4. Somos simples administradores de los
bienes que Dios nos encomendó
Proclamamos lo absoluto de Dios.
Nos abrimos a la Gracia que viene de
lo alto.
Confiamos en el Padre providente.
Vivimos la libertad de los hijos de
Dios.
5. Rechazo lo mundano, lujoso y prescindible.
Uso las cosas en su relación con Dios.
No guardo por afán de poseer.
No elevo desordenadamente mi bienestar.
Vivo de mi trabajo.
Renuncio al afán de lucro y competencia
egoísta.
6. Practico la honestidad en las cuentas y
negocios.
Contribuyo con el diezmo al Bolsillo de
Dios.
Irradio entre mis hermanos el espíritu de
comunidad de bienes.
Comparto bienes materiales, culturales y
espirituales.
Contagio especial aprecio por los pobres.
Concreto con este voto el ideal social de la
Iglesia.
No lo tomo como “pose” para llamar la
atención o fustigar a otros.
7. Renunciar al derecho de propiedad.
Evitar el uso de cosas: computadoras,
viajes en avión, etc.
No ejercitar el comercio.
No poder comprarnos cosas, sin permiso.
Vivir de limosna.
Ahorrar para especular.
8. No aceptar remuneración por ministerios
espirituales.
Imitar a los pobres de nuestra sociedad.
Luchar contra la injusticia social.
Administrar para que nos alcance sin dejar
margen para la Providencia.