1. César Vallejo: una trayectoria comunista
Introducción
Podemos hallar un consenso cuando se trata de calificar a César Abraham Vallejo Mendoza
como el vate peruano más grande de todos los tiempos y una figura capital de la poesía
hispanoamericana del siglo XX. Su complejo mundo poético se distingue por un profundo
arraigo al ámbito familiar, además de las experiencias del dolor cotidiano y la muerte, la visión
del mundo como un lugar penitencial sin certeza de salvación, la solidaridad con los pobres y
desamparados del sistema capitalista y una fe revolucionaria, solo comprendida a fondo por los
marxistas.
Si encontramos en Vallejo influjos del modernismo, vanguardismo, indigenismo y poesía social,
todo ello va profundamente entrelazado por su condición de comunista.
La aproximación que hacemos a Vallejo pretende analizar el carácter marxista de su vida y
obra; aunque para ello se requiera de mayor número de páginas, una síntesis de etapas
precisas nos permitirá comprender que su arte y compromiso social jamás estuvieron
desligados.
Emoción social
Vallejo nació el 16 de marzo de 1892 en la provincia andina de Santiago de Chuco,
departamento de La Libertad; proviniendo de una familia con raíces españolas e indígenas,
desde niño conoció las dificultades económicas, pero también el calor del hogar- consideremos
que era el más pequeño de once hermanos- lejos del cual sentía una incurable orfandad.
Estudió filosofía y letras en la Universidad de Trujillo, ciudad donde recibió el estímulo de la
bohemia local formada por periodistas, escritores y políticos progresistas como Víctor Raúl Haya
de la Torre, José Eulogio Garrido, Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre, entre otros.
Siendo integrantes de "Norte", grupo literario dirigido por el pensador Antenor Orrego, publicó sus
primeros poemas antes de llegar a la ciudad de Lima, a fines de 1917. Durante los años 1913 a
1917 el diario trujillano La Industria, además de las publicaciones limeñas La
Reforma y Balnearios de Lima, publicaban varias poesías primerizas de Vallejo, muy
influenciadas por el modernismo literario de Rubén Darío, Amado Nervo, José Enrique Rodó,
Leopoldo Lugones y José Santos Chocano. La presencia de Vallejo en las aulas académicas
coincide cronológicamente con el inicio de la reforma Universitaria en Córdoba (Argentina), la
misma que se extenderá a toda América latina.
Años antes de la fundación del Partido Socialista, por José Carlos Mariátegui, las ideas progresistas en el
Perú eran representadas por el anarquismo, que en 1911 ya publicaban el diario La protesta; precisamente
es el pensador libertario Manuel González Prada la personalidad a quien Vallejo le dedicaría en 1918 el
poema Los Dados Eternos.(1)
Para Manuel González Prada, estaemoción bravía y selecta, una de lasque, con más entusiasmo,
me haaplaudido el gran maestro.
Ya en Lima apareció en 1919 su primer libro, Los heraldos negros, uno de los más representativos
ejemplos del postmodernismo, a la vez que integró el grupo “Colónida”, dirigido por Abraham
Valdelomar. Mientras tanto, Augusto B. Leguía encabezaba un golpe cívico y gobernará once años.
En 1920 llega a su Santiago de Chuco natal para acabar en la cárcel durante tres meses, tras ser acusado
de participar en protestas públicas. Esta experiencia tendrá una crítica y permanente influencia en su vida
y obra, reflejándose muy directamente en varios poemas de su libro, Trilce, iniciado en los talleres de la
propia cárcel y publicado posteriormente en 1922; ahí Vallejo se aparta de los modelos tradicionales que
hasta entonces había seguido, incorporando algunas novedades de la vanguardia y realizando una
angustiosa y desconcertante inmersión en los abismos de la condición humana que nunca antes habían
sido explorados.
2. La situación peruana tenía como acápite los conflictos sociales, y es que los trabajadores de la época
estaban agrupados en Sociedades de Auxilios Mutuos, carentes de un carácter sindical y de lucha por
mejores condiciones de trabajo, horarios adecuados y salarios que permitieran una vida mejor.
Posteriormente los estibadores del puerto del Callao realizaron una huelga que duró 20 días a ello se
junta el lanzamiento de la Federación Obrera Local de Lima, que agrupaba a gremios de panaderos,
textiles, gráficos, sastres, ferrocarrileros, zapateros, picapedreros, jornaleros, trabajadores marítimos y
otros. En 1919 se realizó en todo el país un paro general que desestabilizó la economía.
Finalmente el 15 de enero se reconoció la jornada de 8 horas.
Cabe recordar que hasta ese momento, la obra vallejiana contaba con una respetada carga
social que aún no se transformaba en comunismo ni mucho menos en la responsabilidad al
asumir una militancia política; es una especie de “edad de piedra”, si hacemos un paralelo con
el pensador José Carlos Mariátegui.
Podríamos generarnos algunas interrogantes como: “¿Qué se agolpaba en el alma de Vallejo cuando
estuvo silencioso en la borda, en el momento en que el "Oroya" se alejaba del puerto, y luego de la costa
del Perú, tras la neblina?”, como lo hizo el periodista Danilo Sánchez Lihón (2) al repasar la
trascendencia del crucero "Oroya", el mismo que llevó a Vallejo rumbo a Francia para encontrarse con el
comunismo.
Iniciación comunista: Mientras el país atravesaba un impulso de modernización capitalista bajo
el dominio económico norteamericano, Vallejo, ya residía en París desde 1923 y absorbía
todas las novedades literarias y las insertaba en su personal universo temático.
Desde finales del siglo XIX e inicios del XX el mundo occidental vivía la Belle Époque y Paris era
el centro del edén, la “ciudad luz” albergaba la opera, la opereta, bailes, exposiciones
universales, grandes almacenes y los placeres caros. En esos primeros años del 900 surge el
impresionismo, movimiento artístico espontáneo y opuesto al academicismo; posteriormente
aparece el movimiento cubista como reacción al impresionismo y un dadaísmo cuestionante del
marco conceptual del arte y la literatura antecesora a la Gran Guerra (1914- 1918). Los bardos
latinoamericanos leían a los poetas galos, estaban al tanto de la moda; escribían crónicas al
estilo parisiense y muchas ciudades eran remozadas para darle un aire francés. Era casi un
hecho que aquella atmósfera deslumbrara a Vallejo y a cualquier otro intelectual de la época.
Tras participar en junio de 1926 en la vanguardista revista francesa Favorables-Paris-Poema; el
comunismo le llegó por los canales surrealistas y al año siguiente escribía para la revista
limeña Mundial que consideraba al surrealismo y al comunismo como parte integrante de una
misma revolución; por lo pronto, muchos de los poetas surrealistas, incluyendo a André Bretón,
Paúl Elouard y Louis Aragón, se unieron al Partido Comunista Francés, y Vallejo no fue la
excepción.
En agosto de 1927 Vallejo leía en París L'Humanité, el órgano del Partido Comunista Francés
que sirvió como iniciativa a lecturas más extensas. Su inquietud social lo condujo a viajar por
Alemania,Inglaterra, Austria, Europa Oriental y la Unión Soviética, además de una Italia donde
el fascismo se instauraba de la mano de Benito Mussolini.
En 1930 publica su artículo Autopsia del superrealismo (3), apartándose de la corriente, aunque
no del comunismo, imprescindible para soltar las férreas ataduras que oprimían a los pueblos.
Vallejo estudia el comunismo con detenimiento, siguió el derrotero señalado por él, aunque sin
un interés meramente teórico sino vital y sin las ambigüedades de Bretón. “Voy sintiéndome
revolucionario y revolucionario por experiencia vivida más que por ideas aprendidas”, confesó en una
ocasión a Pablo Abril de Vivero. (4)
Entre 1929 y 1930 Vallejo termina de asimilar el marxismo y empieza por un estudio
comprensivo de la dialéctica materialista que implica una ontología y una teoría del
conocimiento, de ahí que el libro El arte y la revolución (5) se abra con el capítulo
titulado Función revolucionaria del pensamiento, en el cual, basándose en la IX Tesis
Filosófica de Marx, combate con el pensamiento idealista burgués en sus dos variantes
fundamentales: la metafísica y la empirocriticista; luego se interesa por la economía,
estructura fundamental de las formaciones sociales que determinan las formas de
3. conciencia. (6)
En el artículo de setiembre de 1929, El último discurso de Briand - referido a la intervención
del primer ministro francés AristideBriand dada ante la Liga de Naciones - Vallejo
sostiene: “Los problemas sociales no pueden ser resueltos sino por la ciencia, y la ciencia, en este
caso, se reduce puramente a la economía. Briand, en vez de hablar en nombre de la 'ética de las
naciones' y del `amor a la paz´, debía hablar en nombre de los hechos y conflictos económicos del
momento”. (7)
Luego de recordar con Marx que «la política es la economía concentrada», continúa: «El
reciente discurso de Briand –tan celebrado y difundido por la prensa mundial- es de una sola pieza y
en puridad de verdad, un auténtico capítulo de economía imperialista»; más adelante agrega: «La
Liga de las Naciones no es más que una Liga de los imperialismos, que trata de resolver los conflictos
financieros resultantes de la evolución histórica de la sociedad burguesa, repartiéndose la totalidad de
las riquezas y fuerzas productivas del mundo»; y concluye: “Mientras tanto, las contradicciones
económicas del capitalismo se agravan más y más y la futura guerra sigue preparándose”.
En Mundial en el oriente europeo, publicado en octubre de 1929 para la revista
peruana, Vallejo registra el siguiente método de observación para comprender la
realidad de un país: “Marx enseña que para conocer el carácter, desarrollo y destino ulterior de un
país, hay que guiarse por el estado y fisonomía de su técnica de producción. El viajero deberá dejar
para segundo término del juicio, el arte, la literatura, la religión y la filosofía que él trata de conocer.
En primer lugar y si quiere ir derecho en su encuesta y en sus observaciones, debe poner el ojo en las
fuerzas, medios e instrumentos de la producción económica”. (8)
Para el Ministerio del Interior francés la presencia de Vallejo era peligrosa por comprometer
la seguridad pública. Para el 2 de febrero de 1930 el gobierno de André Tardieu inicia su
persecución, debido a sus campañas opuestas al sistema capitalista mundial y a favor de la causa de
los trabajadores. En esas circunstancias la vida del poeta se tornaba cada día más dura y
complicada. Su miseria era tremenda, pero su espíritu revolucionario era su bandera de combate.
