1. La risa en la Edad Media:
Manifestaciones en el
Románico
(Manuel Gila -"Syr"-)
2. Al reír Dios, nacieron
los siete dioses que
gobiernan el mundo (...)
Cuando la risa estalló,
apareció la luz(...)
cuando volvió a reír por
segunda vez, brotó el
agua (...)
la séptima vez que rió
apareció el alma .
( Reinach
3.
4. Nadie se ríe en la iglesia, en el palacio real,
en la guerra. Los sirvientes domésticos no
pueden reírse en presencia del amo. Sólo
los pares (o de condición igual) se ríen entre
sí. Si las personas inferiores pudieran reírse
de sus superiores, se terminarían todos los
miramientos del rango. Reírse del buey Apis
es convertir al animal sagrado en toro
vulgar.
La risa busca deshacerse del mundo lleno
de injusticias y reemplazarlo por un mundo
mejor. Crea una nueva realidad que
desplaza a la otra que ya no puede
mantenerse porque ha perdido su sentido.
La risa es, pues, una liberación. Existe un
significado histórico, ideológico y estético
del aspecto optimista, creativo y alegre de lo
cómico.
5. Mijail Bajtin revolucionó el concepto de la Edad
Media y del Renacimiento al aplicar una
interpretación humorística a las mencionadas
épocas históricas, y revelarnos una perspectiva
popular y carnavalesca del mundo y de la historia.
En La Cultura Popular en la Edad Media y en el
Renacimiento se plantean los problemas de la
cultura cómica popular de estas dos épocas
históricas.
Según este autor, la risa popular y sus formas
constituyen el campo menos estudiado de la
creación popular. Se ha excluido casi por
completo el humor popular en toda la riqueza de
sus manifestaciones.
En la Edad Media la risa se oponía a las ideas
rígidas que esparcía la Iglesia oficial.
En la antigua comedia popular el mundo infinito de
las formas y las manifestaciones de la risa se
oponía a la cultura oficial, al tono serio, religioso y
feudal de la época.
6. Existían tres grandes categorías de las
manifestaciones de la cultura popular.
Por un lado, estaban las formas y rituales
del espectáculo. Por otro, las obras
cómicas verbales (incluso las parodias)
de diversas naturaleza: orales y escritas,
en latín o en lengua vulgar.
Habían surgido, además, diversas
formas y tipos de vocabulario familiar y
grosero. La representación de los
misterios, por ejemplo, acontecía en un
ambiente de carnaval. Las formas
rituales y de espectáculo se organizaban
de manera cómica. Ofrecían una visión
del mundo, de la persona y de las
relaciones humanas completamente
diferentes.
7. En cierto modo se podría decir que se construyó al lado
del mundo oficial, un segundo mundo y una segunda vida.
Se creó una especie de dualidad del mundo.
Las fiestas oficiales reproducían el orden existente.
Además, no eran capaces de crear esta llamada segunda
vida. En las fiestas oficiales se miraba sólo al pasado y así
se consagraba el orden social presente. En ellas se ponía
de manifiesto la estabilidad, la inmutabilidad y la
perennidad de las reglas. Había una verdad prefabricada
que representaba la verdad eterna, inmutable, perentoria.
Por otro lado, el carnaval apuntaba al porvenir.
8. La persona concebía la continuidad de la vida en las
plazas públicas, mezclada con la muchedumbre en el
carnaval, donde su cuerpo entraba en contacto con
los cuerpos de otras personas de toda edad y
condición. La persona se sentía partícipe de un
pueblo en constante crecimiento y renovación.
El carnaval era la forma festiva no-oficial de la vida
de sociedad medieval y representaba la cultura
folclórica cómica con su idea optimista de la eterna
renovación.
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10. La risa de la Edad Media se convirtió, al llegar el
Renacimiento, en la expresión de la nueva conciencia
libre, critica e histórica de la época. La risa pasa del
estado de existencia espontánea a un estado de
conciencia artística, de aspiración a un objetivo preciso.
La risa medieval estaba excluida de las esferas oficiales
de la ideología y de las manifestaciones oficiales de la
vida y las relaciones humanas. Se había disociado la
risa del culto religioso, del ceremonial feudal] y estatal,
de la etiqueta social, y de la ideología elevada. El tono
de seriedad exclusiva caracterizaba a la cultura
medieval oficial.
11. Es imposible comprender la aparición de la imagen de lo
grotesco sin tener en cuenta la importancia del temor
vencido . Se juega con lo que se teme; se hace burla de lo
que se teme, de modo que lo terrible se convierte en un "alegre
espantapájaros.".
