Este documento discute cómo la predicación en la iglesia adventista del séptimo día ya no está a la altura de los tiempos proféticos en los que vivimos. Se compara la predicación de Noé antes del diluvio, advirtiendo claramente sobre la destrucción inminente, con la predicación actual que ya no enfatiza los eventos del fin. También señala que aunque otros fuera de la iglesia advierten sobre estos temas, la iglesia ya no cumple con su deber de predicar el mensaje del tercer ángel.
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EL MENSAJE DEL TERCER ANGEL
Expedientes Daniel y Apocalipsis
Estudios e Investigaciones Escatológicas sobre el Tiempo del Fin
Fernando Silva Quintana. Profesor de Religión y estudios en Teología.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las
cosas en ellas escritas; porque el tiempo está cerca. Y me dijo: No selles las palabras
de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. (Apoc. 1: 3; 22: 10)
SERIE Nº - 4
LA PROFECIA BIBLICA EN EL TIEMPO DEL FIN
Condiciones mundiales que prevalecen en la actualidad.
Período profético comprendido en el estudio:
Tiempo de gracia y principios de dolores.
EXPEDIENTE PROFÉTICO Nº - 10
No se predica según el tiempo profético en que vivimos
I - Parte
La predicación de la verdad presente en tiempos pasados.
Fernando Antonio Silva Quintana.
tercerangel.silva@gmail.com
MTA/ Agosto, 2010
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www.mensajetercerangel.com
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NO SE PREDICA SEGÚN EL TIEMPO PROFÉTICO EN QUE VIVIMOS
I - PARTE
La predicación de la verdad presente en tiempos pasados.
Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he
puesto mis palabras en tu boca. Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales
todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo
quebrantar delante de ellos. (Jer. 1: 9, 17)
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Hoy, más que en cualquier otro tiempo de la línea profética, las señales de los
tiempos son alarmantes, portentosas y pregoneras de acontecimientos de la
mayor gravedad sobre la tierra. En el mundo, muchos hombres y mujeres de
ciencia, educadores, políticos, activistas y defensores del medio ambiente, se
preguntan, quizás de viva voz o de forma secreta y en conciencia, qué está
sucediendo sobre la tierra, muchos anhelan encontrar las respuestas a las
condiciones imperantes en la naturaleza, el por qué de este descontrol
desquiciado a la cual está llegando el orden de lo natural, así como el
encontrar una pronta solución a todo este estado de cosas sobre el planeta.
Sin embargo, las respuestas que se dan o bien se buscan, no son las correctas,
de esta manera, científicos especializados en los temas medioambientales, dan
toda clase de respuestas, pero las explicaciones se encuentran lejos de la real
causa y trasfondo de todos estos acontecimientos que se están produciendo,
sin embargo, todos concuerdan en una sola cosa… que el futuro de la tierra no
es para nada auspicioso.
La preocupación es alarmante, mucho de esto no sale a la luz y la opinión
pública y permanece en la más hermética reserva, salvo que por allí, se filtran
informaciones que ponen de manifiesto y dejan entrever la verdadera situación
actual del planeta, existe una verdadera preocupación por lo que está
aconteciendo y que nos acercamos a momentos muy solemnes en la historia
de la tierra.
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El momento actual es de interés abrumador para todos los que viven. Los
gobernantes y los estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y
autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen la
atención fija en los acontecimientos que se producen en derredor nuestro.
Observan las relaciones que existen entre las naciones. Observan la intensidad
que se apodera de todo elemento terrenal, y reconocen que algo grande y
decisivo está por acontecer, que el mundo se encuentra en víspera de una
crisis espectacular. –PR 394, c. 1914. (EUD. Cap. 1 La última crisis de la tierra.
Temor ampliamente difundido en cuanto al futuro. Pág. 7 formato flexible.)
Todo a nuestro alrededor, la propia naturaleza, el mismo actuar desquiciado y
a veces poseído de los hombres por las legiones demoníacas en su invención
del mal y en quitarle la vida a otros seres humanos, está proclamando de
manera solemne y a viva voz, que algo no está bien en la tierra.
Programas especializados de TV con su énfasis en los acontecimientos del fin,
pero con una perspectiva errada del asunto, encienden las alarmas en
respuesta a los serios acontecimientos que están sucediendo en el planeta,
muchos, incluso teólogos, echan mano y elevan a los altares de lo máximo,
sobreponiendo los escritos y pseudo profecías del mítico Nostradamus, por
sobre las Escrituras proféticas de la Biblia, como máxima autoridad en temas
contingentes y del fin del mundo. De esta manera, los hombres y mujeres del
mundo, aquellos que tienen grandes responsabilidades y puestos elevados en
diferente orden de cosas, se dan cuenta que algo se aproxima sobre la tierra,
que todo lo que está sucediendo, no es normal y de alguna forma u otra, lo
dan a conocer.
Y por otro lado, ¿Qué hay del pueblo de Dios? ¿Qué hay de aquél pueblo que
surgió como parte y resultado de la profecía apocalíptica? ¿Qué hay del pueblo
que tiene el único y más primordial mensaje del cual es la razón de ser y
existir como iglesia… el anuncio y la predicación de la segunda venida de
Cristo? ¿Qué hay de la voz de la iglesia, depositaria de la verdad para los días
finales y que ha de advertir al mundo sobre los acontecimientos que vienen?
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¿No tenemos acaso una revelación profética completa entregada por Dios y en
base a una correcta perspectiva sobre los eventos finales para advertir a los
moradores de la tierra? Y entonces ¿Por qué se guarda tanto silencio con
respecto a estos acontecimientos finales cuando las catástrofes que estamos
viendo sobre la tierra, como el reciente y cataclismico terremoto en nuestro
país, nos hablan que acontecimientos de mayor gravedad se producirán y
donde miles y quizás millones de personas estarán en riesgo de perder su vida
y para la eternidad?
Nuestras predicaciones que deberían de ser solemnes advirtiendo y señalando
al pueblo y al mundo el momento profético en que vivimos, se han tornado
faranduleras, jocosas, simpáticas, que sólo despiertan risotadas, predicaciones
amistosas, amantes del mundo y de los amigos, donde la palabra de Dios
simplemente se utiliza como una plataforma o un medio para promover un
plan o un determinado producto religioso, mensajes, que para cuando llegue el
día final, aquellos predicadores querrán desaparecer de la tierra.
De esta manera, muchos de los mensajes que se están predicando desde los
púlpitos de las iglesias, no obedecen y no se encuentran a la altura de lo que
realmente está sucediendo en la tierra y hacia donde Dios quiere que nuestras
miradas se dirijan, en este punto, otros, aunque bajo una errada perspectiva
de estos temas contingentes, nos llevan la delantera en hacer sonar la
trompeta en estos días finales.
Cuesta creer que un estado semejante de cosas se pueda estar dando al
interior de nuestras filas y a la altura del tiempo en que vivimos, así como a lo
avanzado de la hora en el reloj profético al interior del santuario celestial. El
mensaje que Dios le ha entregado a nuestra iglesia, es uno que está dado,
pensado y hecho para un tiempo como el nuestro o dicho en otras palabras,
que ese mensaje contiene los eventos de este tiempo, pero son nuestras
predicaciones, mensajes y conversaciones las cuales no están a la altura de los
planes de Dios y de los acontecimientos mundiales que revelan que se acerca
el hijo de Dios.
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¿Dónde ha quedado nuestra predicación y la voz de la profecía como pueblo
del último tiempo? ¿Será acaso que hemos perdido de vista, a través de las
arenas del desierto de este mundo, el real propósito al cual hemos sido
llamados? ¿Por qué tanto cuestionamiento a la profecía apocalíptica? ¿Será
acaso que somos uno con el mundo y no con Cristo? ¿Simplemente no nos
interesan los acontecimientos que suceden sobre la tierra y que señalan que el
fin de todas las cosas está cerca? Pero ¿Será acaso que por el simple hecho de
que no nos interesen los eventos finales estos no sucederán?
Sin embargo, la historia bíblica pasada nos revela cómo los hombres a los
cuales Dios llamó presentaron la verdad que era para sus días y que se
encontraba a la altura de las circunstancias que se vivían. La Biblia nos revela
cómo ellos, con peligro, incluso de sus propias vidas, expusieron un mensaje
que no les pertenecía y que provenía de la máxima autoridad del cielo y de la
tierra, de Dios mismo.
Aquellos mensajes que no eran para nada agradables, tenían un propósito
redentor, de advertir a los hombres y mujeres de aquel tiempo de los graves
peligros que corrían de persistir en conductas inapropiadas y alejadas de Dios,
así como de los catastróficos acontecimientos que vendrían sobre la tierra de
entonces de continuar en el pecado y la apostasía.
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EL MUNDO ANTEDILUVIANO Y LA PREDICACIÓN DE NOÉ
El mundo antediluviano fue testigo en sus días de una de las predicaciones
más impopulares escuchadas para su tiempo, que el mundo de entonces sería
destruido por un gran diluvio. Este mensaje, fue entregado a Noé y provenía
del más alto cielo, Dios mismo, se encargó de revelar al Patriarca los
acontecimientos que destruirían finalmente la maldad, depravación y
corrupción extrema del hombre y a la tierra de entonces, junto con todo lo que
tuviera vida.
Como es de suponer, nunca antes había llovido sobre la tierra y ni siquiera la
gente de esa época conocía lo que era una nube o lo que éstas podrían llegar a
hacer. Las condiciones climatológicas, geográficas y sociales del planeta, eran
muy lejos y distintas a las que encontramos y conocemos hoy en día.
Al escuchar tal predicación, la gente de entonces y como es de suponer y de
esperar, no creyó al mensaje y como suele suceder siempre y a través de
todos los tiempos, trataron al mensaje de la misma forma que al mensajero,
de loco, desquiciado, enfermo, fanático, engañador, desequilibrado, de
alarmista y que solamente asusta a la gente.
Sin embargo, y al fin de ese tiempo de gracia, ¿De qué sirvió al final de
cuentas, rechazar y calificar el mensaje como de fuerte, que daba miedo, de
alarmista o que nos asustaba? ¿Acaso, por el mero o simple hecho de no
predicar aquel mensaje, se impediría así que el diluvio no viniera sobre la
tierra? Pudieron tratar a Noé y a quienes predicaban ese mensaje como de
fanáticos, desquiciados, desequilibrados, desubicados, contrarios a la sociedad,
al orden y la paz, que solamente asustan a la gente, pero, fuera como fuera,
ese evento catastrófico, nunca antes visto sobre la tierra, sucedió de todas
formas, por que el mensaje provenía de uno mucho mayor que los más
grandes sabios y autoridad política o religiosa de aquel tiempo, del Dios del
cielo.
