SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 55
Descargar para leer sin conexión
Investigación sobre el entendimiento humano
David Hume
Adaptación de la obra en la lengua original: Jonathan F. Bennett
Traducción al español: Carlos Zorrilla Piña
Investigación sobre el entendimiento humano
David Hume
Copyright © 2010–2015 Todos los derechos reservados. Jonathan Bennet.
[Los corchetes] contienen explicaciones editoriales. Los pequeños ·puntos· contienen
material que ha sido añadido pero que puede leerse como si fuera parte del texto original.
Las ocasionales •balas, así como la indentación de pasajes que no con citas, están
pensados como auxilios para la mejor aprehensión de la estructura de una oración o
pensamiento. –- El ‘volumen’ que es referido al inicio contenía tanto el presente trabajo
como la Disertación sobre las pasiones y la Investigación sobre los principios de la
moral, los cuales fueron publicados todo juntos.]
Primera versión lanzada: julio del 2004 Última revisión: enero del 2008
Contenido
Sección 1: Los distintos tipos de filosofía 01
Sección 2: El origen de las ideas 09
Sección 3: La asociación de ideas 13
Sección 4: Dudas escépticas acerca de las operaciones del entendimiento 14
Parte 2………………………………………………………………………………..18
Sección 5: Solución escéptica de estas dudas 23
Parte 2………………………………………………………………………………..27
Sección 6: La probabilidad 33
Sección 7: La idea de conexión necesaria 35
Parte 2………………………………………………………………………………..42
Sección 8: Libertad y necesidad 47
Parte 2………………………………………………………………………………..56
Sección 9: La razón de los animales 61
3
Sección 10: Los milagros 64
Parte 2………………………………………………………………………………..68
Sección 11: Una providencia particular y un estado futuro 78
Sección 12: La filosofía escéptica 87
Parte 2………………………………………………………………………………..90
Parte 3………………………………………………………………………………..93
Primera investigación David Hume 2: El origen de las ideas
9
Sección 2: El origen de las ideas
Todos admitirán libremente que las percepciones de la mente cuando un hombre
•siente el dolor de un calor excesivo o el placer de una calidez moderada son
considerablemente diferentes de lo que siente cuando más tarde •se acuerda de la
sensación, o cuando antes •la anticipa en su imaginación. La memoria y la imaginación
pueden imitar o copiar las percepciones de los sentidos, pero no pueden crear una
percepción que tenga tanta fuerza y vivacidad como aquella que están copiando. Incluso
cuando operan con el máximo vigor, lo más que diremos es que representan su objeto tan
vivazmente que casi podríamos decir que lo podemos sentir o ver. Exceptuando los casos
en los que la mente está alterada por la locura o una enfermedad, la memoria y la
imaginación jamás pueden crear percepciones de forma tan vivaz tal que dichas
percepciones sean indistinguibles de aquellas que estamos viendo o sintiendo. El
pensamiento más vivaz sigue siendo más apagado que la más burda sensación.
Una distinción similar corre a lo largo de las otras percepciones de la mente. Un
verdadero ataque de •enojo es muy diferente del mero pensamiento sobre la misma
emoción. Si se me dice que alguien está •enamorado, comprendo el significado de esto y
me formo una concepción correcta del estado en el que esa persona se encuentra; ¡pero
jamás confundiría esa concepción con el torbellino de estar de hecho enamorado! Cuando
recordamos nuestras sensaciones y sentimientos pasados, nuestro pensamiento es un
espejo fidedigno que copia sus objetos fielmente; pero esto lo hace en colores que son
más débiles y más deslavados que aquellos con los que se vestían nuestras percepciones
originales. Para poder distinguir entre las unos y las otras no se necesita ni pensamiento
muy cuidadoso ni habilidad filosófica.
Así es que podemos dividir las percepciones de la mente en dos clases, con base en
los distintos grados de su fuerza y vivacidad. Las menos fuertes y vivaces son
comúnmente llamados ‘pensamientos’ o ‘ideas’. Las otras no tienen un nombre
específico en nuestra lengua o en la mayoría de las otras, presumiblemente porque no se
necesita de un término general para ellas salvo cuando se está haciendo filosofía.
Permitámonos, pues, la libertad de llamarlas ‘impresiones’, utilizando esa palabra en un
sentido ligeramente inusual. Con el término ‘impresión’, pues, me refiero a todas
nuestras percepciones más vivaces cuando oímos o vemos o sentimos o amamos u
odiamos o deseamos. Éstas deben ser distinguidas de las ideas, que son las percepciones
más débiles o menos intensas de las que tenemos conciencia una vez que reflexionamos
sobre [= ‘dirigimos la mirada hacia nuestro interior sobre’] nuestras impresiones.
A primera vista puede parecer que el pensamiento humano es totalmente ilimitado: no
sólo escapa a todo poder humano y a toda autoridad ·como cuando un hombre pobre
piensa en convertirse en rey de la noche a la mañana, o cuando un ciudadano ordinario
piensa en que es un rey·, sino que además no está confinado dentro de los límites de la
naturaleza y la realidad. Le es tan fácil a la imaginación formar monstruos y unir figuras
y apariencias incongruentes como le es concebir a los objetos más familiares y naturales.
Y mientras que •el cuerpo debe arrastrarse laboriosamente sobre la superficie de un solo
planeta, •el pensamiento nos puede transportar instantáneamente a las regiones más
lejanas del universo –e incluso más allá. Lo que nunca ha sido visto u oído puede no
Primera investigación David Hume 2: El origen de las ideas
10
obstante ser concebido; nada está más allá del poder del pensamiento salvo lo que
implica una absoluta contradicción.
Pero aunque nuestro pensamiento parece ser tan libre, cuando observamos más
atentamente encontraremos que en realidad está confinado dentro de límites bastante
estrechos, y que toda la potencia creativa de la mente consiste meramente en su habilidad
de combinar, trasponer, agrandar o encoger los materiales que le son provistos por los
sentidos y la experiencia. Cuando pensamos en una montaña dorada, lo único que
hacemos es combinar dos ideas consistentes –oro y montaña– con las que ya estamos
familiarizados. Podemos concebir un caballo virtuoso porque nuestros propios
sentimientos nos capacitan para la virtud, y podemos unirla con la figura de un caballo,
que es un animal que conocemos. En suma, todos los materiales del pensar son derivados
o bien de nuestros sentidos externos o bien de nuestros sentimientos internos: todo lo que
la mente y la voluntad hacen es mezclar y combinar dichos materiales. Puesto en
terminología filosófica: todas nuestras ideas o percepciones endebles son copias de
nuestras impresiones, o percepciones más vivaces.
He aquí dos argumentos que espero sean suficientes para demostrar esto. (1) Cuando
analizamos nuestros pensamientos o ideas –no importa qué tan complejas o elevadas
sean- siempre encontramos que están compuestas por ideas simples que fueron copiadas
de sentimientos o sensaciones previas. Incluso las ideas que a primera vista parecen estar
alejadas en grado máximo de ese origen resultan haber derivado de él si se les examina
más de cerca. La idea de Dios –es decir un Ser infinitamente inteligente, sabio y bueno–
viene de extender más allá de todo límite las cualidades de la bondad y la sabiduría que
encontramos en nuestras propias mentes. No importa qué tan lejos llevemos esta
pesquisa, encontraremos que toda idea que examinemos fue copiada de una impresión
similar. Aquéllos que mantengan que esto no es universalmente verdadero, y que hay
excepciones, tienen una sola manera de refutarlo –pero debe ser fácil para ellos, si es que
están en lo correcto. Necesitan meramente presentar una idea que ellos crean que no fue
derivada de dicho origen. Dado ese caso, dependerá de mí, si es que pretendo mantener
mi doctrina, señalar la impresión o percepción vivaz que corresponda a la idea que ellos
presentaron.
(2) Si un hombre no puede tener un tipo de sensación porque ocurre algo malo con
sus ojos, oídos, etc., jamás tendrá ideas correspondientes. Un hombre ciego no puede
formarse una noción de los colores, o un hombre sordo de los sonidos. Si alguno se cura
de su sordera o su ceguera, tal que las sensaciones puedan entonces llegarle, las ideas
podrán también llegarle; y entonces se le hará fácil concebir aquellos objetos. Lo mismo
pasa con alguien que nunca haya tenido experiencia de un objeto que dé un cierto tipo de
sensación: un lapón o un negro no tienen noción del sabor del vino ·porque nunca han
tenido la sensación dada al saborear el vino·. Es similar el caso de los sentimientos
internos. Muy pocas veces, si acaso, sucede que una persona nunca haya sentido o sea
enteramente incapaz de algún sentimiento o emoción humanos, pero el fenómeno que
estoy describiendo sí ocurre de igual manera con los sentimientos, si bien en un grado
menor. Una persona mansa no puede formarse ninguna idea de venganza empecinada o
crueldad; tampoco puede una egoísta concebir fácilmente los alcances de la amistad y la
generosidad. Todos están de acuerdo en que los seres no-humanos pueden tener muchos
sentidos de los cuales no podemos tener concepción alguna, puesto que la idea de ellos
Primera investigación David Hume 2: El origen de las ideas
11
jamás nos ha sido introducida mediante la única manera en que una idea puede entrar a la
mente, a decir, a través del sentimiento y la sensación efectivos.
(Hay, sin embargo, un contraejemplo que puede probar que no es absolutamente
imposible que una idea ocurra sin su impresión correspondiente. Creo que se concederá
que las varias ideas distintas de color que entran a la mente a través de los ojos (o
aquellas de sonido, que entran a través del oído) son realmente diferentes las unas de las
otras, aunque se parecen en ciertos respectos. Si eso aplica correctamente para los
diferentes colores, debe aplicar igualmente para los distintos matices o tonalidades de un
mismo color, tal que cada matiz produce una idea distinta e independiente de todas las
demás. (Podemos crear una gradación continua de todas estas tonalidades, yendo de un
extremo a otro desde el rojo hasta el verde, donde cada miembro de la serie dé paso de
forma imperceptible al siguiente cambiando su tonalidad. Si los miembros de la serie
inmediatamente contiguos no son distintos los unos de los otros, entonces el rojo no es
diferente del verde, lo cual es absurdo.) Ahora, supóngase que una persona con sentido de
la vista se ha familiarizado perfectamente con colores de todo tipo, excepto por una
tonalidad particular de azul (por ejemplo), con la cual sucede que jamás se ha topado. Si
se pone frente a él todas las tonalidades restantes del color azul, descendiendo
gradualmente de la más profunda hasta la más clara, es obvio que se dará cuenta de que
hay un espacio vacío en el lugar de la serie donde la tonalidad faltante debería estar. Esto
es, se dará cuenta de que hay una distancia cualitativa mayor entre ese par de tonalidades
vecinas que entre cualquier otro par vecino de tonalidades en la serie. ¿Podrá llenar el
espacio vacío a partir de su propia imaginación, produciendo en su mente la idea de esa
tonalidad particular, aun si ésta nunca le ha sido transmitida por sus sentidos? La mayoría
de las personas, creo, estarán de acuerdo en que sí lo puede hacer. Esto parece mostrar
que las ideas simples no son siempre, en cada instancia, derivadas de impresiones
correspondientes. De cualquier manera, el ejemplo es tan singular [palabra de Hume] que
apenas vale la pena considerarlo, y por sí solo no constituye razón suficiente para que se
altere nuestra máxima general.)
Así es que se tiene aquí una proposición que no sólo parece ser simple e inteligible
por sí sola, sino que podría además, si se le utiliza adecuadamente, hacer que toda disputa
se haga igualmente inteligible, aboliendo toda esa jerga sin sentido que por tanto tiempo
ha dominado los razonamientos metafísicos. ·Esos razonamientos están agobiados por
tres problemas·. (1) Todas las ideas, sobre todo las abstractas, son naturalmente pálidas y
obscuras, tal que la mente sólo ejerce un dominio débil sobre ellas. (2) Las ideas son
propensas a ser confundidas con otras ideas que se les parecen. (3) Tendemos a asumir
que una cierta palabra dada está asociada con una determinada idea solamente porque la
hemos usado muy a menudo, incluso si al usarla no hemos tenido un significado distinto
y claro para ella. En contraste con esto, (1) Todas nuestras impresiones –esto es todas
nuestras sensaciones internas o externas– son fuertes y vivaces. (2) Las fronteras entre
ellas están puestas de forma más exacta, y (3) es más difícil cometer errores cuando se
trata de ellas. Así es que cuando llegamos a sospechar que un determinado término
filosófico está siendo usado sin un significado o idea de fondo (como sucede tantas
veces), tan sólo necesitamos preguntarnos: ¿De qué impresión se derivó esa supuesta
idea? Si no se puede señalar ninguna para responder, eso confirmará nuestra sospecha ·de
que el término carece de significado, esto es, de que no tiene una idea asociada a él·.
Trayendo de esta manera a las ideas a la luz y la claridad, podemos esperar
Primera investigación David Hume 2: El origen de las ideas
12
razonablemente resolver las disputas que se originen con respecto a si existen y cómo
son.
COMIENZO DE UNA EXTENSA NOTA AL PIE
Los filósofos que han negado que existan ideas innatas probablemente quisieron decir
meramente que todas las ideas son copias de nuestras impresiones; aunque tengo que
admitir que los términos en que se escogió expresar aquello no fueron en tal caso
escogidos con el suficiente cuidado, o definidos con la suficiente precisión, como para
prevenir los errores en su doctrina. ¿Pues qué quiere decirse por ‘innato’? Si ‘innato’ se
toma por equivalente de ‘natural’, entonces se debe admitir que todas las percepciones e
ideas de la mente son innatas o naturales, sea cual sea el sentido con que se tome esta
última palabra, ya sea en oposición a lo que no es común, a lo que es artificial, o lo que es
milagroso. Si innato significa ‘contemporáneo con nuestro nacimiento’, la disputa parece
ser frívola –no tiene sentido preguntarse en qué momento comienza el pensar, ya sea
antes, durante, o después de nuestro nacimiento. Otra vez, la palabra ‘idea’ parece ser
tomada en un sentido muy laxo por Locke y por otros, que la usan para referirse a
cualquiera de nuestras percepciones, sensaciones y pasiones, al igual que a nuestros
pensamientos. ¡Me gustaría saber qué podría significar que se sentenciara que el amor
propio, el resentimiento frente a los daños o la pasión entre los sexos no son innatos!
Pero admitiendo las palabras ‘impresiones’ e ‘ideas’ en el sentido anteriormente
explicado, y entendiendo por ‘innato’ lo que es original o no copiado de ninguna
percepción previa, entonces podemos afirmar que todas nuestras impresiones son innatas
y ninguna de nuestras ideas lo es.
Francamente creo que Locke fue conducido indebidamente a tratar esta cuestión por
los escolásticos [=los aristotélicos medievales] que, valiéndose de términos que no definían,
alargaban sus disputas sin tocar jamás el punto central a la cuestión tratada. Una
ambigüedad y circunlocución semejantes parecen correr a lo largo de todos los
razonamientos de aquel gran filósofo, tanto en este como en la gran mayoría de las demás
cuestiones.
FIN DE LA EXTENSA NOTA AL PIE
Primera investigación David Hume 3: La asociación de ideas
13
Sección 3: La asociación de ideas
Los pensamientos o ideas de la mente obviamente están interconectados de alguna
manera sistemática: existe un cierto orden y regularidad en cómo, en la memoria y la
imaginación, una idea conduce a otra. Esto es tan claramente verdadero en nuestro
pensamiento o discurso más serios que cuando un pensamiento particular irrumpe en la
secuencia regular de ideas, inmediatamente es identificado y rechazado ·como
irrelevante·. Incluso en nuestras más locas y errantes fantasías y sueños encontraremos, si
reflexionamos en torno a ello, que la imaginación no corre enteramente según su
capricho, sino que las distintas ideas que la ocupan se siguen unas a otras de una manera
hasta cierto punto regular, o siguiendo un cierto orden. Si se escribiera la conversación
más libre y laxa que pueda darse, uno descubriría algo que la cohesionara en todas sus
idas y venidas. Y, si no, la persona que rompió el hilo conductor admitiría que fue
gradualmente alejado del tema de la conversación por alguna sucesión de pensamientos
ordenados que secretamente había estado teniendo lugar en su mente. Asimismo
encontramos que las ideas complejas que constituyen el significado de ciertas palabras en
una lengua usualmente son también el significado de palabras en otras lenguas, aun
cuando no hay posibilidad alguna de que las lenguas se hayan influido entre sí. Esto es
evidencia concluyente de que las ideas simples de las cuales se conforman las ideas
complejas están ligadas por un factor o principio universal, de igual influjo sobre la
humanidad entera.
El hecho de que distintas ideas están conectadas es demasiado obvio para ser pasado
por alto; y sin embargo no he encontrado ningún filósofo que haya intentado clasificar o
hacer un listado de todas las fuentes y tipos de asociación. Esa tarea parece valer la pena.
En lo personal, me parece que sólo hay tres factores que conectan ideas las unas con las
otras, a decir, •la semejanza, •la contigüidad [=proximidad] en el tiempo o el espacio, y •la
causa o el efecto.
No creo que vaya a haber mucha duda de que nuestras ideas están conectadas por
estos factores. •Una pintura de manera natural conduce nuestros pensamientos a la cosa
que está en ella plasmada; •la mención de un cuarto o habitación naturalmente introduce
comentarios o preguntas sobre los otros cuartos que pertenecen al mismo edificio; y •si
pensamos en una herida, difícilmente podemos abstenernos de pensar en el dolor que
procede de ella. Pero será difícil demostrar a plena satisfacción de quien sea –del lector o
del autor mismo– que estas tres son las únicas fuentes de asociación entre nuestras ideas.
Lo único que podemos hacer es considerar un gran número de instancias en las que haya
ideas conectadas, encontrar en cada caso qué las conecta, y desarrollar así eventualmente
una noción muy general de este fenómeno.1
Mientras más casos veamos, y mientras más
atención se ponga en ello, más podremos quedar seguros de que nuestra lista final de
principios de asociación está completa.
1
Por ejemplo, el Contraste o la Contrariedad es también una conexión entre Ideas. Pero podría
considerársele como una mezcla entre la Causación y la Semejanza. Cuando dos objetos son contrarios, el
uno destruye al otro; es decir, causa su aniquilación, y la idea de la aniquilación de un objeto implica la
idea de su existencia anterior.
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
14
Sección 4: Dudas escépticas acerca de las operaciones del
entendimiento
Todos los objetos de la razón o preguntar humanos caben ser divididos naturalmente
en dos tipos, a saber: relaciones de ideas y cuestiones de hecho. La primera clase incluye
la geometría, el álgebra y la aritmética, y efectivamente toda demostración que es
intuitivamente o demostrativamente cierta. Que el cuadrado de la hipotenusa equivale a
la suma de los cuadrados de los catetos es una proposición que expresa cómo es la
relación entre aquellas partes del triángulo. Que tres veces cinco equivale a la mitad de
treinta expresa una relación entre esos números. Proposiciones de esta clase se pueden
descubrir meramente pensando, sin necesidad alguna de atender a algo que de hecho
exista en alguna parte del universo. Las verdades que Euclides demostró seguirían siendo
ciertas y auto-evidentes aun si jamás hubieran existido un círculo o un triángulo en la
naturaleza.
En cambio las cuestiones de hecho, que son los objetos de la razón humana del
segundo tipo, no se establecen de la misma manera; y no podemos tener bases tan sólidas
para considerarlas verdaderas. Lo contrario de toda cuestión de hecho sigue siendo
posible, porque no implica una contradicción y puede ser concebido por la mente tan fácil
y claramente como si se ajustara perfectamente a la realidad. Que el sol no se levantará el
día de mañana es tan inteligible como –y para nada más contradictorio que– la
proposición que el sol se va a levantar el día de mañana. Por lo tanto sería una pérdida
de tiempo intentar demostrar [=‘probar de manera absolutamente rigurosa’] su falsedad. Si fuera
demostrativamente falso, implicaría una contradicción y entonces jamás podría ser
concebido de forma clara por la mente.
Así es que puede valer la pena y nuestro tiempo intentar contestar esto: ¿Qué tipo de
fundamentos o bases tenemos para estar seguros de las cuestiones de hecho –las
proposiciones acerca de lo que existe y lo que es el caso– que no están atestiguadas por
los sentidos presentes o por los registros de la memoria? Es digno de notarse que ni los
filósofos antiguos ni los modernos han atendido mucho a esta importante pregunta; así es
que en su investigación iré marchando a través de terrenos difíciles sin guías ni señales y
eso podrá ayudar a excusar cualquier error que cometa o duda que exprese. Tales errores
y dudas incluso pueden ser útiles: pueden provocar en las personas una curiosidad y
avidez por aprender, y pueden destruir esa infundada y poco examinada confianza ·que
tienen ellos en sus opiniones –una confianza· que es la maldición y ruina de todo
razonamiento e investigación libre. Si encontramos defectos en posturas filosóficas
comúnmente aceptadas, eso no nos debe desanimar, sino motivarnos a intentar encontrar
algo más completo y satisfactorio de lo que hasta ahora se ha publicado.
Todos los razonamientos sobre las cuestiones de hecho parecen estar basados sobre la
relación de causa y efecto, que es la única relación que nos puede llevar más allá de la
evidencia dada por nuestra memoria y nuestros sentidos. Si se le pregunta a alguien por
qué cree en cierta cuestión de hecho que no está en ese momento presente para él –por
ejemplo que su amigo está en ese momento en Francia– te proporcionará una razón; y
esta razón será otro hecho, tal como que acaba de recibir una carta de su amigo, o que su
amigo había planeado ir a Francia. Alguien que encuentre un reloj o alguna otra máquina
en una isla desierta concluirá que ha habido hombres en la isla. Todos nuestros
razonamientos acerca de hechos son de tal suerte. Cuando razonamos de esta manera,
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
15
suponemos que el hecho presente está conectado con aquél que inferimos a partir de él.
Si no hubiera nada que ligara los dos hechos, la inferencia de uno a otro sería totalmente
endeble. Escuchar el sonido de alguien hablando racionalmente en la oscuridad nos
asegura que existe la presencia de otra persona. ¿Por qué? Porque tales sonidos son
efectos de la constitución humana, y están íntimamente ligados o conectados a ella.
Todos nuestros demás razonamientos de este tipo, si se les considera detalladamente,
resultan estar basados en la relación de causa y efecto. La cadena causal que va de la
evidencia a la conclusión de la ‘cuestión de hecho’ puede ser corta o larga. O puede ser
que la conexión causal entre ellas no sea directa sino colateral –como cuando uno ve luz e
infiere calor, no porque ninguno de los dos cause al otro, sino porque ambos son los
efectos colaterales de una única causa, a decir: el fuego.
Así, si queremos entender la base y fuente de nuestra confianza acerca de cuestiones
de hecho, debemos descubrir cómo llegamos a saber sobre causas y efectos.
Me atrevo a afirmar, como verdadero sin excepción, que el conocimiento sobre las
causas nunca se adquiere a través del razonamiento a priori, y que siempre viene de
haber encontrado en nuestra experiencia que determinados objetos particulares están
constantemente asociados el uno con el otro. [Cuando Hume está discutiendo sobre causa y efecto,
su palabra ‘objeto’ frecuentemente incluye sucesos tanto como cosas.] Preséntesele un objeto a un
hombre cuya habilidad e inteligencia sea tan grande como se quiera; si el objeto es de tal
clase que sea totalmente nuevo para él, ningún estudio de sus cualidades perceptibles le
permitirá descubrir ninguna de sus causas o efectos. Adán, incluso si sus habilidades de
razonamiento fueran perfectas desde el principio, no pudo haber inferido a partir de la
transparencia y fluidez del agua que podía ahogarse en ella; o a partir de la luz y el calor
del fuego que éste lo podía quemar. Las cualidades de un objeto que se le presentan a los
sentidos jamás revelan las causas que produjeron el objeto ni los efectos que éste tendrá;
tampoco puede nuestra razón, sin ayuda de la experiencia, llegar a cualquier conclusión
acerca de la existencia real y de las cuestiones de hecho.
La proposición de que las causas y efectos son sujetos de ser descubiertos no por la
razón sino por la experiencia será libremente admitida (1) con respecto a objetos sobre
los cuales nos acordemos haber estado alguna vez completamente sin conocimiento de
ellos; pues en esos casos nos acordamos de cuando éramos completamente incapaces de
decir qué procedería de tales objetos. Preséntesele dos piezas lisas de mármol a un
hombre que no tiene conocimientos de física –no podrá saber que los pedazos se
mantendrán juntos de tal forma que será muy difícil y requerirá mucha fuerza separarlos
tirando de cada uno directamente en sentidos opuestos, mientras que será fácil separarlos
si se les desliza el uno sobre el otro, uno para un lado y el otro para el otro lado. (2)
También los eventos que no se adecuan mucho al curso normal de la naturaleza son
fácilmente aceptados como cosas que sólo puede conocerse mediante la experiencia; y
nadie piensa que la explosión de la pólvora, o la atracción de un imán, podrían llegar a
ser descubiertas por medio de argumentos a priori –·esto es, simplemente pensando
sobre la pólvora o los imanes, sin traer a colación nada que haya sido aprendido en la
experiencia·. (3) De igual forma, cuando consideramos que un efecto depende de una
maquinaria intrincada, o una estructura secreta de partes, no dudamos en atribuir todo
nuestro conocimiento de ello a la experiencia. Nadie afirmaría poder ofrecer la razón
última por la cual la leche o el pan son nutritivos y provechosos para el hombre pero no
así para un león o un tigre.
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
16
Pero esta misma proposición –·que las causas y efectos no pueden ser descubiertas
por la razón·– puede resultar menos obvia cuando se le aplica a eventos del tipo (1) con
el que hemos estado familiarizados toda nuestra vida, (2) que son muy semejantes o
acordes al curso general de la naturaleza, y (3) que se supone que dependen de las
simples cualidades ·perceptibles· de los objetos y no de alguna estructura secreta de
partes. Somos susceptibles de imaginar que podemos descubrir estos efectos meramente
con la razón, sin experiencia alguna. Creemos que si hubiéramos sido traídos
repentinamente al mundo, podríamos haber sabido de inmediato en ese instante que
cuando una bola de billar golpea a otra provocará que esta última se mueva –saberlo con
certeza, sin tener que ensayarlo con las bolas de billar. ¡Y es que qué gran influencia
ejerce el hábito! Cuando más fuertemente actúa, no sólo esconde nuestra natural
ignorancia, sino que incluso se tapa él mismo; justo porque el hábito funciona de manera
tan potente, no nos damos cuenta en lo absoluto de que está funcionando.
Si todavía no se está convencido de que absolutamente todas las leyes de la naturaleza
y operaciones de los cuerpos se pueden conocer exclusivamente por medio de la
experiencia, hay que considerar lo siguiente. Si se nos pide que digamos cuáles van a ser
los efectos de un objeto, sin que consultemos experiencias pasadas del mismo, ¿cómo
podría la mente realizar dicha tarea? Debe inventar o imaginar algún evento tal que sea
efecto del objeto; y claramente esta invención tiene que ser enteramente arbitraria. La
mente jamás puede encontrar el efecto en la causa supuesta, no importa qué tan
cuidadosamente la examinemos, porque el efecto es totalmente diferente de la causa y por
lo tanto nunca puede ser descubierto en ella. El movimiento en la segunda bola de billar
es un evento distinto de aquel del movimiento en la primera bola, y no hay nada en el
movimiento de la primera que siquiera dé indicios o sugiera el movimiento de la segunda.
Una piedra que se levante al aire y que sea luego desprovista de soporte cae
inmediatamente; pero si consideramos la situación a priori encontraremos que no hay
nada que genere la idea de un movimiento hacia abajo por parte de la piedra en vez de
uno hacia arriba o en cualquier otra dirección.
Tal como el imaginar o inventar un efecto particular por primera vez es arbitrario si
no se basa en la experiencia, lo mismo sucede con el supuesto vínculo o conexión entre
causa y efecto –el vínculo que los ata el uno al otro y que hace imposible que esa
determinada causa tenga cualquier otro efecto que el que tiene. Supóngase, por ejemplo,
que veo una bola de billar que se mueve en línea recta hacia una segunda: incluso si
sucediera que el contacto entre ambas me llegara a sugerir la idea de un movimiento de
la segunda bola, ¿que no hay cientos de eventos distintos que puedo concebir que se sigan
de esa causa? ¿No podría ser que ambas bolas permanecieran inmóviles? ¿No podría la
primera bola rebotar justo de regreso en la dirección desde la cual llegó, o rebotar en
alguna otra dirección? Todas estas suposiciones son consistentes y concebibles. ¿Por qué
entonces deberíamos preferir sólo una de ellas que no es ni más consistente ni más
concebible que el resto? Nuestros razonamientos a priori nunca revelarán una razón o
base que justifique dicha preferencia.
Dicho en pocas palabras, todo efecto es un evento distinto de su causa. Así es que no
puede ser descubierto en la causa, y la primera invención o concepción a priori de él
tiene que ser totalmente arbitraria. Además, incluso después de sugerido, el vínculo que
tiene con la causa debe seguir apareciendo como arbitrario, porque muchos otros efectos
posibles deben parecer tan consistentes y naturales como él desde el punto de vista de la
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
17
razón. Así es que no hay ni la más mínima esperanza de alcanzar conclusiones sobre las
causas y efectos sin la ayuda de la experiencia.
A ello se debe que ningún científico razonable haya jamás presumido conocer la
causa última de algún proceso natural, o pretendido mostrar claramente y a todo detalle
qué es lo que está implicado en la causación de cualquier efecto en el universo. Se está de
acuerdo en que lo más que puede hacer la razón humana es hacer más simples los
principios que gobiernan los fenómenos naturales, reuniendo para ello muchos efectos
particulares bajo unas cuantas causas generales, a partir de razonar mediante analogía,
experiencia y observación. Pero si intentamos descubrir las causas de estas causas
generales, estaremos perdiendo nuestro esfuerzo. Estos orígenes y principios últimos
están completamente vedados a la investigación humana. Probablemente las causas y
principios más profundos que llegaremos a encontrar en la naturaleza son los cuatro
siguientes: •la elasticidad, •la gravedad, •la cohesión de partes ·tal que hace la diferencia
entre una piedra y un montón de polvo·, y •la comunicación del movimiento por medio
del impacto ·como cuando una bola de billar le pega a otra·. Seremos ya afortunados si
luego de un trabajo cuidadoso podemos explicar fenómenos particulares a partir de estos
cuatro, o algo cercano a ellos. La filosofía del tipo natural perfecta [=‘la física perfecta’] sólo
aplaza un poco nuestra ignorancia; tal como la más perfecta filosofía de tipo moral o
metafísico [=‘la más perfecta filosofía’, en el sentido que se le da al término en el siglo veintiuno] sirve
solamente para enseñarnos aun más cuán ignorantes somos. De tal forma que los dos
tipos de filosofía eventualmente nos conducen a una visión de la ceguera y debilidad
humanas –una visión que nos confronta en cada esquina a pesar de nuestros intentos de
rehuirle.
Aunque la geometría es merecidamente famosa por la exactitud de sus razonamientos,
cuando se le trae al auxilio de la física no puede conducirnos al conocimiento de las
causas últimas, por tanto curando la ignorancia de la que he estado hablando. Todas las
ramas de la matemática aplicada funcionan sobre la suposición de que la naturaleza opera
de acuerdo a ciertas leyes establecidas; y se utilizan razonamientos abstractos o bien para
ayudarle a la experiencia a descubrir dichas leyes o bien para dilucidar de qué manera las
leyes aplican en casos particulares en los que la exactitud de la medición es relevante. He
aquí un ejemplo. Se trata de una ley del movimiento, descubierta por medio de la
experiencia: la fuerza de cualquier cuerpo en movimiento es proporcional a su masa y a
su velocidad; o sea que se puede lograr que una fuerza de magnitud pequeña se
sobreponga al obstáculo más grande si se consigue diseñar una máquina que aumente la
velocidad de la fuerza hasta que ésta supere a su antagonista. La geometría nos ayuda a
aplicar esta ley mostrándonos cómo deben ser la forma y el tamaño de cada una de las
partes de la máquina que se construya para tal propósito; pero la ley en sí es algo que
conocemos exclusivamente a partir de la experiencia, y no hay razonamiento abstracto o
grupo de razonamientos abstractos que nos puedan acercar un paso más a su
conocimiento. Cuando razonamos a priori, considerando algún objeto o causa meramente
tal cual se le presenta a la mente e independientemente de cualquier observación de su
comportamiento, éste jamás nos podría incitar a pensar ningún objeto distinto, como por
ejemplo su efecto. Aun menos nos podría mostrar la inquebrantable conexión entre ellos.
¡Una persona necesitaría ser sumamente perspicaz para descubrir por medio de un
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
18
razonamiento, sin haber jamás experimentado los efectos del calor y el frío, que el
primero produce cristales mientras que el segundo produce hielo!
Parte 2
Pero no hemos encontrado todavía una respuesta aceptable a la pregunta que
inicialmente formulé. Cada solución da pie a nuevas preguntas que son tan difíciles de
responder como lo era la primera, y que nos conducen a nuevas investigaciones. A la
pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de todos nuestros razonamientos sobre cuestiones de
hecho?, la respuesta apropiada parece ser que están basados en la relación de causa y
efecto. Cuando subsecuentemente se pregunta: ¿Cuál es el fundamento de todos nuestros
razonamientos sobre causa y efecto?, podemos contestar con dos palabras: la
experiencia. Pero si persistimos con las preguntas, y así preguntamos: ¿En qué se basan
las inferencias provenientes de la experiencia?, eso da pie a una cuestión que puede ser
incluso más difícil. Los filósofos –con todo y sus aires de poseedores de una sabiduría
superior– son puestos a prueba por aquellas personas que persisten haciendo preguntas,
expulsándolos de cada esquina a la que retroceden, y finalmente conduciéndolos a algún
dilema peligroso [=‘una elección entre dos alternativas que parecen ser igualmente incorrectas’]. La
mejor manera para evitar esa situación tan vergonzosa es no presumiendo saber
demasiado desde un principio, así como encontrando la dificultad del asunto nosotros
mismos antes de que ésta sea esgrimida contra nosotros como una objeción. ¡De esta
manera podemos en cierto sentido sacar mérito y provecho incluso de nuestra ignorancia!
En esta sección me conformaré con algo fácil, ofreciendo solamente una •respuesta
negativa a la pregunta que planteé ·acerca de sobre qué es que están basadas las
inferencias de la experiencia·. Ésta es: incluso después de haber tenido experiencia sobre
las operaciones de causa y efecto, las conclusiones que de esa experiencia extraemos no
están basadas en el razonamiento ni en ningún proceso del entendimiento. Intentaré
explicar y defender esta respuesta.
Se debe admitir que la naturaleza ha mantenido todos sus secretos lejos de nosotros, y
que nos ha permitido conocer sólo unas pocas cualidades superficiales de los objetos,
escondiendo los poderes y energías sobre los cuales la influencia de los objetos de hecho
depende. Nuestros sentidos nos informan acerca del color, el peso y la consistencia del
pan; pero ni los sentidos ni la razón pueden jamás informar acerca de las cualidades que
le permiten al pan nutrir al cuerpo humano. La vista y el tacto nos dan una idea del
movimiento de los cuerpos; pero nada podemos saber acerca de la asombrosa fuerza que
mantiene a un cuerpo perpetuamente en movimiento si jamás choca éste con otros
cuerpos. A pesar de esta ignorancia de las fuerzas y poderes2
naturales, siempre
asumimos que las mismas cualidades sensibles [=‘cualidades que pueden ser vistas o sentidas o
escuchadas, etc.’] tendrán los mismos poderes secretos, y esperamos que tengan también los
mismos efectos que en nuestra experiencia pasada los hemos visto tener. Si se nos da una
cosa con el color y la consistencia del pan que hemos comido en el pasado, no dudamos
si repetir o no el experimento ·de comerlo·, esperando confiadamente que nos nutrirá y
sostendrá. ·Eso es lo que hacemos cada mañana en la mesa al desayunar:
2
La palabra ‘poder’ está aquí usada en un sentido laxo y popular. Si se usara de forma más precisa el
argumento cobraría más fuerza. Ver Sección 7.
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
19
¡experimentamos a cada bocado con una cosa que parece pan, comiéndonosla!· Me
gustaría saber cuál es la base que sostiene este proceso de pensamiento. Todos están de
acuerdo que las cualidades sensibles de una cosa no están conectadas con sus poderes
secretos de alguna manera sobre la que podamos tener conocimiento, de tal forma que la
mente no es conducida a una conclusión sobre su conjunción regular y constante a través
de algo que conozca sobre su naturaleza. Lo único que la experiencia pasada nos puede
decir, directamente y con seguridad, es aquello que tiene que ver con el comportamiento
de los objetos particulares que se observó, y en el tiempo particular en que se les observó.
·Mi experiencia directa y certeramente me informa que ese fuego en ese momento
consumió al carbón; pero nada dice sobre el comportamiento del mismo fuego unos
cuantos minutos después, ni de aquél de otros fuegos en cualquier momento·. ¿Por qué se
debería extender esta experiencia a momentos futuros y a objetos distintos, que por
cuanto sabemos pueden meramente parecer semejantes? –eso es lo que quiero saber. El
pan que anteriormente comí me nutrió; esto es: un cuerpo con tales y cuales cualidades
sensibles tuvo en aquel cierto tiempo tales y cuales poderes secretos. ¿Pero se sigue de
ello que otros panes me nutrirán necesariamente en otros tiempos, y que las mismas
cualidades perceptibles deban siempre ir acompañadas por los mismos poderes secretos?
No parece seguirse de forma necesaria. En todo caso, debe admitirse que en un caso
como este la mente extrae una conclusión; da un cierto paso, pasa por un proceso de
pensamiento o inferencia, y éste debe ser explicado. Estas dos proposiciones están muy
lejos de ser las mismas:
•He encontrado que tal y tal objeto siempre ha tenido tal y tal efecto.
•Preveo que otros objetos que parecen ser similares tendrán efectos similares.
La segunda proposición siempre es inferida de la primera; e incluso si se quiere
concederé que es correctamente inferida. Pero si se insiste que la inferencia se hace por
medio de una cadena de razonamiento, retaré a quien así lo hace a que señale cuál es
dicho razonamiento. La conexión entre esas proposiciones no es intuitiva [i.e. la segunda no
se sigue de la primera de manera auto-evidente e inmediata]. Si la inferencia se llevara a cabo a
través de la sola razón, tendría que ser con ayuda de un paso intermedio. Pero cuando
intento pensar cuál podría ser ese paso intermedio, me veo derrotado. Aquellos que
sostienen que realmente existe y que es el origen de todas nuestras conclusiones sobre
cuestiones de hecho nos deben una explicación de qué es lo que es.
·Mas no han dado ninguna explicación de ello, lo cual tomo por evidencia de que
ninguna puede ser dada·. Si muchos filósofos capaces y agudos intentan descubrir una
proposición que los conecte o un paso intermedio a través del cual el entendimiento
pueda efectuar esta inferencia de efectos pasados a futuros y fallan, entonces mi
perspectiva negativa acerca de esto eventualmente se tomará por absolutamente
convincente. Sin embargo, puesto que la cuestión es todavía nueva, el lector puede no
confiar suficientemente en sus propias capacidades y habilidades como para concluir que
sólo porque no puede encontrar un cierto argumento eso quiera decir que éste no existe.
En tal caso, necesito enfrentarme a una tarea más difícil que cualquiera de las que hasta
ahora he llevado –a decir, recorrer todas las ramas del conocimiento humano, una por
una, para mostrar que ninguna de ellas puede darnos el argumento buscado.
Todos los razonamientos pueden ser separados en dos tipos: (1) razonamientos
demostrativos, o aquellos que conciernen a la relación entre ideas, y (2) razonamientos de
tipo factual, o razonamientos probables; en otras palabras: que conciernen a las
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
20
cuestiones de hecho y a la existencia. Parece evidente que en (2) no está involucrado
ningún argumento demostrativo; ya que no hay una contradicción patente en la
suposición de que el curso de la naturaleza va a cambiar tal que un objeto que se parece a
otros sobre los cuales hemos tenido experiencia vaya a tener efectos diferentes o
contrarios a los de aquellos otros objetos del pasado. ¿Que no podría clara y
distintamente concebir que la nieve que cae de las nubes pueda saber salada o sentirse
caliente? ¿Hay algo ininteligible en suponer que todos los árboles van a acrecentar su
follaje en diciembre y a perder sus hojas en junio? Ahora, si algo es inteligible y puede
ser concebido claramente, entonces no implica ninguna contradicción y luego jamás
puede ser probado falso por medio de ningún argumento demostrativo o razonamiento
abstracto a priori.
Así es que si hay argumentos que justifiquen el que confiemos en nuestra experiencia
pasada y el que la constituyamos como estándar de nuestros juicios futuros, esos
argumentos sólo pueden ser probables; es decir que tienen que ser del tipo (2) que
concierne a cuestiones de hecho y existencia real, para ponerlo en términos de la
clasificación que ofrecí. Pero el razonamiento probable, si lo describí con precisión, no
nos puede dar el argumento que buscamos. De acuerdo a mi caracterización, todos los
argumentos que tienen que ver con la existencia están basados en la relación de causa y
efecto; nuestro conocimiento sobre esa relación se deriva enteramente de la experiencia;
y en la extracción de conclusiones a partir de la experiencia se está ya suponiendo que el
futuro será como el pasado. De tal forma que si intentamos probar esta suposición por
medio de argumentos probables, i.e. argumentos sobre la existencia, es obvio que se está
procediendo circularmente, tomando como cierta aquella misma cosa que se busca
probar.
En realidad, todos los argumentos provenientes de la experiencia se basan en las
similitudes que encontramos entre objetos naturales –que nos conducen a pensar que los
efectos de los objetos serán también similares. Aunque sólo un tonto o un loco retaría la
autoridad de la experiencia o la rechazaría como guía de la vida humana, de cualquier
modo quizá a un filósofo se le pueda permitir que cuestione qué de la naturaleza humana
le confiere esa poderosa autoridad a la experiencia y hace que saquemos provecho de las
similitudes que la naturaleza ha establecido entre distintos objetos. Nuestras inferencias
de la experiencia se reducen todas a esto: De causas que parecen similares esperamos
efectos similares. Si esto se basara en la razón, podríamos extraer la conclusión de igual
manera luego de •una sola instancia o caso, que luego de •un curso prolongado de
experiencias. Pero no es así como de hecho son las cosas. ¡Nada hay más similar que los
huevos; y con todo nadie espera que todos sepan igual! Cuando llegamos a sentirnos
seguros de saber qué va a resultar de un evento particular, es tan sólo porque hemos
tenido experiencia de muchos eventos de esa clase, todos con los mismos efectos. Ahora,
¿dónde está aquel proceso de razonamiento que infiere de una sola instancia una
conclusión que no había sido inferida de un centenar de instancias previas del mismo tipo
que la presente? Lo pregunto tanto por •mor de la información como por •suscitar
dificultades en la cuestión. Yo al menos no puedo encontrar –no puedo imaginar– ningún
razonamiento de esos. Pero estoy dispuesto a aprender, si alguien me puede enseñar.
Puede decirse que de un número de experiencias uniformes inferimos una conexión
entre las cualidades sensibles y los poderes secretos; pero esto parece suscitar la misma
dificultad con palabras diferentes. Se sigue teniendo que preguntar en qué proceso o
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
21
argumento se basa dicha inferencia. ¿Dónde está el paso intermedio, las ideas
interpuestas, que unan proposiciones que son tan diferentes la una de la otra? Se está de
acuerdo en que el color, la consistencia y otras cualidades sensibles del pan no parecen
estar inherentemente conectadas con el los poderes secretos del ser nutritivo y poder
sostener la vida. Si lo fueran, podríamos inferir dichos poderes secretos de un primer
encuentro con esas cualidades, sin ayuda de una experiencia previa prolongada; y eso
contradice tanto lo que todos los filósofos creen, como los meros hechos. Comencemos
por pensarnos en nuestro estado natural de ignorancia, en el que nada sabemos de los
poderes e influencia de ninguna cosa. ¿Cómo es que la experiencia cura esta ignorancia?
Todo lo que hace es mostrar que ciertos objetos ·similares· tuvieron efectos similares;
nos enseña que esos objetos particulares tuvieron tales y cuales poderes y fuerzas en esos
momentos particulares. Cuando se nos presenta un objeto nuevo con cualidades
perceptibles similares esperamos poderes y fuerzas semejantes y buscamos un efecto
similar. Esperamos, por ejemplo, que algo con el color y la consistencia del pan nos
nutrirá. Pero eso sin duda es un movimiento de la mente que necesita ser explicado.
Cuando un hombre dice:
‘He encontrado en todos los casos (o instancias) pasados tales y cuales cualidades
sensibles en conjunción con tales y cuales poderes secretos’,
y luego procede a decir:
‘Cualidades sensibles similares siempre estarán conjuntadas con poderes secretos
similares’,
no es culpable de incurrir en una tautología; estas proposiciones no son para nada las
mismas. Se podría decir: ‘La segunda proposición se deriva de la primera’; pero se tiene
que admitir que la inferencia no es intuitiva [=‘no se ve a primera vista que es válida’] y no es
tampoco demostrativa [=‘no puede ser seguida a través de una serie de pasos tal que cada uno de esos
pasos puede verse que es válido a primera vista’]. ¿Qué tipo de inferencia es entonces? Calificarla
de ‘experimental’ es presuponer el punto que está en cuestión; pues todas las inferencias
de la experiencia se basan sobre la presuposición de que el futuro será semejante al
pasado, y de que poderes similares estarán combinados con cualidades sensibles
similares. Tan pronto como se plantea la sospecha de que el curso de la naturaleza puede
cambiar, tal que el pasado deja de ser guía para el futuro, toda experiencia se vuelve inútil
y no puede soportar ninguna inferencia o conclusión. Así es que ningún argumento
proveniente de la experiencia puede sostener esta semejanza entre el pasado y el futuro,
porque todos los argumentos de este tipo se basan sobre la presuposición de dicha
semejanza. No importa con qué tanta regularidad el curso de las cosas se haya dado en el
pasado, ese hecho por sí solo no prueba que el futuro vaya a ser también regular. De nada
sirve que se presuma haber aprendido la naturaleza de los cuerpos a partir de la
experiencia pasada. Su naturaleza secreta, y consecuentemente todos sus efectos y su
influencia, puede cambiar sin cambio alguno en sus cualidades sensibles. Esto sucede •a
veces con respecto a •algunos objetos: ¿por qué no podría pasar con respecto a •todos los
objetos y •todo el tiempo? ¿Qué lógica, qué proceso argumentativo te pone a salvo de
ello? Podría decirse que no me comporto como si tuviera dudas acerca de esto; pero eso
reflejaría un malentendido acerca de por qué estoy planteando las preguntas que planteo.
Cuando estoy considerando cómo voy a actuar, quedo suficientemente confiado de que el
futuro será como el pasado; pero en tanto filósofo con una disposición de mente
inquisitiva –no voy a decir escéptica– quiero saber en qué se basa esa confianza. Nada de
Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento
22
lo que he leído, ni investigación alguna que haya hecho, ha podido hasta ahora disipar la