El 29 de diciembre de 1930 Vallejo y su compañera Georgette Philipart son expulsados de Francia
por sus múltiples actividades “subversivas”, José Carlos Mariátegui diría de la policía gala: “nos ha
privado de conocer con más profundidad y detalle la evolución del pensamiento marxista de
Vallejo” ya que ésta le incautó casi la totalidad de su biblioteca. De 1929 y en adelante, Vallejo se
familiarizaba con las obras de Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Lenin, León Trotsky,
Joseph Stalin, GuerorguiPlejanov, Anatoli Lunacharsky, NicoláiBujarin, Rosa Luxemburgo,
además de Friedrich Hegel, Charles Darwin y Sigmund Freud. Ya en febrero de 1932 le autorizan a
regresar a Francia.
Vallejo en la URSS: Si París era el cuartel casi obligado para la realización del “servicio
intelectual obligatorio”, la naciente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas era el destino
que todo revolucionario quería conocer. En 1917 la Revolución Rusa de Octubre ya había
señalado nuevos derroteros en la lucha por la emancipación de los trabajadores y la Tercera
Internacional Comunista de 1919 impulsaba la revolución mundial, según el modelo comunista
ruso y en una Europa que pretendía recuperarse de los estragos de la Gran Guerra.
Por entonces las condiciones de vida en la joven República de los soviets eran muy duras,
como consecuencia del establecimiento de un nuevo sistema económico y del cerco y boicot
permanente de los países imperialistas. Es a principios de 1928 que Vallejo empieza a dirigir la
mirada curiosa y esperanzada hacia la Rusia bolchevique. En una carta memorable del 18 de
abril de ese año, dirigida al diplomático y escritor Pablo Abril de Vivero, a propósito de la
situación de Latinoamérica, Vallejo escribe con un tono hasta el momento inusual: “Me parece
que hay la necesidad de una gran cólera y de un terrible impulso destructor de todo lo que existe en estos
lugares. Hay que destruir y destruirse a sí mismo. Eso no puede continuar; no debe continuar. Puesto
que no hay hombres dirigentes con quiénes contar, necesario es, por lo menos, unirse en un apretado haz
de gentes heridas e indignadas y reventar, haciendo trizas todo cuanto nos rodea o está a nuestro
alcance. Y, sobre todo: hay que destruirse a sí mismo y, después lo demás. Sin el sacrificio previo de uno
mismo, no hay salud posible”.
4. Era evidente que Vallejo dio un paso decisivo en la comprensión de la necesidad de la
violencia, superando la rebelión individual, abstracta y metafísica; sin embargo, por la carga de
utopismo, espontaneísmo y el deseo de autoinmolación (que presupone un cierto mesianismo),
su cólera se distancia de la acción revolucionaria que de manera organizada sigue un
movimiento continuo de destrucción-construcción.
El 19 de octubre de 1928 visitó Moscú por primera vez.“Debemos unirnos todos los que sufrimos de
la actual estafa capitalista, para echar abajo este estado de cosas. Voy sintiéndome revolucionario y
revolucionario por experiencia vivida, más que por ideas aprendidas”, le escribe el 27 de diciembre a
Pablo Abril y al día siguiente firma un documento de ruptura con la Alianza Popular
Revolucionaria Americana APRA “por la nueva orientación contrarrevolucionaria que le insuflan las
nuevas teorías de Haya de la Torre”. Casi de inmediato funda la Célula marxista-leninista peruana
en París cuyo responsable era EudocioRavines, posteriormente feroz renegado del
comunismo. Su adhesión al Partido Comunista del Perú fundado poco antes por José Carlos
Mariátegui ya era una realidad y con el estímulo adicional del crack de la Bolsa de valores de
New York, que desencadena la crisis económica mundial.
Los artículos escritos en febrero y octubre presentan la radicalización de su lenguaje en el
sentido clasista; cualquier tema le servirá para intercalar alguna reflexión o sentencia en torno a
la revolución bolchevique y el marxismo, prueba de ello es La pasión de Charles Chaplin, La
consagración de la primavera, Ciencias sociales, Sobre el proletariado literario, Falla y la música de
escena, Obreros intelectuales, Sociología de los dinamiteros, La Semana Santa en París, Los dos polos
de la época, Literatura proletaria, Lowenstein, Tolstoy y la nueva Rusia, El espíritu polémico.(9)
En estos artículos Vallejo se adhiere a la experiencia soviética: “El ideal ruso es, sin duda, el
dueño del porvenir de la humanidad”(Tolstoy y la nueva Rusia). También intenta explicar todos los
fenómenos a la luz del marxismo: “La caída de Lowenstein al mar de la Mancha, desde el avión que
le conducía de Londres a París, es una defunción totalmente imperialista” (Lowenstein); Vallejo
experimentó una confusión política en relación a la lucha que por entonces se libraba en el
seno del Partido Comunista de la Unión Soviética “(...) si el soviet no les sienta las manos a la
pequeña burguesía de Rusia, todo lo que sueña será inútil. El comunismo de guerra o la reacción.
Trotsky o Stalin” (Consagración de la primavera). La confusión teórica en torno al marxismo
también se ponía de manifiesto: “Dentro del propio espíritu nuevo –creado en gran parte por el
materialismo histórico- el sentido fatalista de Marx no logra ahogar totalmente nuestra actitud ética” (El
espíritu polémico); y no le faltaron reservas teóricas y políticas en cuanto a la noción de la
literatura proletaria y a la situación de los escritores dentro del socialismo: “Aún no se ha llegado
en Rusia a dar con la naturaleza de la literatura proletaria. Mientras quiera dominar en el debate un
criterio extraño a las leyes sustantivas del arte, tal como el criterio político o el moral, la cuestión
seguirá cada vez más oscura y confusa” (Literatura proletaria); “La filosofía marxista, interpretada y
aplicada por Lenin, tiende una mano alimenticia al escritor mientras que con la otra tarja y corrige,
según las conveniencias públicas, toda la producción intelectual” (Sobre el proletariado literario). (10)
En contra de su deseo de establecerse de manera permanente en Moscú, dos semanas
después retorna a París, principalmente por el desconocimiento del idioma que le impide la
comunicación. Sin embargo, en octubre del siguiente año regresa a la Unión Soviética y en
febrero de 1930 comienza a publicar artículos, dentro de una serie titulada Reportaje en Rusia y
divulgadaquincenalmente en la revista madrileña Bolívar, fundada en Madrid por Pablo A. de
Vivero. (11)
Durante este trayecto publica Filiación del bolchevique, donde hace la siguiente caracterización
de los militantes que llevaron a cabo la Revolución de Octubre y posteriormente la revolución
socialista: “Al subjetivismo contemplativo y baldado del reaccionario, opone el bolchevique un
objetivismo pragmático, constructivo. Al espiritualismo estático, un materialismo dialéctico. Al
absorbente individualismo, un colectivismo racional. A la abstención amarga, una saludable ofensiva
creatiz” (12)
Un tercer viaje a la Unión Soviética, en 1931, le sirve para describir sus impresiones sobre la
nueva sociedad que allí se estaba edificando. Sus trabajos recorren Europa y América, siendo
publicados en diferentes idiomas; estos se editaron bajo el título deRusia en 1931. Reflexiones al
pie del Kremlin y Rusia ante el II Plan Quinquenal. En sus insuperadas crónicas relata
5. detalladamente las contradicciones del cambio sustancial en las estructuras socio-económicas
de un pueblo que sacudía sus cadenas pero que constataba en su interior una alarmante
mendicidad.
Como fuera, Vallejo pretendía dar una imagen del proceso soviético interpretado objetiva y
racionalmente y con cierto plano técnico, “...Trato de exponer los hechos tal como los he visto y
comprobado durante mis permanencias en Rusia, y trato también de descubrirles, en lo posible, su
perspectiva histórica, iniciando a los lectores en el conocimiento más o menos científico de aquellos,
conocimiento científico sin el cual nadie se explica nada claramente...
Vallejo expresa: “Delante de la puerta de entrada hay un haraposo que pasa y repasa mirando
ávidamente el interior. Lleva una mano metida dentro de la americana, a la altura del pecho, y
su palidez es la de un hambriento o de un enfermo. Los alemanes (que habían estado
comiendo en el restaurant) se levantan y se van. Entonces el haraposo penetra de un salto y
recoge, como un animal famélico, las migajas y desperdicios de la mesa. Algunos huesos se
echa al bolsillo y vuelve a salir, lanzando miradas de loco y devorando a grandes bocados lo
que encontró en la mesa.”
Aunque la joven comunista komsomolka, que lo acompañaba como intérprete, le advirtió que
eran los sobrevivientes del régimen zarista, las escenas eran frecuentes en una sociedad como
el Soviet.
“El hambriento está junto a la puerta, triturando ruidosamente un hueso, como un perro. Advierto que
no despega los ojos de la mesa donde estamos nosotros. Yeva no ha terminado su pastel. Este está casi
entero. Las miradas del hambriento sobre el pastel son febriles y casi rabiosas. Nunca he visto ojos tan
extraños en mi vida. Hay en la cara de este pobre una avidez agresiva, furiosa, demoníaca. A veces tengo
la impresión que va a saltar sobre nosotros y nos va a arrancar de un zarpazo un trozo de nuestras
propias carnes. Se ve que tiene cólera. Se ve que nos odia con todas sus entrañas de hambriento. Inspira
miedo, respeto y una misericordia infinita. ¡El apetito es, sin duda, una cosa horrorosa!”
La debacle económica sufrida por el capitalismo es descrita por el poeta: “Pienso en los
desocupados. Pienso en los cuarenta millones de hambrientos que el capitalismo ha arrojado de sus
fábricas y de sus campos. ¡Quince millones de obreros parados y sus familias! ¿Qué va a ser de este
ejército de pobres sin precedentes en la historia?”