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Pero nos hemos preguntado alguna vez ¿Cómo predico Noé, es decir, qué
predicaba? ¿Cuál era su mensaje? ¿Cuál era el mensaje de la verdad presente
para los días de Noé? ¿Invento Noé ese mensaje y se lo propuso luego a Dios?
La Biblia revela algo muy distinto, que fue Dios quien envió ese mensaje, el
cual consistía en una seria advertencia a todos los moradores de la tierra. De
esta manera, lo que Dios pensaba y que además estaba resuelto a hacer en
ese tiempo, se encuentra claramente revelado, y la Biblia, no da lugar a
especulaciones o a interpretaciones de ninguna otra naturaleza que lo que está
allí revelado.
Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo
designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el
mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en
su corazón.
Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado,
desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me
arrepiento de haberlos hecho. Y se corrompió la tierra delante de Dios, y
estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba
corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.
Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está
llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la
tierra. (Gén. 6: 5-7, 11-13)
Además, aquel mensaje revelaba un medio de salvación para Noé, su familia y
todos los animales de ese tiempo, en caso que nadie aceptara aquella
advertencia, Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y
la calafatearás con brea por dentro y por fuera. Mas estableceré mi pacto
contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos
contigo. Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en
el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán. (Gén. 6: 14,
18-19)
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Ahora, ¿Nos imaginamos a aquel Patriarca predicando de tal forma que su
mensaje no despertara el miedo? Si Noé, no les hubiera anunciado claramente
lo que vendría sobre la tierra ¿Esa gente lo hubiera entendido? ¿Se hubiera
apercibido y preparado? O más aun, si Noé, no les hubiera advertido
claramente que lo que se acercaba sobre la tierra era cataclismico,
¿Justamente podría haber sido acusado Noé de haber encubierto la verdad? De
manera que, cuando se desató la catástrofe ¿Aquella gente hubiera tenido el
pleno derecho a reclamar y a exigir que se les abriera la puerta del arca?
¿Podrían haber sido destruidos si no sabían lo que ocurriría? ¿Y Cómo podrían
saberlo si Noé les hubiera predicado un mensaje de paz y tranquilidad?
Pero pensemos un poco, lo que Dios le reveló a Noé que él iba a hacer sobre la
tierra en ese tiempo ¿Acaso no era para temer? O un diluvio de tal
proporciones, un cataclismo universal, donde hasta Satanás y sus ángeles
temieron por su existencia, ¿Era acaso para estar tranquilo? ¿Era motivo de
chacota y farándula, entretención o festejo? ¿Era chacota o parte de un club
social de esa época, que todo mensaje que Dios enviara tenía que entretener a
la gente? ¿Son los predicadores o mensajeros que Dios levanta en un tiempo
determinado, una especia de trovador de Castilla que solamente entretiene y
divierte a la gente? ¿Está Dios obligado a minimizar lo que él hará, todo porque
los hombres y mujeres se asustan?
Y por el contrario ¿Por qué los hombres y mujeres no se asustan mejor y
temen cuando están haciendo el mal y trasgrediendo la ley de Dios a
propósito? ¿Por qué mejor no se asustan y temen ante las exigencias de una
minoría por una ley que legaliza la homosexualidad, los mismos pecados que
destruyeron al mundo antediluviano?
Noé predicó lo que Dios le entregó, el Señor fue claro, revelador y nada les
ocultó de lo que él iba a hacer sobre la tierra, Noé cumplió con su misión y
como resultado, aquello le acarreó la mala fama, la difamación, el insulto y el
cuestionamiento hacia su persona.
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En ese tiempo, Noé predicó lo que Dios le dijo que pregonara, un mensaje para
su tiempo en relación a los eventos que sucedían sobre la tierra de entonces y
en ese tiempo, su mensaje era del acontecer internacional del mundo de
entonces, su mensaje incluía y trataba lo que Dios haría en la tierra en ese
tiempo y para ese tiempo. El no predicó sobre la primera o segunda venida de
Cristo, él predico el mensaje que era verdad presente para su tiempo, Dijo,
pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de
violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. (Gén. 6:
13)
SODOMA Y GOMORRA Y EL MENSAJE DE LOS TRES ÁNGELES
Sodoma y Gomorra, así como todas las ciudades de la llanura de Sinar, son
otro claro ejemplo de la predicación y anuncio de un urgente mensaje de
advertencia. Frente a la creciente maldad, aquellos moradores reprodujeron
en poco tiempo las mismas o peores condiciones que los antediluvianos, la
Biblia señala que la vida social de todas aquellas ciudades había alcanzado un
índice tal de maldad, que Dios se vio obligado a intervenir una vez más en los
asuntos humanos.
Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran
manera. Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y
Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en
extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor
que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. (Gén. 13: 13; 18: 20-21)
De esta manera, bajo estas condiciones imperantes en aquellas ciudades
cananeas, se hizo fundamental un mensaje de advertencia y redención para
ese tiempo y momento en particular. Se revela en las Escrituras que el
primero en conocer lo que acontecería en Sodoma y Gomorra fue Abraham,
así, tres seres divinos llegaron hasta donde el patriarca vivía, (Gén. 18: 1-3) la
Biblia señala que dos de ellos eran ángeles (v. 16, 22; 19: 1) mientras que el
otro o el tercero, era Dios mismo en forma humana, es decir, Cristo. (V. 17-
22)
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Dios mismo le reveló al Patriarca lo que él iba a hacer en aquellas impías
ciudades, Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a
hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser
benditas en él todas las naciones de la tierra? (v. 17-18) Según el texto citado,
Dios no encubrió nada al Patriarca, no hubo ninguna verdad oculta del caso,
claramente se le informó y dio a conocer a Abraham lo que habría de acontecer
en la llanura de Sinar.
Por otro lado y mientras Dios conversaba aun con Abraham, los dos ángeles
llegaron a Sodoma, la llegada de estos seres divinos puso en plena evidencia la
corrupción e inmoralidad que allí se vivía, la homosexualidad en todas sus
formas, era practicada por todos los moradores de la ciudad, desde el más
joven hasta el más viejo. (Gén. 19: 1-9)
Por lo tanto, estos ángeles le advirtieron a Lot lo que en breves horas más
acontecería en la ciudad, como resultado del pecado de estos moradores, una
gran catástrofe, Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos,
y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este
lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha
subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para
destruirlo. (Gén. 19: 12-13)
Seguidamente, fue el mismo Lot quien reunió a toda su familia y les dio a
conocer el mensaje de los dos ángeles, un mensaje para nada agradable o
inspirador, sobre todo para quienes habían vivido y disfrutado de toda la
belleza y prosperidad de Sodoma, Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los
que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar;
porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que
se burlaba. (v. 14)
Como es de esperarse y como suele suceder siempre, no le creyeron, ¿Quiénes
no le creyeron? Dice el texto que fueron sus yernos, los cuales eran habitantes
naturales, es decir, habían nacido y se habían criado en Sodoma. Mas pareció
a sus yernos como que se burlaba. (v. 14)
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Frente al mensaje que Lot les estaba dando, sus propios familiares, yernos, no
le creyeron, es más, ellos tomaron lo que Lot les comunicaba como una
especie de broma, el texto señala que ellos creían que Lot se burlaba de ellos.
El mensaje que fue entregado al “pueblo” de Dios que vivía en Sodoma (Lot y
su familia) fue claro, no fue un mensaje de paz o de seguridad, los ángeles en
ningún momento hicieron un llamado a la calma o serenar los ánimos de
quienes podrían verse afectados para eternidad, al contrario, fue un mensaje
de advertencia y solemnidad, haciendo un llamado a la urgencia y a
preocuparse por lo que en breve acontecería.
Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu
mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo
de la ciudad. Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano
de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová
para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. (v. 15-16)
Con respecto a esto, Lot, fue claro en el mensaje que entregaba, no ocultó
nada de lo que se le reveló, él dijo la verdad en la ocasión precisa y puntual
del tiempo y momento que se vivía. ¿Qué hubiera pasado si Lot proclama a su
familia otro tipo de anuncio? ¿Qué tal si el mensaje de Lot hubiera sido que
todo va a estar bien y que mañana, una vez más, saldrá el sol en Sodoma? ¿Y
si Lot hubiera predicado a su familia un mensaje para congraciarse y no
despertar los temores o miedos? ¿Y si Lot hubiera predicado un mensaje tan
agradable como para no perder a sus yernos? Después de todo, ¿Acaso esa
gente no sintió temor o un mensaje como el que Lot entregaba, que en breves
horas más y antes que el sol salga, lloverá del cielo fuego y azufre, era para
sentirse bien o estar tranquilo?
Pero seamos sinceros, ¿Acaso lo que Lot estaba diciéndole a su familia, no era
alarmismo en el más amplio sentido de esa palabra? ¿Pero acaso, no es
alarmismo el mismo hecho que tengan que salir apresuradamente de la ciudad
y en aquella misma noche? ¿Todo esto que sucedió, era alarmismo o realidad?
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Podemos pensar como queramos pensar, pero hay un hecho que es innegable,
frente a cualquier posición que tomemos y forma parte del mensaje para ese
tiempo que revela la más absoluta y plena realidad para ese entonces…
Sodoma y Gomorra iban a ser destruidas por fuego y azufre. Perdonen mi
ironía, pero ¿Acaso iban a caer del cielo algodón de dulce o palomitas de maíz?
El mundo antediluviano fue destruido por agua, donde nunca antes en la
historia de la humanidad que iba hasta ese entonces había ocurrido, luego,
Sodoma y Gomorra son destruidas por fuego y azufre, cosa que hasta allí
jamás había sucedido, por lo tanto, era evidente que un mensaje como ese no
era agradable, jamás había llovido del cielo fuego y azufre solamente había
llovido agua.
Entonces, si hablamos de asustar, fueron los mismos ángeles quienes
asustaron a Lot y su familia con este mensaje y anuncio. Hoy se ha puesto de
moda la expresión o termino asustar o alarmismo para censurar o evitar que
mensajes como estos sean anunciados tal como son y en la realidad de lo que
representan como anticipo de lo que viene sobre la tierra.
