1) José Ortega y Gasset fue un filósofo y ensayista español influyente en el siglo XX que desarrolló una filosofía basada en el perspectivismo y la razón vital e histórica. 2) Criticó el idealismo, argumentando que la realidad primaria no es ni el yo solo ni las cosas solas, sino el quehacer del yo con las cosas, es decir, la vida. 3) Su frase más famosa es "Yo soy yo y mi circunstancia", expresando que el yo no puede existir sin las cosas que lo rodean y con las
2. CONTEXTO HISTÓRICO
España en el siglo XX: La Guerra hispano-estadounidense de 1898 (el Desastre del 98), y la
pérdida consecuente de la mayoría de los restos del imperio, supuso un profundo choque en
la sociedad española.
Mientras el nivel de vida crecía (en parte por la neutralidad española en la Primera Guerra
Mundial) y la integración con el resto de Europa progresaba, la inestabilidad política
marcaba el primer tercio del siglo XX. Tras la salida del país de Alfonso XIII, en 1931 se
proclama la II República, que acaba en 1936 con un golpe de estado militar y la
subsiguiente guerra civil.
La Guerra Civil Española fue un conflicto social, político y militar que se desencadenó tras
el fracaso parcial del golpe de estado del 17 y 18 de julio de 1936 llevado a cabo por una
parte del ejército contra el gobierno de la República. Termina el 1 de abril de 1939
estableciéndose la dictadura de Franco que duraría hasta su muerte en 1975.
España fue oficialmente neutral durante la Segunda Guerra Mundial; a las décadas de
posguerra, marcadas por la pobreza y la represión política, siguió un importante crecimiento
económico durante las décadas de los 60 y los 70, en un país que permanecía cultural y
políticamente reprimido. Tras la aprobación de la Constitución de 1978, comenzó una
transformación gradual del país hacia la consolidación de la actual democracia.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_España; http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_Civil_española)
3. FILOSOFIA ESPAÑOLA DEL SIGLO
XX: la filosofía se ha desarrollado como “pensamiento” y aparece no
En España
solo en libros filosóficos sino también en obras literarias. En el siglo XX la
filosofía alcanzó un alto nivel gracias a los filósofos como Unamuno, Ortega,
Zubiri y Zambrano, entre otros. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX
destacan en España movimientos filosóficos y de otros ámbitos, entre los que
destacan:
GENERACION DEL 98: Grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles
que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social
acarreada en España por la derrota militar en la Guerra Hispano-
Estadounidense.
NOVECENTISMO: Movimiento estético, inicialmente artístico y literario, pero
extendido a otros ámbitos de la cultura, que se asocia genéricamente a las
vanguardias artísticas y literarias de comienzos del siglo XX. Agrupa a un
conjunto de autores situados entre la Generación del 98 y la Generación del 27,
por lo que también se identifica con la denominada Generación del 14.
GENERACION DEL 27: Serie de poetas españoles del siglo XX que se dio a
conocer en el panorama cultural español alrededor del año 1927, empezando
con el homenaje al poeta Luis de Góngora.
4. JOSÉ ORTEGA Y GASSET: :
Filósofo y ensayista español,
exponente principal de la teoría del
perspectivismo y de la razón vital e
histórica, situado en el movimiento
del Novecentismo. Después de un
período “objetivista” y otro
“perspectivista”, adoptó finalmente
lo que se ha llamado
“raciovitalismo”.
5. BIOGRAFÍA:
1883: Nace en Madrid el 9 de mayo dentro de una familia burguesa y liberal
propietaria del periódico “El Imparcial”.
1898: Estudia filosofía y letras en Madrid. Estudia luego de estudiar derecho
en la Universidad de Deusto
1902: Inicia su actividad de escritor, colaborando también en periódicos y
revistas.
1905: Tras doctorarse, va a Leipzig, Berlin y Marburgo, Alemania a estudiar
Neokantianismo.
1910: Catedrático de Metafísica en la Universidad Central de Madrid, hasta
1936.
1923 Funda y dirige la “Revista de Occidente, no publicada hasta 1936
1930 Es elegido diputado II Republica pero renuncia.
1936 Al estallar la guerra civil se exilia en varios países europeos. Reside en
Francia, Holanda, la Argentina, Portugal y Alemania, con estancias en
España desde 1945.
1948 funda en Madrid, con Julián Marías, el Instituto de Humanidades,
donde profesó cursos y participó en coloquios sobre varios temas.
Durante estos años, y hasta su muerte, es sobre todo en Alemania
donde recibe el crédito y las oportunidades de expresión que
correspondían a su prestigio.
1955 Muere el 18 de octubre.
6. INFLUENCIA: Ortega y Gasset ejerció una gran influencia en
la filosofía española delsiglo XX no sólo por la
temática de su obra filosófica, sino también
por su estilo literario.