dificultad de la que hablo. ¿Qué cosa mejor puedo hacer que presentar la dificultad al
público, incluso si no albergo gran esperanza de que se me vaya a dar una solución? Así
al menos estaremos concientes de nuestra ignorancia, aun si no incrementamos nuestro
conocimiento.
Sería inexcusablemente arrogante pretender decir que porque yo no he encontrado
cierto argumento, tal argumento realmente no existe. Incluso si hombres sabios a lo largo
de muchos siglos han buscado algo sin ser capaces de encontrarlo, quizá aun entonces
sería precipitado concluir confiadamente que el asunto debe sobrepasar el entendimiento
humano. Aunque examinemos todas las fuentes de nuestro conocimiento y concluyamos
que no son adecuadas para dilucidar un tema determinado, podríamos sospechar todavía
que la lista de las fuentes puede no ser exhaustiva, o que nuestro escrutinio de las mismas
puede no ser correcto. Con respecto a nuestro tema presente, sin embargo, tenemos
razones para pensar que mi conclusión es ciertamente correcta y que no soy arrogante en
creerlo.
Es seguro que los campesinos más ignorantes y estúpidos, incluso los infantes, en
efecto, incluso las bestias salvajes, mejoran por medio de la experiencia y aprenden
acerca de las cualidades de los objetos naturales gracias a que observan sus efectos.
Cuando un niño ha sentido dolor por tocar la flama de una vela, tendrá cuidado de no
acercar su mano a ninguna vela, y esperará un efecto similar de cualquier causa que sea
similar en su apariencia. Si se sostiene que el entendimiento del niño ha llegado a esta
conclusión a través de un proceso argumentativo, es entonces justo de mi parte que exija
que se presente ese argumento, y quien lo haya sostenido no tiene excusa alguna para no
hacerlo. No puede decir que el argumento lo ha eludido por ser muy complejo y difícil,
¡ya que acaba de decir que a un mero niño le resulta fácil! Así es que si duda por un
momento, o si después de una reflexión produce un argumento intrincado y profundo,
acabaría en efecto habiendo abandonado su postura en esta disputa: habría hecho tanto
como admitir que no es a través del razonamiento que nos vemos conducidos a suponer
que el futuro se parecerá al pasado y a esperar efectos similares de causas
aparentemente similares. Ésa es la proposición que buscaba sentar en la presente sección.
Si estoy en lo correcto, no pretendo que sea un gran descubrimiento. Si me equivoco con
respecto a ello, entonces sí hay un argumento ·de pasado a futuro· que me era familiar
mucho antes de que fuera sacado de mi cuna, y que sin embargo ahora no puedo
descubrir. ¡Qué investigador tan retrógrada debo ser!
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
23
Sección 5: Solución escéptica de estas dudas
La pasión por la filosofía, como aquella por la religión, implica un cierto peligro.
Aunque apunta a corregir nuestro comportamiento y aniquilar nuestros vicios, puede
acabar –si no se le maneja adecuadamente– exhortándonos meramente a continuar en
direcciones que estamos naturalmente dispuestos a seguir. Podemos proponernos alcanzar
la sabiduría y la firmeza filosóficas, y llegar a sentirnos satisfechos con los placeres de la
mente ·en tanto distintos de aquellos del cuerpo·, y sin embargo conducirnos mediante la
misma razón lejos de toda virtud y gozo social, terminando así con una filosofía (como
aquellas de Epicteto y otros estoicos) que no es sino un sistema refinado del egoísmo.
Mientras meditamos en torno a la banalidad de la vida humana, y centramos nuestros
pensamientos en la naturaleza vacía y transitoria de las riquezas y los honores, quizá lo
que en realidad hacemos es encontrar excusas para nuestra ociosidad, tratando de obtener
el apoyo de la razón a nuestra perezosa reticencia de ocuparnos en el mundo. Sin
embrago, un tipo de filosofía parece no correr mucho riesgo de caer en esta desventaja,
ya que no une fuerzas con ninguna pasión desordenada de la mente humana, y no se
puede mezclar con ninguna de nuestras inclinaciones o tendencias naturales; y ésa es la
filosofía escéptica. Los escépticos hablan siempre de la duda y de suspender el juicio, del
peligro de decidir precipitadamente, de mantener las investigaciones intelectuales dentro
de límites estrechos, y de renunciar a toda elaboración teórica que no permanezca en
contacto con la vida cotidiana y la práctica. Así es que su filosofía es tan contraria como
se puede a la ociosidad de la mente, su arrebatada arrogancia, sus grandilocuentes
pretensiones, y su supersticiosa credulidad. Esta filosofía tiene un efecto de propagación
de la humildad en todas las pasiones salvo en el amor por la verdad; y eso nunca puede
ser exagerado. Puesto que esta filosofía es casi siempre inofensiva e inocente, es
sorprendente que tantas veces se le haya criticado y se le haya estigmatizado como
libertina, profana e irreligiosa. Quizá la misma característica que la hace tan inocente
también le granjea el odio y el resentimiento. No fomenta ningún sentimiento ni hábito
malo, de forma que no tiene muchos partidarios; pero sí se opone a muchos vicios y
necedades, ¡razón por la cual tiene tantos enemigos!
Cuando intenta limitar nuestras inquisiciones sobre la vida cotidiana, esta filosofía no
corre el riesgo de ir demasiado lejos y minar los razonamientos que usamos en la vida
cotidiana, insistiendo de más con sus dudas hasta el punto de destruir toda creencia y
acción. La naturaleza siempre mantendrá sus derechos, y prevalecerá sobre cualquier
razonamiento abstracto. ·Esto es: continuaremos pensando y actuando de las maneras en
que nuestra naturaleza humana nos lo dicta –las maneras que nos son naturales– sin
riesgo alguno de ser desviados de estas consideraciones filosóficas·. Por ejemplo, en la
sección precedente mostré que cuando sea que razonemos a partir de la experiencia,
estaremos dando un paso que no está soportado por ningún argumento o consideración
intelectual; pero esos razonamientos experienciales son la base de casi todo el
conocimiento que tenemos, y no hay forma de que se les deseche a causa del
descubrimiento de que no pueden ser justificados por argumentos. Si no somos
conducidos argumentativamente a hacer inferencias de la experiencia pasada, debemos
ser llevados por algo que sea igualmente poderoso –alguna otra fuerza que tendrá poder
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
24
sobre nuestras vidas al menos en tanto la naturaleza humana permanezca como hasta
ahora es y ha sido. Valdría la pena explorar qué es lo que esa otra fuerza es.
Supóngase que una persona muy inteligente y pensativa arribara de pronto a este
mundo; inmediatamente observaría que un evento le sigue a otro, pero eso sería todo lo
que podría descubrir. No podría mediante ningún razonamiento alcanzar la idea de causa
y efecto, porque (primeramente) los poderes particulares por los cuales todas las
operaciones naturales son llevadas a cabo jamás son percibidos por los sentidos, y (en
segundo lugar) no hay ninguna razón para concluir que un evento causa otro tan sólo
porque lo precede. El hecho de que ocurran juntos puede ser arbitrario y casual, sin
conexión causal alguna entre ellos. En pocas palabras, mientras dicha persona no tuviera
más experiencia, no podría razonar sobre ninguna cuestión de hecho, ni estar seguro de
cosa alguna que no le fuera inmediatamente presente a su memoria o a sus sentidos.
Ahora supóngase que nuestra persona acumula más experiencia, y que vive lo
suficiente en el mundo para observar objetos o eventos similares ocurrir de forma
conjunta constantemente; ¿qué conclusión saca ahora de esta experiencia?
¡Inmediatamente infiere la existencia de un objeto a partir de la presencia del otro! Pero,
toda su experiencia no le ha dado ninguna idea o conocimiento del poder secreto
mediante el cual un objeto produce al otro; ni tampoco pudo haberlo traído a la
extracción de esta inferencia ningún proceso del razonamiento. Pero se da cuenta que no
puede evitar hacerla: y no será disuadido de ella incluso si se convence de que no hay
soporte intelectual para la inferencia. Hay algo más que está operando, obligándolo a
llevarla a cabo.
Es la costumbre o el hábito. Cuando estamos predispuestos a actuar o pensar de una
cierta manera, no porque se le pueda justificar con el razonamiento o mediante un
proceso del entendimiento sino porque nos hemos comportado o pensado de la misma
manera muchas veces en el pasado, decimos que esta predisposición es el efecto de la
‘costumbre’. Al usar esa palabra no pretendemos estar dando la razón básica de la
predisposición. Todo lo que estamos haciendo es señalar una característica fundamental
de la naturaleza humana que nadie negará que está ahí, y que es bien conocida por sus
efectos. Quizá eso es lo más lejos que podemos llegar. Quizá, eso es, no podemos
descubrir la causa de esta causa, y debemos contentarnos con ella como lo más profundo
que podemos ir en la explicación de las conclusiones que sacamos de la experiencia. La
habilidad de ir así de lejos nos debería satisfacer; si nuestras facultades no nos pueden
llevar más lejos, no deberíamos quejarnos por ello. Al menos tenemos aquí una
proposición muy inteligible y quizá además cierta: Después de la conjunción constante
de dos objetos –calor y flama, por ejemplo, o peso y solidez– el puro hábito nos hace
esperar uno cuando experimentamos el otro. En efecto, esta hipótesis parece ser la única
que podría explicar por qué sacamos de mil instancias una inferencia que no podemos
sacar de una sola instancia que es exactamente igual que cada una de esas mil. •La razón
no es así. Las conclusiones que saca tras considerar un círculo son las mismas a las que
llegaría luego de examinar todos los círculos del universo. Pero no hay hombre que
habiendo visto solamente un cuerpo moverse luego de ser empujado por otro, pudiera
inferir que todo cuerpo se moverá luego de una colisión similar. Todas las inferencias
derivadas de la experiencia, por tanto, son efectos de la costumbre, y no del
•razonamiento.
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
25
·COMIENZO DE UNA VASTA NOTA AL PIE·
Los escritores muchas veces distinguen entre la razón y la experiencia, tomando
como enteramente diferentes los razonamientos de cada tipo. Los argumentos de la razón
se piensa que resultan puramente de nuestras facultades intelectuales, las cuales
establecen principios de la ciencia y la filosofía considerando a priori la naturaleza de las
cosas, examinando los efectos que deben seguir de su operación. Los argumentos de la
experiencia se supone que derivan enteramente de los sentidos y la observación, a través
de los cuales •aprendemos qué es lo que efectivamente ha resultado a partir de la
operación de objetos particulares y podemos •inferir de esto cuáles van a ser sus
resultados en el futuro. Por ejemplo, las limitaciones y ataduras del gobierno civil y una
constitución legal pueden ser defendidas haciendo uso de la razón, la cual –reflexionando
en torno a la gran fragilidad y corrupción de la naturaleza humana– enseña que ningún
hombre puede ser confiado de forma segura con una autoridad ilimitada; o haciendo uso
de la experiencia y la historia, que informan de los enormes abusos que en toda época han
resultado del exceso de tal autoridad.
La misma distinción entre razón y experiencia se mantiene en todas nuestras
discusiones sobre la conducta de la vida. Mientras que se confía y sigue al hombre de
estado, general, médico o mercader experimentado; el novato sin práctica, no importa qué
tan talentoso pueda ser, es despreciado y hecho de lado. La gente dice que la razón puede
permitirle a uno hacer estimaciones plausibles de qué será probable que se siga de un x-
tipo de conducta en una y-tipo de situación, pero toman a la razón como insuficiente si no
está ayudada por la experiencia. Sólo la experiencia (–sostienen–) puede darle estabilidad
y certeza a los resultados alcanzados ·por la razón· a partir del estudio y la reflexión.
No obstante, aunque esta distinción es universalmente aceptada, tanto en la vida
práctica como en la investigación intelectual, yo no dudo en decir que está básicamente
equivocada, o al menos que es superficial.
Si examinamos (1) argumentos como aquellos que he mencionado, que
supuestamente no involucran nada salvo el razonamiento y la reflexión, resulta que
dependen de algún principio general que se basa únicamente en la observación y la
experiencia. La única diferencia entre ellos y (2) las máximas que comúnmente se cree
que vienen de la pura experiencia es que (1) no pueden ser establecidos sin cierto proceso
del pensamiento –alguna reflexión sobre lo que hemos observado, de tal suerte que se
diluciden sus detalles y se trace sus consecuencias– mientras que en (2) el evento
experimentado es exactamente como el que predecimos en la nueva ocasión. Se puede
llegar al miedo de que si liberáramos a nuestros monarcas de las ataduras de la leyes éstos
se convertirían en tiranos a partir de (2) nuestro conocimiento de la historia de Tiberio o
Nerón; o a partir de (1) nuestra experiencia del fraude o la crueldad en la vida privada, la
cual tras poco pensar podemos tomar como evidencia de la corrupción general de la
naturaleza humana y del peligro de depositar demasiada confianza en la humanidad. En
cada caso, el fundamento último para el miedo al que llegamos es la experiencia.
Cualquier hombre, no importa qué tan joven e inexperimentado, habrá sido llevado
por su experiencia a muchas verdades generales acerca de los asuntos humanos y la
conducta de la vida; pero será propenso al error al ponerlas en práctica, hasta que el
tiempo y posterior experiencia hayan ampliado el alcance de estas verdades y le hayan
enseñado cómo aplicarlas. Talentoso como pueda ser, aun así es probable que pase por
alto algunos aspectos aparentemente menores de una situación pero que en realidad sean
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
26
cruciales para las conclusiones que debería extraer y para cómo debería actuar. Cuando
llamamos a alguien un ‘razonador o pensador inexperimentado’, lo único que queremos
decir es que no ha tenido mucha experiencia.
·FIN DE LA VASTA NOTA AL PIE·
La costumbre, pues, es la gran guía de la vida humana. Exclusivamente ella es quien
hace que nuestra experiencia nos sea útil, y nos hace esperar que secuencias o eventos
futuros sean como aquellos que se han presentado en el pasado. Sin la influencia de la
costumbre, seríamos absolutamente ignorantes de cualquier cuestión de hecho que esté
más allá de lo inmediatamente presente a los sentidos y la memoria. Nunca sabríamos
qué medios debiéramos adoptar para alcanzar nuestros fines; no podríamos emplear
nuestros poderes naturales para producir ningún efecto deseado. Sería el fin de toda
acción y casi toda actividad teórica.
Debo señalar, empero, que aunque nuestras inferencias provenientes de la experiencia
nos llevan más allá de nuestra memoria y nuestros sentidos, y nos dan seguridad sobre
cuestiones de hecho que sucedieron en lugares distantes y tiempos remotos, cualquier
inferencia de ese tipo debe comenzar con un hecho que sí está presente en los sentidos o
en la memoria. Un hombre que encontrara en un país desierto los vestigios de edificios
magníficos concluiría de eso que el país tuvo mucho tiempo atrás habitantes civilizados;
pero sin la experiencia inicial no hubiera podido inferir eso nunca. Aprendemos sobre los
eventos de épocas pasadas por la historia; pero para hacer eso debemos leer los libros que
dan la información, y llevar a cabo inferencias de un reporte a otro, hasta que finalmente
llegamos a los testigos presenciales y los espectadores de aquellos eventos distantes. En
corto: si no empezáramos con algún hecho que esté presente a los sentidos o la memoria,
nuestros razonamientos serían meramente hipotéticos; y no importa qué tan fuertes los
enlaces particulares pudieran ser, la cadena completa de inferencias no tendría nada que
la sustentara, y no podría ser usada para arribar al conocimiento de ninguna existencia
real. Si pregunto por qué alguien cree cualquier cuestión de hecho particular de la que me
hable, esa persona me tendrá que dar alguna razón; y esta razón será algún otro hecho
conectado con aquél en el que cree. Pero no se puede proceder de esta manera por
siempre: eventualmente tendrá que llegar a un hecho que tenga presente o bien en la
memoria o bien en los sentidos –y si no, tendrá que admitir que la creencia a la que se
suscribe no tiene fundamento en lo absoluto.
¿Qué concluiremos de todo esto? Algo que está bastante alejado de las teorías usuales
de la filosofía, y que sin embargo es muy simple:
Todas las creencias sobre cuestiones de hecho o existencia real se derivan
meramente de algo que está presente en la memoria o en los sentidos, y de
una asociación habitual de eso presente con alguna otra cosa.
O en otras palabras: Habiendo encontrado en muchos casos que dos clases de objetos
–la flama y el calor, la nieve y el frío– siempre han ido juntas, y sucediendo que se nos
presente con una nueva instancia de flama o nieve, el hábito de la mente la lleva a esperar
calor o frío y a creer que el calor o el frío existen en ese momento y que se les
experimentará si uno se acerca más. Esta creencia es el resultado inevitable de situar la
mente en tales circunstancias. Que nuestra mente reaccione de esa manera en esas
circunstancias es tan ineludible como que sintamos amor cuando se nos otorgan
beneficios, u odio cuando se nos lastima deliberadamente. Esas operaciones del alma son
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
27
un tipo de instinto natural, el cual no puede ser ni producido ni tampoco prevenido por
ningún razonamiento o proceso del pensamiento.
Llegados a este punto podríamos permitirnos razonablemente detener nuestras
investigaciones filosóficas. En la mayor parte de las cuestiones, no podemos dar un solo
paso más; y en todas las cuestiones se debe eventualmente parar, luego de las pesquisas
más incansables y profundas. Pero aun así nuestra curiosidad será perdonable, quizá
recomendable, si nos conduce a subsiguientes investigaciones, y nos hace examinar con
más cuidado y precisión la naturaleza de esta creencia, y de la conjunción habitual de la
cual se deriva. Eso nos puede traer a algunas explicaciones y analogías que darán
satisfacción –al menos a aquellos que aman las ciencias abstractas y disfrutan de las
especulaciones que, por más precisas que sean, pueden todavía retener un grado de duda
e incertidumbre. Para los lectores cuyo gusto es distinto del descrito: la Parte 2 de esta
sección no va dirigida a ellos, y puede ser pasada por alto sin perjuicio a la comprensión
del resto.
Parte 2
Nada es más libre que la imaginación del hombre; y aunque está confinada al acervo
original de ideas provistas por los sentidos internos y externos, tiene un poder ilimitado
para mezclar, combinar, separar y dividir esas ideas en todas las variedades de ficción y
visión [=‘de cualquier manera que pueda ser descrita o representada’]. Puede inventar una
secuencia de eventos con toda la apariencia de realidad, asignarles un tiempo y espacio
particular, concebirlos como si realmente estuvieran sucediendo, y representárselos a sí
misma con tanto detalle como lo podría hacer con cualquier evento histórico que con la
mayor certeza creyera que realmente hubiera sucedido. ¿Cuál es entonces la diferencia
entre una ficción así y la creencia? No es esta:
Hay una idea especial que está unida a toda proposición sobre la que
asentimos y en cambio a ninguna de las que consideramos como ficticias.
La razón por la cual esa explicación es falsa es porque la mente tiene autoridad sobre
todas sus ideas, de tal forma que si esta ‘idea especial’ existiera, la mente podría unirla
voluntariamente a cualquier ficción y consecuentemente –de acuerdo a esta explicación–
sería capaz de creer cualquier cosa que quisiera creer; mientras que nos damos cuenta por
la experiencia cotidiana que no es cierto que pueda. Podemos juntar la cabeza de un
hombre al cuerpo de un caballo mediante la unión de pensamientos; pero no podemos
optar por creer que un animal de ese tipo haya realmente existido en algún momento.
Se sigue que la diferencia entre la ficción y la creencia reside en algún sentimiento
que va de la mano de la creencia y no de la ficción –un sentimiento que no depende de la
voluntad y no puede ser mandado de acuerdo al gusto. Debe ser causado por la
naturaleza, como todos los otros sentimientos; y debe surgir de la situación particular en
la que se encuentre la mente en ese momento particular. Cuando un objeto se le presenta
a la memoria o a los sentidos, inmediatamente lleva a la imaginación –por la fuerza del
hábito– a concebir el objeto que usualmente va unido a él; y esta concepción viene con
un sentimiento que es diferente de ·cualquier cosa que acompaña a· las fantasías sueltas
de la imaginación. Eso es todo lo que hay con respecto a la creencia. Porque puesto que
no hay ninguna cuestión de hecho que creamos tan firmemente que no podamos concebir
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
28
lo contrario, no habría una diferencia entre la concepción frente a la cual asentimos y
aquella que rechazamos ·como falsa· si no hubiera algún sentimiento que las distinguiera.
Si veo una bola de billar desplazarse hacia otra en una mesa lisa, puedo fácilmente
concebir que se detenga al contacto. Esta concepción no implica una contradicción; y sin
embargo se siente muy diferente de aquella otra concepción por la cual me represento la
colisión seguida de la transmisión de movimiento de una bola a la otra.
Si tratáramos de definir este sentimiento, lo encontraríamos difícil –si no es que
imposible– de hacer; semejante a la dificultad de definirle la sensación de frío o la pasión
de la ira a alguien que jamás ha experimentado esos sentimientos. ‘Creencia’ es el
nombre apropiado y verdadero de este sentimiento; y todo el mundo conoce el
significado de este término porque todos ·tienen creencias todo el tiempo y por tanto·
están concientes del sentimiento que representa. De cualquier modo, vale la pena que
intentemos describir el sentimiento, con la esperanza de explicarlo mejor con la ayuda de
ciertas analogías. Con ese fin, ofrezco lo siguiente:
La creencia no es nada sino una concepción de un objeto más vívida, intensa,
fuerte, firme y estable que cualquiera de las que la imaginación por sí sola
pudiera lograr.
Esta variedad de términos –·¡cinco de ellos!·– puede parecer no filosófica, pero está
pretendida meramente para expresar el acto por el cual la mente despliega las cosas reales
–o aquello que tomamos por cosas reales– como más presentes para nosotros que
·aquello que tomamos por· ficción, haciendo que pesen más en el pensamiento y
dotándolos de una mayor influencia sobre las pasiones y la imaginación. Suponiendo que
estemos de acuerdo sobre la cosa, es inútil discutir acerca de los términos. La
imaginación tiene autoridad sobre todas sus ideas, y puede unirlas, mezclarla y variarlas
de todas las maneras posibles. Puede concebir objetos ficticios con todas las
circunstancias de tiempo y espacio. Puede desplegar esas ficciones –en cierto sentido–
frente a nuestros ojos, en su verdadera apariencia, tal como hubieran podido existir. Pero
esta facultad imaginativa jamás puede por sí sola producir una creencia; y eso hace
evidente el hecho de que las creencias no consisten en ninguna naturaleza u orden
especial de ideas·, porque la imaginación no tiene límite alguno con respecto a eso·, sino
más bien en el modo de su concepción y en su sentir para la mente. Admito que es
imposible explicar perfectamente este sentimiento o modo de concepción. Podemos
utilizar palabras que expresen algo cercano a ello ·como he estado haciendo·; pero su
nombre apropiado y verdadero, como mencionamos anteriormente, es ‘creencia’ –un
término que todo el mundo entiende suficientemente en la vida ordinaria. Y en la
filosofía no podemos ir más allá de afirmar que la creencia es algo sentido por la mente
que distingue las ideas del juicio de las ficciones de la imaginación. Las
dota de más peso e influencia,
hace aparecer de mayor importancia,
fortalece en la mente, y
constituye en los principios rectores de nuestras acciones.
Por ejemplo, en este momento escucho la voz de una persona que conozco, el sonido
aparentemente proveniente del cuarto contiguo. Esta impresión de mis sentidos
·auditivos· inmediatamente conduce mi pensamiento a la persona en cuestión y a todos
los objetos que lo rodean. Me los represento como existiendo en este preciso momento,