“Ciertamente, ha habido en otras épocas paros forzosos, pero nunca el mal ofreció
proporciones, causas y caracteres semejantes. Hoy es un fenómeno simultáneo y universal,
creciente y sin salida. Los remedios y paliativos que se ensayan, son superficiales, vanos,
inútiles. El mal reside en la estructura misma del sistema capitalista, en la dialéctica de la
producción. El mal reside en los progresos inevitables de la técnica de trabajo, en la
concurrencia y, en suma, en la sed insaciable de provecho de los patronos. ¡La plusvalía! He
aquí el origen de los desocupados. Suprímase la plusvalía y todo el mundo tendrá trabajo. Pero
¿quién suprime la plusvalía? Suprimir el provecho del patrón equivaldría a destruir el sistema
capitalista, es decir, hacer la revolución proletaria. Mas ya que esta supresión no vendrá jamás
por acto espontáneo, por un suicidio del capitalismo, ella vendrá, tarde o temprano, por acción
violenta de esos millones de hambrientos, víctimas de los patronos.”
Mientras tanto, ser pobre en el Perú era casi un delito, y es que desde 1926 regía la Ley de
Conscripción Vial, que levaba gente humilde para confinarlas por dos años en un cuartel; esta
se extendió a todo aquel que en las alturas serranas "no tuviera un trabajo fijo", es decir, con un
patrón.
Como dijimos anteriormente, tras sus viajes a la Unión Soviética, Vallejo acabó adoptando una
perspectiva muy rígida sobre el valor del arte, aparentemente influida por la Asociación Rusa
de Escritores Proletarios RAPP, el aparato administrativo encargada de establecer el control
político sobre toda la actividad literaria, como se desprende de su dura crítica del poeta
VladimirMaiakovski. Esa influencia hizo que Vallejo se dedicara a la prosa más que a la poesía.
Escribía ensayos teóricos, estudios políticos, novelas, y también unas obras teatrales. Se
dedicó a la novela y al teatro más que a la poesía, quizá por el carácter subjetivo y personal de
ésta.
6. Trotskismo o no trotskismo
Es de reconocer que la actitud de Vallejo en torno a la imagen de León Trotsky fue inicialmente
de reconocimiento; basta recordar Las lecciones del marxismo (enero, 1929), donde resulta
inocultable su simpatía hacia el político: “Otras tantas lecciones de libertad ha dado Trotsky. Su
propia oposición a Stalin es una prueba de que Trotsky no sigue la corriente cuando ella discrepa de su
espíritu”.
Conforme profundiza su conocimiento del marxismo y de la realidad de la lucha de clases en la
URSS y en el PCUS, sus opiniones evolucionan; en su artículo Mundial en Rusia, escrito en
Leningrado en octubre de 1929, afirma: “(...) No data de hoy el extremismo de Trotsky. Gran parte
de sus desacuerdos con Lenin se explican por el izquierdismo, incurable y también temperamental de
Trotsky. Durante los días de la revolución, mucho tiempo después de su adhesión al partido bolchevique,
trató siempre con exacerbada intransigencia los problemas de la guerra civil y de la organización del
Estado proletario”.
Como si fuera poco, Vallejo le da a la obra de Trotsky la categoría de doctrina y pensamiento, aunque
para criticar su ortodoxia;“La insurrección trotskista” es una prueba de ello: “El trotskismo, desde este
punto de vista, es lo más rojo de la bandera roja de la revolución y, en consecuencia, lo más puro y
ortodoxo de la nueva fe.”
Su deslinde definitivo con Trotsky se pone de manifiesto en El arte y la revolución, libro terminado
en 1930 y corregido en 1932, donde asume una adhesión explícita a Stalin al aceptar el
leninismo como una segunda etapa del desarrollo del marxismo, al partido como vanguardia
organizada del proletariado y de su rol dirigente de la revolución, a la dictadura del proletariado
como defensora de la revolución y construcción del socialismo; a la posibilidad histórica de la
revolución dirigida por el proletariado en los países atrasados y en los coloniales y
semicoloniales con masas mayoritariamente campesinas, y finalmente a la literatura proletaria
al servicio de la revolución como la llevó a la práctica el propio Vallejo en obras como El
tungsteno.
Por la República española
Voluntario de España, milicianode huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazóncuando
marcha a matar con su agoníamundial, no sé verdaderamentequé hacer dónde ponerme; corro,
escribo, aplaudo.
Con este verso de su Himno a los voluntarios de la República, Vallejo inicia su poemario épico: España,
aparta de mí este cáliz, aparecido en 1939 e impreso por los soldados del ejército republicano,
durante la Guerra Civil española (1936- 1937). Desde el inicio de la conflagración bélica
participó en los Comités de Defensa de la República Española y el 21 de diciembre de 1936 se
trasladó a ese país para realizar tareas de información y propaganda en el frente catalán.
Pero el primer encuentro de Vallejo con España viene de 1931, estando en calidad de asilado
político junto a su compañera Georgette y como producto de su salida forzada de Francia. Su
incorporación al Partido Comunista de España coincide con la llegada triunfal de la República
en abril de 1931; ahí escribe artículos para periódicos y revistas, piezas teatrales, relatos y
ensayos como el ya mencionado Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin.
La contienda española es para Vallejo, de alcance planetario ya que en ella la humanidad se
jugaba su destino; recuerda el proyecto fascista de crear un imperio hispano-americano que
extendería sus tentáculos más allá del Atlántico, al mismo tiempo que denuncia la complicidad
del gobierno francés con los fascistas españoles, dictada por las oligarquías financieras
imperantes.