Ortega incorpora al pensamiento español,
mediante traducciones y ediciones, lo más
sustantivo de la ciencia europea,
singularmente la alemana, un repertorio de
obras clásicas, y ha conseguido que los
estudiosos españoles puedan estar a la altura
de los tiempos. La consecuencia de ello y,
sobre todo, de su acción filosófica personal ha
sido el florecimiento de una escuela filosófica,
que suele llamarse Escuela de Madrid, y a la
que están vinculados, entre otros, Manuel
García Morente, Fernando Vela, Xavier Zubiri,
José Gaos, Luis Recaséns Siches, María
Zambrano, Antonio Rodríguez Huesear,
Manuel Granell, José Ferrater Mora, A.
Maravall, Luis Diez del Corral, Alfonso G.
Valdecasas, Salvador Lissarrague, Paulino
Garagorri, Pedro Laín Entralgo, José Luis
Aranguren y Julián Marías.
7. ESTILO INTELECTUAL:
Ortega ha creado una terminología y un estilo filosófico en
español, que no existían; su técnica —inversa a la de
Heidegger, por ejemplo— consiste en rehuir por lo general los
neologismos y devolver a las expresiones usuales del idioma,
profundamente vividas, incluso a los modismos, su sentido más
auténtico y originario, henchido muchas veces de significación
filosófica o susceptible de cargarse de ella. El uso de la
metáfora ha alcanzado en él, junto a su valor de belleza, otro
estrictamente metafísico. «La cortesía del filósofo es la
claridad», solía decir; y lo mismo por escrito que en su
incomparable oratoria docente, ha alcanzado el máximo de
diafanidad de su pensamiento; Ortega extrema el esfuerzo por
hacerse inteligible, hasta el punto de inducir al lector, con
demasiada frecuencia, a creer que, porque lo ha entendido sin
fatiga, no tiene que fatigarse para entenderlo del todo. En
algunos de sus últimos escritos, Ortega llegó a un modo de
expresión totalmente original, en que la fidelidad al genio de la
lengua se une a procedimientos estilísticos absolutamente
nuevos, y que responde a la forma de razón en que consiste su
método filosófico
8. BASES DEL PENSAMIENTO
ORTEGUIANO:
NEOKANTISMO: Movimiento filosófico europeo, de origen
predominantemente alemán, que preconizó un retorno a los
principios filosóficos de la doctrina de Immanuel Kant frente
a la entonces imperante doctrina del idealismo absoluto de
Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
IDEALISMO: Descartes dice que yo puedo existir sin
mundo, sin cosas. Esta es la tesis idealista, que ha
culminado, en su forma más perfecta, en el idealismo de la
conciencia pura de Husserl, estudiado antes. A esto se va a
oponer rigurosamente Ortega, quien llega a posiciones
propias, determinadas, como veremos, por la superación de
todo subjetivismo e idealismo. El realismo, más que una
tesis, es una actitud. En ella se supone que la verdadera
realidad son las cosas; y el ser real quiere decir ser por sí,
independiente de mí.
10. CONCIENCIA:
Para Ortega, el idealismo en su forma más depurada será la fenomenología de Husserl.
Esta no es un idealismo subjetivo; no habla de ideas o vivencias de un yo empírico, sino
de las vivencias de la conciencia pura: la conciencia.
Sin embargo, ocurre que el pensamiento —eso que se llama conciencia— consiste en
poner algo. Pensar es poner algo como verdadero, como existente. La fenomenología
dice que sobre ese acto ponente viene un segundo acto que consiste en practicar la
epokhé, en invalidar el primero y ponerlo entre paréntesis. Pero esto no es tan claro ni
tan fácil.
Según Ortega, cuando se vive el acto, no hay conciencia. Ante mí no hay más que lo
visto o lo pensado; no me encuentro ni con el ver ni con el pensar, con lo que se llama
conciencia. Lo que hay es: yo con la cosa. Cuando puedo decir que hay conciencia es
que caigo en la cuenta de que he visto una cosa hace un momento, pero no la veo. Ya
no las vivo, sino que las hago objeto de reflexión.
Y lo que hago ahora es vivir otro acto: el poner entre paréntesis mi acto anterior. Pero
en este segundo acto no practico la «abstención», sino que lo vivo; tampoco hay en él
conciencia, y es también ponente. La conciencia pura, con todas sus vivencias
reducidas, lejos de ser la realidad, es simplemente el resultado de una operación mental
que yo hago; es decir, todo lo contrario: una construcción intelectual, una hipótesis. Y la
reducción fenomenológica, por tanto, es imposible.
11. ACTO:
Acto quiere decir actualidad, ser ahora; es la pura presencialidad. Y entre el acto y la
reducción fenomenológica de ese acto se interpone el tiempo. El tiempo, que es
justamente la forma de la vida humana.
