1. Por: José Félix Lafaurie Rivera*
@jflafaurie
Es loable la iniciativa que llevará Colombia a la “Cumbre de la Tierra” en Río de
Janeiro, para comprometer a la humanidad con 5 nuevos “Objetivos de Desarrollo
Sostenible”. No obstante, propongo que el filantrópico compromiso empiece por
casa. Propongo que, ante el rezago del “país rural” frente a los 8 “Objetivos del
Milenio” –que ratificamos hace 12 años para erradicar el hambre– hagamos un
nuevo Pacto Social, para diseñar un Modelo de Desarrollo Rural Integral. Propongo
un acuerdo sobre las condiciones justas que esta sociedad debería financiar, en
forma unánime, para sacar al campo de su postración. Premisa básica para eliminar
la pobreza, alcanzar el “bien-estar”, la paz y el desarrollo sustentable para todos.
Este acuerdo sobre “lo fundamental” –en términos de Álvaro Gómez– debe partir,
por un lado, de repensar “lo rural” acorde con las transformaciones locales y
globales que están afectando su estructura social, económica, territorial y
productiva. Y, por otro, de reformular las políticas agropecuarias, que nunca
resolvieron las distorsiones relacionadas con mercados imperfectos y posturas
ideológicas anti-rurales. El trasfondo de estos procesos debe ser eminentemente
técnico, humano y ambiental, para devolver la lozanía al campo y llevarlo al
liderazgo en el mercado interno e internacional.
Esta mirada sobre “lo rural”, debe sincerar el debate sobre la urgencia de mantener
la intervención estatal, para remontar en los vacíos que sigue padeciendo la
periferia. Y, de paso, cuestionar la totalidad del modelo de desarrollo capitalista,
que profundizó las inequidades entre nuestros ciudadanos –rurales y urbanos– y
entre éstos y los del resto del mundo, en virtud de aperturas “librecambistas” y
2. neoliberales a ultranza. Pero este diagnóstico estaría incompleto si no
exploráramos en la responsabilidad de esta sociedad con la deuda rural, acumulada
en siglos de discriminación y abandono estatal.
Quizá entonces podamos abordar el verdadero Modelo de Desarrollo Rural
Integral, para emprender tareas pendientes y cambiar radicalmente las condiciones
de vida de sus habitantes. Propósitos que pasan por proveer bienes públicos como
educación, salud, agua potable, alcantarillado, vivienda y electricidad, hasta los
más sensibles como seguridad, justicia e infraestructura productiva, con los mismos
estándares de calidad y cobertura dispuestos para el área urbana.
No obstante, con estas acciones sólo entregaríamos al campo lo que por derecho le
corresponde. Un paso adelante debería sacarlo del aislamiento y el atraso, a partir
de 2 reconocimientos esenciales: que el sector agropecuario es la médula de la vida
socio-económica en la ruralidad y que también es protagonista del crecimiento
sostenible y sustentable del país. Razones para equiparlo, en igualdad de
condiciones, con los demás renglones productivos.
Hablo de superar brechas tecnológicas y de formación del capital humano, de un
entorno macroeconómico sano, de predictibilidad en precios e ingresos
agropecuarios, de acceso a crédito, legalidad en el transporte y comercialización de
los bienes, de adaptación oportuna al cambio climático y de aprovechar la
multifuncionalidad sectorial en seguridad alimentaria, energética y ambiental. Todo
ello como parte de una estrategia articulada intra e intersectorial, entre lo urbano y
lo rural y entre lo doméstico y lo internacional. Ahí reside el éxito de una política
que se precie de ser “integral”. Lo demás, es seguir por lo mismo.
No proponemos nada distinto de aplicar en casa y entre los más vulnerables que
están en la ruralidad, los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio, en comunión con
los 5 de “Desarrollo Sostenible” que llevaremos a “Río+20”. Proponemos desmotar
el modelo discriminatorio contra el campo y el sector agropecuario y un acuerdo
que concite a todos los estamentos de esta sociedad, para hacer posible la paz y el
3. progreso de Colombia. Un campo en guerra y sin oportunidades, nunca será la
antesala de un desarrollo económico y social sostenible.
*Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN.