El documento resume los logros de Álvaro Uribe Vélez como presidente de Colombia entre 2002 y 2010. Redujo drásticamente el secuestro y la violencia de grupos paramilitares. Implementó la Ley de Justicia y Paz para desmovilizar a más de 35,000 miembros de grupos armados ilegales. Transformó a Colombia en un país más seguro y estable, lo que impulsó el crecimiento económico. El autor agradece a Uribe por devolverle la esperanza a Colombia y mejorar las condiciones de vida de los ganaderos.
1.
Gracias, señor presidente
Por José Félix Lafaurie Rivera
Presidente ejecutivo de Fedegán
El país no puede olvidar de dónde veníamos. No podemos olvidar la Colombia que le
entregamos a Álvaro Uribe Vélez y la que Álvaro Uribe Vélez nos devuelve después de
ocho años de trabajo sin descanso.
Ya no estamos en el país donde secuestraban más de 3.000 personas al año, sino en uno
donde el secuestro es un delito marginal y donde el Gobierno, apoyado en el brazo fuerte
de sus policías, sus soldados e infantes, le arrebata a la guerrilla los secuestrados que
pretende utilizar como moneda de trueque.
Ya no estamos en un país donde los paramilitares alimentan la violencia, la expropiación y
el desplazamiento. Estamos en un país donde, gracias a la Ley de Justicia y Paz, más de
35.000 miembros de grupos de autodefensa se desmovilizaron, se entregaron miles de
armas, se devolvieron activos para iniciar procesos de restitución y reparación de las
víctimas, y se pudieron conocer cerca de 70.000 crímenes que estaban condenados a la
impunidad.
Hoy estamos en un país de rutas abiertas y de grandes atractivos para el turismo nacional
e internacional. El país se ha transformado gracias a la restitución del orden que había
desaparecido de la conciencia colectiva de los colombianos, y con él estábamos perdiendo
la verdadera libertad.
El principal legado de Álvaro Uribe Vélez, no es la seguridad democrática. Es el haber
recuperado la brújula y haberle devuelto el norte a un país que había refundido su noción
de patria y su visión de futuro, en medio de una vorágine de violencias. Y su principal
virtud la del gran conductor, que arrebató a Colombia del filo del despeñadero y la colocó
nuevamente en el camino que conduce a la prosperidad y el bienestar.
2.
Por eso el país no puede olvidar. Los ganaderos no olvidamos que más de 3.000 de los
nuestros fueros asesinados o secuestrados, y miles fueron extorsionados y perseguidos sin
misericordia, sin que aún la justicia dé cuenta del genocidio contra nuestra gente.
El Gobierno entrante recibe un país en las mejores condiciones económicas y fiscales.
Durante los últimos ocho años, se multiplicó por 2,5 el PIB; el ingreso per cápita pasó de
1.312 dólares a 5.279; las reservas internacionales alcanzaron los 26.000 millones de
dólares; la inversión extranjera supera los 10.000 millones y la deuda externa bajó del
40% al 26% del PIB.
Las cifras son elocuentes. El crecimiento de la economía durante la última década es una
realidad sin atenuantes en todos los sectores productivos. Es un proceso exitoso. En los
mercados de capital y en las decisiones de los inversionistas nuevamente miran a
Colombia.
“No olvidar” será la consigna de los ganaderos para aprender del pasado y construir un
mejor futuro, para entender que el camino hacia la modernización se allana cuando la
preocupación cotidiana ya no es la preservación de la libertad y la vida, cuando los
ingresos no están afectados por el costo de la extorsión, cuando la zozobra da paso al
optimismo, y los esfuerzos se pueden concentrar en aumentar la productividad y la
capacidad de competir. No podemos volver a equivocarnos. Confiamos plenamente y
brindamos nuestro apoyo irrestricto al Gobierno del doctor Juan Manuel Santos Calderón.
Presidente Uribe: gracias por entregarle a Colombia su propia vida, para vivir la vida de los
colombianos; por reencontrar para nuestro país la esperanza perdida, la soberanía
nacional, la dignidad patria y el respeto internacional; por convertir a nuestra patria en
destino apreciado y en oportunidad de negocios para el mundo; por devolverle a la vida
rural y a la producción agropecuaria el derecho a existir; por devolverle a las ciudades,
sitiadas por el terror, la libertad y la actividad económica sin restricciones; por abrir
caminos y derribar murallas a este país, atropellado por la violencia y defendido con poca
o ninguna voluntad política; por sentir como ganadero y compartir nuestras
preocupaciones y expectativas. Gracias por llenarnos de propósitos y por acercarnos al