con las mismas cualidades y relaciones que anteriormente he sabido que poseen. Estas
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
29
ideas se apoderan de mi mente de una manera mucho más fuerte y firme de lo que lo
harían ideas de ·algo que sé que es ficticio, como por ejemplo· un castillo encantado. Son
muy diferentes en su sentir, y tienen una influencia de todo tipo mucho más fuerte en lo
relativo al producir placer o dolor, alegría o tristeza.
Consideremos, entonces, esta doctrina en todo su alcance y aceptemos que
•el sentimiento de la creencia no es nada sino una concepción que es más
intensa y firme que las concepciones que son meras ficciones de la
imaginación, y •este modo de concepción surge de la conjunción constante del
objeto con algo que está presente en la memoria o en los sentidos.
No será difícil, pienso, encontrar otras operaciones de la mente análogas a la de la
creencia (según esta explicación suya), y reunir esos fenómenos bajo principios aun más
generales. [Ver la nota sobre ‘principio’ en la página 2.]
Ya mencioné que la naturaleza estableció conexiones entre ciertas ideas particulares,
y que en cuanto alguna se presenta a nuestros pensamientos inmediatamente introduce a
su correlativa –·i. e. la idea que la naturaleza ha conectado con ella·– y conduce nuestra
atención hasta ella por un movimiento suave e imperceptible. Estos principios ·naturales·
de conexión o asociación se reducen a tres ·básicos·, a decir: •semejanza, •contigüidad
[=‘proximidad’] y •causación. Estos tres son los únicos lazos que unen nuestros
pensamientos y que generan aquella secuencia de pensamiento o discurso regular que
acontece en todos los seres humanos en mayor o menor grado. Surge ahora una pregunta
sobre la cual dependerá la solución de la presente dificultad. ¿Sucederá con cada una de
estas relaciones que, cuando un objeto se le presenta a los sentidos o a la memoria, la
mente no sólo sea conducida a la concepción de su correlativo, sino que además llegue a
tener ·una creencia sobre él, es decir· una concepción suya más estable y fuerte de lo que
de otra manera hubiera podido alcanzar? Esto parece ser lo que sucede cuando las
creencias surgen de una relación de causa y efecto. Si también sucede con las otras dos
relaciones o principios de asociación, entonces se le establecerá como una ley general
válida para todas las operaciones de la mente.
Como primer experimento relevante, veamos que cuando observamos la pintura de un
amigo ausente, nuestra idea de él evidentemente se aviva por la semejanza de la pintura
con él, y que cualquier sentimiento que nuestra idea de él nos produce, ya sea de alegría o
tristeza, adquiere nueva fuerza y vigor. Este efecto se produce mediante la operación
conjunta de •una relación ·de semejanza· y •una impresión presente. Si la pintura no se le
parece, o si al menos no se pretendió como imagen suya, no lleva nuestro pensamiento a
él en lo absoluto. Y cuando tanto la pintura como la persona están ausentes, aunque la
mente puede pasar del pensamiento sobre uno a aquel sobre el otro, siente que su idea de
la persona se debilita por esa transición, en lugar de fortalecerse. Nos produce placer ver
la pintura de un amigo cuando ésta se nos presenta delante de nosotros; pero cuando no se
nos presenta preferiríamos considerarlo de forma directa que considerarlo a través de una
cosa que guarda semejanza con él pero que está distante y oscura.
Las ceremonias de la religión Católica Romana pueden pensarse como instancias de
este fenómeno. Cuando a los devotos de esa superstición se les reprocha las ceremonias
tan ridículas que su religión les pide, generalmente se defienden replicando que sienten el
buen efecto que las posturas y movimientos y acciones que llevan a cabo tienen,
avivando su devoción e intensificando su fervor, los cuales decaerían si estuvieran
dirigidos meramente a objetos distantes e inmateriales ·como lo es Dios·. ´Nos
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
30
representamos los objetos de nuestra fe’, dicen, ‘en pinturas e imágenes perceptibles; y la
inmediata presencia de esas imágenes hace a los objetos más presentes para nosotros de
lo que podrían ser a través de la mera contemplación intelectual.’ Los objetos
perceptibles tienen siempre una influencia mayor sobre la imaginación de lo que
cualquier otra cosa pudiera tener, y prontamente transmiten esa influencia a las ideas con
las que se relacionan y a las que se parecen. Todo lo que inferiré de estas prácticas y estos
razonamientos es que el efecto de la semejanza en avivar ideas es muy común; y puesto
que en todo caso tanto una semejanza como también una impresión presente deben estar
operando, contamos con suficientes ejemplos empíricos que soportan el principio
anterior.
Podemos añadir fuerza a esos ejemplos usando otros de una clase distinta, implicando
los efectos de la contigüidad así como los de la semejanza. Es seguro que la distancia
disminuye la fuerza de toda idea, y que mientras más nos acerquemos a un objeto –
incluso si nuestros sentidos no nos lo muestran– su influencia sobre la mente llega cada
vez más a ser como la influencia de una impresión ·sensorial· inmediata. Pensar sobre un
objeto de inmediato transporta a la mente a las cosas que le son contiguas; pero es sólo la
presencia efectiva de un objeto la que transporta a la mente con mayor vivacidad. Cuando
me encuentro a unas cuantas millas de mi casa, cualquier cosa que tenga que ver con ella
me toca más de cerca que cuando estoy a doscientas ligas de ella, aunque incluso a esa
distancia el reflexionar sobre cualquier cosa que sea aledaña a mis amigos o familiares
naturalmente produce una idea de ellos. Pero en casos como éste, ambos objetos de la
mente –·aquello desde lo cual es conducida y aquello a lo cual es conducida·– son ideas
·y no el tipo más vívido de percepciones que llamamos ‘impresiones’·. Aunque existe
una fácil transición entre ellas, esa transición por sí sola no puede darle a ninguna de las
dos una vivacidad mayor de la que las ideas tienen; y la razón de eso es que en estos
casos no hay ninguna impresión presente que esté operando.3
Nadie puede dudar que la causación tiene la misma influencia que las otras dos
relaciones, semejanza y contigüidad, tienen. A las personas supersticiosas les gustan las
reliquias de los santos por la misma razón por la cual les gusta tener pinturas o imágenes
–·a decir·, para avivar su devoción y para darles una concepción más íntima y fuerte de
aquellas vidas ejemplares que desean imitar. Ahora, es evidente que una de las mejores
reliquias que un hombre devoto puede procurarse sería algo hecho por un santo; y si las
vestimentas y los muebles del mismo son considerados bajo esta luz, es porque alguna
vez estuvieron a su disposición y fueron movidos y afectados por él. Eso nos permite
considerarlos como efectos imperfectos ·del santo; ‘imperfectos’ porque él no causó su
existencia, sino que meramente fue causa de que pasaran por varias vicisitudes mientras
estuvieron bajo su posesión·. Están conectados a él a través de una cadena de
3
Cicerón escribió: ‘¿Será sólo una característica de nuestra naturaleza o se deberá a alguna clase de error el
que nos mueva más la vista de lugares en los que hemos oído que hombres notables pasaron su vida que el
oír acerca de sus acciones o el leer sus obras? En efecto, estoy conmovido ahora mismo; ya que me acuerdo
de Platón, quien (nos han dicho) fue el primero en sostener discusiones en este lugar. Y estos pequeños
jardines no sólo conjuran su memoria; parecen poner al hombre mismo frente a mí. [Luego vienen algunos
otros comentarios acerca de la asociación del lugar con otras personas, a quienes nombra el interlocutor.]
Tal es el poder de sugestión que tienen los lugares. No es arbitrario que el entrenamiento de la memoria se
base sobre esto.’ Cicerón, De Finibus, libro 5, sección 2.
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
31
consecuencias más corta que cualquier otra cosa –·testimonios humanos, lápidas,
registros escritos, etc.·– por medio de la cual aprendamos la realidad de su existencia.
Supóngase que nos encontramos al hijo de un amigo que lleva mucho tiempo muerto
o ausente; es evidente que este objeto (·el hijo·) reviviría instantáneamente su idea
correlativa (·a decir, la idea de nuestro amigo·) y evocaría en nuestro pensamiento todas
las pasadas familiaridades y ratos íntimos con el amigo, en colores mucho más vívidos de
lo que de otro modo nos hubieran aparecido. Éste es otro fenómeno que parece demostrar
el principio anteriormente mencionado.
Nótese que en cada uno de estos fenómenos la persona cree que el objeto correlativo
de hecho existe o existió. Sin eso, la relación no tendría efecto. La influencia de la pintura
requiere que creamos que nuestro amigo haya alguna vez existido. El estar cerca del
hogar jamás puede suscitar nuestras ideas del hogar si no creemos que ese hogar
realmente existe. Ahora, afirmo que •esta creencia, donde llega más allá de la memoria o
los sentidos, es de un tipo semejante y surge de causas semejantes que •la transición de
pensamiento y vivacidad de concepción que he estado explicando. Cuando arrojo un
trozo de madera seca al fuego, mi mente de inmediato es conducida a un pensamiento de
éste como combustible que aviva el fuego, no como algo que lo extingue. Esta transición
de pensamiento de la causa al efecto no viene dado por la razón. Su origen exclusivo son
el hábito y la experiencia. Y puesto que comienza a partir de un objeto que está presente
para los sentidos ·cuando veo el trozo de madera adentrarse en el fuego·, hace la idea o
concepción de la flama más fuerte y vívida de lo que sería en cualquier ensoñación suelta
de la imaginación. Esa idea ·de la flama creciente· adviene inmediatamente. El
pensamiento se mueve instantáneamente hacia ella, y le transmite toda la fuerza de
concepción que viene de la impresión presente para los sentidos. Puede suceder por
accidente que cuando se me presenta una copa de vino mis siguientes ideas sean las de
herida y dolor; ¡pero no serán tan fuertes como hubieran sido si se me hubiera presentado
una espada apuntando a mi pecho! ¿Y qué hay en todo este asunto que cause tan fuerte
concepción más allá de un objeto presente y una transición habitual a la idea de otro
objeto, que hemos estado acostumbrados a conjuntar con el original? Esto es todo lo que
hace nuestra mente en todas nuestras inferencias respectivas a cuestiones de hecho y
existencia; y es satisfactorio haber encontrado algunas analogías mediante las cuales
puede explicarse. En todos los casos, la transición de un objeto presente le da fuerza y
solidez a la idea relacionada ·hasta la cual se ha hecho la transición·.
Aquí, entonces, hay un tipo de armonía preestablecida [Frase de Hume, copiada de Leibniz]
entre el curso de la naturaleza y la secuencia de nuestras ideas; y aunque los poderes y
fuerzas por los cuales se rige la naturaleza nos son enteramente desconocidos,
encontramos que nuestros pensamientos y concepciones han ocurrido en un orden
paralelo al orden de los eventos imperante en las otras operaciones de la naturaleza. Esta
correspondencia ha sido alcanzada por el hábito, que tan necesario es para la
supervivencia de nuestra especie y para la regulación de nuestra conducta en toda
circunstancia y ocurrencia de la vida humana. Si no se hubiera dado el caso de que la
presencia de un objeto instantáneamente suscitara la idea de objetos que comúnmente
están unidos con él, todo nuestro conocimiento hubiera estado restringido a la estrecha
esfera de nuestra memoria y nuestros sentidos; y jamás hubiéramos sido capaces de
adecuar nuestros medios para nuestros fines, o de emplear nuestros poderes naturales
para obtener buenos resultados y evitar los malos. Aquellos que se deleitan con el
Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica
32
descubrimiento y contemplación de causas últimas [=‘que haya propósito en la naturaleza’]
tienen aquí mucho que admirar y de lo cual maravillarse.
Aquí hay un punto que todavía confirma más la teoría que he ofrecido. Esta operación
de la mente en la que inferimos efectos similares de causas similares, y viceversa, es tan
esencial para nuestra supervivencia que probablemente no podía haber sido confiado a las
falaces deducciones de nuestra razón. Pues la razón es lenta en sus operaciones; muy
poco de ella aparece en la infancia temprana; y en el mejor de los casos –incluso en los
adultos– es extremadamente susceptible de equivocarse y caer en el error. Más acorde a
la sabiduría ordinaria de la naturaleza que tan necesario acto de la mente quedara
asegurado por algún instinto o tendencia automática, la cual puede ser
•infalible en sus operaciones,
•presente desde el momento en que la vida y el pensamiento primero
aparecen, e
•independiente de todas las laboriosas deducciones del entendimiento.
Tal como la naturaleza nos ha enseñado el uso de nuestras extremidades sin darnos
conocimiento de los músculos y los nervios por los cuales se mueven, así también ha
implantado en nosotros un instinto que conduce nuestro pensamiento a lo largo de un
curso correspondiente al curso que ha establecido entre los objetos externos –aunque
somos ignorantes con respecto a aquellos poderes y fuerzas sobre los cuales depende
totalmente este curso regular y esta sucesión de objetos.
Primera investigación David Hume 6: Probabilidad
33
Sección 6: Probabilidad
Incluso si no existiera en el mundo cosa alguna como el azar, nuestra ignorancia
sobre la causa real de cualquier evento tiene el mismo efecto sobre el entendimiento, y
genera la misma clase de creencia y opiniones ·que genera el conocimiento acerca del
azar·.4
Ciertamente puede darse el caso de que el resultado de una determinada situación
sea probable porque las posibilidades de que suceda sean mayores a las posibilidades de
que no lo haga; y la probabilidad es mayor –y la creencia o asentimiento
correspondiente más fuerte– en proporción a qué tanto esas posibilidades superen a
aquellas de que el resultado no suceda. Si un dado estuviera marcado con dos puntos en
cuatro de sus lados y con tres puntos en los dos lados restantes, entonces sería más
probable que ·cuando el dado fuera lanzado· terminara cayendo de tal forma que
mostrara un ‘dos’ en su cara superior y no un ‘tres’. Si tuviera mil lados, con 999 de
ellos marcados con dos puntos y el último marcado con tres puntos, la probabilidad de
que saliera ‘dos’ sería aun mucho más alta, y nuestra creencia de expectación de ese
resultado sería más firme y segura. Este proceso de pensamiento o razonamiento puede
parecer obvio y trivial, pero ofrece mucho sobre lo cual pensar para aquellos que lo
miran con suficiente atención y cuidado.
Parece claro que cuando la mente mira hacia el futuro para precisar qué resultado se
originará del lanzamiento de un dado de este tipo, considera igual de probable que salga
cada uno de los lados del dado. Y ésta es justamente la naturaleza del azar: que todas las
alternativas que comprende sean totalmente iguales. Pero la mente, dándose cuenta que
un número mayor de alternativas (de lados resultantes) involucra un suceso (·que salga
el ‘dos’·) y no el otro (·que salga el ‘tres’·), se ve arrastrada con más frecuencia al
primero de los dos, y tiene presente éste más a menudo al examinar las distintas
posibilidades y eventualidades sobre las cuales depende el resultado final. Esta situación
en la que varias anticipaciones de un suceso concurren engendra inmediatamente –por
un mecanismo inexplicable de la naturaleza– el sentimiento de creencia, y hace que
aquel suceso resultante aventaje a su antagonista, apoyado por un número menor de
alternativas y que por tanto surge con menos frecuencia en la mente. ·Aunque lo he
llamado inexplicable·, puede hasta cierta medida darse cuenta de este mecanismo u
operación si se acepta que la creencia no es sino una representación o concepción de un
cierto objeto más fuerte y firme que aquella que acompaña las meras ficciones de la
imaginación. La combinación de los muchos atisbos del mismo suceso a lo largo de la
consideración de muchas alternativas (o lados resultantes) imprime más intensamente en
la imaginación la idea de este suceso, le presta mayor fuerza y vigor, hace más eficaz su
influjo sobre las pasiones y las afecciones de la mente, y, en una palabra, engendra la
confianza o seguridad que constituye la naturaleza de la creencia y la opinión.
Con la probabilidad de causas la situación es la misma que con la probabilidad del
azar. Algunas causas son totalmente uniformes y constantes en su producción de un
particular ·tipo de· efecto, sin que se haya encontrado jamás instancia alguna en que
hayan fallado o sido irregulares en su operación. El fuego siempre ha quemado, y el
agua siempre ha ahogado a toda criatura humana. La producción de movimiento por
4
Locke divide todos los argumentos en demostrativos y probables. Bajo esta perspectiva, debemos decir
que sólo es probable que todos los hombres deban morir o que el sol se levantará el día de mañana,
·puesto que ninguna de estas dos cosas puede ser demostrada·. Pero para adecuar nuestro lenguaje al uso
común, deberíamos dividir los argumentos en demostraciones, pruebas, y probabilidades –por ‘pruebas’
nos referimos a argumentos sobre la experiencia pero que no dejan lugar a la duda o la oposición.
Primera investigación David Hume 6: Probabilidad
34
impulso de un impacto y por gravedad es una ley universal que hasta el momento no ha
tenido jamás excepción alguna. Pero hay otras causas que se ha visto que son más
irregulares e inciertas: el ruibarbo no ha funcionado siempre como un purgante ni el
opio como un soporífero en todo aquél que haya tomado estas medicinas. Es cierto que
cuando cualquier causa falla en la producción de su efecto usual, los científicos no le
adjudican esto a ninguna irregularidad en la naturaleza, sino que más bien suponen que
ciertas causas secretas en la estructura singular de los componentes han impedido la
operación. Pero nuestros razonamientos sobre el resultado son los mismos que serían si
este principio ·concerniente a las ‘causas secretas’· no existiera. El hábito nos ha
acostumbrado a trasladar el pasado al futuro en todas nuestras inferencias, de tal manera
que cuando el pasado ha sido totalmente uniforme y regular, esperamos el resultado
·usual· con máxima confianza y sin dar pie a ninguna suposición contraria. En cambio
cuando se ha encontrado que de causas que parecen exactamente iguales se han seguido
a veces efectos diferentes, la mente repara en todos estos diversos efectos cuando se
mueve del pasado hacia el futuro, y éstos influyen en nuestros pensamientos cuando
estimamos la probabilidad del acontecimiento resultante. A pesar de que le damos
preferencia a aquel que ha sido más usual, y nos formamos la creencia de que también
esta vez resultará ese efecto, debemos de cualquier manera tomar en consideración los
demás, asignándole a cada uno un peso y autoridad particular en proporción a qué tan
frecuente o infrecuente ha sido. En casi todos los países de Europa es más probable que
haya escarcha en algún punto del mes de enero a que no hiele en todo el mes; aunque
por supuesto esta probabilidad varía de acuerdo a los distintos climas, y se acerca
mucho a la certidumbre en los reinos nórdicos. Aquí, pues, parece evidente que cuando
trasladamos el pasado al futuro para determinar el efecto que resultará de cualquier
causa, trasladamos los diversos acontecimientos resultantes en la misma proporción en
que han aparecido en el pasado y tenemos en cuenta (por ejemplo) que uno se ha dado
en cien ocasiones, otro en diez y otro en una sola. Cuando un número de experiencias
concurren en un mismo resultado, lo fortalecen y confirman en la imaginación,
engendran el sentimiento que llamamos creencia, y hacen que prefiramos asentir frente
a ese resultado que frente al contrario que no está apoyado por tantas experiencias y no
aparece tan frecuentemente en nuestro pensamiento cuando éste transfiere el pasado al
futuro. Quien intente explicar esta operación de la mente desde cualquiera de los
sistemas de filosofía que hemos heredado se dará cuenta de la dificultad que ello
comporta. Por mi parte, me consideraré satisfecho si las consideraciones que he hecho
excitan la curiosidad de los filósofos y los hacen concientes de cuán defectuosas son las
teorías comunes al tratar de tan elevados e interesantes temas.
Primera investigación David Hume 7: La idea de conexión necesaria
35
Sección 7: La idea de conexión necesaria
Las ciencias matemáticas presentan una ventaja muy grande sobre las ciencias que
tratan sobre la naturaleza humana; a decir, que las ideas de las primeras –puesto que
vienen de los sentidos– siempre son claras y determinadas, la distinción más pequeña
entre ellas es siempre perceptible, y los mismos términos representan las mismas ideas
continuamente, sin ambigüedad o variación. Un óvalo jamás es confundido con un
círculo, ni una hipérbola con una elipse. Los triángulos isósceles y escaleno se
distinguen por límites más exactos que aquellos por los cuales se distinguen el vicio y la
virtud, el bien y el mal. Cuando un término es definido en geometría, la mente siempre
de inmediato substituye la definición por el término definido. E incluso cuando no se
utiliza una definición, el objeto mismo puede serle presentado a los sentidos y mediante
dicha operación ser captado clara y firmemente. Pero los sentimientos más sutiles de la
mente, las operaciones del entendimiento, las varias agitaciones de las pasiones –aunque
en sí son realmente distintas ·unas de sí·– fácilmente se nos escapan cuando las
miramos reflexivamente; y no somos capaces de recordar fielmente el objeto original
cada vez que pensamos sobre él. De esta manera la ambigüedad gradualmente se va
introduciendo en nuestros razonamientos; objetos similares son sin más tomados por
iguales; y eventualmente la conclusión va mucho más allá de las premisas.
Con todo, no es arriesgado decir que si se considera a estas ciencias bajo una óptica
adecuada, sus respectivas ventajas y desventajas las hacen casi equivalentes. Aunque la
mente retiene más fácilmente las ideas claras y determinadas de la geometría, debe no
obstante llevar a cabo una cadena de razonamiento mucho más larga e intrincada, y
comparar ideas que son mucho más apartadas las unas de las otras, para poder alcanzar
las abstrusas verdades de esa ciencia. Por otro lado, aunque las ideas relacionadas a la
naturaleza humana son propensas, si no tenemos sumo cuidado, de caer en la confusión
y la oscuridad, las inferencias son siempre en estas pesquisas mucho más cortas, con
muchos menos pasos entre las premisas y la conclusión de los que hay en cualquier
ciencia que trate acerca de número y cantidad. Casi toda proposición en la Geometría de
Euclídes se conforma de más partes de las que se encuentran en cualquier razonamiento
completamente coherente sobre la naturaleza humana. Cuando rastreamos los principios
de la mente humana a través de unos cuantos pasos, podemos sentirnos muy satisfechos
con nuestro progreso, considerando lo pronto que la naturaleza pone barreras a todas
nuestras investigaciones sobre las causas, y nos reduce a admitir nuestra ignorancia.
Así, •el obstáculo principal a nuestro avance en las ciencias humanas o metafísicas es la
oscuridad de las ideas y la ambigüedad de los términos. •El obstáculo principal en las
matemáticas es la longitud de las inferencias y el amplio espectro de pensamiento
necesitado para poder alcanzar cualquier conclusión. Y puede ser que lo que
principalmente frene nuestro progreso en las ciencias naturales sea la falta de
fenómenos y experimentos relevantes, que a veces son encontrados meramente por azar,
y algunas veces cuando son necesitados no se les puede encontrar en lo absoluto, ni
siquiera por medio de la investigación más persistente y cuidadosa. Puesto que el
estudio de la naturaleza humana parece hasta ahora haber avanzado menos que tanto la
física como la geometría, podemos concluir que si hay alguna diferencia en este aspecto
entre las ciencias, las dificultades que obstruyen el progreso de las ciencias humanas son
las que más cuidado y habilidad requieren para ser sobrepuestas.
De todas las ideas que existen en la metafísica, ningunas son más oscuras e inciertas
que aquellas de poder, fuerza, energía o conexión necesaria, las cuales tenemos que
utilizar a cada momento en nuestras investigaciones. Así es que intentaré en esta sección
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume
El origen de las ideas según David Hume