Resulta, por tanto, que no me encuentro con el yo puro, ni con la conciencia, ni con las
vivencias reducidas; todo esto es el resultado de una manipulación mental mía con actos
míos anteriores: justamente lo contrario de lo que es la realidad. A la esencia de los
actos le pertenece el ser vividos simplemente y el no poderse ejercer la reflexión sobre
ellos sino desde otro acto; por tanto, cuando no son ya presentes y vividos, sino solo en
el recuerdo. La fenomenología lleva en sí una interpretación radicalmente falsa de la
realidad primaria.
La verdad es que yo vivo actos; y estos son intencionales: yo veo algo, pienso algo,
quiero algo, en suma, me encuentro con algo. Y con ese algo me encuentro de un modo
real y efectivo, sin «abstención» alguna: en la vida. La fenomenología, al pensarla a
fondo, nos descubre su última raíz errónea y nos deja fuera de ella, más allá de ella:
instalados, no en la conciencia, porque en rigor no la hay, sino en la realidad radical que
es la vida.
Esta es la crítica orteguiana del idealismo. Recoge lo que la tesis idealista tenía de
justificado, al afirmar la necesidad del yo como ingrediente de la realidad, pero corrige su
exceso al tomar a ese yo como la realidad primaria. Ni las cosas solas, ni el yo solo, sino
el quehacer del yo con las cosas, o sea la vida.
12. EL APORTE ORTEGUIANO:
“YO Y MI CIRCUNSTANCIA”
La primera aparición del punto de vista personal de Ortega se encuentra en
un ensayo publicado en 1910 y titulado Adán en el Paraíso (O. C., I, p. 469-
498). Allí, en primer lugar, se emplea el término vida, rigurosamente, en el
sentido de vida humana, de vida biográfica; en segundo lugar se insiste en lo
que está en torno al hombre, todo lo que lo rodea, no solo lo inmediato, sino
lo remoto; no solo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual. El hombre, dice
Ortega, es el problema de la vida, y entiende por vida algo concreto,
incomparable, único: «la vida es lo individual». Y la define, con mayor rigor,
como coexistencia: «Vida es cambio de sustancias; por tanto, con-vivir,
coexistir» (p. 488). «Adán en el Paraíso —agrega—. ¿Quién es Adán?
Cualquiera y nadie particularmente: la vida. ¿Dónde está el Paraíso? ¿El
paisaje del Norte o del Mediodía? No importa: es el escenario ubicuo para la
tragedia inmensa del vivir» (p. 489). Adán en el Paraíso significa: yo en el
mundo; y ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino
un escenario, porque la vida es
tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas.
13. EL YO Y SU CIRCUNSTANCIA:
Porque si bien no puede haber cosas sin yo, tampoco se
puede dar un yo sin cosas. Nunca me encuentro un yo
solo, abstracto, sino que siempre un yo con cosas. De ahí
su famosa frase
“Yo soy yo y mi
circunstancia”
La verdadera realidad primaria —la realidad radical— es
la del yo con las cosas. Yo soy yo y mi circunstancia —
escribía ya Ortega en su primer libro, en 1914—. Y no se
trata de dos elementos —yo y cosas— separables, al
menos en principio, que se encuentren juntos por azar,
sino que la realidad radical es ese quehacer del yo con
las cosas, que llamamos la vida.
Lo que el nombre hace con las cosas es vivir.
14. EL YO Y SU CIRCUNSTANCIA:
Ese hacer es la realidad con que originariamente nos encontramos, la cual no
es ahora ninguna cosa —material o espiritual, porque también el ego cartesiano
es una res, si bien cogitans—, sino actividad, algo que propiamente no es, sino
que se hace.
La realidad radical es nuestra vida. Y la vida es lo que hacemos y lo que nos
pasa.
Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. Por
tanto, no hay prioridad de las cosas, como creía el realismo, ni tampoco
prioridad del yo sobre ellas, como opinó el idealismo. La realidad primaria y
radical, de la que el yo y las cosas solo son momentos abstractos, es el
dinámico quehacer que llamamos nuestra vida.
“Si existe sujeto, existe inseparadamente objeto, y viceversa, si existo yo que
pienso, existe el mundo que pienso. Por tanto: La verdad radical es la
coexistencia de mí con el mundo. Existir es primordialmente coexistir, -es ver yo
algo que no soy, amar amar yo a otro ser, sufrir yo de las cosas”. (Extracto de
“¿Qué es Filosofía?”, X)
15. PERSPECTIVISMO:
En las Meditaciones del Quijote (1914) aparece la idea: yo soy yo y mi
circunstancia. En la misma obra aparece también la idea de que la
perspectiva es un ingrediente constitutivo de la realidad: «el ser definitivo del
mundo no es materia ni es alma, no es cosa alguna determinada, sino una
perspectiva» (p. 321). Ésta doctrina se encuentra constituida ya como tal,
incluso con el nombre perspectivismo.