En tiempos de Sodoma y Gomorra, Dios reveló claramente a las personas lo
que habría de ocurrir en esas ciudades, el Señor no ocultó nada, Abraham, al
tomar conocimiento de la gran catástrofe que se acercaba sobre Sodoma y
Gomorra, lo llevó a interceder fervorosamente ante el Señor por la salvación
de aquella ciudad, aunque hubiera un solo justo para que sea librado, (Gén.
18: 23-33) y por otro lado, Lot, la parte afectada, al momento de ser
advertido reunió a toda su familia y les contó lo que acontecería esa noche.
El resto del relato, señala que de aquella familia, formada por seis personas, la
mitad se perdió para la eternidad, los dos yernos de Lot, no creyeron y por lo
tanto, no salieron de Sodoma y por otro lado, la esposa del Patriarca, se
convenció y creyó a medias, al salir de la ciudad, esta miró hacia atrás y se
convirtió en estatua de sal. (Gén. 19: 26) La otra mitad, Lot y sus dos hijas, se
pusieron a resguardo de la gran catástrofe que cayó sobre Sodoma y Gomorra,
salvando así sus vidas.
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JOSÉ EN EGIPTO Y EL MENSAJE A FARAÓN
En los tiempos de José, se vivió otro acontecimiento que marcaría el destino
eterno de muchos sobre la tierra de entonces, así como lo sería el del futuro
pueblo de Israel y el cumplimiento de las profecías que hablaban sobre su
esclavitud y servidumbre en tierra extraña.
Para realizar sus propósitos y dar cumplimiento a las profecías sobre el pueblo
de Israel, Dios preparó el camino a través de una cadena de acontecimientos y
circunstancias que traerían finalmente a Jacob y sus hijos a vivir a la tierra de
Egipto. Para ello, el Señor usó al Faraón como un medio, a través de
reiterados sueños, Dios inquietó y preocupó al rey a tal punto, que este exigió
a los miembros de su corte, los sabios de la época, magos, hechiceros,
astrólogos etc. Que le revelaran el asunto, sabiendo Dios que estos sabios y
toda su ciencia serían inútiles frente a lo que Faraón pedía, fue entonces la
oportunidad para Dios y sus planes.
Estando José siete años encarcelado injustamente, fue sacado y llevado
prontamente a la presencia del mismo Faraón, como la única y última
alternativa para revelar el misterio y significado de los sueños del monarca.
Estando José ante Faraón, este le expresa su inquietud por sueños de los
cuales no sabe qué significan, Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y
no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para
interpretarlos. (Gén. 41: 15) Sin embargo, José fue claro en su respuesta y
solución al enigma, Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios
será el que dé respuesta propicia a Faraón. (Gén.41: 16)
De esta manera, Dios preparaba el escenario para el cumplimiento de sus
propósitos, colocando a José en el lugar para lo cual el Dios del cielo lo estaba
preparando. Así, un sueño dado a Faraón en dos formas distintas, encerraban
a través de símbolos y figuras, un solemne mensaje para todos quienes vivían
en ese tiempo, Dios le anunciaba al rey de Egipto los terribles acontecimientos
que sucederían y llegarían a tal punto, que serían una catástrofe en toda la
tierra conocida de entonces.
14. 14
Con la figura de siete vacas gordas y siete vacas flacas, Dios le hacía conocer
en primera instancia a Faraón, acontecimientos benignos y catastróficos de
carácter natural que acontecerían en Egipto. Seguidamente, el mismo sueño
se repite una vez más, pero bajo símbolos y figuras distintas, en esta nueva
ocasión, siete espigas llenas y hermosas, seguidas de siete espigas menudas y
marchitas, donde estas últimas, devoraban a las siete espigas primeras (Gén.
41: 22-24) contenían así el mismo mensaje a Faraón, acontecimientos
benignos y catastróficos que venían sobre la tierra.
Según la revelación e interpretación que Dios le da a José y este a Faraón,
tanto las siete vacas gordas, como las siete espigas hermosas y llenas
significan y representan siete años de plena abundancia en toda la tierra de
Egipto, en ese tiempo, la tierra produciría a montones como nunca antes visto
por los hombres. Seguidamente, las siete vacas flacas y las siete espigas
menudas y marchitas, representan y significan siete años de sequía y hambre
en toda la tierra, un hambre y sequía de naturaleza catastrófica y grave, algo,
igualmente, nunca antes visto por los hombres. (v. 25-31)
Por otro lado, la frecuencia de estos sueños eran un claro indicio que el
mensaje contenido en estas visiones era urgente y que se aproximaba en
tiempo a su pleno cumplimiento, Y el suceder el sueño a Faraón dos veces,
significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a
hacerla. (v. 32)
Aconsejando qué hacer, José también reveló a Faraón cuáles eran los pasos a
seguir de allí en adelante para hacer frente a la catástrofe venidera. (v. 33-36)
Al ser escuchado por el monarca, este lo consideró como el hombre ideal para
su tiempo y para enfrentar la gran crisis que se aproximaba sobre la tierra,
crisis para la cual, Dios había estado preparando a un hombre para esa
instancia, José. Así, José se convierte en el hombre más poderoso de Egipto,
después de Faraón, para liderar a toda la nación y cumplir los propósitos del
Dios del cielo. (v. 37-46)
15. 15
De esta manera, Dios le concedió estos sueños a Faraón, pero el rey no sabía
qué significaban, hasta ese momento, sólo Dios. Sin embargo, para cuando
José entra en acción, el señor allí le reveló el significado de los sueños y recién
Faraón supo de qué se trataba todo ese enigma.
Pero ¿Qué hubiera pasado si José cambia la interpretación y el significado de
estos sueños entregados a Faraón, por evitar, lo que algunos consideran hoy,
como de alarmismo? ¿Qué hubiera sucedido en toda la tierra de Egipto, si José
minimiza los acontecimientos a algo secundario y sin importancia, todo para
que Faraón, su corte y el pueblo no se asusten? Si José hubiera falseado la
verdad y ocultado los acontecimientos que vendrían sobre la tierra de Egipto,
¿Cómo se hubieran preparado para enfrentar el fenómeno, si no sabían qué
vendría o acontecería? ¿Qué preparación hubieran hecho?
Así, para cuando hubiera llegado el momento que marcaba el fin del último año
de abundancia y a su vez, marcaba el comienzo de los siete años de grave
sequía ¿Cuántos hubieran muerto de hambre en Egipto y sus huesos hubieran
blanqueado en el desierto, todo porque alguien, el que sabia y conocía la
verdad de lo que vendría no lo dijo tal como era y de la forma como Dios se lo
había revelado? ¿Cuán grande hubiera sido la desesperación de todo un pueblo
y sus líderes, al ver que no sabían para qué se estaban preparando pues no
conocían la naturaleza de la catástrofe, pensando que era un evento de menor
importancia, entendiendo que quién sí sabía y conocía de qué se trataba,
nunca lo dijo?
Por otro lado, si José no hubiera revelado la verdad de lo que acontecería
sobre toda la tierra de entonces, ¿Cómo hubiera afectado esto a su familia, su
padre y hermanos en la distancia, en tierra de Canaán? ¿Hubieran muerto de
hambre? Y en un sentido mucho más amplio ¿Cuántos, hombres, mujeres,
niños, ancianos y animales, en toda la tierra conocida en aquel tiempo,
hubieran sido afectados de manera terrible y con consecuencias mortales, si
José quien conocía la verdad de lo que vendría sobre la tierra no lo hubiera
dicho al Faraón?
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Si Dios mandó un mensaje de amonestación a todo un pueblo como lo fue
Egipto, que a través de su monarca, el Faraón, se preparan para lo que
acontecería, José tenía por lo tanto, el deber ético y moral, primero ante Dios,
quien le había entregado el significado de los sueños de Faraón y luego ante el
mismo Faraón y su corte, la gran responsabilidad de dar a conocer aquella
verdad tal como procedía de Dios.
De esta manera, José cumplió con su misión y respondió de la forma como
Dios esperaba que lo hiciera, estando a la altura de su llamamiento y de la
verdad presente para su tiempo, así, José fue el hombre de su época y
preparado a través de la más dura aflicción, para esa época, circunstancias y
acontecimientos que demandaban la presencia de un hombre de Dios, de
integridad y de valor como para anunciar ante la autoridad y en presencia de
los hombres sabios de la corte más poderosa y no importando las
consecuencias, lo que acontecería sobre toda la tierra de entonces, así como
guiar y preparar a toda una nación para hacer frente a la más grande crisis
que se aproximaba en aquel tiempo.
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MOISÉS Y EL MENSAJE A FARAÓN
El éxodo, figura como uno de los acontecimientos más extraordinarios y
milagrosos registrados en toda la Biblia y que pone en plena evidencia el poder
liberador de Dios, solamente comparable a los milagrosos acontecimientos
finales revelados en el libro del Apocalipsis.
Según lo había revelado Dios a Abraham (Gén. 15: 12-14) siglos antes que
esto ocurriera, tras cuatrocientos años de dura esclavitud y servidumbre en
tierra de Egipto, el tiempo del fin de aquel largo periodo, anunciado y
profetizado, llegaba de esta manera a su fin. De esta forma, también llegaba
el tiempo profético en que los grandes hombres que Dios había designado para
la realización de sus planes, aparecieran sobre el escenario mundial.
El éxodo, junto con Moisés a la cabeza, contiene y encierra un poderoso
mensaje hasta nuestros días del poder de la verdad presente. Al igual que
muchos otros, Moisés, fue elegido, preparado y llamado por Dios para ser el
gran libertador de quienes se convertirían en el pueblo escogido de Dios,
Israel.
Preparado por medio de circunstancias difíciles y tras un largo tiempo de vida
en el desierto junto a su esposa y su suegro Jetro, Moisés olvidó y aprendió a
su vez, todo lo necesario para convertirse en el hombre de su tiempo.
Teniendo cerca de ochenta años, Moisés el gran libertador, fue llamado por
Dios desde el monte Horeb, allí y tras una serie de evidencias milagrosas
como la zarza que ardía sin consumirse, la vara convertida en serpiente, la
mano leprosa y sanada al mismo tiempo, le revelaron a este siervo de Dios
que el tiempo profético para la liberación de su pueblo había llegado.
