
encontrar una solución vital. Trata de incorporarse a la
vida de un ambiente que le es extraño. Se trata de un
hombre que ha roto psicológicamente con cuanto le
ligaba a la realidad de sus circunstancias. Y busca
desesperada y sinceramente el porqué de su existencia.
Así su vida se convierte en crónica de toda una
generación española.
18. Argumento
El protagonista es Antonio Azorín, muchacho dado a la
reflexión. Tiene un cierto ímpetu momentáneo, pero es
anárquico. Es un periodista representativo de la época. Se
forma en la provincia entre seres arquetípicos, que a él le
parecen extraordinarios. Estos seres son: el viejo
maestro Yuste, quien es un filósofo desencantado y
melancólico de la vida, Justina, que vacila entre el amor
de Azorín y arrebatos místicos, decidiéndose al final por
la religión, el tío de Justina, Puche, quien alienta la
religiosidad de ésta y el Padre Lasalde, enamorado de la
arqueología. Aparece otro grupo de varones, casi todos
ellos clérigos, quienes representan al intelectual de
provincias.
19. Al final de la primera parte muere Justina y después el
maestro Yuste. Azorín comienza a fijarse en la
voluntariosa e impetuosa, siempre activa, Iluminada.
20. La segunda parte narra las andanzas de Azorín periodista
por Madrid. Sus andanzas son casi simbólicas, es decir, la
picaresca de redacciones, la bohemia literaria. En esta
parte acaba con dos visiones melancólicas, las dos de
cementerio:
a) el homenaje que tributan a Larra una serie de literatos
b) las meditaciones de Azorín en la biblioteca frente a
periódicos viejos.
En ambas discurre con desesperanza sobre la inutilidad y
vanidad de todo esfuerzo humano.
21. Vuelve de nuevo al pueblo. Cada vez está más
posesionado por una progresiva decepción. Pasan unos
años y nos enteramos del final por unas cartas de
Martínez Ruiz a Baroja. El corresponsal llega al pueblo y
pregunta por Don Antonio Azorín. Nadie le conoce. Al
final se dan cuenta de que se trata de Antoñico el marido
de Dª Iluminada. Este hombre ya ha perdido toda
voluntad, vegeta entre órdenes y gritos de mujer
22. Personajes
La voluntad y las demás publicaciones coetáneas
representan una ruptura con las reglas decimonónicas de
la novelística. El protagonista es un desilusionado y un
egoísta, representante de los síntomas del mal del siglo.
El yo agresivo se enfrenta con el yo contemplativo. El ser
está reducido a ser espectador de su propia vida.
23. Esta novela tiene abundantes alusiones
autobiográficas y muchos detalles de los lugares son
reales. Parece que es un gran collage de documentos, de
los que todos pueden relacionarse con la vida intelectual
de Martínez Ruiz. La novela nos presenta al protagonista
en el momento de formular sus ideas sobre la existencia
y su vida en particular.
Vuelve sobre la vida, para buscar elementos
autobiográficos, que explique su condición actual y
cambiar los hechos elevándolos a un nivel simbólico.
24. Inventa a Justina, para agravar el destino trágico de su
protagonista. Además así pinta el resultado del
misticismo español, viéndolo con una mezcla de
admiración y tristeza. Para él la mujer representa la vida
normal, la rutina. No siente un amor apasionado y
romántico por Justina. En realidad podemos decir que en
la primera parte de la novela no existe Azorín, pues todo,
le viene de fuera: los monólogos de Yuste, las
conversaciones con el Padre Lasalde, en las que él no
interviene. Tan sólo lee y se pasea, escucha. Se forma a
base de ideas, no por experiencias.
25. Es tan importante el marco ideológico de la novela como
la frustración del protagonista. En la primera parte, son
ideas encarnadas lo que hay, no personajes de carne y
hueso. Las ideas que pone en boca del maestro Yuste y
del padre Lasalde son las ideas del propio protagonista-
autor. Los protagonistas representan libros o autores:
Yuste - Schopenhauer, Montaigne y los anarquistas.