La realidad solo puede ser captada desde la perspectiva de cada uno. Esto
significa que la perspectiva es un ingrediente constitutivo de la realidad, la
cual se multiplica en mil caras, en mil puntos de vista, ya que cada cual la
percibe desde sus propias pupilas.
Del mismo modo que la realidad necesita de la perspectiva, la razón pura, que
Ortega encontró moribunda en Alemania, necesita convertirse en razón vital,
porque “la razón es solo una forma y función de la vida”.
“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”.
La circunstancia es el mundo que rodea al hombre (sociedad, cultura,
creencias…).El hombre es una res dramática: la unidad del yo y del mundo o
circunstancia. La filosofía debe partir desde lo más cercano la circunstancia.
16. RELACIÓN ENTRE RAZÓN Y VIDA:
En las Meditaciones del Quijote se inicia un tercer tema, íntimamente conexo
con los anteriores y que reobrará sobre ambos al alcanzar su plenitud: el de la
relación entre la razón y la vida. «La razón no puede, no tiene que aspirar a
sustituir la vida. Esta misma oposición, tan usada hoy por los que no quieren
trabajar, entre la razón y la vida es ya sospechosa. ¡Como si la razón no fuera
una función vital y espontánea del mismo linaje que el ver o el palpar! » «Al
destronar la razón, cuidemos de ponerla en su lugar». En forma mucho más
precisa y rigurosa reaparece esta idea en El tema de nuestro tiempo, convertida
en doctrina de la razón vital: «La razón es solo una forma y función de la vida.»
«La razón pura tiene que ceder su imperio a la razón vital». Y después: «La
razón pura tiene que ser sustituida por una razón vital, donde aquella se
localice y adquiera movilidad y fuerza de transformación.» La filosofía necesita
desterrar su carácter utópico, «evitando que lo que es blando y dilatable
horizonte se anquilose en mundo». «Ahora bien: la reducción o conversión del
mundo a horizonte no resta lo más mínimo de realidad a aquel; simplemente lo
refiere al sujeto viviente, cuyo mundo es, lo dota de una dimensión vital» . El
tema de nuestro tiempo es, según Ortega, la conversión de la razón pura en
razón vital: su filosofía, desde entonces, es la realización sistemática de esa
faena.
17. RACIOVITALISMO O RAZÓN VITAL:
Es el modelo de razón propuesto por José Ortega y Gasset, es una postura
intermedia entre racionalismo y vitalismo; una superación de la razón pura
que se había impuesto durante la Edad Moderna, y que, aunque permitía el
avance de las ciencias naturales, no lo hacía así con las ciencias humanas,
porque era insuficiente para aprender la vida.
Que la vida es la realidad radical significa que en ella arraigan todas las
demás realidades de que se compone el hombre, es decir, que lo real solo
se comprende en su sentido último, dentro de la vida.
Ortega piensa que la razón se ha empeñado durante siglos, desde la
antigua Grecia hasta ahora, en considerar las cosas “sub specie
aeternitatis”, es decir, sin tener en cuenta su radical temporalidad. Por eso la
razón pura no ha sido capaz de captar la realidad cambiante y temporal de
la vida humana. Esta misma cuestión ya había sido denunciada por
Kierkegaard y Nietzsche. Sin embargo, Ortega, aún rechazando el
racionalismo, no quiere abandonar la razón. No es cuestión de abandonarla,
porque existe una función de la razón que no es pura o matemática, se trata
de una forma particular, de la razón vital.
18. LA RAZÓN VITAL:
La razón vital no es otra cosa que el vivir mismo, pues cuando se vive, no
queda otro remedio que razonar. No puedo vivir sin entender que estoy
viviendo y sin referir todo a mi vida. La vida misma es la que hace las cosas
inteligibles al insertarlas en su proceso. Por tanto, se puede decir que la
vida es el órgano mismo de la comprensión o que la razón es la vida
humana. El horizonte de la vida es, como ya señaló Dilthey, histórico, por lo
que la razón vital es constitutivamente razón histórica.
“La vida humana no es una entidad que cambia accidentalmente, sino, al
revés, en ella la “sustancia” es precisamente cambio, lo cual quiere decir
que no puede pensarse eleáticamente como sustancia. Como la vida es
drama que acontece y el “sujeto” a quien acontece no es una “cosa” aparte
y antes de su drama, sino que es función de él, quiere decirse que la
“sustancia” sería su argumento. Pero si ésta varía, quiere decirse que la
variación es “sustancial”.