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Practicando el poder_del_ahora-eckhart_tolle
Practicando el poder_del_ahora-eckhart_tollePracticando el poder_del_ahora-eckhart_tolle
Practicando el poder_del_ahora-eckhart_tolleMargarita Flores
 
Sesion De Recuperación Prueba 1
Sesion De  Recuperación    Prueba 1Sesion De  Recuperación    Prueba 1
Sesion De Recuperación Prueba 1Jean Vaudenay
 
Segunda meditación rené descartes
Segunda meditación rené descartesSegunda meditación rené descartes
Segunda meditación rené descarteslaurajimenabermudez
 
Un paseo por el pensamiento
Un paseo por el pensamientoUn paseo por el pensamiento
Un paseo por el pensamientoC23J64
 
Krishnamurti jiddu el libro de la vida
Krishnamurti jiddu   el libro de la vidaKrishnamurti jiddu   el libro de la vida
Krishnamurti jiddu el libro de la vidaMarga Grau Lacosa
 
Sintonia consciente - Janaína Minelli
Sintonia consciente - Janaína MinelliSintonia consciente - Janaína Minelli
Sintonia consciente - Janaína MinelliCeadsbcn
 
Meditaciones metafisicas juan esteban ramirez
Meditaciones metafisicas juan esteban ramirezMeditaciones metafisicas juan esteban ramirez
Meditaciones metafisicas juan esteban ramirezJuan Esteban Ramirez
 
Pensar es CREAR
Pensar es CREARPensar es CREAR
Pensar es CREARkibalu
 
Revista luminar no.5 2012
Revista luminar no.5 2012Revista luminar no.5 2012
Revista luminar no.5 2012okusai
 
PENSAMIENTO Y PALABRA PODERES MAGICOS
PENSAMIENTO Y PALABRA PODERES MAGICOSPENSAMIENTO Y PALABRA PODERES MAGICOS
PENSAMIENTO Y PALABRA PODERES MAGICOSEuler
 

La actualidad más candente (17)

Practicando el poder_del_ahora-eckhart_tolle
Practicando el poder_del_ahora-eckhart_tollePracticando el poder_del_ahora-eckhart_tolle
Practicando el poder_del_ahora-eckhart_tolle
 
Sesion De Recuperación Prueba 1
Sesion De  Recuperación    Prueba 1Sesion De  Recuperación    Prueba 1
Sesion De Recuperación Prueba 1
 
Segunda meditación rené descartes
Segunda meditación rené descartesSegunda meditación rené descartes
Segunda meditación rené descartes
 
Un paseo por el pensamiento
Un paseo por el pensamientoUn paseo por el pensamiento
Un paseo por el pensamiento
 
Krishnamurti jiddu el libro de la vida
Krishnamurti jiddu   el libro de la vidaKrishnamurti jiddu   el libro de la vida
Krishnamurti jiddu el libro de la vida
 
Sintonia consciente - Janaína Minelli
Sintonia consciente - Janaína MinelliSintonia consciente - Janaína Minelli
Sintonia consciente - Janaína Minelli
 
Com text desc con resumenes
Com text desc con resumenesCom text desc con resumenes
Com text desc con resumenes
 
Meditaciones metafisicas juan esteban ramirez
Meditaciones metafisicas juan esteban ramirezMeditaciones metafisicas juan esteban ramirez
Meditaciones metafisicas juan esteban ramirez
 
Pensar es CREAR
Pensar es CREARPensar es CREAR
Pensar es CREAR
 
Pensar Es Crear
Pensar Es CrearPensar Es Crear
Pensar Es Crear
 
Revista luminar no.5 2012
Revista luminar no.5 2012Revista luminar no.5 2012
Revista luminar no.5 2012
 
1 ideas y creencias
1 ideas y creencias1 ideas y creencias
1 ideas y creencias
 
Tecnica n°106 vuélvete cada ser
Tecnica n°106 vuélvete cada serTecnica n°106 vuélvete cada ser
Tecnica n°106 vuélvete cada ser
 
Desarrollo de funciones bsasicas
Desarrollo de funciones bsasicasDesarrollo de funciones bsasicas
Desarrollo de funciones bsasicas
 
El Plasma
El PlasmaEl Plasma
El Plasma
 
PENSAMIENTO Y PALABRA PODERES MAGICOS
PENSAMIENTO Y PALABRA PODERES MAGICOSPENSAMIENTO Y PALABRA PODERES MAGICOS
PENSAMIENTO Y PALABRA PODERES MAGICOS
 
4 el yo psicologico
4 el yo psicologico4 el yo psicologico
4 el yo psicologico
 

Similar a El origen de las ideas según David Hume

Similar a El origen de las ideas según David Hume (20)

Hume (Compendio)
Hume (Compendio)Hume (Compendio)
Hume (Compendio)
 
Hume
HumeHume
Hume
 
Locke 1
Locke 1Locke 1
Locke 1
 
John locke
John lockeJohn locke
John locke
 
John Locke. Ensayo sobre el entendimiento humano.
John Locke. Ensayo sobre el entendimiento humano.John Locke. Ensayo sobre el entendimiento humano.
John Locke. Ensayo sobre el entendimiento humano.
 
El pensamiento en la vida mental
El pensamiento en la vida mentalEl pensamiento en la vida mental
El pensamiento en la vida mental
 
El pensamiento en la vida mental 1
El pensamiento en la vida mental 1El pensamiento en la vida mental 1
El pensamiento en la vida mental 1
 
Selecció de-fragments-pau-de-john-locke1
Selecció de-fragments-pau-de-john-locke1Selecció de-fragments-pau-de-john-locke1
Selecció de-fragments-pau-de-john-locke1
 
Empirismo
EmpirismoEmpirismo
Empirismo
 
Teoria del conocimiento
Teoria del conocimientoTeoria del conocimiento
Teoria del conocimiento
 
Filosofía moderna
Filosofía modernaFilosofía moderna
Filosofía moderna
 
Mente creativa tema 2
Mente creativa tema 2Mente creativa tema 2
Mente creativa tema 2
 
Mente creativa tema 2
Mente creativa tema 2Mente creativa tema 2
Mente creativa tema 2
 
Que es pensar
Que es pensarQue es pensar
Que es pensar
 
Ideas y-creencias
Ideas y-creenciasIdeas y-creencias
Ideas y-creencias
 
Wh logica s. 2_blog_iap
Wh logica s. 2_blog_iapWh logica s. 2_blog_iap
Wh logica s. 2_blog_iap
 
Empirismo vs racionalismo
Empirismo vs racionalismoEmpirismo vs racionalismo
Empirismo vs racionalismo
 
Empirismo de david hume
Empirismo de david humeEmpirismo de david hume
Empirismo de david hume
 
Bienvenidos a Hume
Bienvenidos a HumeBienvenidos a Hume
Bienvenidos a Hume
 
RACIONALISMO.pdf
RACIONALISMO.pdfRACIONALISMO.pdf
RACIONALISMO.pdf
 

Último

fundamentos del mejoramiento genético en los animales
fundamentos del mejoramiento genético en los animalesfundamentos del mejoramiento genético en los animales
fundamentos del mejoramiento genético en los animalesJuanVillarreal79
 
Tortosa et al. 2º Simposio Internacional Composta.pdf
Tortosa et al. 2º Simposio Internacional Composta.pdfTortosa et al. 2º Simposio Internacional Composta.pdf
Tortosa et al. 2º Simposio Internacional Composta.pdfGermán Tortosa
 
Carbohidratos, lipidos, acidos nucleicos, y principios del metabolismo.
Carbohidratos, lipidos, acidos nucleicos, y principios del metabolismo.Carbohidratos, lipidos, acidos nucleicos, y principios del metabolismo.
Carbohidratos, lipidos, acidos nucleicos, y principios del metabolismo.Ralvila5
 
Presentación digital Sobre ecosistemas, la selva
Presentación digital Sobre ecosistemas, la selvaPresentación digital Sobre ecosistemas, la selva
Presentación digital Sobre ecosistemas, la selvajesusvelazquez601
 
INTRODUCCIÓN A LAS DISPENSACIONES abril 2024.pdf
INTRODUCCIÓN A LAS DISPENSACIONES abril 2024.pdfINTRODUCCIÓN A LAS DISPENSACIONES abril 2024.pdf
INTRODUCCIÓN A LAS DISPENSACIONES abril 2024.pdfGuillermoCamino4
 
Tractos ascendentes y descendentes de la médula
Tractos ascendentes y descendentes de la médulaTractos ascendentes y descendentes de la médula
Tractos ascendentes y descendentes de la méduladianymorales5
 
5. Célula animal y vegetal y sus diferencias.pptx
5. Célula animal y vegetal y sus diferencias.pptx5. Célula animal y vegetal y sus diferencias.pptx
5. Célula animal y vegetal y sus diferencias.pptxealva1
 
CUADERNILLO DE RESPUESTAS DEL TEST DE BOSTON FORMATO ABREVIADO
CUADERNILLO DE RESPUESTAS DEL TEST DE BOSTON FORMATO ABREVIADOCUADERNILLO DE RESPUESTAS DEL TEST DE BOSTON FORMATO ABREVIADO
CUADERNILLO DE RESPUESTAS DEL TEST DE BOSTON FORMATO ABREVIADOCONSTANZAALEJANDRAMU3
 
Coherencia textual II Práctica dirigida h
Coherencia textual II Práctica dirigida hCoherencia textual II Práctica dirigida h
Coherencia textual II Práctica dirigida hSalomDB1
 
Triptico-venus-docx.docxxxxxxxxxxxxxxxxx
Triptico-venus-docx.docxxxxxxxxxxxxxxxxxTriptico-venus-docx.docxxxxxxxxxxxxxxxxx
Triptico-venus-docx.docxxxxxxxxxxxxxxxxxalennyjuarez
 
Descubrimiento de la Penicilina y su uso en la seguna guerra mundial.pdf
Descubrimiento de la Penicilina y su uso en la seguna guerra mundial.pdfDescubrimiento de la Penicilina y su uso en la seguna guerra mundial.pdf
Descubrimiento de la Penicilina y su uso en la seguna guerra mundial.pdfjavisoad
 
Clase ii INTRODUCCION AL TRABAJO SOCIAL.
Clase ii INTRODUCCION AL TRABAJO SOCIAL.Clase ii INTRODUCCION AL TRABAJO SOCIAL.
Clase ii INTRODUCCION AL TRABAJO SOCIAL.Victor Rivera Tapia
 
Aprendamos el proceso de regeneración.pptx
Aprendamos el proceso de regeneración.pptxAprendamos el proceso de regeneración.pptx
Aprendamos el proceso de regeneración.pptxJuanaMLpez
 
CLASE 5 HOJA 2022.ppt botanica general 1
CLASE 5 HOJA 2022.ppt botanica general 1CLASE 5 HOJA 2022.ppt botanica general 1
CLASE 5 HOJA 2022.ppt botanica general 1jesusjja0210
 
Novena a la Medalla Milagrosa, es una devoción
Novena a la Medalla Milagrosa,  es una devociónNovena a la Medalla Milagrosa,  es una devoción
Novena a la Medalla Milagrosa, es una devociónandres2973
 
LEY FEDERAL DE TRABAJO IPN MEDICINA OCUPACIONAL.pdf
LEY FEDERAL DE TRABAJO IPN MEDICINA OCUPACIONAL.pdfLEY FEDERAL DE TRABAJO IPN MEDICINA OCUPACIONAL.pdf
LEY FEDERAL DE TRABAJO IPN MEDICINA OCUPACIONAL.pdfrvillegasp16001
 
TEJIDOS HISTOLÓGICOS osteona, canal de haves.pptx
TEJIDOS HISTOLÓGICOS osteona, canal de haves.pptxTEJIDOS HISTOLÓGICOS osteona, canal de haves.pptx
TEJIDOS HISTOLÓGICOS osteona, canal de haves.pptxmorajoe2109
 
Miología del bovino veterinaria métodos rápidos
Miología del bovino veterinaria métodos rápidosMiología del bovino veterinaria métodos rápidos
Miología del bovino veterinaria métodos rápidosmarielbispurocoleo5
 
PLAN DE TUTORÍA DEL AULA PARA SEGUNDO GRADO
PLAN DE TUTORÍA DEL AULA PARA  SEGUNDO GRADOPLAN DE TUTORÍA DEL AULA PARA  SEGUNDO GRADO
PLAN DE TUTORÍA DEL AULA PARA SEGUNDO GRADOunsaalfredo
 
ANALISIS DIMENSIONAL Y MAGNITUDES CONCEPTO
ANALISIS DIMENSIONAL Y MAGNITUDES CONCEPTOANALISIS DIMENSIONAL Y MAGNITUDES CONCEPTO
ANALISIS DIMENSIONAL Y MAGNITUDES CONCEPTOClaudiaSantosVsquez
 

Último (20)

fundamentos del mejoramiento genético en los animales
fundamentos del mejoramiento genético en los animalesfundamentos del mejoramiento genético en los animales
fundamentos del mejoramiento genético en los animales
 
Tortosa et al. 2º Simposio Internacional Composta.pdf
Tortosa et al. 2º Simposio Internacional Composta.pdfTortosa et al. 2º Simposio Internacional Composta.pdf
Tortosa et al. 2º Simposio Internacional Composta.pdf
 
Carbohidratos, lipidos, acidos nucleicos, y principios del metabolismo.
Carbohidratos, lipidos, acidos nucleicos, y principios del metabolismo.Carbohidratos, lipidos, acidos nucleicos, y principios del metabolismo.
Carbohidratos, lipidos, acidos nucleicos, y principios del metabolismo.
 
Presentación digital Sobre ecosistemas, la selva
Presentación digital Sobre ecosistemas, la selvaPresentación digital Sobre ecosistemas, la selva
Presentación digital Sobre ecosistemas, la selva
 
INTRODUCCIÓN A LAS DISPENSACIONES abril 2024.pdf
INTRODUCCIÓN A LAS DISPENSACIONES abril 2024.pdfINTRODUCCIÓN A LAS DISPENSACIONES abril 2024.pdf
INTRODUCCIÓN A LAS DISPENSACIONES abril 2024.pdf
 
Tractos ascendentes y descendentes de la médula
Tractos ascendentes y descendentes de la médulaTractos ascendentes y descendentes de la médula
Tractos ascendentes y descendentes de la médula
 
5. Célula animal y vegetal y sus diferencias.pptx
5. Célula animal y vegetal y sus diferencias.pptx5. Célula animal y vegetal y sus diferencias.pptx
5. Célula animal y vegetal y sus diferencias.pptx
 
CUADERNILLO DE RESPUESTAS DEL TEST DE BOSTON FORMATO ABREVIADO
CUADERNILLO DE RESPUESTAS DEL TEST DE BOSTON FORMATO ABREVIADOCUADERNILLO DE RESPUESTAS DEL TEST DE BOSTON FORMATO ABREVIADO
CUADERNILLO DE RESPUESTAS DEL TEST DE BOSTON FORMATO ABREVIADO
 
Coherencia textual II Práctica dirigida h
Coherencia textual II Práctica dirigida hCoherencia textual II Práctica dirigida h
Coherencia textual II Práctica dirigida h
 
Triptico-venus-docx.docxxxxxxxxxxxxxxxxx
Triptico-venus-docx.docxxxxxxxxxxxxxxxxxTriptico-venus-docx.docxxxxxxxxxxxxxxxxx
Triptico-venus-docx.docxxxxxxxxxxxxxxxxx
 
Descubrimiento de la Penicilina y su uso en la seguna guerra mundial.pdf
Descubrimiento de la Penicilina y su uso en la seguna guerra mundial.pdfDescubrimiento de la Penicilina y su uso en la seguna guerra mundial.pdf
Descubrimiento de la Penicilina y su uso en la seguna guerra mundial.pdf
 
Clase ii INTRODUCCION AL TRABAJO SOCIAL.
Clase ii INTRODUCCION AL TRABAJO SOCIAL.Clase ii INTRODUCCION AL TRABAJO SOCIAL.
Clase ii INTRODUCCION AL TRABAJO SOCIAL.
 