Tras ser nombrado corresponsal de guerra para informar a los lectores peruanos, en 1937
visitó los frentes de batalla como delegado peruano en el II Congreso de Escritores
Antifascistas en Madrid. Su participación en la lucha contra el fascismo fue activa; al poco
tiempo de estallar la guerra, en octubre de 1936 le confesaría al escritor Juan Larrea la
insuficiencia de la literatura y el apoyo distanciado de las fuerzas republicanas: “Nada de esto
nos satisface y querríamos volar al mismo frente de batalla. Nunca medí tanto mi pequeñez humana
7. como ahora. Nunca me di cuenta de lo poco que puede un hombre individualmente.”
En otra crónica escribió: “Por primera vez la razón de una guerra cesa de ser una razón de Estado,
para ser la expresión, directa e inmediata, del interés del pueblo y de su instinto histórico, manifestados
al aire libre y como a boca de jarro. Por primera vez se hace una guerra por voluntad espontánea del
pueblo y, por primera vez, en fin es el pueblo mismo, son los transeúntes y no ya los soldados quienes sin
coerción del Estado, sin capitanes, sin espíritu ni organización militar, sin armas ni kepis, corren al
encuentro del enemigo y mueren por una causa clara, definida, despojada de nieblas oficiales más o
menos inconfesables. Puesto así el pueblo a cargo de su propia lucha, se comprende de suyo que se
sientan en esta lucha latidos humanos de una autenticidad popular y de un alcance germinal
extraordinarios, sin precedentes.”
Ya en París, participó como redactor del boletín Nuestra España, donde remarca la heroica gesta
del pueblo español al enfrentarse de manera espontánea, sin preparación y sin medios
militares a un ejército bien preparado como el fascista. En marzo de 1937 afirma que “La
epopeya popular española es única en la historia. Ella revela de cuánto es capaz un pueblo
lanzado, por exclusiva propulsión de sus propios medios e inspiraciones cívicas, a la defensa
de sus derechos.”
Paco Yunque y El Tungsteno: En cada una de sus páginas su mensaje antimperialista se desliza
emocionado e incidiendo abiertamente en la praxis revolucionaria del movimiento obrero y
campesino, aunque también describe con crudeza los fracasos de las luchas desorganizadas,
aun frente a la pequeña burguesía pueblerina. Podemos nombrar a dos novelas que encajan
perfectamente en los criterios literario- revolucionarios de la RAPP, la primera es Paco Yunque.
Debido a la profunda tristeza de su contenido, este cuento para niños fue rechazado por los
editores en enero de 1931. Paco Yunque narra la biografía de un joven escolar, continuamente
maltratado por un compañero, quien acaba sometiéndolo a su voluntad. Paco es hijo de la
criada que trabaja en la casa del niño Humberto Grieve.
En medio de la aparente inocencia infantil se refleja, como en todos los estratos de la sociedad,
la opresión de una clase social. Recurriendo al género realista, Paco Yunque es un ejemplo
perfecto de una abierta lucha de clases.
Si bien la RAPP aconsejaba a los escritores soviéticos, como consecuencia del Primer Plan
Quinquenal, que visitasen fábricas y granjas colectivas, a fin de basar sus obras literarias en
ellas, Vallejo no lo necesitaba porque recordaba su propia experiencia de cómo se explotaba a
los peones indígenas en la sierra del Perú. Otro ejemplo de realismo socialista es la novela El
Tungsteno, publicada por la editorial española Cénit en mayo de 1930 y que podría calificarse
como una obra indigenista de protesta social.
La experiencia de Vallejo se remontaba a 1910 cuando laboraba en las oficinas mineras
norteamericanas de Quiruvilca, y dos años más tarde en la hacienda Roma, como ayudante de
cajero. En Quiruvilca y Shorey, Callacuyán y Samne, el consorcio extranjero se había
establecido para succionar la riqueza cuprífera del país. Mr. Weigg y Mr. Taik son unos crueles
y ambiciosos hombres de negocios norteamericanos que apoyan a los hermanos Marino,
arribistas burgueses y capaces de traicionar a sus compatriotas por dinero, aunque las masas
indias no eran conscientes de la represión económica y política a que estaban sometidas.
Vallejo no esconde su intención social y la define ideológicamente en el personaje
inmortalizado de Servando Huanca marchando a organizar a la clase obrera, como un sólido
organismo de poder para enfrentarse y poner fin a la indolencia de los norteamericanos.
Asimismo describe al intelectual dubitativo de la pequeña burguesía y perenniza para el
recuerdo de los santiaguinos y huamachucos a LeonidasBenites, quien tras ser incondicional
servidor de la Northern y fervoroso creyente de la doctrina según la cual son los intelectuales
los que deben dirigir y gobernar a los indios y a los obreros, termina poniéndose al lado de la
causa de los trabajadores, convencidos de que las frases de Servando Huanca tenían vigencia
irrefutable: “Hay una sola manera de que ustedes, los intelectuales, hagan algo por los pobres peones, si
es que quieren, en verdad, probarnos que no son ya nuestros enemigos, sino nuestros compañeros. Lo
8. único que pueden hacer ustedes por nosotros es hacer lo que nosotros les digamos y oírnos ponerse a
nuestras órdenes y al servicio de nuestros intereses.”