(Extracto de “Historia como sistema”, Cap. VI)
20. YO Y EL MUNDO:
La realidad radical, aquella con que me encuentro aparte de toda interpretación o teoría,
es mi vida. Y la vida es lo que hacemos y lo que nos pasa. En otros términos, yo me
encuentro con las cosas, en una circunstancia determinada, teniendo que hacer algo con
ellas para vivir. Me encuentro, pues, en la vida, que es anterior a las cosas y a mí; la vida
me es dada, pero no me es dada hecha, sino como quehacer. La vida, en efecto, dice
Ortega, da mucho quehacer. Vivir es estar en el mundo, actuar en él, estar haciendo algo
con las cosas.
Las cosas aparecen interpretadas como “circum-stantia”, como lo que está alrededor del
yo, referidas, por tanto, a él. Se trata, pues, de un mundo, que no es la suma de las cosas,
sino el horizonte de totalidad sobre las cosas y distinto de ellas; las cosas están —como
yo— en el mundo; pero ese mundo es mi mundo, es decir, mi circunstancia.
Circunstancia es, todo lo que no soy yo, aquello con que me encuentro, incluso mi cuerpo
y mi psique. Yo puedo estar descontento de mi figura corporal o igualmente de mi humor,
mi inteligencia o mi memoria; por tanto, son cosas recibidas, con las que me encuentro
como con la pared de enfrente; esas realidades son las más próximas a mí, pero no son
yo. La circunstancia, que por una parte llega hasta mi cuerpo y mi psique, por otra
comprende también toda la sociedad, es decir, los demás hombres, los usos sociales, todo
el repertorio de creencias, ideas y opiniones que encuentro en mi tiempo. Es también la
circunstancia histórica. Y como yo no tengo sin más realidad, y mi vida se hace
esencialmente con la circunstancia, soy inseparable de ella y conmigo integra mi vida. Por
ello dice Ortega: yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.
Este hondo análisis remite a un núcleo de graves problemas: los que se refieren al quién
que es cada cual, al yo que hace su vida con su circunstancia o mundo; en suma, a la
cuestión capital de la persona.
21. EL PROYECTO VITAL:
Como la vida no está hecha, sino que hay que hacerla, el hombre tiene que
determinar previamente lo que va a ser. La vida —dice Ortega— es faena
poética, porque el hombre tiene que inventar lo que va a ser. Yo soy un
programa vital, un proyecto o esquema que pretendo realizar y que he tenido
que imaginar en vista de las circunstancias. Yo encuentro ante mí un repertorio
o teclado de posibilidades y urgencias, y solo puedo vivir eligiendo entre ellas;
esas posibilidades son finitas, pero son siempre varias, y aparecen como tales
al proyectar yo mi esquema o programa vital sobre las puras facilidades y
dificultades que componen mi circunstancia. Por esto el hombre no puede vivir
sin un proyecto vital, original o mostrenco, valioso o torpe: tiene que ser, bueno
o malo, novelista de su propia vida, tiene que imaginar o inventar el personaje
que pretende ser; y, por consiguiente, la vida humana es ante todo pretensión.
22. LA MORAL: LIBERTAD Y
RESPONSABILIDAD
No toda actividad es un hacer. Hay actividades, incluso psíquicas, que son puros
mecanismos, y en rigor no las hago yo, sino que se hacen o producen en mí; así
el imaginar, el recordar, el pensar; a lo sumo, lo que yo hago es ponerme a pensar
o imaginar, provocar esa actividad, de cuyo resultado no puedo responder. Puedo
ponerme a resolver un problema o escribir un soneto: no está en mi mano hallar la
solución o encontrar los consonantes y las metáforas oportunas. Hacer es la
actividad que ejecuto yo, por algo y para algo, y de la cual soy, por tanto,
responsable.
Ahora bien, mi vida es un quehacer, tengo que decidir en cada instante lo que voy
a hacer en el instante siguiente; tengo que elegir entre las posibilidades con que
me encuentro, y nadie puede relevarme de esa elección y decisión. Esto hace que
el problema de la libertad se plantee de un modo completamente nuevo. La
libertad consiste en esa forzosa elección entre posibilidades. «Ser libre quiere
decir carecer de identidad constitutiva, no estar adscrito a un ser determinado,
poder ser otro del que se era y no poder instalarse de una vez para siempre en
ningún ser determinado.» El hombre, pues, es constitutiva y necesariamente libre
—lo cual no quiere decir que sea libre del todo y siempre—. Como la vida no está
hecha, sino que tiene que hacérsela, no puede dejar de ser libre; el hombre es
forzosamente libre: no tiene libertad para renunciar a ella. Como yo tengo que
decidir lo que voy a hacer en cada instante, necesito justificarme por qué hago una
cosa y no otra; la vida es responsabilidad; es en su última sustancia moral
23. LA HISTORICIDAD DE LA VIDA
HUMANA: viviendo a una altura determinada de los tiempos: en cierto
El hombre se encuentra
nivel histórico. Su vida está hecha de una sustancia peculiar, que es «su tiempo».