No queriendo aceptar el llamado divino y presentado para ello escusas, quizás
desde el punto de vista humano válidas, fue obligado por Dios a la misión que
se le tenía reservada, junto a su hermano Aarón, Dios le proporcionaría la
ayuda necesaria para suplir sus falencias que eran presentadas como escusas
en ese momento.
18. 18
Regresando a tierra de Egipto en donde había nacido y se había criado, Moisés,
se presentó por orden divina ante el Faraón y toda su corte con un mensaje
impopular para ese tiempo y sobre todo, para aquél gran imperio, que dejara ir
a Israel, sin embargo, la respuesta del monarca no se hizo esperar, Y Faraón
respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no
conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. (Ex. 5: 2)
Frente a la persistente negativa del monarca y a pesar del gran despliegue
milagroso de Moisés ante su presencia, (Ex. 7: 8-13) milagros que también
fueron imitados por los magos y hechiceros de Egipto, Moisés por orden de
Dios, no dudó en revelar al Faraón cuáles serían los acontecimientos y
consecuencias que vendrían sobre toda la tierra de Egipto de seguir en la
dureza de su corazón.
Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este
pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para
hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu
pueblo. Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón;
porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su
tierra. Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. (Ex. 5: 22-23; 6:
1-2)
Solamente con la mano fuerte, Faraón dejaría ir a Israel, es decir, vendrían
sobre toda la tierra de Egipto diez terribles plagas enviadas por el poder
milagroso de Dios, acontecimientos nunca antes vistos hasta ese momento
sobre la tierra. Estas diez plagas divinas pondrían finalmente de rodillas a todo
Egipto junto con el Faraón y su corte.
De esta misma forma, ¿Qué hubiera pasado si Moisés no cumple con su misión
al momento de estar ante Faraón? ¿Qué hubiera sucedido si Moisés no le dice
al cruel monarca egipcio que dejara ir a Israel? ¿Es que acaso podría ofenderse
el Faraón, la autoridad de toda la tierra de aquel tiempo, si se le daba un
mensaje como ese?
19. 19
Y por otro lado, ¿Qué hay de la severa advertencia que con sólo la mano dura
Faraón dejaría ir a Israel? ¿Acaso Moisés no se lo dijo y le advirtió lo que
ocurriría? Moisés no ocultó nada al Faraón de lo que Dios le había revelado y
de lo que él haría en toda la tierra de Egipto.
Finalmente, las diez plagas devastaron a todo el país, dejándolo en ruinas y
sumido en el caos y el temor, frete a un Dios Todopoderoso que hacía pleno
despliegue de su poder divino en la liberación de su pueblo.
Moisés cumplió con su misión, cumplió con aquello que Dios le había
encomendado, el mensaje a Faraón fue lo suficientemente claro al respecto, se
le advirtió sobre los juicios divinos, ahora, que él no hubiera hecho caso, es
otra cosa muy distinta, el punto es que, fue advertido de lo que acontecería.
ELÍAS Y EL MENSAJE PARA SU ÉPOCA
Siglos más tarde, y en medio de una de las más grandes apostasías en las
cuales cayera el pueblo de Israel, Elías, fue llamado por Dios para ser el
hombre de su época. Estando toda la nación, comenzando por sus líderes
religiosos y políticos, sumida en la idolatría y siguiendo los pasos de las
naciones paganas, Elías se levanta como único profeta de Dios predicando un
mensaje impopular para sus días.
De esta manera, el gobierno político, el sacerdocio, la adoración a Baal, la
prostitución idolátrica sobre los lugares altos y debajo de todo árbol frondoso,
los sacrificios humanos, especialmente de niños ofrecidos por sus propios
padres como ofrendas a Baal, el ministerio de cuatrocientos cincuenta pseudo
profetas consagrados a la deidad pagana del sol, el ministerio de una mujer
sacerdotisa que fomentaba y patrocinaba el culto a Baal, Jezabel, se convertían
en el escenario político y religioso, al cual Elías habría de hacer frente.
Estando solo y en medio de toda una nación separada de Dios, Elías, es
enviado por el Dios del cielo para hacer frente a la apostasía más depravada en
la cual había caído Israel.
20. 20
Bajo el reinado del rey Acab y el sacerdocio de Jezabel, Elías comienza con su
ministerio profético, el primer mensaje que se registra en la Biblia fue dirigido
hacia el rey Acab en persona, la amonestación del profeta le advertía al rey,
que una severa sequía se aproximaba sobre todo Israel, y que por
consiguiente, la lluvia se produciría sólo a su orden.
Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive
Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en
estos años, sino por mi palabra. (1 R. 17: 1)
Esta advertencia entregada a la autoridad política de ese tiempo, Acab, fue
para el rey, un mensaje devastador, enfrentar una sequía por mucho tiempo,
trae consigo serias consecuencias, la usencia de agua, y con ello, la escases de
alimentos producidos por la tierra, ponen así, en grave peligro la existencia de
cualquier persona.
De esta manera, estando todo Israel en apostasía y en plena adoración del
dios Baal, dios de la fertilidad, del sexo y la producción agrícola de la tierra,
esta sequía venía a desafiar a ese dios y a quienes habían puesto su confianza
en él como gestor y sustentador de la vida.
Al igual que en Egipto, la idolatría pagana de esa nación fue desafiada por diez
plagas destinadas a cada una de las más importantes deidades, así también,
Dios desafiaba a la deidad pagana adorada en ese tiempo, Baal, por todos los
pueblos y aun por su pueblo escogido. Si ese dios era dios y tenía poder por
sobre los elementos, como la lluvia, para hacer germinar y producir alimentos
de la tierra, respondería y haría cesar la catástrofe climática.
Sin embargo, este mensaje poco popular para ese tiempo y que desafiaba la
autoridad y la cultura pagana, fue rechazado y el propio profeta fue acusado
por el mismo rey de ser él, el que perturbaba a todo Israel, es decir, Elías era
el culpable de lo que estaba aconteciendo sobre la tierra, hambre y sequía.
Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él
respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los
mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales. (1 R. 18: 17)
21. 21
Acaso, ¿Ser acusado de perturbar a todo Israel, una nación, no es de por sí
una acusación grave? Entonces ¿Por qué predicar un mensaje como ese,
despertar y levantar la oposición de todo el pueblo y de la autoridad política de
la nación? ¿Acaso fue poco inteligente Elías al hacer esto? ¿Acaso no era mejor
dejar las cosas como estaban? ¿Por qué ir contra la corriente desafiando la
cultura religiosa que se había adoptado? ¿Acaso Israel no se había abierto y
entrado en el camino de la tolerancia hacia otras expresiones de culto y
adoración que bien podrían ser consideradas como una alternativa válida?
¿Fue el profeta Elías un alarmista irresponsable, despertando el miedo y el
pánico al decir que durante tres años no llovería en la tierra? ¿Por qué predicar
esos mensajes cuando muy bien se puede hablar de otra cosa? ¿Acaso Elías se
auto llamó e inventó su ministerio profético a semejanza de los profetas de
Baal? ¿Ese mensaje, Elías lo inventó en la soledad y el calor del desierto tras
caer en un desequilibrio mental? Sinceramente y según las evidencias
textuales de lo que estaba ocurriendo en esos momentos con el pueblo de Dios
¿Estaba todo bien? ¿Era ético y moral lo que estaba aconteciendo con Israel, el
pueblo escogido de Dios?
Seguidamente y al tiempo después, Elías enfrentó derechamente y apuntó al
mismo corazón de la idolatría, desafiando al rey Acab, a Jezabel, al mismo Baal
y sus profetas y a todo el pueblo junto, a comparecer ante Dios mismo sobre el
monte Carmelo y ante su altar que estaba arruinado, a dar cuentas y a hacer
uso de sus supuestas facultades divinas.
Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los
cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera,
que comen de la mesa de Jezabel. Entonces Acab convocó a todos los hijos de
Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Y acercándose Elías a todo
el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?
Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió
palabra.
22. 22
Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de
los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. Dénsenos, pues,
dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña,
pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre
leña, y ningún fuego pondré debajo. Invocad luego vosotros el nombre de
vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere
por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien
dicho. (1R. 18: 19-24)
En una expresión de falsa fe que duró toda la mañana, entre gritos, bailes
rituales, mortificación del cuerpo a modo de ofrenda y penitencia, entre el
ruido de la música religiosa, los profetas de Baal invocaron la presencia y
poder de su deidad, la única respuesta conseguida así, fue el silencio de un
ídolo que tiene boca y no habla, tiene pies y no se hace presente. (1 R. 18: 20-
29) poniendo en evidencia la necedad e insensatez de un falso culto de
adoración, permitido y apoyado por las mismas autoridades religiosas del
pueblo escogido por Dios.
Seguidamente fue el turno del profeta Elías, en tan solo una oración que duró
no más de un minuto, el Dios del cielo respondió a la oración de su siervo, en
un despliegue de poder sobrenatural en presencia de todos los que estaban allí
congregados, del cielo descendía un poderoso fuego que consumió el
holocausto e incluso, lamió y secó el agua que rodeaba el altar de Jehová. (1R.
18: 30-38)
Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le
acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. Y tomando Elías
doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual
había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre, edificó con
las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor
del altar, en que cupieran dos medidas de grano.
23. 23
Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. Y
dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre
la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la
tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría
alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y
dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú
eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho
todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este
pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de
ellos.
Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras
y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo,
se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! (1R. 18: 30-39)
Así, a través del fuego, que fue la prueba y la señal en ese momento y tiempo
para identificar al verdadero Dios, todo Israel postrado de rodillas finalmente
reconocía que Jehová es el Dios.
De esta misma manera, sí el profeta Elías estaba equivocado en el mensaje
que él presentaba, por ser de un contenido fuerte, o lo que algunos hoy en día
y bajo la actual perspectiva, que ya se está manejando y solidificando al
interior del actual pueblo de Dios, lo considerarían como de un enfoque
desequilibrado y de una falta de respeto al enfrentar a la autoridad política y
religiosa de su época, así como de un predicador irresponsable en la
presentación de su mensaje, asustando a la gente y alarmando a todo el
pueblo al predicar que un gran desastre se aproximaba, una sequía de tres
años, entonces, si fuera así, ¿Por qué Dios contestó a su oración? ¿Por qué
Dios se manifestó desde el alto cielo y sobre la cumbre del monte Carmelo por
medio de un despliegue de poder que consumió el holocausto y secó hasta el
agua si Elías estaba equivocado en su enfoque y énfasis?