La risa supera al miedo, pero no sólo el miedo exterior, sino
también el miedo interior. La risa descubre el mundo desde un
punto de vista nuevo, en su faceta más alegre y lúcida. No es
un instrumento de opresión o embrutecimiento, sino un
recurso de liberación que pertenece a cada individuo . De
modo que no se puede renunciar a la risa, ya que ésta no es
una forma defensiva exterior, sino interior que no puede
sustituirse por la seriedad.
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13. El carnaval es el núcleo de la cultura cómica popular. Está
situado en las fronteras entre el arte y la vida. En realidad —
dice Bajtin -- es la vida misma presentada con los elementos
característicos del juego. Desde esta perspectiva se puede
afirmar que el carnaval no pertenece al dominio del arte. Las
celebraciones carnavalescas ocupaban un lugar muy
importante en la vida de las poblaciones medievales, hasta el
punto de que en las grandes ciudades llegaban a durar tres
meses.
En el carnaval hay una transformación del mundo social y del
modo de estructurar e interpretar la vida, pues ignora toda
distinción entre espectadores y actores.
14. La risa carnavalesca presenta tres características: en primer lugar
es patrimonio del pueblo, puesto que todos ríen, la risa es
"general." En segundo lugar, es universal, contiene todas las cosas
y a todas las personas. El mundo entero parece cómico y es
percibido y considerado en un aspecto jocoso, en su alegre
relativismo. Por último, dicha risa es ambivalente: alegre y llene de
alborozo, pero al mismo tiempo burlona y sarcástica; la risa niega y
afirma, amortaja y resucita a la vez.
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18. El combate entre don carnaval y doña
cuaresma
Pieter Brueghel
(en neerlandés, Het Gevecht tussen Carnival en Vasten), es una obra del
pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo. Es un óleo sobre tabla, pintado en
el año 1559. Mide 118 cm de alto y 164 cm de ancho. Se exhibe
actualmente en el Museo de Historia del Arte de Viena de Viena, Austria.
Este cuadro forma parte de una serie sobre escenas campesinas, todas
ellas tienen características comunes que las permire diferenciar de otras
series sin confusión alguna. Esto se debe a su particular pincelada que
ensalza la diagonal a diferencia de las otras en las que la pinzelada es más
gruesa e imprecisa. Éste cuadro en particular está representado por
personajes tomados del natural mientras celebran un acontecimiento.
Recurre aquí a un carnaval representado por la clase rural. La idea esta
tomada de un tema típico del teatro de la época: presentar el contraste entre
dos aspectos de la vida contemporánea, tal como puede verse por la
aparición de una posada en el lado izquiedo, para el goce, y la iglesia a la
derecha, para la devoción. Se parodia, por un lado, a los que celebran el
carnaval y, por otro, a los devotos que cumplen la cuaresma.
19. El combate entre don carnaval y doña
cuaresma
Pieter Brueghel
La agitada escena representa a la derecha a unos niños que se
están comportando correctamente, cerca de la iglesia, reconocible
por su arquitectura en arco y su símbolo de Trinidad. A la izquierda
queda una posada con un barco en la bandera, y la escena de
bebedores de cerveza. El carnaval parece estar representado por el
hombre que está encima del barril de cerveza, que lleva por
sombrero un pastel y en vez de una lanza, blande un espetón. Le
combate la cuaresma, simbolizada por la delgada mujer que se
sienta sobre un reclinatorio, del que tiran un monje y una monja;
lleva por sombrero una colmena, símbolo de la miel de la
cuaresma, y lo que porta en lugar de lanza es una pala con dos
arenques.
la izquierda de la iglesia siguen esa dirección, volviendo la cabeza,
sin ser atraídos por la fiesta.
20. El combate entre don carnaval y doña
cuaresma
Pieter Brueghel
En una olla pueden verse alimentos típicos de la cuaresma:
mejillones, galletas saladas y pretzels.
En la parte superior aparece una casa amarilla al lado derecho y
una serie de casas rojas a la parte izquierda.
El conjunto de la gente se reúne sobre una gran plaza. El pintor
utiliza muchos colores diferentes para representarlos, lo que da
contraste a la tela. La luz parece concentrarse en el centro,
captando la atención del público. En el centro está el pozo, en el
que se reúnen diversas partes de la comunidad (abajo a la derecha
en torno a una mujer vestida de azul, abajo a la izquierda alrededor
de un barril; a la izquierda los malabaristas y bailarines, así como
un mostrador con pescados y dos carrozas que compiten.
Hay varios grupos de religiosos. Los de la derecha, delante de la
iglesia, vuelven la espalda a la plaza, como si quisieran salir del
cuadro. Sólo dos monjas están en el lado contrario. Los que quedan
a