Mientras el tigre es siempre un «primer tigre» que estrena el ser tigre, el hombre es
heredero de un pasado, de una serie de experiencias humanas pretéritas, que
condicionan su ser y sus posibilidades. El hombre ha sido ciertas cosas concretas, y
por eso no puede ya serlas y tiene que ser otras determinadas. La vida individual es ya
histórica; la historicidad pertenece esencialmente a la vida de cada uno de nosotros.
Por esto, «para comprender algo humano, personal o colectivo, es preciso contar una
historia. Este hombre, esta nación hace tal cosa y es así porque antes hizo tal otra y
fue de tal otro modo. La vida solo se vuelve un poco transparente —dice Ortega— ante
la razón histórica». «El individuo humano no estrena la humanidad. Encuentra desde
luego en su circunstancia otros hombres y la sociedad que entre ellos se produce. De
aquí que su humanidad, la que en él comienza a desarrollarse, parte de otra que ya se
desarrolló y llegó a su culminación; en suma, acumula a su humanidad un modo de ser
hombre ya forjado, que no tiene él que inventar, sino simplemente instalarse en él,
partir de él para su individual desarrollo»
24. LA HISTORICIDAD DE LA VIDA
HUMANA:
LAS GENERACIONES:
La historia tiene una estructura precisa, que es la de las generaciones. Cada hombre
encuentra un mundo determinado por un repertorio de creencias, ideas, usos y
problemas. Esta forma de la vida tiene cierta estabilidad, dura cierto tiempo. Ortega
considera que quince años. «Una generación es una zona de quince años durante la
cual una cierta forma de vida fue vigente. La generación sería, pues, la unidad
concreta de la auténtica cronología histórica, o, dicho en otra forma, que la historia
camina y procede por generaciones. Ahora se comprende en qué consiste la afinidad
verdadera entre los hombres de una generación. La afinidad no procede tanto de ellos
como de verse obligados a vivir en un mundo que tiene una forma determinada y
única».
Cada generación está determinada por una fecha central y constituida por una «zona
de fechas» de quince años —siete antes y siete después del decisivo—. Un hombre
pertenece, pues, a una generación que es común a todos los que han nacido dentro
de esa zona de fechas. Entre los contemporáneos —los hombres que viven en el
mismo tiempo—, Ortega distingue los coetáneos, que son los que tienen la misma
edad, es decir, que pertenecen a la misma generación. Las generaciones decisivas
son aquellas en que la variación histórica es mucho mayor que de ordinario, y
determinan la articulación de las épocas históricas. El método de las generaciones se
convierte, en manos de Ortega, en un instrumento de ejemplar precisión para
comprender la realidad histórica
25. EL HOMBRE Y LA GENTE:
En el área de nuestra vida encontramos lo social, los hechos sociales —los usos, el
derecho, el Estado—. Estos hechos sociales están adscritos únicamente a los
hombres; en los demás entes no encontramos nada que merezca llamarse social,
pues las llamadas «sociedades animales» tienen muy otro sentido. Lo social es, pues,
un hecho de la vida humana. Pero esto plantea un grave problema, porque la vida
humana es siempre mía, la de cada cual, la de cada uno de nosotros. Es vida
individual o personal, y consiste en que el yo se encuentra en una circunstancia o
mundo, sin tener la seguridad de existir en el instante inmediato y teniendo siempre
que estar haciendo algo para asegurar esa existencia. Humano es, pues, propiamente,
lo que hago yo mismo, lo personal, lo que tiene para mí un sentido y, por tanto, lo
entiendo. La acción humana, pues, su- pone un sujeto responsable, y la vida es, por
esencia, soledad. En cambio, lo social no surge en mi soledad, sino en la convivencia
con los demás hombres. No es, pues, vida en su sentido primario.
¿Quién es el que ejecuta los actos sociales? Se saluda porque es lo que se hace; el
guardia detiene el paso del viandante porque está mandado así. ¿Quién es el sujeto
en lo social? Todos y nadie determinado; la colectividad, la sociedad; en suma, la
gente.
Las acciones sociales son, pues, humanas, y no otra cosa; pero no se originan en el
individuo, no son queridas por él ni muchas veces entendidas siquiera: no
comprendemos el sentido de estrechar y sacudir la mano en el saludo, para buscar un
ejemplo trivial e inmediato.