24. 24
Si el profeta Elías, era alguien desequilibrado y su mensaje tenía un enfoque
alarmista ¿Por qué todo el pueblo reconoció que Jehová es el Dios verdadero?
Entonces, ¿Por qué fueron decapitados los cuatrocientos cincuenta profetas de
Baal? ¿Por qué entonces, Elías se transforma en una figura y símbolo del
precursor de Cristo, Juan el Bautista, quien prepararía y despertaría las
conciencias ante la inminente llegada del Mesías, así como de todos aquellos,
que vivirán en los últimos días como parte de la iglesia remanente de quienes
predicarán la verdad y el mensaje final?
Elías, fue así, el hombre de su época y para su época, reconocido como profeta
entre muchos y como el varón de Dios entre algunos, hizo su aparición sobre el
escenario de aquel tiempo, siendo portador de un mensaje que estaba a la
altura de las circunstancias y eventos que se estaban desarrollando al interior
del pueblo de Dios.
Elías predicó la verdad presente cumpliendo así, la voluntad de Dios como
hombre de Dios, en su ministerio, Elías abrazó tanto el gozo como la
tribulación y la angustia extrema, experimentando el peligro, e incluso, de
llegar a perder su vida por las amenazas de muerte de quienes fueron oidores
de su mensaje y amonestación.
Elías no predicó ningún mensaje halagador, ni mucho menos hizo un llamado a
la calma y la tranquilidad, no porque fuera un alarmista o le gustara asustar a
la gente o de ser un irresponsable y cuyo enfoque de las cosas y su mensaje
estaba equivocado, no, no, porque simplemente o complicadamente, como
queramos verlo, el mensaje que él predicaba provenía de uno mucho mayor
que el mismo rey Acab, la autoridad política y de Jezabel, la autoridad
religiosa, sino porque las condiciones sociales, morales, civiles, políticas y
religiosas de su tiempo, estaban en una abierta y manifiesta apostasía en
contra del Dios del cielo.
25. 25
LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN Y EL MENSAJE DE JEREMÍAS
Seguidamente y en la medida que el tiempo transcurría, llamados por Dios,
nuevos hombres se levantaron en un tiempo determinado para ejercer un
ministerio sagrado, con peligro incluso de sus propias vidas, presentaron así al
pueblo de aquél tiempo, un mensaje que era la verdad presente.
Entre ellos, se puede divisar a lo lejos en el tiempo, pero de forma cercana a
nosotros, través de las páginas de las Escrituras, la figura del profeta Jeremías.
Escogido de entre los hijos de un modesto sacerdote, Hilcías y viviendo en
Anatot, tierra de Benjamín, Jeremías es escogido por Dios, aun antes que
naciera, para ejercer un ministerio profético en un tiempo complicado y en
medio de una efervescente, agresiva y profunda apostasía.
Jeremías, quien fue despreciado, rechazado su mensaje, azotado, encarcelado,
torturado en el cepo, cuestionado, puesto en entre dichos y que por otro lado,
se auto calificó como un hombre de contiendas para toda la tierra de aquel
tiempo, hoy, también su nombre es usado de manera burlesca e irónica por
muchos como un adjetivo calificativo para cuestionar y ridiculizar a todos los
que lloran desde un púlpito.
Al igual que Moisés, no aceptó de primera gana el llamamiento que Dios le
hacía, presentando escusas muy parecidas a las presentadas por el gran
libertador de Israel, Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar,
porque soy niño. (Jer. 1: 6) Sin embargo, Jeremías fue obligado y seducido por
Dios a aceptar el llamado divino.
Desde el mismo comienzo se le advirtió que su trabajo y obra no sería para
nada fácil y que su ministerio no le iba a recompensar en fama, sino todo lo
contrario, así, Dios no lo engañó en ningún momento haciéndole creer que su
ministerio sería fácil.
26. 26
Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú,
y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy
para librarte, dice Jehová. Porque he aquí que yo te he puesto en este día
como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce
contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes,
y el pueblo de la tierra. Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo
estoy contigo, dice Jehová, para librarte. (Jer. 1: 7-8, 18-19)
Pero ¿Por qué Jeremías llegó a ser tan cuestionado, insultado, ridiculizado aun
por su propia familia? ¿Por qué recibió un trato, físico y verbal, tan agresivo en
su época? Las respuestas a estas interrogantes se encuentran en dos
situaciones puntuales, el tipo o contenido del mensaje que él predicó y
segundo, el mensaje que él anunciaba, estaba en estrecha relación con las
condiciones que se vivían en todo orden de cosas al interior del pueblo de
Israel, es decir, predicó una verdad presente.
En cuanto a esto último, ¿Qué era lo que se vivía al interior del pueblo de Dios
en esos días? ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Al igual que tiempo atrás,
como en los días de Elías, en Israel se vivía nuevamente una profunda
apostasía cuyo índice de maldad y rebelión contra Dios había alcanzado tales
dimensiones, que toda la nación, comenzando por sus propios líderes políticos
y religiosos, se encontraban involucrados y la cual, traería serias y
devastadoras consecuencias.
Toda la nación había abandonado el culto a Dios, el altar de Jehová se
encontraba, una vez más, arruinado, la adoración a Baal y Semiramis, la reina
del cielo, conocida también en Israel como Asera o Astarté, eran las
divinidades de origen pagano que recibían la adoración de todo el pueblo, de
cada hombre y mujer, familia y autoridad.
Este culto, tenía la cualidad que se realizaba sobre la cumbre de todo monte o
lugar alto, allí y sobre los altares, los sacerdotes invocaban la presencia de los
demonios y ofrecían a Baal sacrificios humanos, especialmente de niños que
eran entregados por sus propios padres como ofrendas al dios pagano.
27. 27
Las familias, padres, madres y niños, ofrecían tortas amasadas como ofrendas
a la imagen de una mujer con un niño en sus brazos, Semiramis, la cual era
conocida como la reina del cielo. Por acción y autorización de los mismos
sacerdotes, al interior del santuario o templo del Señor, se cometían los actos
más aberrantes que el mismo Señor los calificó como de abominaciones, la
adoración de la imagen del celo, es decir, la adoración de un ídolo al interior
del mismo santuario era cosa insoportable para Dios.
Por otro lado, y en medio de todo este estado de cosas, la presencia de falsos
pastores y profetas, hombres a los cuales Dios no los había llamado, trasmitían
mensajes de paz, prosperidad y seguridad, asimismo, la corrupción política,
sacerdotal, la injusticia, el crimen, la fornicación y adulterio, el chisme y la
murmuración y la traición, se contaban entre los actos que formaban parte de
la vida diaria al interior de aquella ciudad.
Ahora, seamos sinceros ¿Todo esto era ético y moral? ¿O la Biblia es una
alarmista y solamente está exagerando las cosas al presentar estas
condiciones de vida? ¿El Dios Todopoderoso, santo y de una gloria sublime y
aterradora, seguiría permitiendo por más tiempo un estado de cosas
semejantes? ¿Qué pensaba Dios con respecto a todas estas condiciones que se
vivían al interior de su pueblo?
Por consiguiente, Todo este estado de cosas traería serias consecuencias sobre
toda la nación, de manera que, se necesitaba con urgencia un mensaje de
advertencia, que revelara lo que estaba ocurriendo y que hiciera reflexionar a
toda esa gente sobre las condiciones de vida y en lo que podría llegar a pasar,
de persistir en aquella apostasía, acontecimientos que serían devastadores
donde la destrucción caería sobre hombres y animales.
28. 28
De esta forma, el profeta Jeremías surge y se levanta como el único profeta de
Dios, siendo portador de un mensaje que denunciaba toda esta forma de
iniquidad, pecados y apostasía, pero además, advertía al pueblo de las
terribles consecuencias que vendrían sobre la tierra, sobre todo Israel, si esto
continuaba, presentando por otro lado, la única salida a todo este estado de
cosas, volver al Señor.
El mensaje de Jeremías fue fuerte, encontrándose también a la altura de la
fuerte apostasía que se vivía, su mensaje, formaba parte de una verdad
presente para su época. Entre algunas de las advertencias que él presentó al
pueblo de lo que Dios traería sobre toda la nación y de continuar en aquellos
caminos, podemos leer las siguientes:
Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho Jehová, en que no se diga más,
Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados
en Tofet, por no haber lugar. Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para
comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las
espante. Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la
voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa; porque
la tierra será desolada. (Jer. 7: 32-34)
De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán
como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con hambre serán
consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las
bestias de la tierra. (Jer. 16: 4)
Dirás, pues: Oíd palabra de Jehová, oh reyes de Judá, y moradores de
Jerusalén. Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo
traigo mal sobre este lugar, tal que a todo el que lo oyere, le retiñan los oídos.
Por tanto, he aquí vienen días, dice Jehová, que este lugar no se llamará más
Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza. Y desvaneceré el
consejo de Judá y de Jerusalén en este lugar, y les haré caer a espada delante
de sus enemigos, y en las manos de los que buscan sus vidas; y daré sus
cuerpos para comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.
29. 29
Pondré a esta ciudad por espanto y burla; todo aquel que pasare por ella se
asombrará, y se burlará sobre toda su destrucción. Y les haré comer la carne
de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada uno comerá la carne de su amigo,
en el asedio y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que
buscan sus vidas. (Jer. 19: 3, 6-9)
Estas palabras de advertencia que Jeremías pronunciaba, no provenían de él
mismo, formaban parte del mensaje y palabras que Dios mismo había puesto
en su boca como parte de su llamado y ministerio, Y extendió Jehová su mano
y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu
boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para
arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para
plantar. Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande;
no temas delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos.
(Jer. 1: 9-10, 17)
Además, este mensaje no lo inventó el profeta y desde el punto de vista que
concierne a él, no deseaba predicar un mensaje como ese, a él, le desagradaba
ser portador de una amonestación que incluía una devastación sobre Israel,
nunca deseó ser predicador de acontecimientos catastróficos, mas estaba bajo
órdenes divinas y uno mayor que todas las autoridades políticas y religiosas de
la época, delineó muy bien la verdad presente para ese tiempo.
¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de contienda y hombre de
discordia para toda la tierra! Nunca he dado ni tomado en préstamo, y todos
me maldicen. (Jer. 15: 10)
He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡Que se cumpla
ahora! Mas yo no he ido en pos de ti para incitarte a su castigo, ni deseé día de
calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fue en tu presencia. No
me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo. (Jer. 17: 15-
17)
30. 30
Sin embargo, el pueblo no aceptó aquel mensaje, de amonestación y
advertencia, fue calificado como de alarmismo, desequilibrado y de
irresponsable por parte de las autoridades, tanto políticas como religiosas. Las
consecuencias para el profeta fueron de igual manera desafortunadas,
sumiéndolo, por algunos pasajes de su ministerio, en una profunda depresión y
angustia mental que lo llevaron incluso, al extremo de maldecir el día en que
nació y desear la muerte a semejanza de algunos hombres del pasado. (Jer.
20: 1-18, Job. 3)
Pero ¿Cuál era la intensión de Dios al mandar un mensaje como este?
Simplemente o complicadamente ¿Asustar a la gente? ¿Alarmarla? ¿Fue el
profeta Jeremías un irresponsable por predicar este tipo de eventos que
marcaría el fin de todo este orden de cosas que se estaban dando?
Es evidente que la intensión primera y última era de redención, para ser
librados y que escaparan de estos acontecimientos que vendrían, de persistir
en tales acciones y estilo de vida. ¿Podemos imaginar a Dios con una intensión
distinta a esta? Por lo tanto, Dios fue claro al respecto y así se lo hizo saber a
toda la nación a través del profeta.
Sin embargo, muchos y comenzando por las mismas autoridades políticas y
religiosas, pidieron enérgicamente a Jeremías y bajo expresas amenazas de
torturas y muerte, que desistiera de predicar y anunciar tales acontecimientos
que vendrían, que dejara a un lado la predicación de mal augurio porque
asustaba a la gente.
El sacerdote Pasur hijo de Imer, que presidía como príncipe en la casa de
Jehová, oyó a Jeremías que profetizaba estas palabras. Y azotó Pasur al
profeta Jeremías, y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de
Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová. (Jer. 20: 1)
31. 31
Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas
palabras en la casa de Jehová. Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo
que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y
los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto
morirás. ¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa
será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y todo el
pueblo se juntó contra Jeremías en la casa de Jehová. Y los príncipes de Judá
oyeron estas cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se
sentaron en la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová. Entonces
hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo,
diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó
contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos. (Jer. 26: 7-
11)
Por el contrario, los líderes políticos y religiosos de la nación, deseaban
escuchar solamente y entregar a todo el pueblo un mensaje de esperanza, fe,
entusiasmo, un mensaje de paz y amor, palabras dulces y tranquilizadoras y
no lo que predicaba este hombre y además, era irresponsable en sus
declaraciones.
Para ello, los mismos pastores y falsos profetas, le predicaban y anunciaban a
todo el pueblo tiempos mejores, les predicaban y anunciaban mensajes
tranquilizadores donde las escenas de la destrucción de Jerusalén y de lo que
vendría sobre Israel eran reemplazadas por mensajes con un llamado a la
calma y la tranquilidad, así, mensajes efímeros y falaces que Dios nunca había
enviado, reemplazaban a la verdad presente y era dejada de lado para no
asustar al pueblo y no provocar según ellos, el disgusto de Dios.
¿Es esto así? ¿El pueblo y sus líderes deseaban escuchar este tipo de
mensajes? ¿Deseaban escuchar realmente predicaciones que invitaran a la
tranquilidad y vivir reposados para el futuro? ¿Los pastores y profetas de ese
tiempo dejaron a un lado la verdad presente? Dios mismo fue testigo de esto,
y la Biblia así lo declara, dando testimonio que esto realmente así ocurrió.
32. 32
Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me
conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron
en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. (Jer. 2: 8)
Porque resueltamente se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de
Judá, dice Jehová. Negaron a Jehová, y dijeron: El no es, y no vendrá mal
sobre nosotros, ni veremos espada ni hambre; antes los profetas serán como
viento, porque no hay en ellos palabra; así se hará a ellos. Cosa espantosa y
fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes
dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis
cuando llegue el fin? (Jer.5: 11-13, 30-31)
¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son
incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es
cosa vergonzosa, no la aman. Por tanto, estoy lleno de la ira de Jehová, estoy
cansado de contenerme; la derramaré sobre los niños en la calle, y sobre la
reunión de los jóvenes igualmente; porque será preso tanto el marido como la
mujer, tanto el viejo como el muy anciano. Y sus casas serán traspasadas a
otros, sus heredades y también sus mujeres; porque extenderé mi mano sobre
los moradores de la tierra, dice Jehová.
Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la
avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores. Y
curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.
Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas
antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para
vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos. Puse también sobre vosotros
atalayas, que dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No
escucharemos. (Jer. 6: 10-14, 16-17)
He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan. Andad
ahora a mi lugar en Silo, donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo
que le hice por la maldad de mi pueblo Israel.
33. 33
Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová,
y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no
respondisteis; haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre,
en la que vosotros confiáis, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros
padres, como hice a Silo.
Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y
vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para
que os vaya bien. Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en
sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron
hacia atrás y no hacia adelante, desde el día que vuestros padres salieron de la
tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos,
enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni
inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que
sus padres. Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán;
los llamarás, y no te responderán. Les dirás, por tanto: Esta es la nación
que no escuchó la voz de Jehová su Dios, ni admitió corrección; pereció
la verdad, y de la boca de ellos fue cortada. (Jer. 7: 8, 12-14, 24-28)
¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros?
Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los
escribas. Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados;
he aquí que aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría tienen? Por
tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten;
porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia;
desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. Y curaron la herida de
la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. (Jer. 8: 8-
11)
34. 34
Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron
reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora
de su maldad, y castigará sus pecados. Me dijo Jehová: No ruegues por este
pueblo para bien. Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan
holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con
hambre y con pestilencia.
Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis
espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz
verdadera. Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi
nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación,
vanidad y engaño de su corazón os profetizan.
Por tanto, así ha dicho Jehová sobre los profetas que profetizan en mi nombre,
los cuales yo no envié, y que dicen: Ni espada ni hambre habrá en esta tierra;
con espada y con hambre serán consumidos esos profetas. Y el pueblo a quien
profetizan será echado en las calles de Jerusalén por hambre y por espada, y
no habrá quien los entierre a ellos, a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas; y
sobre ellos derramaré su maldad. Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis
ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es
quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa. Si salgo al
campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de
hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la
tierra, y no entendieron. (Jer. 14: 10-18)
Y dijeron: Venid y maquinemos contra Jeremías; porque la ley no faltará al
sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Venid e hirámoslo de
lengua, y no atendamos a ninguna de sus palabras. (Jer. 18: 18)
A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis
huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino,
delante de Jehová, y delante de sus santas palabras. Porque tanto el profeta
como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová.
35. 35
Por tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados,
y caerán en él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice
Jehová. En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre
de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel. Y en los profetas de Jerusalén
he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían
las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me
fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.
Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He
aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de
los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas
que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su
propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me
irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación
de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros.
Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién
estuvo atento a su palabra, y la oyó? He aquí que la tempestad de Jehová
saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de
los malos. No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta
que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo
entenderéis cumplidamente.
No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos
profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír
mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la
maldad de sus obras. (Jer. 23: 9, 11-22)
Así, el pueblo de Israel de aquel tiempo, a través de mensajes aduladores,
palabras dulces, de paz y seguridad, al aceptar y creer en la palabra de los
falsos pastores y profetas, despreció y desechó la predicación de la verdad
presente contenida a través del mensaje y en las palabras del profeta
Jeremías.
36. 36
El clímax de este rechazo y que finalmente sentenció a Israel al largo
cautiverio babilónico, quedó en plena evidencia cuando la misma autoridad
política en la persona del rey Joacim, en presencia de los príncipes y
sacerdotes, al tomar un cortaplumas, destruyó y quemó el libro que Jeremías,
por orden divina, había escrito a través de Baruc, su escriba, despreciando así,
el mensaje que Dios había enviado a toda la nación… la verdad presente para
ese tiempo.
Aconteció en el cuarto año de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, que vino esta
palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: Toma un rollo de libro, y escribe en él
todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra
todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de
Josías hasta hoy. Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso
hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su
maldad y su pecado. Y llamó Jeremías a Baruc hijo de Nerías, y escribió Baruc
de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le
había hablado.
Después mandó Jeremías a Baruc, diciendo: A mí se me ha prohibido entrar en
la casa de Jehová. Entra tú, pues, y lee de este rollo que escribiste de mi boca,
las palabras de Jehová a los oídos del pueblo, en la casa de Jehová, el día del
ayuno; y las leerás también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus
ciudades. Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se
vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha
expresado Jehová contra este pueblo. (Jer. 36: 1-5)
Y le dijeron: Siéntate ahora, y léelo a nosotros. Y se lo leyó Baruc. Cuando
oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado a su compañero,
y dijeron a Baruc: Sin duda contaremos al rey todas estas palabras.
Preguntaron luego a Baruc, diciendo: Cuéntanos ahora cómo escribiste de boca
de Jeremías todas estas palabras.
37. 37
Y Baruc les dijo: El me dictaba de su boca todas estas palabras, y yo escribía
con tinta en el libro. Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el
rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el
brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero
había. Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos
que oyeron todas estas palabras.
Y entraron a donde estaba el rey, al atrio, habiendo depositado el rollo en el
aposento de Elisama secretario; y contaron a oídos del rey todas estas
palabras. Y envió el rey a Jehudí a que tomase el rollo, el cual lo tomó del
aposento de Elisama secretario, y leyó en él Jehudí a oídos del rey, y a oídos
de todos los príncipes que junto al rey estaban. Y el rey estaba en la casa de
invierno en el mes noveno, y había un brasero ardiendo delante de él.
Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el rey con un
cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta
que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había. Y no
tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron
todas estas palabras. (Jer. 36: 15-18, 20-24)
De esta manera, mientras los pastores, sacerdotes y profetas le predicaban a
todo el pueblo una verdad que no habían recibido, traduciéndola en mensajes
de paz y de seguridad, comenzando por el mismo rey y las autoridades
religiosas, todo el pueblo de Dios despreció la verdad presente contenida en el
libro del profeta Jeremías.
