El documento discute los desafíos de la calidad del papel recuperado, notando una evidente degradación y que una tonelada de materias impropias genera cuatro toneladas de rechazos. Argumenta que las exigencias de calidad seguirán aumentando y que recuperadores y fabricantes se necesitan mutuamente para transformar el papel recuperado en un producto estandarizado que mantenga una calidad del siglo XXI a través de sistemas como ERPIS y EoW para mejorar la trazabilidad.