1. IMAGEN EN LA PREHISTORIA
COMUNIDADES PALEOLÍTICAS
Carácter mágico religioso de las pinturas prehistóricas cuya función
era atraer la caza. Inicio del pensamiento simbólico.
El artista desarrollaría el papel de chamán de la horda/tribu/clan
(homo religiosus).
La imagen es funcional. Estética no intencional.
Este carácter mágico-religioso ha estado asociado al arte hasta los inicios
de la modernidad ya que el poder religioso ha desempeñado un papel
importante en la creación artística a lo largo de la historia. Además, ha
sido un elemento común en todas las civilizaciones.
Arte y hominización
La prehistoria es la etapa más larga de la historia de la humanidad. Cerca
de millón y medio de años le costó al hombre llevar a cabo el proceso
evolutivo anatómico que le otorgó su aspecto actual. Hace un millón de
años empezaron a fabricarse en la zona oriental del continente africano, y
poco después en Eurasia, los primeros útiles de piedra. Los autores de
estas industrias fueron el Homo habilis, el Homo erectus y los presapiens,
que se habían desarrollado en África Oriental, Asia y Europa. Las primeras
manifestaciones artísticas fueron realizadas, no obstante, muchísimos
milenios más tarde, ya que el origen del arte se remonta a unos 30.000
años a.C. Sin embargo, no habría sido posible ni la fabricación de útiles ni
la creación artística, si el proceso evolutivo del hombre no hubiese
comportado la liberación de las manos.
Venus de Willendorf (Museo de Historia Natural, Viena, Austria)
2. Este fue, en efecto, uno de los hechos más
sobresalientes del proceso de hominización,
ya que con la adopción de la posición erecta
las manos adquirieron otro tipo de
prioridades aparte de las prensiles. El
hombre podía pues fabricar objetos y,
también, pintar, grabar y realizar toscas,
pero significativas, esculturas. Puede, pues,
decirse que la evolución del hombre se
materializó, tanto en la transformación de
sus útiles como en las manifestaciones
artísticas. Por eso, progresivamente, y a
medida que la inteligencia se fue
desarrollando, las manos fueron logrando
también mayor precisión en la ejecución de
los actos. Tuvo así lugar, poco a poco, una
evolución tecnológica, de modo que los
útiles fabricados fueron cada vez más complejos, adecuándose con mayor
precisión a las finalidades a las que estaban destinados.
Los ritos funerarios aparecieron durante el Paleolítico medio. El hombre
de Neanderthal fue el primero que enterró a sus muertos en auténticas
sepulturas, aunque éstas eran todavía extremadamente sencillas y
carecían de ajuar funerario. Las sepulturas se realizaban, con preferencia,
en fosas y los individuos se enterraban en posición fetal, posiblemente
para garantizar el retorno al seno de la madre Tierra.
El arte nació hace unos 30.000 años, en la fase final del Paleolítico. Su
autor fue el hombre de Cromagnon, un individuo parecido al hombre
actual, que enterraba a sus muertos junto a ofrendas rituales. Es obvio
que creía en la vida después de la muerte. El desarrollo de la producción
artística forma parte, por lo tanto, del conjunto de las manifestaciones
espirituales y metafísicas, como por ejemplo el ya mencionado culto a los
muertos, que distingue, sin lugar a dudas, al hombre de los animales.
Pero, ¿por qué el hombre empezó en el Paleolítico a producir lo que
nosotros en la actualidad denominamos arte?
Venus de Willendorf (Museo de Historia Natural, Viena, Austria)
3. El descubrimiento del arte
prehistórico es bastante
reciente, se remonta al siglo XIX,
coincidiendo con el nacimiento
de la Prehistoria como ciencia.
Al enfrentarse en la actualidad al
arte paleolítico se puede sentir
una mayor o menor admiración
por él, pero se acepta su
antigüedad y autenticidad. Sin
embargo, no siempre ha sido así.
El primer hallazgo de arte
parietal, acaecido en 1879, la
cueva de Altamira (Cantabria,
España), no sólo fue puesto en
tela de juicio, sino que a su
descubridor se le tachó de
falsario. Algunos de los objetos de arte mueble se consideraron
falsificaciones o realizaciones contemporáneas.
La representación de animales durante el Paleolítico
Los animales fueron los modelos favoritos de estos artistas, pero también
aparecen signos y, en menor medida, representaciones humanas. No hay
paisaje de fondo y, aunque las agrupaciones de animales pueden parecer
caprichosas, en realidad éstas responden a una composición estudiada y
preestablecida, tal como lo confirman los estudios de los prehistoriadores
de prestigio internacional.
Aislados o en grupo, estáticos o en movimiento, pastando o huyendo,
sanos o heridos, los animales son muy abundantes tanto en el arte mueble
como en el parietal. Bisontes, caballos, ciervos y jabalíes son los más
frecuentes; algo menos los renos, elefantes, rinocerontes y osos, y muy
poco los peces, reptiles y aves. Los sistemas de representación son
variados y van de la simple silueta inacabada, con el dibujo de la cabeza y
el lomo únicamente, hasta las «figuras cerradas» con el interior policromo.
La gran expresividad en las posturas y gestos revela el dominio de la línea.
Probablemente, no todas las representaciones responden a la necesidad
de buscar alimento. Sin duda, la opción de pintar a uno u otro animal
debió corresponder a una necesidad simbólica más amplia y compleja.
4. El antecedente del actual caballo es la figura más representada. Se han
hallado restos óseos de estos animales en importantes yacimientos
arqueológicos y hay representaciones de caballos en casi todas las cuevas.
El bisonte sigue al caballo en cuanto al número de representaciones.
Destacan los famosos ejemplares de bisontes de la cueva de Altamira
(Cantabria, España).
A través del chamán se debía mantener la armonía que garantizaba la
pervivencia del grupo. Las ceremonias también tenían relación con la
caza.
Cabeza de caballo relinchante hallada en Mas d'Azil (Francia)
5. Uno de los rasgos que se reiteran en las representaciones paleolíticas es el
uso de la transparencia. Así, es posible observar el interior de los cuerpos
de los animales, como si no hubiese densidad corpórea. No hay una
explicación clara para la interpretación de esta práctica, pero debe
relacionarse, posiblemente, con la magia del cazador. Se pintan pues los
órganos vitales para que el cazador tenga acceso a ellos. Es, simplemente,
una forma de garantizar el dominio sobre el animal. En la cueva de El
Pindal (Asturias, España) hay un mamut silueteado con un corazón pintado
en el interior. En la cueva de Niaux (Pirineo francés) hay un bisonte
silueteado en negro, que presenta las mismas características. El animal
tiene dibujadas varias flechas en el interior del cuerpo que indican los
lugares en los que ha sido herido.
Figuras superpuestas
Las cuevas donde se encuentran las pinturas no eran los espacios
destinados a la vida cotidiana del hombre. Las representaciones se hallan
a menudo en lugares inaccesibles que cumplían la función de santuarios.
Son, por lo general, las zonas más oscuras y recónditas de las cuevas. En la
cueva de Font-de-Gaume (Dordoña, Francia) se hallan figuras de animales
incisas y pintadas que pertenecen a épocas diversas, desde el
Auriñaciense hasta el Magdaleniense. Muy cerca de este abrigo, en la
6. cueva de La Mouthe, numerosas superposiciones de figuras, líneas y
raspados, forman una compleja maraña que dificulta la visión nítida de las
figuras. En la cueva de Trois-Frères (Ariège, Pirineo francés) la imbricación
de bisontes, renos, felinos, caballos y figuras antropomorfas delata la
impronta dejada por sucesivos pintores. Las numerosas figuras
superpuestas que se encuentran en Lascaux, en Montignac (Dordoña,
Francia), son fácilmente reconocibles por el contraste de tamaño que hay
entre ellas. Así, entre los enormes bóvidos destaca un rebaño de ciervos
de la etapa auriñacoperigordiense.
El Homo sapiens y el arte rupestre
En el Paleolítico superior hacia el 30.000 a.C. el Homo sapiens sapiens,
antecedente directo del hombre actual, irrumpió en la Prehistoria,
alcanzando pronto una serie de grandes logros técnicos, así como
artísticos (arte rupestre y mobiliario) y espirituales (ritos funerarios). El
arte prehistórico -difícil, sin lugar a dudas, de comprender y valorar
adecuadamente- pone además de manifiesto el dominio de una compleja
habilidad artística y también de un extraordinario y desarrollado sentido
estético. De ahí el que se pusiese en tela de juicio el primer hallazgo de
arte rupestre y de que se tratase a su descubridor de falsario.
Obviamente, costaba de admitir a fines del siglo XIX que el hombre
prehistórico fuese el autor de obras artísticas de tal calidad. El Paleolítico
superior se subdivide en tres grandes períodos: auriñacoperigordiense,
solutrense y magdaleniense.