Jeremías, predicó una verdad inapropiada para muchos, alarmista para otro
tanto, desequilibrada e irresponsable para otros y que debía de ser castigado,
torturado y morir, sin embargo, ¿De qué sirvieron esas declaraciones cuando
los eventos, que les eran anunciados para su bien, se desataron finalmente
sobre toda la nación? ¿En donde están ahora sus líderes, pastores y profetas
permisivos, de dulces palabras, al momento cuando, niños, jóvenes y ancianos
clamaban por pan al hacer frente a los crueles rigores del hambre?
38. 38
¡Qué sus líderes, quienes les ofrecían y predicaban de paz y seguridad, vean
ahora a los niños, a los de pecho, los recién nacidos, agonizando y pegada su
lengua al paladar por falta de agua! ¡Qué sus líderes, quienes les predicaban
de prosperidad y seguridad y acusaban al profeta Jeremías de alarmista e
irresponsable en sus declaraciones, vean ahora a su pueblo pagando elevados
precios a los que vendían tortas hechas de estiércol de paloma para satisfacer
su hambre! ¡Qué sus predicadores, vean ahora a las mujeres delicadas,
aquellas de fino y elegante vestir y que su pie nunca tocó el suelo,
abrazándose a los que olían y vendían estiércol para calmar el dolor del
hambre.
¿En dónde quedaron esos líderes permisivos y sus mensajes halagadores,
cuando las mujeres, las propias madres, afligidas por el dolor desesperante del
hambre, se comieron, cociendo a sus propios hijos? (Lm. 4: 10)
Todo esto, pudo evitarse si los líderes políticos y religiosos hubieran aceptado
la verdad presente para sus días, sino hubieran rechazado aquel mensaje de
amonestación y creído en lo que vendría sobre la nación por la advertencia que
el profeta les entregaba de parte de Dios.
¿Qué responsabilidad hubiera tenido Jeremías frente a todo lo que sucedió, si
él no predicaba ese mensaje que se le entregó? ¡Ahora sí y con plena autoridad
podemos decir! ¿Cuán grande hubiera sido su irresponsabilidad como
mensajero de Dios, de no haber advertido a su pueblo lo que vendría sobre
ellos, de persistir en los caminos que estaban siguiendo? ¿Qué hubiera pasado
con el profeta ante la presencia de Dios, si él predicaba un mensaje como el
que predicaban los falsos pastores y profetas?
En vista de toda la apostasía que se vivía a nivel nacional, político y religioso
¿Jeremías minimizó su mensaje porque muchos se podían asustar? ¿Ocultó el
mensaje de la verdad presente todo para contemporizar y ser famoso ante la
opinión de los demás? Y después de todo, ¿De qué sirvió la opinión de los
demás, de toda la mayoría, rey, sacerdotes, profetas y el pueblo frente a la
catástrofe que aconteció?
39. 39
EL MENSAJE DEL SEGUNDO ELÍAS FRENTE A LA PRIMERA VENIDA DE
CRISTO
Al comenzar los tiempos del Nuevo testamento, era inminente el cumplimiento
de las muchas profecías que fueron dadas en el pasado. La llegada del Mesías,
en el perfecto y exacto cumplimiento de las profecías de tiempo del libro de
Daniel, hacía necesaria la predicación urgente de la verdad presente para ese
tiempo.
Para ello, se necesitaba el hombre de la época y para esa época, Juan el
Bautista. Calificado por Cristo mismo, como uno de los más grandes profetas y
hombre que haya nacido sobre esta tierra, (Mat. 11: 7-13) mientras que la
profecía, por su parte, lo llamaba el segundo Elías, (v. 14) Juan se levanta
como el precursor del Mesías, cuya venida y aparición eran inminentes.
Las circunstancias sociales, políticas y religiosas de aquella época, exigían que
un mensaje diferente a lo escuchado alguna vez hasta allí, se proclamara con
todo poder para despertar las conciencias y hacer reflexionar a la gente de ese
entonces, que el tiempo en que estaban viviendo era de naturaleza profética,
revelado y anunciado por todos los profetas y Escrituras del Antiguo
Testamento y de manera señalada, por el libro de Daniel.
En medio de las discordias y las luchas, se oyó una voz procedente del
desierto, una voz sorprendente y austera, aunque llena de esperanza:
"Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado." Con un poder nuevo y
extraño, conmovía a la gente. Los profetas habían predicho la venida de Cristo
como un acontecimiento del futuro lejano; pero he aquí que se oía un anuncio
de que se acercaba. El aspecto singular de Juan hacía recordar a sus oyentes
los antiguos videntes. En sus modales e indumentaria, se asemejaba al profeta
Elías. Con el espíritu y poder de Elías, denunciaba la corrupción nacional y
reprendía los pecados prevalecientes. Sus palabras eran claras, directas y
convincentes.
40. 40
Muchos creían que era uno de los profetas que había resucitado de los
muertos. Toda la nación se conmovió. Muchedumbres acudieron al desierto.
Juan proclamaba la venida del Mesías, e invitaba al pueblo a arrepentirse.
Como símbolo de la purificación del pecado, bautizaba en las aguas del Jordán.
Así, mediante una lección objetiva muy significativa, declaraba que todos los
que querían formar parte del pueblo elegido de Dios estaban contaminados por
el pecado y que sin la purificación del corazón y de la vida, no podrían tener
parte en el reino del Mesías. (DTG. Cap. 10 La voz que clamaba en el desierto.
Pág. 79, 80)
Hasta ese momento, nunca nadie se había levantado antes con un mensaje tan
distinto y que anunciara de manera inminente y para esos días la llegada del
Mesías, muchos lo esperaban para siglos de distancia en el tiempo como lo
fueron los que vieron en los tiempos del Antiguo Testamento, y de igual forma,
todos los que vivieron en ese entonces tampoco lo esperaban tan pronto, pero
ahora, esto era distinto, una voz proclamaba que estaba muy cerca.
Llamando la atención de muchos y despertando la curiosidad de otros, su
apariencia se asemejaba a la de los antiguos profetas, desde que su voz se
comenzó a oír en el desierto de Judea, su mensaje no tardó en llegar hasta el
mismo recinto del sanedrín judío. Así, su mensaje obligó a hacer salir a su
encuentro a las autoridades religiosas de la época, quienes buscaron
respuestas sobre su autoridad para predicar, y saber así, cuál era su mensaje.
Entre preguntas y respuestas (Jn. 1: 19-22) Juan expone a las claras, ante
aquellas autoridades del sanedrín, el mensaje para ese tiempo, Dijo: Yo soy la
voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como
dijo el profeta Isaías. Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le
preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni
Elías, ni el profeta? Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas
en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el
que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de
desatar la correa del calzado. (Jn. 1: 23-28)
41. 41
De esta manera, su mensaje para ese entonces y momento era que el Mesías
estaba próximo a venir, es más, tan cerca era su aparición, que ya estaba
entre ellos, la llegada del Mesías, el Cristo, fue anunciada por Juan en ese
tiempo, por aquel que preparaba su camino.
Ese mensaje, debía de hacer a muchos reflexionar en el camino del Señor, su
mensaje era de tal envergadura y naturaleza, así como de impopular, que a
través de la figura de montes que son aplanados, valles que son rellenados,
donde lo torcido es enderezado y lo áspero allanado (Is. 3: 3-5) nos habla que
las profecías sobre este evento en particular, hacían un llamado a una gran
reforma espiritual para esa época, ante la inminente llegada del Mesías.
A los mismos miembros del sanedrín, la autoridad religiosa de ese tiempo, les
amonestó diciendo: Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos
venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a
huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no
penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre;
porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas
piedras.
Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo
árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Yo a la verdad os
bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado
yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu
Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su
trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. (Mat.
3: 7-12)
Esto revelaba que todo el sistema religioso y hasta el mismo sacerdocio
estaban corrompidos, por otra parte, a toda aquella gente que le escuchaba,
Juan les hacía un solemne llamado al arrepentimiento y reformar los caminos.
(Mar. 1: 5-8)
42. 42
En el tiempo de Juan el Bautista, la codicia de las riquezas, y el amor al lujo y
a la ostentación, se habían difundido extensamente. Los placeres sensuales,
banquetes y borracheras estaban ocasionando enfermedades físicas y
degeneración, embotando las percepciones espirituales y disminuyendo la
sensibilidad al pecado. Juan debía destacarse como reformador. Por su vida
abstemia y su ropaje sencillo, debía reprobar los excesos de su tiempo. Tal fue
el motivo de las indicaciones dadas a los padres de Juan, una lección de
temperancia dada por un ángel del trono celestial. (DTG. Cap. 10 La voz que
clamaba en el desierto. Pág. 75)
Como profeta, Juan había de "convertir los corazones de los padres a los hijos,
y los rebeldes a la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo
apercibido." Al preparar el camino para la primera venida de Cristo,
representaba a aquellos que han de preparar un pueblo para la segunda venida
de nuestro Señor. (DTG. Cap. 10 La voz que clamaba en el desierto. Pág. 76)
Por otro lado, el valor que tuvo Juan de enfrentar al mismo rey Herodes y
denunciar a viva voz su pecado al tener como conviviente a la esposa de su
hermano, el cual aun estaba vivo, revelan que toda la sociedad de aquél
tiempo, tanto política como religiosa, estaba corrompida y degrada. (Luc. 3:
19-20; Mat. 14: 1-5)
Para aquél tiempo, la promesa del libertador, la primera venida de Cristo, se
había diluido a través de los siglos, los sistemas de sacrificio y el sacerdocio
demandaban con urgencia la llegada del Mesías, sin embargo, nadie lo
esperaba, es más, nadie pensó jamás que su venida estuviera tan cerca,
cuando nació, la indiferencia fue notoria y nadie sabía que un evento profético
y de extraordinaria grandeza estaba por acontecer, salvo unos pocos, los
magos que vinieron del Oriente y los humildes pastores en las colinas de
Belén, mientras que los líderes religiosos de la época desconocían los tiempos
proféticos en que vivían.
43. 43
Ahora, se acercaba el cumplimiento de las profecías de tiempo que revelaban
la llegada del Mesías, el Cristo, el ungido, de manera que su bautismo, para
luego dar inicio a su ministerio público, era inminente. La profecía de las 62
semanas del libro de Daniel y que terminaban de cumplirse en la primavera del
año 27 de nuestra era, las cuales a su vez, formaban parte de las 70 semanas
pertenecientes al pueblo de Israel, (Dan. 9: 24-25) eran parte de la verdad
presente para ese tiempo y el ministerio precursor de Juan el Bautista giraba
en torno a estos acontecimientos de naturaleza profética.
