1. PRÁCTICA I
LENGUAJE NO
SEXISTA
TRABAJANDO SOBRE
LA REALIDAD
“Un buen paso hacia la
solución del “problema
de la visibilidad” sería
reconocer, simple y
llanamente, que, si se
aplicaran las directrices
propuestas en estas
guías en sus términos
más estrictos, no se
podría hablar”. (I.
Bosque, 2013)
I
Informe de la RAE sobre el sexismo
lingüístico:
http://www.rae.es/sites/default/files/S
exismo_linguistico_y_visibilidad_de_la_
mujer_0.pdf
2. ANALIZANDO EL LENGUAJE
SEXISTA
Con afirmaciones tan “contundentes”
y “fundamentadas” como éstas, el
académico de la Real Academia
Española, Ignacio Bosque, pretendía
con su informe, “Sexismo lingüístico
y visibilización de la mujer” (Bilrae,
marzo 2012), justificar y convencer
sobre la no utilización de las
medidas propuestas por nueve guías
de diversas instituciones oficiales del
estado, que potencian el uso no
sexista del lenguaje.
• “Aplicando el verbo visibilizar en el sentido que recibe
en estas guías, es cierto que esta frase no visibiliza a
la mujer, pero también lo es que las mujeres no se
sienten excluidas de ella.” (I. Bosque)
Es decir, que a pesar de que hay unanimidad en todas y
cada una de las organizaciones o plataformas feministas
de todo el estado, así como en la mayoría de
universidades donde, por cierto, también participan
profesoras y alumnas, es él, Ignacio Bosque, quien se
considera defensor de las voces femeninas no
representadas en ninguna, absolutamente ninguna, de
todas aquellas entidades. Curioso.
3. No obstante, nuestro académico admite el sexismo en
expresiones del tipo: “Los directivos acudirán a la cena
con sus mujeres” (UGT-7), considerando que “los
directivos pueden ser mujeres”. La pregunta que se nos
plantea es, ¿dónde están los argumentos lingüísticos en
un informe oficial de la Real Academia, garante de los
usos correctos del español? Veamos dos ejemplos:
“Hay acuerdo general entre los lingüistas en que el
uso no marcado (o uso genérico) del masculino para
designar los dos sexos está firmemente asentado en el
sistema gramatical del español, como lo está en el de
otras muchas lenguas románicas y no románicas, y
también en que no hay razón para censurarlo”.
4. • “Hace unas semanas pregunté a mis alumnas de sintaxis de la
Universidad Complutense si aceptaban la oración “Nadie
estaba contenta”. Ninguna contestó afirmativamente. Como
antes, una opción es pensar que la RAE debería darla por
buena, fomentar su uso y contribuir con ello a la visibilidad de
la mujer en el lenguaje. Otra opción, que algunos
consideramos preferible, sería entender que la irregularidad
de esta frase no está en la sociedad, sino en la sintaxis. Nos
parece natural, en efecto, “¿Quién estaba contenta?” porque
interpretamos un complemento partitivo tácito (¿Quién de
ellas?), mientras que rechazamos “Nadie estaba contenta”
porque este complemento se rechaza igualmente en ese caso
(es decir, no decimos “Nadie de ellas”).
¿A qué conclusiones
podemos llegar?
5. AHORA, REFLEXIONA Y RESPONDE:
¿Quiénes ocupaban puestos de poder
político y cultural? ¿No es posible que
exista una relación directa entre la
decisión de fijar según qué términos con
la posición que el hombre, referente del
genérico, ocupaba en la sociedad? ¿Para
qué iban a nombrar a mujeres que no
ocupaban un puesto en el imaginario
colectivo de aquellos primeros
gramáticos, por supuesto, hombres?
En el segundo caso, el gramático defiende
que el pronombre indefinido “nadie” no
puede concordar con un adjetivo femenino
que funcione como atributo, pero sí en
masculino:
· Nadie estaba contento =
Nadie de ellos estaba contento.
¿No es posible que nos parezca correcto
como consecuencia de que asumimos que
el masculino genérico es el representativo?