1. ¿Quién será el beneficiado?
En 2004 se exportaron a Venezuela más de 400.000 reses. Cuando el mayor
volumen exportado corresponde a ganado en pie y no en canal, algo no está
funcionando bien, porque es más barato y eficiente transportar un producto
con valor agregado que una res cuyos rendimientos nunca sobrepasan el
54% del peso vivo. ¿Será que alguien está orientando el mercado a su favor?
Por José Félix Lafaurie Rivera *
Adam Smith sostenía que los individuos que buscan su propio interés son
llevados "como por una mano invisible" a hacer cosas que van en interés de
otros y de la sociedad en general. Pero no siempre ocurre esto. Las
exportaciones de ganado en pie y carne en canal y deshuesada hacia
Venezuela, pueden ser un buen ejemplo.
En lo que va corrido del año, y después de estar prácticamente paralizadas,
las exportaciones registradas ante el ICA van en 190.283 animales vivos.
Cifra que incluye 26.667 animales de levante, y un número importante de
hembras, sin entrar a computar otros miles de semovientes que ingresan a
esta cuenta por contrabando. Se estima además, que dichas exportaciones
oficiales culminarían el año en 255.000 animales, lo cual, supera el
equivalente exportado en 1991 (170.176 animales), año en el que se
registraron las mayores exportaciones de la década pasada.
Igualmente representativas, son las ventas de carne en canal y deshuesada,
cuyo volumen supera las 8.800 toneladas, cuando el promedio anual
exportado en los últimos cinco años es de sólo 1.576 toneladas, lo cual hace
que por este solo concepto en Colombia se hayan sacrificado con destino al
mercado venezolano en promedio más de 42.000 animales adicionales. Es
decir, que entre comercio legal e ilegal al vecino país fácilmente se
exportarán en pie o canal un poco más de 400.000 animales.
¿A qué se atribuye este comportamiento inusual? Aparentemente al
desabastecimiento de carne bovina en el vecino país y al resentimiento de su
oferta interna, en momentos en que el petróleo alcanza los 60 dólares barril
y el gobierno, que calculó su presupuesto con base en el petróleo a 25 dólares
barril, dobló su capacidad de inversión social. Coyuntura que hace de
Venezuela un gran importador de carne proveniente de otros países, entre
ellos Colombia, para satisfacer el mercado interno a través de los planes de
focalización social o ayudas asistenciales del gobierno para los sectores
marginales de la sociedad venezolana.
Ante dicho escenario vale la pena preguntarse ¿quién sale beneficiado? La
respuesta es que a pesar de ser un buen año para la industria pecuaria en
Colombia, (sólo en Santander el ganado gordo se incrementó de $2.400 a
$2.800 el kilo), no todo es color de rosa. En principio, es muy probable que el
consumo en Colombia continúe estancado y que la demanda de Venezuela
2. mantenga tonificado los precios internos sin afectar el ciclo ganadero. Pero,
si la tendencia se modifica y el mercado interno reacciona al crecimiento de
la economía, es muy importante evitar que los precios anticipen el ciclo de
liquidación del hato con consecuencias imprevisibles en la oferta futura para
atender mercados con un mayor precio relativo.
Ahora bien, para la industria es muy importante el mercado venezolano,
sólo que por las asimetrías que hoy mantienen ambas economías, es preciso
que el nivel de distorsión no genere situaciones indeseables. El comercio con
Venezuela requiere de una mayor formalización. Cuando el mayor volumen
exportado corresponde a ganado en pie y no a canal, algo no está
funcionando bien, porque se supone que es más barato y eficiente trasportar
un producto con mayor valor agregado que una res cuyos rendimientos
nunca sobrepasan el 54% del peso vivo.
¿Será que existe la mano invisible de Smith? ¿O será que alguien está
orientando el mercado a su favor? Surgen muchas inquietudes ante lo cual,
debemos ser prudentes, pero atentos a la evolución del dólar preferente de
Venezuela para sus importaciones, cupos y precios de exportación. Por
pronto, los ganaderos debemos ser concientes que la salida de hembras y
animales de cría y levante, no es un buen negocio a mediano plazo, no vaya
y sea que a la final la mano invisible nos termine afectando el bolsillo.
*Presidente Ejecutivo de Fedegan