A lo largo de la novela LeonidasBenites actúa como una suerte de barómetro emocional
aunque con una profunda religiosidad que se convierte paulatinamente en un deseo de ayudar
a su prójimo, aunque finalmente acepta las doctrinas marxistas de Servando Huanca.
Vale aclarar que encontramos una radical contradicción entre la granja colectiva tratada por
Vallejo y la descrita por los escritores soviéticos. Mientras estos últimos tendían a expresar el
optimismo que animaba la industrialización en un país socialista, Vallejo mostraba la brutalidad
de la vida industrial en la sociedad capitalista; recordemos que es precisamente en 1901 y
cuando el bardo contaba con nueve años edad, que el capital norteamericano funda la Cerro
de Pasco MiningCompany, filial de la Cerro de Pasco KoperCorporation.
Herejía y protesta Podemos interpretar que ni Vallejo ni José Carlos Mariátegui se libraron de las
herejías; los dos conspicuos fundadores del pensamiento marxista peruano, (en la teoría estética y en la
política respectivamente), fueron herejes en el marxismo y el cristianismo. Ambos tuvieron sólida
formación cristiana y evolucionaron hacia el materialismo mediante un largo y doloroso proceso que no
rompió del todo con su antigua filiación, la misma que les tendía trampas existenciales y dudas
escatológicas a cada paso, algo que también puede ser entendido si consideramos que sus dos abuelos
fueron sacerdotes y sus dos abuelas, indias.
La poesía vallejiana pretende superar la ruptura de los lazos entre el hombre y el cosmos. Ruptura de la
cual el poeta se siente la víctima principal. Así se explica que haya en ella un cuestionamiento total de la
visión cristiana del universo concebido como obra divina a la que el poeta trata de sustituir por una nueva
visión más racionalista y científica. Recordemos que su salida del Perú coincide cronológicamente con las
manifestaciones en contra de la tentativa gobiernista de aprovechar políticamente la consagración del
Perú al Corazón de Jesús; en ese sentido Vallejo no podía estar al margen de ello.
Como si fuera poco, para 1918, diez años antes de la fundación del Partido Socialista, por Mariátegui, el
poema Los Dados Eternos, dedicado a al pensador anarquista y anticlerical Manuel Gonzales Prada,
sobredimensiona al hombre y lo ubica en una dimensión superior:Dios mío, si tú hubieras sido
hombre,hoy supieras ser Dios;pero tú, que estuviste siempre bien,no sientes nada de tu
creación.¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
Vallejo usó ampliamente la simbología cristiana, criticando la asimilación del comunismo con el
cristianismo. Entre 1930 y 1931 sus escritos rechazaban el uso de los términos y los conceptos católicos,
si consideramos la utilización de símbolos cristianos en su poesía posterior, sobre todo en España, aparta
de mi este cáliz.
La poética vallejiana tiene un espíritu profundamente crítico, siendo los principales motivos de su obra el
hombre y la realidad.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Precisamente en España, aparta de mí este cáliz realiza una denuncia a las desviaciones
ideológicas de toda índole:
¡Cuídate de la hoz sin el martillo, cuídate del martillo sin la hoz!
Rechaza las responsabilidades individuales: ¡Cuídate de la víctima a pesar suyo, del verdugo a
pesar suyo y del indiferente a pesar suyo!
Cuestiona el oportunismo:¡Cuídate de los nuevos poderosos!
Así como al arribismo y a los medios que justifican los fines:¡Cuídate del que come tus
9. cadáveres,del que devora muertos a tus vivos! (13)
En 1937 su poema Masa apuesta por la solidaridad y unidad de los hombres del mundo, en
torno a una acción en común. (...)
Le rodearon millones de individuos,con un ruego común: “¡Quédate hermano!”pero el cadáver
¡ay! Siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon;les vio el cadáver triste,
emocionado:incorporóselentamente,abrazó al primer hombre; echóse a andar...
El fin de su existencia física se acercaba, aquejado de fiebres y agudos dolores intestinales, el 24 de
marzo de 1938 ingresa en la clínica Arago de la capital francesa y tras varios días de agonía muere el 15
de abril de 1938, siendo su cadáver incinerado en el cementerio de Montrouge. Posteriormente sus restos
fueron trasladados al de Montparnasse. Pareciera que fue la propia vida la que premonitoriamente le dictó
un poema: Me moriré en París con aguaceroun día del cual tengo ya el recuerdo.Me moriré en
París -y no me corro- tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Vallejo murió en una lluviosa tarde parisina, aunque no un jueves sino viernes Santo. Al año
siguiente se editaron de manera póstuma sus Poemas humanos, donde se recopiló la obra poética
escrita en París, y que Vallejo publicó parcamente en diversas revistas.
Apreciaciones finalesLa trayectoria marxista de Vallejo es rica en enseñanzas; su experiencia
demuestra que la teoría y la práctica marxista-leninista potencian, en un verdadero salto
dialéctico, las facultades creativas de artistas con vocación popular; todo ello en contra de los
academicistas y dogmáticos en el discurso crítico, así como de los escritores anarquizantes,
francotiradores y creyentes que el marxismo militante coacta y mutila la capacidad creadora.