Aprendamos el proceso de regeneración.pptx
Aprendamos el proceso de regeneración.pptxAprendamos el proceso de regeneración.pptx
Aprendamos el proceso de regeneración.pptx
 
CLASE 5 HOJA 2022.ppt botanica general 1
CLASE 5 HOJA 2022.ppt botanica general 1CLASE 5 HOJA 2022.ppt botanica general 1
CLASE 5 HOJA 2022.ppt botanica general 1
 
Novena a la Medalla Milagrosa, es una devoción
Novena a la Medalla Milagrosa,  es una devociónNovena a la Medalla Milagrosa,  es una devoción
Novena a la Medalla Milagrosa, es una devoción
 
LEY FEDERAL DE TRABAJO IPN MEDICINA OCUPACIONAL.pdf
LEY FEDERAL DE TRABAJO IPN MEDICINA OCUPACIONAL.pdfLEY FEDERAL DE TRABAJO IPN MEDICINA OCUPACIONAL.pdf
LEY FEDERAL DE TRABAJO IPN MEDICINA OCUPACIONAL.pdf
 
TEJIDOS HISTOLÓGICOS osteona, canal de haves.pptx
TEJIDOS HISTOLÓGICOS osteona, canal de haves.pptxTEJIDOS HISTOLÓGICOS osteona, canal de haves.pptx
TEJIDOS HISTOLÓGICOS osteona, canal de haves.pptx
 
Miología del bovino veterinaria métodos rápidos
Miología del bovino veterinaria métodos rápidosMiología del bovino veterinaria métodos rápidos
Miología del bovino veterinaria métodos rápidos
 
PLAN DE TUTORÍA DEL AULA PARA SEGUNDO GRADO
PLAN DE TUTORÍA DEL AULA PARA  SEGUNDO GRADOPLAN DE TUTORÍA DEL AULA PARA  SEGUNDO GRADO
PLAN DE TUTORÍA DEL AULA PARA SEGUNDO GRADO
 
ANALISIS DIMENSIONAL Y MAGNITUDES CONCEPTO
ANALISIS DIMENSIONAL Y MAGNITUDES CONCEPTOANALISIS DIMENSIONAL Y MAGNITUDES CONCEPTO
ANALISIS DIMENSIONAL Y MAGNITUDES CONCEPTO
 