También en este momento hace su aparición el uso del color, utilizado
para marcar manos, así como puntos gruesos que se estampan sobre las
rocas con la ayuda de tampones.
Detalle de la sala principal de la cueva de Lascaux, Francia, donde se
observa un grupo de ciervos.
7. Pintura rupestre de un caballo en la cueva de Montignac (Francia)
Detalle de una pintura rupestre de la cueva de Lascaux (Francia)
8. La cueva de Altamira o el esplendor del arte magdaleniense
La cueva de Altamira (Cantabria, España) agrupa la consecución de todos
estos logros, hecho que la convierte en el cenit del arte paleolítico. En el
techo de la sala mayor, recubierto de arcilla, emergen los bisontes
policromos alternando con manchas planas rojas, de formas irregulares. El
cromatismo se ha ampliado a ocres, rojos, pardos, amarillos y negros, que
modulan las figuras limitadas por un contorno negro. La posición de los
animales es variada, unos parecen estar recostados en actitud de reposo,
otros parecen mugir o estar a punto de embestir. Es asombroso el
aprovechamiento de las fisuras naturales de las paredes rocosas para
remarcar zonas volumétricas de las figuras, aplicando apenas las manchas
de color que permiten reconocerlas. Tal es el caso de los bisontes
recostados con el cuerpo perfectamente circunscrito a los salientes del
techo.
El arte del Paleolítico al Neolítico
Las manifestaciones artísticas del Paleolítico, que tanta calidad habían
conseguido, no tuvieron continuación en el Epipaleolítico y el Mesolítico.
En el Epipaleolítico europeo el arte resultó muy pobre y escaso. Se limitó a
objetos de arte mobiliario (Aziliense, Maglemosiense), con la excepción de
la zona mediterránea española, donde se desarrolló el segundo ciclo de
9. arte parietal: el arte levantino. Así mismo, fueron también importantes las
pinturas del norte de África.
Los cambios climáticos que tuvieron lugar hace, aproximadamente, unos
10.000 años comportaron la modificación de las formas de vida conocidas
hasta entonces. El retroceso de los glaciares y la estabilización de un clima
mucho más benigno, influyó en la fauna y en la flora, así como en el
comportamiento del hombre, que transformó sus hábitos y costumbres.
Con el cambio climático desaparecieron algunas especies animales como
el mamut, el reno o el bisonte, siendo habitual, a partir de entonces, la
caza de jabalíes y ciervos. Sin embargo, el hecho más importante de este
momento fue la progresiva adopción de la agricultura que comportó, a su
vez, grandes cambios, tales como la sedentarización del hombre y la
construcción de los primeros poblados.
Con la sedentarización y el urbanismo incipiente se desarrollaron nuevas
técnicas como la producción de la cerámica y el tejido. Ambas tendrían
una importancia decisiva para el ulterior desarrollo del arte. El hombre fue
adoptando paulatinamente los recientes logros técnicos. No hubo pues
una ruptura drástica con las formas de vida paleolíticas ni con sus últimas
manifestaciones artísticas.
A las etapas epipaleolíticas y mesolíticas siguió el período denominado
Neolítico, que significa época de la piedra nueva o pulimentada. Tiene sus
orígenes en Asia Menor, a partir del 8000-7000 a.C., en la extensión que
abarca desde Irán a Turquía. La difusión hacia otras áreas de Europa tuvo
lugar a lo largo de varios milenios. Ello significa que cuando el Neolítico
fue definitivamente adoptado en todo el ámbito europeo, en Próximo
Oriente y en el denominado Creciente Fértil (valle del Éufrates y del Tigris)
ya se había entrado en la fase protohistórica e histórica (mediados del IV
milenio a.C.), con el descubrimiento de la escritura. De ahí que deba
considerarse el Neolítico una etapa histórica muy larga, en la que no se
pueden establecer paralelismos cronológicos sino culturales, que hacen
referencia a la adopción de un modo de vida y técnicas similares.
Cambios de orientación en el arte
Hacia el final del Magdaleniense se intensifica la necesidad de captar la
apariencia cambiante de las cosas a través de la representación del
movimiento en las figuras y de la simplificación extrema de los trazos. En
el arte parietal la continuidad de esta tradición se desarrolla en culturas
asentadas en la zona oriental de la península Ibérica y en el norte de
África. El arte peninsular -Mesolítico- se extiende desde el norte, Lleida,
hasta el sur, Almería, y se fusiona posteriormente con la cultura neolítica.