26. LO INTERINDIVIDUAL Y LO SOCIAL:
Según Ortega, la sociología ha introducido siempre una confusión que ha impedido
ver claro en sus problemas. Se ha contrapuesto tradicionalmente lo individual a lo
social o colectivo. Ortega establece una distinción esencial, que abre la vía a una
sociología nueva. Dentro de la convivencia hay dos formas muy distintas. Una de ellas
es la interindividual, la relación de dos o más individuos como tales: el amor, la
amistad, etc., son hechos interindividuales, convivencia de individuos personales en
cuanto personas; en lo interindividual no se sale de la vida individual, de la vida sensu
stricto. La otra forma, en cambio, es la propiamente social; es impersonal, no es
espontánea ni responsable. El saludar, la detención impuesta por el guardia de la
circulación, la relación del cartero con el destinatario de una carta, no son actos
originales y voluntarios de un individuo como tal, que este quiera y entienda. El hombre
es mero ejecutor de la acción social, de un modo mecánico.
LOS USOS:
Se llama uso a lo que pensamos, decimos o hacemos porque se piensa, dice o hace.
Los hechos sociales son primariamente los usos. Estos usos, que no emergen
originariamente del individuo, son impuestos por la sociedad, por la gente. Si no los
seguimos el contorno ejerce represalias contra nosotros (la desestimación social al
que no saluda, la coacción jurídica o estatal al que cruza la calle indebidamente).
27. Los usos son irracionales e impersonales. Son «vida social o colectiva», algo muy
extraño, que es vida, pero sin algunos de sus caracteres esenciales, algo intermedio
entre la naturaleza y el hombre, una casi naturaleza. No hay un alma colectiva. «La
sociedad, la colectividad, es la gran desalmada, ya que es lo humano naturalizado,
mecanizado y como mineralizado.» Por eso tiene sentido llamarla «mundo» social.
(Recuérdese el problema que planteaba en Hegel el «espíritu objetivo».)
Estos usos —dice Ortega— nos permiten prever la conducta de los individuos que no
conocemos, permiten la casi-convivencia con el extraño. Además, nos dan la herencia
del pasado, y nos ponen a la altura de los tiempos; por eso puede haber progreso e
historia: porque hay sociedad. Por último, los usos, al dar resueltas y automatizadas
muchas porciones de la vida, dan al hombre franquía para lo más personal y permiten
«crear lo nuevo, racional y más perfecto».
SOCIEDAD Y DISOCIACIÓN:
Pero hay que advertir algo sumamente grave: si los hombres son sociables, son
también insociables. Es decir, la sociedad no existe nunca de un lado estable, sino
como esfuerzo por superar la disociación y la insociabilidad; es siempre problemática.
Y de ahí su carácter terrible, sus conexiones con el mando, la política y el Estado, que
«son siempre, en última instancia, violencia, menor en las sazones mejores, tremenda
en las crisis sociales».
Junto a la vida individual es menester comprender la vida colectiva, porque lo colectivo
le pasa al hombre en su vida individual. La filosofía de la razón vital permite acometer,
después del estudio de la vida humana en su originalidad, el de los dos grandes temas
de la «vida» colectiva: la sociedad y la historia.
28. MASA Y MINORÍA SELECTA:
Una de las obras más conocidas de Ortega y
Gasset es La rebelión de las masas”, (1929). En
ella mantiene que mientras la gran masa hace
lo que se hace y dice lo que se dice, es decir,
tiene pseudo-ideas, opiniones o creencias, una
minoría selecta es la que dota a la sociedad de
ideales e ideas nuevas.
“Cuando faltan todas estas cosas, no hay
cultura; hay, en el sentido más estricto de la
palabra, barbarie. Y esto es, no nos hagamos
ilusiones, lo que empieza a haber en Europa
bajo la progresiva rebelión de las masas. El
viajero que llega a un país bárbaro se sabe que
en aquel territorio no rigen principios a que
quepa recurrir. No hay normas bárbaras
propiamente, la barbarie es ausencia de normas
y de posible apelación”.
(Extracto de “La rebelión de las masas”, Cap.
VIII)
29. MASA Y MINORÍA SELECTA:
Las masas nunca han creado valores nuevos; esa
función ha recaído siempre sobre individuos que se
han constituido en modelos o ejemplos de acción para
los demás. Pero este aristocracismo que defiende
Ortega se encuentra amenazado por el fenómeno de
la “rebelión de las masas”, algo peculiar de nuestra
época, que se da cuando el número se toma como
criterio, cuando el ciudadano reniega de su docilidad y
pretende instaurar lo que él llama “el derecho a la
vulgaridad o la vulgaridad como derecho”. La masa
rebelde renuncia a la excelencia como modelo de
conducta y estima la mediocridad de la propia masa.
Esta actitud de cerrazón produce una “obliteración del
alma”, que se opone a la apertura propia del individuo
selecto, capaz de “trasmigrar” fuera de sí, y ponerse
en lugar de los otros.
30. FELICIDAD:
Ortega y Gasset explica que la felicidad que sentimos es directamente
proporcional a la cantidad de tiempo que pasamos ocupados en actividades
que absorben completamente nuestra atención.