El origen de las ideas según David Hume

  • 1. Investigación sobre el entendimiento humano David Hume Adaptación de la obra en la lengua original: Jonathan F. Bennett Traducción al español: Carlos Zorrilla Piña
  • 2. Investigación sobre el entendimiento humano David Hume Copyright © 2010–2015 Todos los derechos reservados. Jonathan Bennet. [Los corchetes] contienen explicaciones editoriales. Los pequeños ·puntos· contienen material que ha sido añadido pero que puede leerse como si fuera parte del texto original. Las ocasionales •balas, así como la indentación de pasajes que no con citas, están pensados como auxilios para la mejor aprehensión de la estructura de una oración o pensamiento. –- El ‘volumen’ que es referido al inicio contenía tanto el presente trabajo como la Disertación sobre las pasiones y la Investigación sobre los principios de la moral, los cuales fueron publicados todo juntos.] Primera versión lanzada: julio del 2004 Última revisión: enero del 2008 Contenido Sección 1: Los distintos tipos de filosofía 01 Sección 2: El origen de las ideas 09 Sección 3: La asociación de ideas 13 Sección 4: Dudas escépticas acerca de las operaciones del entendimiento 14 Parte 2………………………………………………………………………………..18 Sección 5: Solución escéptica de estas dudas 23 Parte 2………………………………………………………………………………..27 Sección 6: La probabilidad 33 Sección 7: La idea de conexión necesaria 35 Parte 2………………………………………………………………………………..42 Sección 8: Libertad y necesidad 47 Parte 2………………………………………………………………………………..56 Sección 9: La razón de los animales 61
  • 3. 3 Sección 10: Los milagros 64 Parte 2………………………………………………………………………………..68 Sección 11: Una providencia particular y un estado futuro 78 Sección 12: La filosofía escéptica 87 Parte 2………………………………………………………………………………..90 Parte 3………………………………………………………………………………..93
  • 4. Primera investigación David Hume 2: El origen de las ideas 9 Sección 2: El origen de las ideas Todos admitirán libremente que las percepciones de la mente cuando un hombre •siente el dolor de un calor excesivo o el placer de una calidez moderada son considerablemente diferentes de lo que siente cuando más tarde •se acuerda de la sensación, o cuando antes •la anticipa en su imaginación. La memoria y la imaginación pueden imitar o copiar las percepciones de los sentidos, pero no pueden crear una percepción que tenga tanta fuerza y vivacidad como aquella que están copiando. Incluso cuando operan con el máximo vigor, lo más que diremos es que representan su objeto tan vivazmente que casi podríamos decir que lo podemos sentir o ver. Exceptuando los casos en los que la mente está alterada por la locura o una enfermedad, la memoria y la imaginación jamás pueden crear percepciones de forma tan vivaz tal que dichas percepciones sean indistinguibles de aquellas que estamos viendo o sintiendo. El pensamiento más vivaz sigue siendo más apagado que la más burda sensación. Una distinción similar corre a lo largo de las otras percepciones de la mente. Un verdadero ataque de •enojo es muy diferente del mero pensamiento sobre la misma emoción. Si se me dice que alguien está •enamorado, comprendo el significado de esto y me formo una concepción correcta del estado en el que esa persona se encuentra; ¡pero jamás confundiría esa concepción con el torbellino de estar de hecho enamorado! Cuando recordamos nuestras sensaciones y sentimientos pasados, nuestro pensamiento es un espejo fidedigno que copia sus objetos fielmente; pero esto lo hace en colores que son más débiles y más deslavados que aquellos con los que se vestían nuestras percepciones originales. Para poder distinguir entre las unos y las otras no se necesita ni pensamiento muy cuidadoso ni habilidad filosófica. Así es que podemos dividir las percepciones de la mente en dos clases, con base en los distintos grados de su fuerza y vivacidad. Las menos fuertes y vivaces son comúnmente llamados ‘pensamientos’ o ‘ideas’. Las otras no tienen un nombre específico en nuestra lengua o en la mayoría de las otras, presumiblemente porque no se necesita de un término general para ellas salvo cuando se está haciendo filosofía. Permitámonos, pues, la libertad de llamarlas ‘impresiones’, utilizando esa palabra en un sentido ligeramente inusual. Con el término ‘impresión’, pues, me refiero a todas nuestras percepciones más vivaces cuando oímos o vemos o sentimos o amamos u odiamos o deseamos. Éstas deben ser distinguidas de las ideas, que son las percepciones más débiles o menos intensas de las que tenemos conciencia una vez que reflexionamos sobre [= ‘dirigimos la mirada hacia nuestro interior sobre’] nuestras impresiones. A primera vista puede parecer que el pensamiento humano es totalmente ilimitado: no sólo escapa a todo poder humano y a toda autoridad ·como cuando un hombre pobre piensa en convertirse en rey de la noche a la mañana, o cuando un ciudadano ordinario piensa en que es un rey·, sino que además no está confinado dentro de los límites de la naturaleza y la realidad. Le es tan fácil a la imaginación formar monstruos y unir figuras y apariencias incongruentes como le es concebir a los objetos más familiares y naturales. Y mientras que •el cuerpo debe arrastrarse laboriosamente sobre la superficie de un solo planeta, •el pensamiento nos puede transportar instantáneamente a las regiones más lejanas del universo –e incluso más allá. Lo que nunca ha sido visto u oído puede no
  • 5. Primera investigación David Hume 2: El origen de las ideas 10 obstante ser concebido; nada está más allá del poder del pensamiento salvo lo que implica una absoluta contradicción. Pero aunque nuestro pensamiento parece ser tan libre, cuando observamos más atentamente encontraremos que en realidad está confinado dentro de límites bastante estrechos, y que toda la potencia creativa de la mente consiste meramente en su habilidad de combinar, trasponer, agrandar o encoger los materiales que le son provistos por los sentidos y la experiencia. Cuando pensamos en una montaña dorada, lo único que hacemos es combinar dos ideas consistentes –oro y montaña– con las que ya estamos familiarizados. Podemos concebir un caballo virtuoso porque nuestros propios sentimientos nos capacitan para la virtud, y podemos unirla con la figura de un caballo, que es un animal que conocemos. En suma, todos los materiales del pensar son derivados o bien de nuestros sentidos externos o bien de nuestros sentimientos internos: todo lo que la mente y la voluntad hacen es mezclar y combinar dichos materiales. Puesto en terminología filosófica: todas nuestras ideas o percepciones endebles son copias de nuestras impresiones, o percepciones más vivaces. He aquí dos argumentos que espero sean suficientes para demostrar esto. (1) Cuando analizamos nuestros pensamientos o ideas –no importa qué tan complejas o elevadas sean- siempre encontramos que están compuestas por ideas simples que fueron copiadas de sentimientos o sensaciones previas. Incluso las ideas que a primera vista parecen estar alejadas en grado máximo de ese origen resultan haber derivado de él si se les examina más de cerca. La idea de Dios –es decir un Ser infinitamente inteligente, sabio y bueno– viene de extender más allá de todo límite las cualidades de la bondad y la sabiduría que encontramos en nuestras propias mentes. No importa qué tan lejos llevemos esta pesquisa, encontraremos que toda idea que examinemos fue copiada de una impresión similar. Aquéllos que mantengan que esto no es universalmente verdadero, y que hay excepciones, tienen una sola manera de refutarlo –pero debe ser fácil para ellos, si es que están en lo correcto. Necesitan meramente presentar una idea que ellos crean que no fue derivada de dicho origen. Dado ese caso, dependerá de mí, si es que pretendo mantener mi doctrina, señalar la impresión o percepción vivaz que corresponda a la idea que ellos presentaron. (2) Si un hombre no puede tener un tipo de sensación porque ocurre algo malo con sus ojos, oídos, etc., jamás tendrá ideas correspondientes. Un hombre ciego no puede formarse una noción de los colores, o un hombre sordo de los sonidos. Si alguno se cura de su sordera o su ceguera, tal que las sensaciones puedan entonces llegarle, las ideas podrán también llegarle; y entonces se le hará fácil concebir aquellos objetos. Lo mismo pasa con alguien que nunca haya tenido experiencia de un objeto que dé un cierto tipo de sensación: un lapón o un negro no tienen noción del sabor del vino ·porque nunca han tenido la sensación dada al saborear el vino·. Es similar el caso de los sentimientos internos. Muy pocas veces, si acaso, sucede que una persona nunca haya sentido o sea enteramente incapaz de algún sentimiento o emoción humanos, pero el fenómeno que estoy describiendo sí ocurre de igual manera con los sentimientos, si bien en un grado menor. Una persona mansa no puede formarse ninguna idea de venganza empecinada o crueldad; tampoco puede una egoísta concebir fácilmente los alcances de la amistad y la generosidad. Todos están de acuerdo en que los seres no-humanos pueden tener muchos sentidos de los cuales no podemos tener concepción alguna, puesto que la idea de ellos
  • 6. Primera investigación David Hume 2: El origen de las ideas 11 jamás nos ha sido introducida mediante la única manera en que una idea puede entrar a la mente, a decir, a través del sentimiento y la sensación efectivos. (Hay, sin embargo, un contraejemplo que puede probar que no es absolutamente imposible que una idea ocurra sin su impresión correspondiente. Creo que se concederá que las varias ideas distintas de color que entran a la mente a través de los ojos (o aquellas de sonido, que entran a través del oído) son realmente diferentes las unas de las otras, aunque se parecen en ciertos respectos. Si eso aplica correctamente para los diferentes colores, debe aplicar igualmente para los distintos matices o tonalidades de un mismo color, tal que cada matiz produce una idea distinta e independiente de todas las demás. (Podemos crear una gradación continua de todas estas tonalidades, yendo de un extremo a otro desde el rojo hasta el verde, donde cada miembro de la serie dé paso de forma imperceptible al siguiente cambiando su tonalidad. Si los miembros de la serie inmediatamente contiguos no son distintos los unos de los otros, entonces el rojo no es diferente del verde, lo cual es absurdo.) Ahora, supóngase que una persona con sentido de la vista se ha familiarizado perfectamente con colores de todo tipo, excepto por una tonalidad particular de azul (por ejemplo), con la cual sucede que jamás se ha topado. Si se pone frente a él todas las tonalidades restantes del color azul, descendiendo gradualmente de la más profunda hasta la más clara, es obvio que se dará cuenta de que hay un espacio vacío en el lugar de la serie donde la tonalidad faltante debería estar. Esto es, se dará cuenta de que hay una distancia cualitativa mayor entre ese par de tonalidades vecinas que entre cualquier otro par vecino de tonalidades en la serie. ¿Podrá llenar el espacio vacío a partir de su propia imaginación, produciendo en su mente la idea de esa tonalidad particular, aun si ésta nunca le ha sido transmitida por sus sentidos? La mayoría de las personas, creo, estarán de acuerdo en que sí lo puede hacer. Esto parece mostrar que las ideas simples no son siempre, en cada instancia, derivadas de impresiones correspondientes. De cualquier manera, el ejemplo es tan singular [palabra de Hume] que apenas vale la pena considerarlo, y por sí solo no constituye razón suficiente para que se altere nuestra máxima general.) Así es que se tiene aquí una proposición que no sólo parece ser simple e inteligible por sí sola, sino que podría además, si se le utiliza adecuadamente, hacer que toda disputa se haga igualmente inteligible, aboliendo toda esa jerga sin sentido que por tanto tiempo ha dominado los razonamientos metafísicos. ·Esos razonamientos están agobiados por tres problemas·. (1) Todas las ideas, sobre todo las abstractas, son naturalmente pálidas y obscuras, tal que la mente sólo ejerce un dominio débil sobre ellas. (2) Las ideas son propensas a ser confundidas con otras ideas que se les parecen. (3) Tendemos a asumir que una cierta palabra dada está asociada con una determinada idea solamente porque la hemos usado muy a menudo, incluso si al usarla no hemos tenido un significado distinto y claro para ella. En contraste con esto, (1) Todas nuestras impresiones –esto es todas nuestras sensaciones internas o externas– son fuertes y vivaces. (2) Las fronteras entre ellas están puestas de forma más exacta, y (3) es más difícil cometer errores cuando se trata de ellas. Así es que cuando llegamos a sospechar que un determinado término filosófico está siendo usado sin un significado o idea de fondo (como sucede tantas veces), tan sólo necesitamos preguntarnos: ¿De qué impresión se derivó esa supuesta idea? Si no se puede señalar ninguna para responder, eso confirmará nuestra sospecha ·de que el término carece de significado, esto es, de que no tiene una idea asociada a él·. Trayendo de esta manera a las ideas a la luz y la claridad, podemos esperar
  • 7. Primera investigación David Hume 2: El origen de las ideas 12 razonablemente resolver las disputas que se originen con respecto a si existen y cómo son. COMIENZO DE UNA EXTENSA NOTA AL PIE Los filósofos que han negado que existan ideas innatas probablemente quisieron decir meramente que todas las ideas son copias de nuestras impresiones; aunque tengo que admitir que los términos en que se escogió expresar aquello no fueron en tal caso escogidos con el suficiente cuidado, o definidos con la suficiente precisión, como para prevenir los errores en su doctrina. ¿Pues qué quiere decirse por ‘innato’? Si ‘innato’ se toma por equivalente de ‘natural’, entonces se debe admitir que todas las percepciones e ideas de la mente son innatas o naturales, sea cual sea el sentido con que se tome esta última palabra, ya sea en oposición a lo que no es común, a lo que es artificial, o lo que es milagroso. Si innato significa ‘contemporáneo con nuestro nacimiento’, la disputa parece ser frívola –no tiene sentido preguntarse en qué momento comienza el pensar, ya sea antes, durante, o después de nuestro nacimiento. Otra vez, la palabra ‘idea’ parece ser tomada en un sentido muy laxo por Locke y por otros, que la usan para referirse a cualquiera de nuestras percepciones, sensaciones y pasiones, al igual que a nuestros pensamientos. ¡Me gustaría saber qué podría significar que se sentenciara que el amor propio, el resentimiento frente a los daños o la pasión entre los sexos no son innatos! Pero admitiendo las palabras ‘impresiones’ e ‘ideas’ en el sentido anteriormente explicado, y entendiendo por ‘innato’ lo que es original o no copiado de ninguna percepción previa, entonces podemos afirmar que todas nuestras impresiones son innatas y ninguna de nuestras ideas lo es. Francamente creo que Locke fue conducido indebidamente a tratar esta cuestión por los escolásticos [=los aristotélicos medievales] que, valiéndose de términos que no definían, alargaban sus disputas sin tocar jamás el punto central a la cuestión tratada. Una ambigüedad y circunlocución semejantes parecen correr a lo largo de todos los razonamientos de aquel gran filósofo, tanto en este como en la gran mayoría de las demás cuestiones. FIN DE LA EXTENSA NOTA AL PIE
  • 8. Primera investigación David Hume 3: La asociación de ideas 13 Sección 3: La asociación de ideas Los pensamientos o ideas de la mente obviamente están interconectados de alguna manera sistemática: existe un cierto orden y regularidad en cómo, en la memoria y la imaginación, una idea conduce a otra. Esto es tan claramente verdadero en nuestro pensamiento o discurso más serios que cuando un pensamiento particular irrumpe en la secuencia regular de ideas, inmediatamente es identificado y rechazado ·como irrelevante·. Incluso en nuestras más locas y errantes fantasías y sueños encontraremos, si reflexionamos en torno a ello, que la imaginación no corre enteramente según su capricho, sino que las distintas ideas que la ocupan se siguen unas a otras de una manera hasta cierto punto regular, o siguiendo un cierto orden. Si se escribiera la conversación más libre y laxa que pueda darse, uno descubriría algo que la cohesionara en todas sus idas y venidas. Y, si no, la persona que rompió el hilo conductor admitiría que fue gradualmente alejado del tema de la conversación por alguna sucesión de pensamientos ordenados que secretamente había estado teniendo lugar en su mente. Asimismo encontramos que las ideas complejas que constituyen el significado de ciertas palabras en una lengua usualmente son también el significado de palabras en otras lenguas, aun cuando no hay posibilidad alguna de que las lenguas se hayan influido entre sí. Esto es evidencia concluyente de que las ideas simples de las cuales se conforman las ideas complejas están ligadas por un factor o principio universal, de igual influjo sobre la humanidad entera. El hecho de que distintas ideas están conectadas es demasiado obvio para ser pasado por alto; y sin embargo no he encontrado ningún filósofo que haya intentado clasificar o hacer un listado de todas las fuentes y tipos de asociación. Esa tarea parece valer la pena. En lo personal, me parece que sólo hay tres factores que conectan ideas las unas con las otras, a decir, •la semejanza, •la contigüidad [=proximidad] en el tiempo o el espacio, y •la causa o el efecto. No creo que vaya a haber mucha duda de que nuestras ideas están conectadas por estos factores. •Una pintura de manera natural conduce nuestros pensamientos a la cosa que está en ella plasmada; •la mención de un cuarto o habitación naturalmente introduce comentarios o preguntas sobre los otros cuartos que pertenecen al mismo edificio; y •si pensamos en una herida, difícilmente podemos abstenernos de pensar en el dolor que procede de ella. Pero será difícil demostrar a plena satisfacción de quien sea –del lector o del autor mismo– que estas tres son las únicas fuentes de asociación entre nuestras ideas. Lo único que podemos hacer es considerar un gran número de instancias en las que haya ideas conectadas, encontrar en cada caso qué las conecta, y desarrollar así eventualmente una noción muy general de este fenómeno.1 Mientras más casos veamos, y mientras más atención se ponga en ello, más podremos quedar seguros de que nuestra lista final de principios de asociación está completa. 1 Por ejemplo, el Contraste o la Contrariedad es también una conexión entre Ideas. Pero podría considerársele como una mezcla entre la Causación y la Semejanza. Cuando dos objetos son contrarios, el uno destruye al otro; es decir, causa su aniquilación, y la idea de la aniquilación de un objeto implica la idea de su existencia anterior.
  • 9. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 14 Sección 4: Dudas escépticas acerca de las operaciones del entendimiento Todos los objetos de la razón o preguntar humanos caben ser divididos naturalmente en dos tipos, a saber: relaciones de ideas y cuestiones de hecho. La primera clase incluye la geometría, el álgebra y la aritmética, y efectivamente toda demostración que es intuitivamente o demostrativamente cierta. Que el cuadrado de la hipotenusa equivale a la suma de los cuadrados de los catetos es una proposición que expresa cómo es la relación entre aquellas partes del triángulo. Que tres veces cinco equivale a la mitad de treinta expresa una relación entre esos números. Proposiciones de esta clase se pueden descubrir meramente pensando, sin necesidad alguna de atender a algo que de hecho exista en alguna parte del universo. Las verdades que Euclides demostró seguirían siendo ciertas y auto-evidentes aun si jamás hubieran existido un círculo o un triángulo en la naturaleza. En cambio las cuestiones de hecho, que son los objetos de la razón humana del segundo tipo, no se establecen de la misma manera; y no podemos tener bases tan sólidas para considerarlas verdaderas. Lo contrario de toda cuestión de hecho sigue siendo posible, porque no implica una contradicción y puede ser concebido por la mente tan fácil y claramente como si se ajustara perfectamente a la realidad. Que el sol no se levantará el día de mañana es tan inteligible como –y para nada más contradictorio que– la proposición que el sol se va a levantar el día de mañana. Por lo tanto sería una pérdida de tiempo intentar demostrar [=‘probar de manera absolutamente rigurosa’] su falsedad. Si fuera demostrativamente falso, implicaría una contradicción y entonces jamás podría ser concebido de forma clara por la mente. Así es que puede valer la pena y nuestro tiempo intentar contestar esto: ¿Qué tipo de fundamentos o bases tenemos para estar seguros de las cuestiones de hecho –las proposiciones acerca de lo que existe y lo que es el caso– que no están atestiguadas por los sentidos presentes o por los registros de la memoria? Es digno de notarse que ni los filósofos antiguos ni los modernos han atendido mucho a esta importante pregunta; así es que en su investigación iré marchando a través de terrenos difíciles sin guías ni señales y eso podrá ayudar a excusar cualquier error que cometa o duda que exprese. Tales errores y dudas incluso pueden ser útiles: pueden provocar en las personas una curiosidad y avidez por aprender, y pueden destruir esa infundada y poco examinada confianza ·que tienen ellos en sus opiniones –una confianza· que es la maldición y ruina de todo razonamiento e investigación libre. Si encontramos defectos en posturas filosóficas comúnmente aceptadas, eso no nos debe desanimar, sino motivarnos a intentar encontrar algo más completo y satisfactorio de lo que hasta ahora se ha publicado. Todos los razonamientos sobre las cuestiones de hecho parecen estar basados sobre la relación de causa y efecto, que es la única relación que nos puede llevar más allá de la evidencia dada por nuestra memoria y nuestros sentidos. Si se le pregunta a alguien por qué cree en cierta cuestión de hecho que no está en ese momento presente para él –por ejemplo que su amigo está en ese momento en Francia– te proporcionará una razón; y esta razón será otro hecho, tal como que acaba de recibir una carta de su amigo, o que su amigo había planeado ir a Francia. Alguien que encuentre un reloj o alguna otra máquina en una isla desierta concluirá que ha habido hombres en la isla. Todos nuestros razonamientos acerca de hechos son de tal suerte. Cuando razonamos de esta manera,
  • 10. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 15 suponemos que el hecho presente está conectado con aquél que inferimos a partir de él. Si no hubiera nada que ligara los dos hechos, la inferencia de uno a otro sería totalmente endeble. Escuchar el sonido de alguien hablando racionalmente en la oscuridad nos asegura que existe la presencia de otra persona. ¿Por qué? Porque tales sonidos son efectos de la constitución humana, y están íntimamente ligados o conectados a ella. Todos nuestros demás razonamientos de este tipo, si se les considera detalladamente, resultan estar basados en la relación de causa y efecto. La cadena causal que va de la evidencia a la conclusión de la ‘cuestión de hecho’ puede ser corta o larga. O puede ser que la conexión causal entre ellas no sea directa sino colateral –como cuando uno ve luz e infiere calor, no porque ninguno de los dos cause al otro, sino porque ambos son los efectos colaterales de una única causa, a decir: el fuego. Así, si queremos entender la base y fuente de nuestra confianza acerca de cuestiones de hecho, debemos descubrir cómo llegamos a saber sobre causas y efectos. Me atrevo a afirmar, como verdadero sin excepción, que el conocimiento sobre las causas nunca se adquiere a través del razonamiento a priori, y que siempre viene de haber encontrado en nuestra experiencia que determinados objetos particulares están constantemente asociados el uno con el otro. [Cuando Hume está discutiendo sobre causa y efecto, su palabra ‘objeto’ frecuentemente incluye sucesos tanto como cosas.] Preséntesele un objeto a un hombre cuya habilidad e inteligencia sea tan grande como se quiera; si el objeto es de tal clase que sea totalmente nuevo para él, ningún estudio de sus cualidades perceptibles le permitirá descubrir ninguna de sus causas o efectos. Adán, incluso si sus habilidades de razonamiento fueran perfectas desde el principio, no pudo haber inferido a partir de la transparencia y fluidez del agua que podía ahogarse en ella; o a partir de la luz y el calor del fuego que éste lo podía quemar. Las cualidades de un objeto que se le presentan a los sentidos jamás revelan las causas que produjeron el objeto ni los efectos que éste tendrá; tampoco puede nuestra razón, sin ayuda de la experiencia, llegar a cualquier conclusión acerca de la existencia real y de las cuestiones de hecho. La proposición de que las causas y efectos son sujetos de ser descubiertos no por la razón sino por la experiencia será libremente admitida (1) con respecto a objetos sobre los cuales nos acordemos haber estado alguna vez completamente sin conocimiento de ellos; pues en esos casos nos acordamos de cuando éramos completamente incapaces de decir qué procedería de tales objetos. Preséntesele dos piezas lisas de mármol a un hombre que no tiene conocimientos de física –no podrá saber que los pedazos se mantendrán juntos de tal forma que será muy difícil y requerirá mucha fuerza separarlos tirando de cada uno directamente en sentidos opuestos, mientras que será fácil separarlos si se les desliza el uno sobre el otro, uno para un lado y el otro para el otro lado. (2) También los eventos que no se adecuan mucho al curso normal de la naturaleza son fácilmente aceptados como cosas que sólo puede conocerse mediante la experiencia; y nadie piensa que la explosión de la pólvora, o la atracción de un imán, podrían llegar a ser descubiertas por medio de argumentos a priori –·esto es, simplemente pensando sobre la pólvora o los imanes, sin traer a colación nada que haya sido aprendido en la experiencia·. (3) De igual forma, cuando consideramos que un efecto depende de una maquinaria intrincada, o una estructura secreta de partes, no dudamos en atribuir todo nuestro conocimiento de ello a la experiencia. Nadie afirmaría poder ofrecer la razón última por la cual la leche o el pan son nutritivos y provechosos para el hombre pero no así para un león o un tigre.
  • 11. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 16 Pero esta misma proposición –·que las causas y efectos no pueden ser descubiertas por la razón·– puede resultar menos obvia cuando se le aplica a eventos del tipo (1) con el que hemos estado familiarizados toda nuestra vida, (2) que son muy semejantes o acordes al curso general de la naturaleza, y (3) que se supone que dependen de las simples cualidades ·perceptibles· de los objetos y no de alguna estructura secreta de partes. Somos susceptibles de imaginar que podemos descubrir estos efectos meramente con la razón, sin experiencia alguna. Creemos que si hubiéramos sido traídos repentinamente al mundo, podríamos haber sabido de inmediato en ese instante que cuando una bola de billar golpea a otra provocará que esta última se mueva –saberlo con certeza, sin tener que ensayarlo con las bolas de billar. ¡Y es que qué gran influencia ejerce el hábito! Cuando más fuertemente actúa, no sólo esconde nuestra natural ignorancia, sino que incluso se tapa él mismo; justo porque el hábito funciona de manera tan potente, no nos damos cuenta en lo absoluto de que está funcionando. Si todavía no se está convencido de que absolutamente todas las leyes de la naturaleza y operaciones de los cuerpos se pueden conocer exclusivamente por medio de la experiencia, hay que considerar lo siguiente. Si se nos pide que digamos cuáles van a ser los efectos de un objeto, sin que consultemos experiencias pasadas del mismo, ¿cómo podría la mente realizar dicha tarea? Debe inventar o imaginar algún evento tal que sea efecto del objeto; y claramente esta invención tiene que ser enteramente arbitraria. La mente jamás puede encontrar el efecto en la causa supuesta, no importa qué tan cuidadosamente la examinemos, porque el efecto es totalmente diferente de la causa y por lo tanto nunca puede ser descubierto en ella. El movimiento en la segunda bola de billar es un evento distinto de aquel del movimiento en la primera bola, y no hay nada en el movimiento de la primera que siquiera dé indicios o sugiera el movimiento de la segunda. Una piedra que se levante al aire y que sea luego desprovista de soporte cae inmediatamente; pero si consideramos la situación a priori encontraremos que no hay nada que genere la idea de un movimiento hacia abajo por parte de la piedra en vez de uno hacia arriba o en cualquier otra dirección. Tal como el imaginar o inventar un efecto particular por primera vez es arbitrario si no se basa en la experiencia, lo mismo sucede con el supuesto vínculo o conexión entre causa y efecto –el vínculo que los ata el uno al otro y que hace imposible que esa determinada causa tenga cualquier otro efecto que el que tiene. Supóngase, por ejemplo, que veo una bola de billar que se mueve en línea recta hacia una segunda: incluso si sucediera que el contacto entre ambas me llegara a sugerir la idea de un movimiento de la segunda bola, ¿que no hay cientos de eventos distintos que puedo concebir que se sigan de esa causa? ¿No podría ser que ambas bolas permanecieran inmóviles? ¿No podría la primera bola rebotar justo de regreso en la dirección desde la cual llegó, o rebotar en alguna otra dirección? Todas estas suposiciones son consistentes y concebibles. ¿Por qué entonces deberíamos preferir sólo una de ellas que no es ni más consistente ni más concebible que el resto? Nuestros razonamientos a priori nunca revelarán una razón o base que justifique dicha preferencia. Dicho en pocas palabras, todo efecto es un evento distinto de su causa. Así es que no puede ser descubierto en la causa, y la primera invención o concepción a priori de él tiene que ser totalmente arbitraria. Además, incluso después de sugerido, el vínculo que tiene con la causa debe seguir apareciendo como arbitrario, porque muchos otros efectos posibles deben parecer tan consistentes y naturales como él desde el punto de vista de la
  • 12. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 17 razón. Así es que no hay ni la más mínima esperanza de alcanzar conclusiones sobre las causas y efectos sin la ayuda de la experiencia. A ello se debe que ningún científico razonable haya jamás presumido conocer la causa última de algún proceso natural, o pretendido mostrar claramente y a todo detalle qué es lo que está implicado en la causación de cualquier efecto en el universo. Se está de acuerdo en que lo más que puede hacer la razón humana es hacer más simples los principios que gobiernan los fenómenos naturales, reuniendo para ello muchos efectos particulares bajo unas cuantas causas generales, a partir de razonar mediante analogía, experiencia y observación. Pero si intentamos descubrir las causas de estas causas generales, estaremos perdiendo nuestro esfuerzo. Estos orígenes y principios últimos están completamente vedados a la investigación humana. Probablemente las causas y principios más profundos que llegaremos a encontrar en la naturaleza son los cuatro siguientes: •la elasticidad, •la gravedad, •la cohesión de partes ·tal que hace la diferencia entre una piedra y un montón de polvo·, y •la comunicación del movimiento por medio del impacto ·como cuando una bola de billar le pega a otra·. Seremos ya afortunados si luego de un trabajo cuidadoso podemos explicar fenómenos particulares a partir de estos cuatro, o algo cercano a ellos. La filosofía del tipo natural perfecta [=‘la física perfecta’] sólo aplaza un poco nuestra ignorancia; tal como la más perfecta filosofía de tipo moral o metafísico [=‘la más perfecta filosofía’, en el sentido que se le da al término en el siglo veintiuno] sirve solamente para enseñarnos aun más cuán ignorantes somos. De tal forma que los dos tipos de filosofía eventualmente nos conducen a una visión de la ceguera y debilidad humanas –una visión que nos confronta en cada esquina a pesar de nuestros intentos de rehuirle. Aunque la geometría es merecidamente famosa por la exactitud de sus razonamientos, cuando se le trae al auxilio de la física no puede conducirnos al conocimiento de las causas últimas, por tanto curando la ignorancia de la que he estado hablando. Todas las ramas de la matemática aplicada funcionan sobre la suposición de que la naturaleza opera de acuerdo a ciertas leyes establecidas; y se utilizan razonamientos abstractos o bien para ayudarle a la experiencia a descubrir dichas leyes o bien para dilucidar de qué manera las leyes aplican en casos particulares en los que la exactitud de la medición es relevante. He aquí un ejemplo. Se trata de una ley del movimiento, descubierta por medio de la experiencia: la fuerza de cualquier cuerpo en movimiento es proporcional a su masa y a su velocidad; o sea que se puede lograr que una fuerza de magnitud pequeña se sobreponga al obstáculo más grande si se consigue diseñar una máquina que aumente la velocidad de la fuerza hasta que ésta supere a su antagonista. La geometría nos ayuda a aplicar esta ley mostrándonos cómo deben ser la forma y el tamaño de cada una de las partes de la máquina que se construya para tal propósito; pero la ley en sí es algo que conocemos exclusivamente a partir de la experiencia, y no hay razonamiento abstracto o grupo de razonamientos abstractos que nos puedan acercar un paso más a su conocimiento. Cuando razonamos a priori, considerando algún objeto o causa meramente tal cual se le presenta a la mente e independientemente de cualquier observación de su comportamiento, éste jamás nos podría incitar a pensar ningún objeto distinto, como por ejemplo su efecto. Aun menos nos podría mostrar la inquebrantable conexión entre ellos. ¡Una persona necesitaría ser sumamente perspicaz para descubrir por medio de un