10. Los grupos viven próximos al mar, lo que permite el intercambio con otras
culturas lejanas del Norte de Europa y Asia Occidental. Se aprecia un
verdadero cambio de intención en la imagen. Así, a la magia simbólica,
propia del Paleolítico, se le suma ahora la necesidad de expresar lo que se
vive cotidianamente. El arte sale de las cuevas, las representaciones ya no
se encuentran ocultas en los lugares más recónditos de las cavernas sino
situadas en las zonas externas de los abrigos rocosos o bien al aire libre,
en barrancos y acantilados.
Hasta entonces la figura humana no era habitual plasmarla en las
representaciones pictóricas. Tampoco existía la narración. En este
momento el hombre comienza a dominar el medio en el que vive y se
siente protagonista. El motivo principal de las representaciones es el
hombre social, inmerso en un marco de relaciones de caza, de guerra o de
actividades agrícolas. No interesa pues tanto el hombre como individuo
sino su pertenencia al grupo, es decir, la plasmación de las figuras dentro
de un conjunto.
Con la domesticación los animales perderán su posición de majestad; el
hombre se erige, entonces, centro y señor de la creación.
En las representaciones la figura animal suele estar sometida al hombre
en las escenas de caza. Sin embargo, se mantiene el contraste formal
entre la figura animal, naturalista y por lo tanto fiel a la realidad, y la
humana, sometida a una extrema estilización geométrica.
Las particularidades del arte levantino durante el Neolítico
Un variadísimo repertorio de figuras (de animales y humanas), objetos,
actitudes y escenas animan unas manifestaciones artísticas que resaltan
por su dinamismo en las representaciones. Considerado inicialmente,
cuando se descubrieron los primeros covachos pintados a principios del
siglo XX, como una provincia mediterránea del arte cantábrico, sus
diferencias con éste eran lo suficientemente acusadas como para dudar
del parentesco directo entre ambos. No es sólo una temática distinta, en
la que la figura humana adquiere un protagonismo que nunca tuvo en el
Paleolítico, sino también una manera totalmente distinta de representar
escenas o actitudes.
Se utiliza, además, otra técnica, a base de tintas planas, que no dan relieve
a la figura. El grabado está prácticamente ausente y las pinturas son
monocromas. En las figuras más simples se combinan líneas verticales
para el tronco con líneas oblicuas para los brazos y piernas. En otras
ocasiones, el tronco se reduce a un triángulo o a una línea ondulada de los
que se eliminan las extremidades. Las combinaciones más diversas son
11. posibles en este arte que se lleva a cabo con una total libertad. Es, sin
duda, otro arte.
Un problema es su cronología. Aunque se puede afirmar que pertenece,
en parte, a las culturas de predadores, también es muy posible que
perdurara hasta el Neolítico avanzado. Los distintos investigadores no han
llegado a un acuerdo, salvo que debe situarse cronológicamente en época
posglaciar. Por si fuera poco, al revés de lo que sucede en el Paleolítico,
estas manifestaciones artísticas no se encuentran normalmente asociadas
a estratos arqueológicos. Las covachas y abrigos rocosos en que aparecen
carecen, por lo general, de relleno estratigráfico, con lo que su
adjudicación a un momento dado es muy difícil. Por otra parte, la ausencia
de arte mobiliario vinculado al parietal impide establecer relaciones. Hay
aún muchas cosas por dilucidar y aclarar respecto al arte levantino
español.
Las construcciones prehistóricas. Los monumentos megalíticos
Las construcciones megalíticas son los primeros restos arquitectónicos del
pasado que se conservan en Occidente. Se distribuyen por toda Europa,
desde mediados del V milenio a.C. para desarrollarse ampliamente en el III
milenio a.C., época de transición hacia la Edad del Bronce. Se trata de
construcciones monumentales que, en su forma más elemental (menhir),
consisten en piedras de gran tamaño clavadas en la tierra. Con la cultura
neolítica surge una nueva espiritualidad que modifica la visión que el
hombre tiene de su propio universo. Las creencias del hombre agricultor
tienen que ver con los elementos naturales: lluvia, sol, viento, tierra, de
los que depende para garantizar su subsistencia.