Lasalde – Campanella y Gracián y Puche - la Biblia.
Las ideas y el ambiente que han formado las ideas del
protagonista, el espíritu, dejan poca esperanza de que el
protagonista pueda resolver su actitud nihilista.
26. El protagonista aparece en la segunda parte en primer
plano como yo rebelde. Su pesimismo íntimo se
consolida, disgregándose al mismo tiempo su voluntad. El
grito y la paradoja caracterizan su actividad y todo resulta
inútil, un fracaso. Se siente envuelto en una danza
frenética hacia la muerte. Azorín pierde la capacidad y
las fuerzas de actuar y se refugia en un destructivo
análisis de su condición. Se desarrolla el hombre-
reflexión a expensas del hombre-voluntad. España es la
causa de su pesimismo.
27. Por falta de fe en el progreso o por falta de audacia, por
la voluntad quebrantada sale victoriosa la voluntad de
Schopenhauer, fuerza negra del Universo, que juega
inconscientemente con la vida humana, sobre la voluntad
de Nieztsche, afirmación de la voluntad, de la
personalidad. Al casarse con Iluminada y entregarse a la
voluntad de su mujer y a la monótona vida de Yecla, se
muere el protagonista, al menos simbólicamente. Ha
perdido la voluntad. Así también muere España.
28. Estilo
Esta novela es en la primera parte una proyección en
ficción de la voluntad de Nieztsche, de su ensayo
Schopenhauer como educador, pero Azorín no puede
aceptar la derrota metafísica del pesimista alemán y se
rebela contra su tiempo para crear nuevos valores. Su
fracaso le lleva a ver la vida como una danza de muerte,
por la concatenación de causa y efecto. Se obsesiona con
la hipótesis nietzschiana del Eterno Retorno. Sin embargo
la única realidad y además suprema, para Martínez Ruiz,
es la fe en el yo íntimo. Pasa de Schopenhauer a
Nietzsche y finalmente a la resignación melancólica y
escéptica de Montaigne.
29. En las tres partes emplea tres puntos de vista distintos.
La primera parte está escrita en tercera persona, desde
el punto de vista de un narrador ajeno a lo que pasa en la
novela. En la segunda, surge el protagonista como
personalidad. Escribe en tercera persona, pero se refiere
a las acciones y sensaciones de Azorín. En la tercera
parte todo se escribe en primera persona, como si fuera
un diario del protagonista.
30. El novelista ha logrado eliminar todos los elementos de la
narración: argumento, dramatismo y diálogo, dejando un
revoltijo de ideas. El Leitmotiv son las sensaciones e ideas
del protagonista.
31. Hay en todo el libro una fuente libresca enmarcando el
paisaje. En la primera parte, el escenario de Yecla, que
refleja la concepción de la vida de Schopenhauer. En la
segunda parte, las ideas morales de Nietzsche, aparecen
descripciones de las calles de Madrid, como fondo a la
agresividad, para triunfar en la vida. Finalmente, el campo
de Jumilla, amolda al espíritu a reaccionar más
escépticamente ante las lecturas.
32. El estilo se acomoda a la forma y al tema. Evita el uso de
oraciones relativas y construcciones de gerundio. Usa
frases sencillas, cortas, prefiriendo la yuxtaposición
asindética. Utiliza sonidos y colores con función
descriptiva y resalta el uso de muchos adjetivos,
matizando las diversas posibilidades impresionistas.
Muchos terminan en -oso y en -ino. Intensifica la
sonoridad con adjetivos acabados en -ante. Antepone el
adjetivo al sustantivo. El verbo suele cumplir la mera
función copulativa. Evita la forma adverbial, sobre todo
finalizada en -mente. Utiliza el adjetivo predicado en
posición adverbial. Es más fuerte la fuerza de atracción
del sujeto que la del verbo.(predicado).