De esta manera, la misma aparición de Juan el Bautista sobre el escenario
mundial de aquella época y el contenido de su mensaje eran de naturaleza
profética y de profecías que estaban a punto de cumplirse en su tiempo,
¿Cuáles? La aparición en público y a vista de todo el pueblo, del Mesías y su
bautismo. Así, la verdad presente para ese entonces, se basaba en las
profecías del libro de Daniel, de esta forma, el segundo Elías (Juan el Bautista)
guardaba estrecha relación con eventos proféticos en el contexto de la primera
venida de Cristo a la tierra.
Juan se levantó como predicador y mensajero en el tiempo profético preciso e
indicado por la profecía, su ministerio lo ejerció dentro del periodo de las 62
semanas proféticas del libro de Daniel y comenzando poco tiempo antes que
éstas terminaran, y eventualmente, previo al primer advenimiento de Cristo.
Así, Juan el Bautista predicó un mensaje para su tiempo y época en que le tocó
vivir con forma a las profecías que eran para sus días. Su mensaje no
consistió en predicar fábulas, mistos o leyendas, ni mucho menos, mensajes
que solamente adulaban al pueblo, endulzando así su lengua, no, Juan y su
mensaje procedían de Dios para amonestar al pueblo de entonces, que un
evento de gran envergadura estaba por acontecer sobre la tierra… la primera
venida de Cristo.
44. 44
EL MINISTERIO DE CRISTO Y LA VERDAD PRESENTE EN EL CONTEXTO
DE LA PROFECÍA DE LAS 70 SEMANAS
De esta forma, la llegada del Mesías prometido y su ministerio público,
obedecían a un programa divino, donde las profecías revelaban el tiempo de
esa aparición y la naturaleza de su obra. Para cuando Juan el Bautista ejerció
su ministerio precursor, preparando así el camino para la llegada del Mesías, lo
hizo tiempo antes que se cumplieran las 62 semanas proféticas del libro de
Daniel. Ese tiempo terminaba el año 27 dc. Y según la profecía, sería el año en
que Jesús, el Mesías, sería ungido, es decir, sería bautizado.
Así, al concluir las 62 semanas, marcaría el fin del ministerio de Juan el
Bautista y daría inicio a la última semana de tiempo profético perteneciente a
las 70 semanas destinadas a los judíos y dentro de la cual, Cristo ejercería su
ministerio público. De esta manera, para cuando Jesús se bautiza y comienza
con su ministerio público, él mismo declara como parte de su predicación que
el tiempo se había cumplido, Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a
Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha
cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el
evangelio. (Mar. 1: 14-15)
Pero, ¿A qué tiempo se está refiriendo Jesús? ¿Qué tiempo es ese que se ha
cumplido? Resulta evidente que Jesús se está refiriendo al tiempo cuando
debía de comenzar su ministerio público, al tiempo en que tras su bautismo, el
Mesías se mostraría a todo el pueblo de Israel. Ese tiempo, estaba revelado en
las profecías de tiempo registradas por el profeta Daniel en relación a la
llegada del Mesías al término de las 62 semanas proféticas, dando inicio así, a
la última semana del periodo destinado a los judíos. (Dan. 9: 24-27)
De esta forma, para cuando Jesús fue bautizado y una vez que regresó del
desierto poniendo fin a su ayuno, Jesús entró en la sinagoga de Nazaret y en
ella, aquel día sábado, a través de la lectura del profeta Isaías, declaró a todos
los que estaban allí reunidos que él era el Mesías prometido, afirmando esto
con base en las Escrituras y que la profecía se cumplía delante de ellos.
45. 45
Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la
sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro
del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba
escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en
libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el
libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban
fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura
delante de vosotros. (Luc. 4: 16-21)
Mientras que Daniel revelaba el tiempo de la aparición del Mesías y el
comienzo de su ministerio público, por otro lado, el profeta Isaías revelaba la
naturaleza de su ministerio y obra entre las personas, de allí, que ese sábado
en la sinagoga, hiciera esta afirmación que la Escritura o profecía se había
cumplido.
Aquél ministerio, tendría una duración de tres años y medio, lo que
correspondía en tiempo profético, a la mitad de la última semana destinada a
los judíos, es decir, tres tiempos y medio desde la primavera del año 27 al 31
dc. (Dan. 9: 27)
Así, las 70 semanas estaban destinadas exclusivamente al pueblo de Israel, las
cuales habían comenzado una vez terminado el cautiverio Babilónico, a partir
del año 457 ac. Las cuales se extenderían hasta el año 34 dc. Cubriendo un
periodo de tiempo de 490 años. De manera que, todo acontecimiento que se
desarrollara dentro de ese espacio de tiempo guardaba relación únicamente
con el pueblo de Israel. (v. 24)
De esta manera, el ministerio de Cristo se desarrolla solamente en la última
semana, cubriendo los tres primeros años y medio de ese tiempo profético. En
consecuencia, al mandar a sus discípulos a predicar el evangelio, les da
órdenes que solamente lo hagan a la casa de Israel y no a los gentiles, pues su
tiempo, el de los gentiles, aun no había llegado.
46. 46
A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de
gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes
a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El
reino de los cielos se ha acercado. (Mat. 10: 5-7)
De igual manera, otro incidente que pone de manifiesto que su obra estaba
dirigida solamente al pueblo judío, según lo especificaba la profecía, es el caso
de la mujer cananea, la cual pedía al Señor un milagro de sanidad para su hija
que era atormentada gravemente por un demonio. (Mat. 15: 21-28)
Así, tras dar voces y bajo la manifiesta inquietud de sus discípulos, El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa
de Israel. (v. 24) y luego le declara a la misma mujer, No está bien tomar
el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. (v. 26) dando a entender, que su
obra se realizaba solamente al pueblo de Israel y en cumplimiento con las
profecías. Sin embargo, eso no quitaba el hecho que Jesús fuera riguroso en
eso, solamente él daba a entender el tiempo profético que estaban viviendo.
De la misma manera, cuando Pedro le preguntó cuantas veces perdonaría a su
hermano que pecare contra él, ¿Solamente siete veces? (Mat. 18: 15-22) el
Señor le respondió, No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces
siete. (v. 22) setenta veces siete son 490 veces, y ese es precisamente el
tiempo de gracia que el Señor le dio una vez más al pueblo de Israel, que
traducido de veces a años serían 490 años, el cual, es el mismo tiempo en que
se traducen las 70 semanas. (490 años)
De manera que, el ministerio de Cristo, se enfocaba y estaba determinado sólo
al pueblo de Israel, según la profecía de Daniel y dentro de un tiempo
determinado, lo cual, nos lleva a entender que también había un determinado
mensaje como parte de ese ministerio y tiempo profético, una verdad
presente.
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El mensaje que Cristo presentó al pueblo de Israel y que enseñó luego a sus
discípulos enviándolos a predicar, se basaba en el libro de Daniel, “el tiempo se
ha cumplido, Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea
predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido,
y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. (Mar.
1: 14-15)
Aunque los discípulos creyeron y aceptaron a Jesús, sin embargo, nunca
comprendieron la naturaleza de su obra, para ellos, Jesús era simplemente un
gran hombre, un gran profeta, maestro y predicador, pero en ningún momento
le reconocieron como el Mesías.
Sin embargo, abrigaban las esperanzas que en última instancia, él podría ser el
gran libertador de Israel, pero no llegaron a comprender que su ministerio
consistía en ser primero, el Cordero de Dios y no el rey que sometería a sus
enemigos. Tras caer y ser influenciados por los errores teológicos de la época
sobre quién sería el Mesías y su obra de liberación del poder romano, los
discípulos pusieron sus esperanzas en lo terrenal y no lo celestial.
Esto quedaba en evidencia cuando las disensiones y discusiones sobre quién
sería el mayor en el nuevo reino de Cristo, se manifestaban entre ellos, a tal
punto, que en cierta oportunidad, una madre le pidió que sus dos hijos se
sentaran a su lado, uno a la derecha y el otro a su izquierda. (Mat. 20: 20-28)
Aunque teniendo un falso concepto y no comprendiendo la obra de Jesús, aun
así, cumplieron la predicación y obra que Jesús les encomendaba, sin saber lo
que realmente estaban haciendo. A través de todo su ministerio y en
reiteradas ocasiones, Jesús les reveló que el Mesías, el Cristo, padecería y
sería muerto y que al tercer día resucitaría, sin embargo, no comprendían de
qué les hablaba. (Mat. 20: 17-19)
Los mismos maestros de Israel, escribas, sacerdotes y fariseos, tampoco
comprendían la obra del Mesías y al igual que los discípulos, desconocían los
tiempos proféticos en que vivían. (Mat. 16: 1-4)
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Así, ya al terminar su ministerio público, en las instancias cuando estaba
siendo crucificado, el Señor oro diciendo, Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen. (Luc. 23: 34) y evidentemente, todo el pueblo de Israel
no sabía lo que hacía. Ahora, sí los discípulos comprendían los tiempos y las
profecías sobre el Mesías, su obra y ministerio, entonces, ¿Por qué lo
abandonaron en esos momentos difíciles? ¿Por qué Pedro lo negó y Judas lo
traicionó? ¿Y por qué todo Israel lo rechazó?
Una vez resucitado y en camino a la aldea de Emaús, Jesús escuchó a dos de
ellos conversar, su diálogo y tema eran los últimos acontecimientos que habían
ocurrido en Jerusalén ese día, sin embargo, aquella conversación reveló que el
concepto que manejaban los discípulos de Jesús, de su persona y obra, era
completamente terrenales.
Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue
varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el
pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros
gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros
esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de
todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. (Luc. 24: 19-21)
Seguidamente, fue en presencia de todos reunidos en el aposento alto, que
Jesús les enseñó, por medio de todas las Escrituras, que su persona y obra
eran el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, recién allí,
llegaron a tener un concepto claro de las Escrituras, de lo que había ocurrido y
de qué se trataba su obra y ministerio, pero no antes. (Luc. 24: 25-27, 36-49)
De igual manera, el no comprender ciertas partes de la verdad, ya sea por un
motivo u otro, les ocurrió también a varios en el pasado, los mismos profetas
intentaron comprender las Escrituras que hablaban sobre la muerte y obra del
Mesías, (1ª P. 1: 10-12) aunque se les reveló que aquellos acontecimientos no
era para sus días.