DIOS:
En sus primeros escritos Ortega creía que lo que se tenía por Dios tenía que
ser alguien carente de intimidad, está claro que hubo una evolución en su
pensamiento sobre Dios. Va perfilando cada vez con mayor perfección su
doctrina sobre el hombre, va perfeccionando la idea que tiene de Dios.“El
hombre tiene que ser salvado por lo sobrenatural”
CONOCIMIENTO:
El hombre no consiste primariamente en conocer. El conocimiento es una
de las cosas que el hombre hace;, no se puede definir al hombre —como
hacía el racionalismo—por su dimensión cognoscente. El conocimiento se
da en la vida y ha de ser derivado de ella. Ortega considera que el
conocimiento humano descansa en principios muy básicos que se
alcanzan mediante actos simples de conocimiento a los que llama
intuiciones; los ejemplos más sencillos de intuición se sitúan en el nivel de
la intuición sensible , apercepción
31. EXSISTENCIA HUMANA Y DISCERNIMIENTO:
Para el filósofo español, la vida humana es un existir indigente en
comparación con el ser suficiente de la sustancia o cosa, por eso el hombre
es un ente que se hace a sí mismo. Es la causa de sí mismo en el doble
sentido: primero, porque se hace a sí mismo y, segundo, porque tiene la
capacidad de decidir qué quiere hacer y cómo.
LA FILOSOFIA DE LOS VALORES:
En la ética se da la influencia de la filosofía de los
valores de Max Scheler, a la que Ortega se adhiere.
Este influjo,que permite una correcta interpretación de
la ética de Ortega, que evita algunos errores, como los
que la entienden como una ética subjetivista,
relativista, basada exclusivamente en la autenticidad y
en la fidelidad a la vocación, y también como una ética
de la situación que atiende sólo a la moral como
estructura y olvida la moral como contenido. La ética
de Ortega no es formal sino una ética material basada
en la filosofía de los valores.
32. OBRAS MÁS IMPORTANTES DE ORTEGA Y GASSET
Sus Obras completas, reunidas en seis volúmenes, comprenden
escritos publicados de 1902 a 1943; tres volúmenes recogen
las obras posteriores. Entres sus obras más importantes
destacan:
• Meditaciones del Quijote (1914)
• El espectador (1916-1934)
• España Invertebrada (1921)
• La rebelión de las masas (1930)
• ¿Qué es filosofía? (1929)
• El Hombre y la gente
Tienen enorme importancia sus cursos universitarios, especialmente los de
1929 a 1936 y los del Instituto de Humanidades, indispensables para conocer
con precisión el pensamiento filosófico orteguiano, y a la luz de los cuales se
revela la conexión sistemática y el alcance metafísico íntegro de sus otras obras
impresas.
33. Otras obras importantes son: El tema de nuestro tiempo (1923); Las Atlántidas
(1924); La deshumanización del arte e ideas sobre la novela (1925); Kant
(1924-29); Misión de la Universidad (1930); Guillermo Dilthey y la idea de la
vida (1933); En torno a Galileo (1933); Historia como sistema (1935);
Ensimismamiento y alteración (1939); Meditación de la técnica (1939); Ideas y
creencias (1940); Apuntes sobre el pensamiento: su teurgia y su demiurgia
(1941); Estudios sobre el amor (1941); Del Imperio romano (1941), v los
prólogos a tres libros: «Historia de la Filosofía», de Brehier (1942); «Veinte
años de caza mayor», del Conde de Yebes (1942), y «Aventuras del Capitán
Alonso de Contreras» (1943). Posteriormente, Papeles sobre Velázquez y
Goya (1950); prólogo a El collar de la Paloma, de Ibn Hazm (1952); Stücke
aus einer «Geburt der Philosophie» (1953); Europaische Kultur una euro-
paische Volker (1954); Velázquez (1954). La publicación de susescritos
inéditos se ha iniciado en 1957 con su libro sociológico El hombre y la gente,
¿Qué es filosofía? (curso de 1929), La idea de principio en Leibniz y la
evolución de la teoría deductiva (probablemente lo más importante de toda su
obra), Idea del teatro, la Meditación del pueblo joven, además de un «Prólogo
para alemanes» escrito en 1934 y aparecido en esta lengua, su primer curso
del Instituto de Humanidades, Una interpretación de la Historia universal,
Meditación de Europa, Origen y Epílogo de la Filosofía, Vives-Goethe y
Pasado y porvenir para el hombre actual.
34. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA: IV Filosofía Contemporánea
Mario Fazio, Francisco Fernández Labastida
Editorial Palabra,
Madrid, 2004.
1ª. edición.
pp. 439 a 442
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
JULIÁN MARÍAS
Biblioteca de la Revista de Occidente
Calle Milán, 38. Madrid, 1980
1ª. edición: 1941; 32ª.edición: 1980
pp. 430 a 448.
Presentación realizada por Gerardo Viau, Guatemala, 20 de octubre del 2012