Pero también Vallejo denunció fieramente a los “doctores del marxismo”, a esos “hombres que se
forman una teoría o se la prestan al prójimo, para luego tratar de meter y encuadrar la vida, a
horcajadas y a mojicones, dentro de esa teoría” (14)
Podríamos decir que Vallejo es propiedad simbólica de los obreros, campesinos y masas
explotadas, así como de los hombres de buena voluntad del Perú y el mundo, en especial de
los países coloniales y semicoloniales oprimidos por el feudalismo, las burguesías criollas y el
imperialismo. Es un enemigo implacable de la dictadura burgués-terrateniente y el
oportunismo coludido con los gobiernos de turno opuestos a la reacción de los pobres en cuya
gesta hasta “el niño pega/ sin que le diga nadie que pegara”.
Lo humano en la obra vallejiana tiene un profundo sentido de clase; los portadores de lo
potencialmente humano son los pobres de la tierra cuya sustancia –materia, cuerpo, espíritu-
está hecha de dolor, sapiencia y rebeldía. Y así habrá de ser hasta que la instauración final del
comunismo haga desaparecer el Estado y las clases sociales.
En cuanto al socialismo científico, Vallejo es marxista-leninista al plantear la necesidad de la
violencia como única vía para hacer la revolución; sobre ello dice: “(...) Lenin ha repetido con
frecuencia: Hay que obligar al capitalismo a reconocer en el proletariado a un enemigo suyo, de ningún
modo a un colaborador”. (Las fuerzas militares del mundo); “La única forma de condenar la guerra y
trabajar por la paz, consiste en hacer la revolución” (Un libro sensacional sobre la guerra, agosto,
1929); “Existe una palabra que ha causado y causa confusiones inextricables: la palabra `revolución´.
Esta palabra ha perdido, con frecuencia, su alcance y contenido vitales, para convertirse en máscara
para el impostor, del renegado y del oportunista” (Escollos de la crítica marxista, 1930).
10. De otro lado, reconoce el rol dirigente del Partido Comunista como vanguardia organizada del
proletariado al señalar: “(...) la literatura proletaria debe servir a los intereses de la clase proletaria y,
específicamente, debe enmarcarse dentro de las directivas y consignas prácticas del Partido Comunista,
vanguardia de las masas trabajadoras”
Pero con el materialismo histórico enjuiciará a las figuras políticas y comprenderá los nuevos
tipos humanos generados por la revolución. En su escrito Clemenceau ante la historia, donde
analiza la trayectoria del político y periodista francés Georges Clemenceau, Vallejo opone su
propia visión fundada en la posición de la clase trabajadora: “Todo esto fue Clemenceau para el
pasado y a los ojos de los dirigentes del pasado: un gran filósofo, gran político, un Superhombre. Mas
para la historia nueva, para la posteridad, la verdad es y será otra... Patriotero intransigente,
chauvinista fanático, pequeño burgués, testarudo y ambicioso... refleja todo el proceso psicológico y
social de toda la Tercera República. Médico, alcalde de Montmartre, periodista, diputado, senador,
ministro, Presidente del Consejo, `Padre de la victoria´, especuló, como buen burgués, con el mal del
prójimo, sirvió a Thiers contra la Comuna de París; reprimió, con su astucia característica y el
portafolio del Interior, las huelgas obreras del Norte y de Lens...”.
Finalmente, Vallejo acepta la dictadura del proletariado en tanto subsista el imperialismo y no
triunfe la revolución en todo el orbe: “El arte bolchevique es principalmente de propaganda y
agitación. Se propone, de preferencia, atizar y adoctrinar la rebelión y la organización de las masas
para la protesta, para las reivindicaciones y para la lucha de clases (...) Su destino abraza un ciclo de la
historia, que va desde los comienzos del movimiento obrero, hasta la dictadura universal del
proletariado, o sea, hasta la implantación del comunismo”.
Como conclusión, diremos que Vallejo fue un hombre sufrido, de pocos recursos económicos
que contrastaban con la grandeza de su escritura; su modestia, sencillez y solidaridad con los
pobres de la tierra le permitió conquistar la admiración y el respeto de sus contemporáneos. Sin
advertir la trascendencia de su poesía, nos hace partícipes de una comunión espiritual, de
maravillosos encuentros que abren nobles expectativas. Estimula la inteligencia, la sensibiliza y
nos conduce por caminos en búsqueda de sentimientos fraternos para valorar al hombre y
fortalecer la solidaridad.
Vallejo sigue y seguirá vigente más allá de la literatura, ya que engarza su palabra para
"responder" a las angustiosas interrogantes de un mundo en conflicto; además, se adelantó a
su época al romper con los dogmas de la estética marxista oficial
Finalmente, esgrimió su sufrimiento como un arma letal contra los depredadores de vida. No
fue un verso montado sobre la orla de una rima, ni sobre una nueva vertiente poética. No
escribió para que lo leyéramos sino para que saliéramos a combatir la injusticia, la muerte
desgajada en infinitos.