La difusión del megalitismo
Estas nuevas convicciones se materializan en la construcción de megalitos,
un modo de expresar las primeras manifestaciones religiosas y plasmar la
idea del renacimiento eterno. Los menhires actúan como mediadores
entre el hombre y las fuerzas poderosas del cosmos. Son elementos
simbólicos permanentes, que el hombre erige con una voluntad expresa
de eternidad. La mayoría de menhires aislados que se conservan tienen
una altura considerable que oscila entre tres y seis metros. También hay
conjuntos de menhires alineados paralelamente como el conjunto de
Carnac, en Francia, lo que denota un plan general bien diseñado. Quizás
estos menhires conducían hacia un lugar de culto.
12. Uno de los primeros santuarios en suelo europeo es la construcción
megalítica de la localidad de Stonehenge (Reino Unido), del II milenio a.C.
Se trata de un conjunto colosal de perímetro circular con estructuras
adinteladas que dibujan una planta de herradura con un altar en el centro.
La orientación de este conjunto coincide con el punto de salida del Sol en
el solsticio de verano, que inunda con sus rayos el altar. La relación
simbólica con el astro podría hacer referencia a la idea de renacimiento,
gracias al calor del Sol, astro que genera vida. Las estructuras pétreas
están organizadas con una distribución ordenada, siguiendo normas de
regularidad y simetría
En este momento aparecen nuevas creencias en relación con la muerte y
se organizan rituales funerarios que requieren la construcción de
verdaderas tumbas llamadas dólmenes. Se trata en realidad de sepulturas
colectivas, compuestas por dos monolitos pétreos verticales, que
sustentan una losa horizontal, y cubiertos de tierra.
En el sur de la península Ibérica se encuentran numerosos sepulcros de
este tipo, que permiten conocer su evolución y también su tipología. Entre
ellos, destaca el de la cueva de El Romeral, en Antequera (Málaga, España)
uno de los más monumentales que se conocen, con una cámara mortuoria
de 25 metros de profundidad. Estos espectaculares conjuntos de piedras
se regularizan y adoptan una estructura en la que el acceso a la cámara
sepulcral vendrá precedido por un corredor, por lo general estrecho, que
13. conduce a un espacio amplio, normalmente circular y cubierto por una
falsa bóveda, obtenida mediante el sistema de aproximación de hiladas,
como en la cueva de El Romeral. Estas construcciones anteceden en varios
milenios a los tholoi micénicos. La cultura megalítica se extendió también
por el oeste y norte europeo, dejando sepulcros gigantescos en Reino
Unido, Irlanda y Bretaña. Mientras tanto, la zona del Mediterráneo
Oriental, bañada por las aguas del mar Egeo, iniciaba una época de
esplendor gracias al desarrollo del comercio.
.
Figuras femeninas
Las representaciones femeninas relacionadas con la maternidad se
encuentran tanto en la zona del Próximo Oriente como en el ámbito
europeo. Del yacimiento de Çatal Hüyük (Anatolia, Turquía) proceden las
primeras figuras realizadas tanto en piedra como en arcilla.
Se trata de figuras femeninas desnudas que reproducen mujeres (en
ocasiones embarazadas) con senos y caderas prominentes. Otras
«esculturas» representan el momento del parto con la figura situada
sobre un solio flanqueado por figuras zoomorfas. Otra tipología
escultórica es la que representa la madre con el hijo en brazos. La madre
exhibe formas generosas en las zonas de nalgas y pechos y muestra una
cabeza muy esquemática con ojos incisos y minúsculos. Se ha hallado este
tipo de figuras en, el yacimiento de Hacilar (oeste de Turquía).
En Europa, la cultura de Gumelnitsa (Rumania) también desarrolla esta
tipología de rasgos bien definidos, pero más esquemáticos. En los
yacimientos más recientes (hacia el IV milenio) del sudeste europeo -
Serbia, Rumania, Tracia- se desarrolla un tipo de figuras con tendencia
hacia la esquematización geométrica. Entre las más representativas se
encuentran las procedentes de Rumania, en el yacimiento de Cernavoda
cuyas formas se han reducido a lo esencial (figuras cónicas y esféricas).
Son figuras sedentes con los brazos sosteniendo la cabeza o apoyados
sobre las rodillas. La cabeza descansa sobre un vigoroso cuello y el rostro
es una esfera con nariz cilíndrica.
Otro grupo de figuras proceden de Vinca (Serbia). En este caso las
representaciones escultóricas se simplifican en planos triangulares. Se
articulan la cabeza y los diferentes miembros del cuerpo y existen
perforaciones en diferentes puntos, que debían servir para incorporar
algún elemento. Los detalles están grabados, dibujando el contorno de
ojos con líneas, así como los dedos de las extremidades.