  • 13. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 18 razonamiento, sin haber jamás experimentado los efectos del calor y el frío, que el primero produce cristales mientras que el segundo produce hielo! Parte 2 Pero no hemos encontrado todavía una respuesta aceptable a la pregunta que inicialmente formulé. Cada solución da pie a nuevas preguntas que son tan difíciles de responder como lo era la primera, y que nos conducen a nuevas investigaciones. A la pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de todos nuestros razonamientos sobre cuestiones de hecho?, la respuesta apropiada parece ser que están basados en la relación de causa y efecto. Cuando subsecuentemente se pregunta: ¿Cuál es el fundamento de todos nuestros razonamientos sobre causa y efecto?, podemos contestar con dos palabras: la experiencia. Pero si persistimos con las preguntas, y así preguntamos: ¿En qué se basan las inferencias provenientes de la experiencia?, eso da pie a una cuestión que puede ser incluso más difícil. Los filósofos –con todo y sus aires de poseedores de una sabiduría superior– son puestos a prueba por aquellas personas que persisten haciendo preguntas, expulsándolos de cada esquina a la que retroceden, y finalmente conduciéndolos a algún dilema peligroso [=‘una elección entre dos alternativas que parecen ser igualmente incorrectas’]. La mejor manera para evitar esa situación tan vergonzosa es no presumiendo saber demasiado desde un principio, así como encontrando la dificultad del asunto nosotros mismos antes de que ésta sea esgrimida contra nosotros como una objeción. ¡De esta manera podemos en cierto sentido sacar mérito y provecho incluso de nuestra ignorancia! En esta sección me conformaré con algo fácil, ofreciendo solamente una •respuesta negativa a la pregunta que planteé ·acerca de sobre qué es que están basadas las inferencias de la experiencia·. Ésta es: incluso después de haber tenido experiencia sobre las operaciones de causa y efecto, las conclusiones que de esa experiencia extraemos no están basadas en el razonamiento ni en ningún proceso del entendimiento. Intentaré explicar y defender esta respuesta. Se debe admitir que la naturaleza ha mantenido todos sus secretos lejos de nosotros, y que nos ha permitido conocer sólo unas pocas cualidades superficiales de los objetos, escondiendo los poderes y energías sobre los cuales la influencia de los objetos de hecho depende. Nuestros sentidos nos informan acerca del color, el peso y la consistencia del pan; pero ni los sentidos ni la razón pueden jamás informar acerca de las cualidades que le permiten al pan nutrir al cuerpo humano. La vista y el tacto nos dan una idea del movimiento de los cuerpos; pero nada podemos saber acerca de la asombrosa fuerza que mantiene a un cuerpo perpetuamente en movimiento si jamás choca éste con otros cuerpos. A pesar de esta ignorancia de las fuerzas y poderes2 naturales, siempre asumimos que las mismas cualidades sensibles [=‘cualidades que pueden ser vistas o sentidas o escuchadas, etc.’] tendrán los mismos poderes secretos, y esperamos que tengan también los mismos efectos que en nuestra experiencia pasada los hemos visto tener. Si se nos da una cosa con el color y la consistencia del pan que hemos comido en el pasado, no dudamos si repetir o no el experimento ·de comerlo·, esperando confiadamente que nos nutrirá y sostendrá. ·Eso es lo que hacemos cada mañana en la mesa al desayunar: 2 La palabra ‘poder’ está aquí usada en un sentido laxo y popular. Si se usara de forma más precisa el argumento cobraría más fuerza. Ver Sección 7.
  • 14. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 19 ¡experimentamos a cada bocado con una cosa que parece pan, comiéndonosla!· Me gustaría saber cuál es la base que sostiene este proceso de pensamiento. Todos están de acuerdo que las cualidades sensibles de una cosa no están conectadas con sus poderes secretos de alguna manera sobre la que podamos tener conocimiento, de tal forma que la mente no es conducida a una conclusión sobre su conjunción regular y constante a través de algo que conozca sobre su naturaleza. Lo único que la experiencia pasada nos puede decir, directamente y con seguridad, es aquello que tiene que ver con el comportamiento de los objetos particulares que se observó, y en el tiempo particular en que se les observó. ·Mi experiencia directa y certeramente me informa que ese fuego en ese momento consumió al carbón; pero nada dice sobre el comportamiento del mismo fuego unos cuantos minutos después, ni de aquél de otros fuegos en cualquier momento·. ¿Por qué se debería extender esta experiencia a momentos futuros y a objetos distintos, que por cuanto sabemos pueden meramente parecer semejantes? –eso es lo que quiero saber. El pan que anteriormente comí me nutrió; esto es: un cuerpo con tales y cuales cualidades sensibles tuvo en aquel cierto tiempo tales y cuales poderes secretos. ¿Pero se sigue de ello que otros panes me nutrirán necesariamente en otros tiempos, y que las mismas cualidades perceptibles deban siempre ir acompañadas por los mismos poderes secretos? No parece seguirse de forma necesaria. En todo caso, debe admitirse que en un caso como este la mente extrae una conclusión; da un cierto paso, pasa por un proceso de pensamiento o inferencia, y éste debe ser explicado. Estas dos proposiciones están muy lejos de ser las mismas: •He encontrado que tal y tal objeto siempre ha tenido tal y tal efecto. •Preveo que otros objetos que parecen ser similares tendrán efectos similares. La segunda proposición siempre es inferida de la primera; e incluso si se quiere concederé que es correctamente inferida. Pero si se insiste que la inferencia se hace por medio de una cadena de razonamiento, retaré a quien así lo hace a que señale cuál es dicho razonamiento. La conexión entre esas proposiciones no es intuitiva [i.e. la segunda no se sigue de la primera de manera auto-evidente e inmediata]. Si la inferencia se llevara a cabo a través de la sola razón, tendría que ser con ayuda de un paso intermedio. Pero cuando intento pensar cuál podría ser ese paso intermedio, me veo derrotado. Aquellos que sostienen que realmente existe y que es el origen de todas nuestras conclusiones sobre cuestiones de hecho nos deben una explicación de qué es lo que es. ·Mas no han dado ninguna explicación de ello, lo cual tomo por evidencia de que ninguna puede ser dada·. Si muchos filósofos capaces y agudos intentan descubrir una proposición que los conecte o un paso intermedio a través del cual el entendimiento pueda efectuar esta inferencia de efectos pasados a futuros y fallan, entonces mi perspectiva negativa acerca de esto eventualmente se tomará por absolutamente convincente. Sin embargo, puesto que la cuestión es todavía nueva, el lector puede no confiar suficientemente en sus propias capacidades y habilidades como para concluir que sólo porque no puede encontrar un cierto argumento eso quiera decir que éste no existe. En tal caso, necesito enfrentarme a una tarea más difícil que cualquiera de las que hasta ahora he llevado –a decir, recorrer todas las ramas del conocimiento humano, una por una, para mostrar que ninguna de ellas puede darnos el argumento buscado. Todos los razonamientos pueden ser separados en dos tipos: (1) razonamientos demostrativos, o aquellos que conciernen a la relación entre ideas, y (2) razonamientos de tipo factual, o razonamientos probables; en otras palabras: que conciernen a las
  • 15. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 20 cuestiones de hecho y a la existencia. Parece evidente que en (2) no está involucrado ningún argumento demostrativo; ya que no hay una contradicción patente en la suposición de que el curso de la naturaleza va a cambiar tal que un objeto que se parece a otros sobre los cuales hemos tenido experiencia vaya a tener efectos diferentes o contrarios a los de aquellos otros objetos del pasado. ¿Que no podría clara y distintamente concebir que la nieve que cae de las nubes pueda saber salada o sentirse caliente? ¿Hay algo ininteligible en suponer que todos los árboles van a acrecentar su follaje en diciembre y a perder sus hojas en junio? Ahora, si algo es inteligible y puede ser concebido claramente, entonces no implica ninguna contradicción y luego jamás puede ser probado falso por medio de ningún argumento demostrativo o razonamiento abstracto a priori. Así es que si hay argumentos que justifiquen el que confiemos en nuestra experiencia pasada y el que la constituyamos como estándar de nuestros juicios futuros, esos argumentos sólo pueden ser probables; es decir que tienen que ser del tipo (2) que concierne a cuestiones de hecho y existencia real, para ponerlo en términos de la clasificación que ofrecí. Pero el razonamiento probable, si lo describí con precisión, no nos puede dar el argumento que buscamos. De acuerdo a mi caracterización, todos los argumentos que tienen que ver con la existencia están basados en la relación de causa y efecto; nuestro conocimiento sobre esa relación se deriva enteramente de la experiencia; y en la extracción de conclusiones a partir de la experiencia se está ya suponiendo que el futuro será como el pasado. De tal forma que si intentamos probar esta suposición por medio de argumentos probables, i.e. argumentos sobre la existencia, es obvio que se está procediendo circularmente, tomando como cierta aquella misma cosa que se busca probar. En realidad, todos los argumentos provenientes de la experiencia se basan en las similitudes que encontramos entre objetos naturales –que nos conducen a pensar que los efectos de los objetos serán también similares. Aunque sólo un tonto o un loco retaría la autoridad de la experiencia o la rechazaría como guía de la vida humana, de cualquier modo quizá a un filósofo se le pueda permitir que cuestione qué de la naturaleza humana le confiere esa poderosa autoridad a la experiencia y hace que saquemos provecho de las similitudes que la naturaleza ha establecido entre distintos objetos. Nuestras inferencias de la experiencia se reducen todas a esto: De causas que parecen similares esperamos efectos similares. Si esto se basara en la razón, podríamos extraer la conclusión de igual manera luego de •una sola instancia o caso, que luego de •un curso prolongado de experiencias. Pero no es así como de hecho son las cosas. ¡Nada hay más similar que los huevos; y con todo nadie espera que todos sepan igual! Cuando llegamos a sentirnos seguros de saber qué va a resultar de un evento particular, es tan sólo porque hemos tenido experiencia de muchos eventos de esa clase, todos con los mismos efectos. Ahora, ¿dónde está aquel proceso de razonamiento que infiere de una sola instancia una conclusión que no había sido inferida de un centenar de instancias previas del mismo tipo que la presente? Lo pregunto tanto por •mor de la información como por •suscitar dificultades en la cuestión. Yo al menos no puedo encontrar –no puedo imaginar– ningún razonamiento de esos. Pero estoy dispuesto a aprender, si alguien me puede enseñar. Puede decirse que de un número de experiencias uniformes inferimos una conexión entre las cualidades sensibles y los poderes secretos; pero esto parece suscitar la misma dificultad con palabras diferentes. Se sigue teniendo que preguntar en qué proceso o
  • 16. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 21 argumento se basa dicha inferencia. ¿Dónde está el paso intermedio, las ideas interpuestas, que unan proposiciones que son tan diferentes la una de la otra? Se está de acuerdo en que el color, la consistencia y otras cualidades sensibles del pan no parecen estar inherentemente conectadas con el los poderes secretos del ser nutritivo y poder sostener la vida. Si lo fueran, podríamos inferir dichos poderes secretos de un primer encuentro con esas cualidades, sin ayuda de una experiencia previa prolongada; y eso contradice tanto lo que todos los filósofos creen, como los meros hechos. Comencemos por pensarnos en nuestro estado natural de ignorancia, en el que nada sabemos de los poderes e influencia de ninguna cosa. ¿Cómo es que la experiencia cura esta ignorancia? Todo lo que hace es mostrar que ciertos objetos ·similares· tuvieron efectos similares; nos enseña que esos objetos particulares tuvieron tales y cuales poderes y fuerzas en esos momentos particulares. Cuando se nos presenta un objeto nuevo con cualidades perceptibles similares esperamos poderes y fuerzas semejantes y buscamos un efecto similar. Esperamos, por ejemplo, que algo con el color y la consistencia del pan nos nutrirá. Pero eso sin duda es un movimiento de la mente que necesita ser explicado. Cuando un hombre dice: ‘He encontrado en todos los casos (o instancias) pasados tales y cuales cualidades sensibles en conjunción con tales y cuales poderes secretos’, y luego procede a decir: ‘Cualidades sensibles similares siempre estarán conjuntadas con poderes secretos similares’, no es culpable de incurrir en una tautología; estas proposiciones no son para nada las mismas. Se podría decir: ‘La segunda proposición se deriva de la primera’; pero se tiene que admitir que la inferencia no es intuitiva [=‘no se ve a primera vista que es válida’] y no es tampoco demostrativa [=‘no puede ser seguida a través de una serie de pasos tal que cada uno de esos pasos puede verse que es válido a primera vista’]. ¿Qué tipo de inferencia es entonces? Calificarla de ‘experimental’ es presuponer el punto que está en cuestión; pues todas las inferencias de la experiencia se basan sobre la presuposición de que el futuro será semejante al pasado, y de que poderes similares estarán combinados con cualidades sensibles similares. Tan pronto como se plantea la sospecha de que el curso de la naturaleza puede cambiar, tal que el pasado deja de ser guía para el futuro, toda experiencia se vuelve inútil y no puede soportar ninguna inferencia o conclusión. Así es que ningún argumento proveniente de la experiencia puede sostener esta semejanza entre el pasado y el futuro, porque todos los argumentos de este tipo se basan sobre la presuposición de dicha semejanza. No importa con qué tanta regularidad el curso de las cosas se haya dado en el pasado, ese hecho por sí solo no prueba que el futuro vaya a ser también regular. De nada sirve que se presuma haber aprendido la naturaleza de los cuerpos a partir de la experiencia pasada. Su naturaleza secreta, y consecuentemente todos sus efectos y su influencia, puede cambiar sin cambio alguno en sus cualidades sensibles. Esto sucede •a veces con respecto a •algunos objetos: ¿por qué no podría pasar con respecto a •todos los objetos y •todo el tiempo? ¿Qué lógica, qué proceso argumentativo te pone a salvo de ello? Podría decirse que no me comporto como si tuviera dudas acerca de esto; pero eso reflejaría un malentendido acerca de por qué estoy planteando las preguntas que planteo. Cuando estoy considerando cómo voy a actuar, quedo suficientemente confiado de que el futuro será como el pasado; pero en tanto filósofo con una disposición de mente inquisitiva –no voy a decir escéptica– quiero saber en qué se basa esa confianza. Nada de
  • 17. Primera investigación David Hume 4: Dudas acerca del entendimiento 22 lo que he leído, ni investigación alguna que haya hecho, ha podido hasta ahora disipar la dificultad de la que hablo. ¿Qué cosa mejor puedo hacer que presentar la dificultad al público, incluso si no albergo gran esperanza de que se me vaya a dar una solución? Así al menos estaremos concientes de nuestra ignorancia, aun si no incrementamos nuestro conocimiento. Sería inexcusablemente arrogante pretender decir que porque yo no he encontrado cierto argumento, tal argumento realmente no existe. Incluso si hombres sabios a lo largo de muchos siglos han buscado algo sin ser capaces de encontrarlo, quizá aun entonces sería precipitado concluir confiadamente que el asunto debe sobrepasar el entendimiento humano. Aunque examinemos todas las fuentes de nuestro conocimiento y concluyamos que no son adecuadas para dilucidar un tema determinado, podríamos sospechar todavía que la lista de las fuentes puede no ser exhaustiva, o que nuestro escrutinio de las mismas puede no ser correcto. Con respecto a nuestro tema presente, sin embargo, tenemos razones para pensar que mi conclusión es ciertamente correcta y que no soy arrogante en creerlo. Es seguro que los campesinos más ignorantes y estúpidos, incluso los infantes, en efecto, incluso las bestias salvajes, mejoran por medio de la experiencia y aprenden acerca de las cualidades de los objetos naturales gracias a que observan sus efectos. Cuando un niño ha sentido dolor por tocar la flama de una vela, tendrá cuidado de no acercar su mano a ninguna vela, y esperará un efecto similar de cualquier causa que sea similar en su apariencia. Si se sostiene que el entendimiento del niño ha llegado a esta conclusión a través de un proceso argumentativo, es entonces justo de mi parte que exija que se presente ese argumento, y quien lo haya sostenido no tiene excusa alguna para no hacerlo. No puede decir que el argumento lo ha eludido por ser muy complejo y difícil, ¡ya que acaba de decir que a un mero niño le resulta fácil! Así es que si duda por un momento, o si después de una reflexión produce un argumento intrincado y profundo, acabaría en efecto habiendo abandonado su postura en esta disputa: habría hecho tanto como admitir que no es a través del razonamiento que nos vemos conducidos a suponer que el futuro se parecerá al pasado y a esperar efectos similares de causas aparentemente similares. Ésa es la proposición que buscaba sentar en la presente sección. Si estoy en lo correcto, no pretendo que sea un gran descubrimiento. Si me equivoco con respecto a ello, entonces sí hay un argumento ·de pasado a futuro· que me era familiar mucho antes de que fuera sacado de mi cuna, y que sin embargo ahora no puedo descubrir. ¡Qué investigador tan retrógrada debo ser!
  • 18. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 23 Sección 5: Solución escéptica de estas dudas La pasión por la filosofía, como aquella por la religión, implica un cierto peligro. Aunque apunta a corregir nuestro comportamiento y aniquilar nuestros vicios, puede acabar –si no se le maneja adecuadamente– exhortándonos meramente a continuar en direcciones que estamos naturalmente dispuestos a seguir. Podemos proponernos alcanzar la sabiduría y la firmeza filosóficas, y llegar a sentirnos satisfechos con los placeres de la mente ·en tanto distintos de aquellos del cuerpo·, y sin embargo conducirnos mediante la misma razón lejos de toda virtud y gozo social, terminando así con una filosofía (como aquellas de Epicteto y otros estoicos) que no es sino un sistema refinado del egoísmo. Mientras meditamos en torno a la banalidad de la vida humana, y centramos nuestros pensamientos en la naturaleza vacía y transitoria de las riquezas y los honores, quizá lo que en realidad hacemos es encontrar excusas para nuestra ociosidad, tratando de obtener el apoyo de la razón a nuestra perezosa reticencia de ocuparnos en el mundo. Sin embrago, un tipo de filosofía parece no correr mucho riesgo de caer en esta desventaja, ya que no une fuerzas con ninguna pasión desordenada de la mente humana, y no se puede mezclar con ninguna de nuestras inclinaciones o tendencias naturales; y ésa es la filosofía escéptica. Los escépticos hablan siempre de la duda y de suspender el juicio, del peligro de decidir precipitadamente, de mantener las investigaciones intelectuales dentro de límites estrechos, y de renunciar a toda elaboración teórica que no permanezca en contacto con la vida cotidiana y la práctica. Así es que su filosofía es tan contraria como se puede a la ociosidad de la mente, su arrebatada arrogancia, sus grandilocuentes pretensiones, y su supersticiosa credulidad. Esta filosofía tiene un efecto de propagación de la humildad en todas las pasiones salvo en el amor por la verdad; y eso nunca puede ser exagerado. Puesto que esta filosofía es casi siempre inofensiva e inocente, es sorprendente que tantas veces se le haya criticado y se le haya estigmatizado como libertina, profana e irreligiosa. Quizá la misma característica que la hace tan inocente también le granjea el odio y el resentimiento. No fomenta ningún sentimiento ni hábito malo, de forma que no tiene muchos partidarios; pero sí se opone a muchos vicios y necedades, ¡razón por la cual tiene tantos enemigos! Cuando intenta limitar nuestras inquisiciones sobre la vida cotidiana, esta filosofía no corre el riesgo de ir demasiado lejos y minar los razonamientos que usamos en la vida cotidiana, insistiendo de más con sus dudas hasta el punto de destruir toda creencia y acción. La naturaleza siempre mantendrá sus derechos, y prevalecerá sobre cualquier razonamiento abstracto. ·Esto es: continuaremos pensando y actuando de las maneras en que nuestra naturaleza humana nos lo dicta –las maneras que nos son naturales– sin riesgo alguno de ser desviados de estas consideraciones filosóficas·. Por ejemplo, en la sección precedente mostré que cuando sea que razonemos a partir de la experiencia, estaremos dando un paso que no está soportado por ningún argumento o consideración intelectual; pero esos razonamientos experienciales son la base de casi todo el conocimiento que tenemos, y no hay forma de que se les deseche a causa del descubrimiento de que no pueden ser justificados por argumentos. Si no somos conducidos argumentativamente a hacer inferencias de la experiencia pasada, debemos ser llevados por algo que sea igualmente poderoso –alguna otra fuerza que tendrá poder
  • 19. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 24 sobre nuestras vidas al menos en tanto la naturaleza humana permanezca como hasta ahora es y ha sido. Valdría la pena explorar qué es lo que esa otra fuerza es. Supóngase que una persona muy inteligente y pensativa arribara de pronto a este mundo; inmediatamente observaría que un evento le sigue a otro, pero eso sería todo lo que podría descubrir. No podría mediante ningún razonamiento alcanzar la idea de causa y efecto, porque (primeramente) los poderes particulares por los cuales todas las operaciones naturales son llevadas a cabo jamás son percibidos por los sentidos, y (en segundo lugar) no hay ninguna razón para concluir que un evento causa otro tan sólo porque lo precede. El hecho de que ocurran juntos puede ser arbitrario y casual, sin conexión causal alguna entre ellos. En pocas palabras, mientras dicha persona no tuviera más experiencia, no podría razonar sobre ninguna cuestión de hecho, ni estar seguro de cosa alguna que no le fuera inmediatamente presente a su memoria o a sus sentidos. Ahora supóngase que nuestra persona acumula más experiencia, y que vive lo suficiente en el mundo para observar objetos o eventos similares ocurrir de forma conjunta constantemente; ¿qué conclusión saca ahora de esta experiencia? ¡Inmediatamente infiere la existencia de un objeto a partir de la presencia del otro! Pero, toda su experiencia no le ha dado ninguna idea o conocimiento del poder secreto mediante el cual un objeto produce al otro; ni tampoco pudo haberlo traído a la extracción de esta inferencia ningún proceso del razonamiento. Pero se da cuenta que no puede evitar hacerla: y no será disuadido de ella incluso si se convence de que no hay soporte intelectual para la inferencia. Hay algo más que está operando, obligándolo a llevarla a cabo. Es la costumbre o el hábito. Cuando estamos predispuestos a actuar o pensar de una cierta manera, no porque se le pueda justificar con el razonamiento o mediante un proceso del entendimiento sino porque nos hemos comportado o pensado de la misma manera muchas veces en el pasado, decimos que esta predisposición es el efecto de la ‘costumbre’. Al usar esa palabra no pretendemos estar dando la razón básica de la predisposición. Todo lo que estamos haciendo es señalar una característica fundamental de la naturaleza humana que nadie negará que está ahí, y que es bien conocida por sus efectos. Quizá eso es lo más lejos que podemos llegar. Quizá, eso es, no podemos descubrir la causa de esta causa, y debemos contentarnos con ella como lo más profundo que podemos ir en la explicación de las conclusiones que sacamos de la experiencia. La habilidad de ir así de lejos nos debería satisfacer; si nuestras facultades no nos pueden llevar más lejos, no deberíamos quejarnos por ello. Al menos tenemos aquí una proposición muy inteligible y quizá además cierta: Después de la conjunción constante de dos objetos –calor y flama, por ejemplo, o peso y solidez– el puro hábito nos hace esperar uno cuando experimentamos el otro. En efecto, esta hipótesis parece ser la única que podría explicar por qué sacamos de mil instancias una inferencia que no podemos sacar de una sola instancia que es exactamente igual que cada una de esas mil. •La razón no es así. Las conclusiones que saca tras considerar un círculo son las mismas a las que llegaría luego de examinar todos los círculos del universo. Pero no hay hombre que habiendo visto solamente un cuerpo moverse luego de ser empujado por otro, pudiera inferir que todo cuerpo se moverá luego de una colisión similar. Todas las inferencias derivadas de la experiencia, por tanto, son efectos de la costumbre, y no del •razonamiento.
  • 20. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 25 ·COMIENZO DE UNA VASTA NOTA AL PIE· Los escritores muchas veces distinguen entre la razón y la experiencia, tomando como enteramente diferentes los razonamientos de cada tipo. Los argumentos de la razón se piensa que resultan puramente de nuestras facultades intelectuales, las cuales establecen principios de la ciencia y la filosofía considerando a priori la naturaleza de las cosas, examinando los efectos que deben seguir de su operación. Los argumentos de la experiencia se supone que derivan enteramente de los sentidos y la observación, a través de los cuales •aprendemos qué es lo que efectivamente ha resultado a partir de la operación de objetos particulares y podemos •inferir de esto cuáles van a ser sus resultados en el futuro. Por ejemplo, las limitaciones y ataduras del gobierno civil y una constitución legal pueden ser defendidas haciendo uso de la razón, la cual –reflexionando en torno a la gran fragilidad y corrupción de la naturaleza humana– enseña que ningún hombre puede ser confiado de forma segura con una autoridad ilimitada; o haciendo uso de la experiencia y la historia, que informan de los enormes abusos que en toda época han resultado del exceso de tal autoridad. La misma distinción entre razón y experiencia se mantiene en todas nuestras discusiones sobre la conducta de la vida. Mientras que se confía y sigue al hombre de estado, general, médico o mercader experimentado; el novato sin práctica, no importa qué tan talentoso pueda ser, es despreciado y hecho de lado. La gente dice que la razón puede permitirle a uno hacer estimaciones plausibles de qué será probable que se siga de un x- tipo de conducta en una y-tipo de situación, pero toman a la razón como insuficiente si no está ayudada por la experiencia. Sólo la experiencia (–sostienen–) puede darle estabilidad y certeza a los resultados alcanzados ·por la razón· a partir del estudio y la reflexión. No obstante, aunque esta distinción es universalmente aceptada, tanto en la vida práctica como en la investigación intelectual, yo no dudo en decir que está básicamente equivocada, o al menos que es superficial. Si examinamos (1) argumentos como aquellos que he mencionado, que supuestamente no involucran nada salvo el razonamiento y la reflexión, resulta que dependen de algún principio general que se basa únicamente en la observación y la experiencia. La única diferencia entre ellos y (2) las máximas que comúnmente se cree que vienen de la pura experiencia es que (1) no pueden ser establecidos sin cierto proceso del pensamiento –alguna reflexión sobre lo que hemos observado, de tal suerte que se diluciden sus detalles y se trace sus consecuencias– mientras que en (2) el evento experimentado es exactamente como el que predecimos en la nueva ocasión. Se puede llegar al miedo de que si liberáramos a nuestros monarcas de las ataduras de la leyes éstos se convertirían en tiranos a partir de (2) nuestro conocimiento de la historia de Tiberio o Nerón; o a partir de (1) nuestra experiencia del fraude o la crueldad en la vida privada, la cual tras poco pensar podemos tomar como evidencia de la corrupción general de la naturaleza humana y del peligro de depositar demasiada confianza en la humanidad. En cada caso, el fundamento último para el miedo al que llegamos es la experiencia. Cualquier hombre, no importa qué tan joven e inexperimentado, habrá sido llevado por su experiencia a muchas verdades generales acerca de los asuntos humanos y la conducta de la vida; pero será propenso al error al ponerlas en práctica, hasta que el tiempo y posterior experiencia hayan ampliado el alcance de estas verdades y le hayan enseñado cómo aplicarlas. Talentoso como pueda ser, aun así es probable que pase por alto algunos aspectos aparentemente menores de una situación pero que en realidad sean
  • 21. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 26 cruciales para las conclusiones que debería extraer y para cómo debería actuar. Cuando llamamos a alguien un ‘razonador o pensador inexperimentado’, lo único que queremos decir es que no ha tenido mucha experiencia. ·FIN DE LA VASTA NOTA AL PIE· La costumbre, pues, es la gran guía de la vida humana. Exclusivamente ella es quien hace que nuestra experiencia nos sea útil, y nos hace esperar que secuencias o eventos futuros sean como aquellos que se han presentado en el pasado. Sin la influencia de la costumbre, seríamos absolutamente ignorantes de cualquier cuestión de hecho que esté más allá de lo inmediatamente presente a los sentidos y la memoria. Nunca sabríamos qué medios debiéramos adoptar para alcanzar nuestros fines; no podríamos emplear nuestros poderes naturales para producir ningún efecto deseado. Sería el fin de toda acción y casi toda actividad teórica. Debo señalar, empero, que aunque nuestras inferencias provenientes de la experiencia nos llevan más allá de nuestra memoria y nuestros sentidos, y nos dan seguridad sobre cuestiones de hecho que sucedieron en lugares distantes y tiempos remotos, cualquier inferencia de ese tipo debe comenzar con un hecho que sí está presente en los sentidos o en la memoria. Un hombre que encontrara en un país desierto los vestigios de edificios magníficos concluiría de eso que el país tuvo mucho tiempo atrás habitantes civilizados; pero sin la experiencia inicial no hubiera podido inferir eso nunca. Aprendemos sobre los eventos de épocas pasadas por la historia; pero para hacer eso debemos leer los libros que dan la información, y llevar a cabo inferencias de un reporte a otro, hasta que finalmente llegamos a los testigos presenciales y los espectadores de aquellos eventos distantes. En corto: si no empezáramos con algún hecho que esté presente a los sentidos o la memoria, nuestros razonamientos serían meramente hipotéticos; y no importa qué tan fuertes los enlaces particulares pudieran ser, la cadena completa de inferencias no tendría nada que la sustentara, y no podría ser usada para arribar al conocimiento de ninguna existencia real. Si pregunto por qué alguien cree cualquier cuestión de hecho particular de la que me hable, esa persona me tendrá que dar alguna razón; y esta razón será algún otro hecho conectado con aquél en el que cree. Pero no se puede proceder de esta manera por siempre: eventualmente tendrá que llegar a un hecho que tenga presente o bien en la memoria o bien en los sentidos –y si no, tendrá que admitir que la creencia a la que se suscribe no tiene fundamento en lo absoluto. ¿Qué concluiremos de todo esto? Algo que está bastante alejado de las teorías usuales de la filosofía, y que sin embargo es muy simple: Todas las creencias sobre cuestiones de hecho o existencia real se derivan meramente de algo que está presente en la memoria o en los sentidos, y de una asociación habitual de eso presente con alguna otra cosa. O en otras palabras: Habiendo encontrado en muchos casos que dos clases de objetos –la flama y el calor, la nieve y el frío– siempre han ido juntas, y sucediendo que se nos presente con una nueva instancia de flama o nieve, el hábito de la mente la lleva a esperar calor o frío y a creer que el calor o el frío existen en ese momento y que se les experimentará si uno se acerca más. Esta creencia es el resultado inevitable de situar la mente en tales circunstancias. Que nuestra mente reaccione de esa manera en esas circunstancias es tan ineludible como que sintamos amor cuando se nos otorgan beneficios, u odio cuando se nos lastima deliberadamente. Esas operaciones del alma son
  • 22. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 27 un tipo de instinto natural, el cual no puede ser ni producido ni tampoco prevenido por ningún razonamiento o proceso del pensamiento. Llegados a este punto podríamos permitirnos razonablemente detener nuestras investigaciones filosóficas. En la mayor parte de las cuestiones, no podemos dar un solo paso más; y en todas las cuestiones se debe eventualmente parar, luego de las pesquisas más incansables y profundas. Pero aun así nuestra curiosidad será perdonable, quizá recomendable, si nos conduce a subsiguientes investigaciones, y nos hace examinar con más cuidado y precisión la naturaleza de esta creencia, y de la conjunción habitual de la cual se deriva. Eso nos puede traer a algunas explicaciones y analogías que darán satisfacción –al menos a aquellos que aman las ciencias abstractas y disfrutan de las especulaciones que, por más precisas que sean, pueden todavía retener un grado de duda e incertidumbre. Para los lectores cuyo gusto es distinto del descrito: la Parte 2 de esta sección no va dirigida a ellos, y puede ser pasada por alto sin perjuicio a la comprensión del resto. Parte 2 Nada es más libre que la imaginación del hombre; y aunque está confinada al acervo original de ideas provistas por los sentidos internos y externos, tiene un poder ilimitado para mezclar, combinar, separar y dividir esas ideas en todas las variedades de ficción y visión [=‘de cualquier manera que pueda ser descrita o representada’]. Puede inventar una secuencia de eventos con toda la apariencia de realidad, asignarles un tiempo y espacio particular, concebirlos como si realmente estuvieran sucediendo, y representárselos a sí misma con tanto detalle como lo podría hacer con cualquier evento histórico que con la mayor certeza creyera que realmente hubiera sucedido. ¿Cuál es entonces la diferencia entre una ficción así y la creencia? No es esta: Hay una idea especial que está unida a toda proposición sobre la que asentimos y en cambio a ninguna de las que consideramos como ficticias. La razón por la cual esa explicación es falsa es porque la mente tiene autoridad sobre todas sus ideas, de tal forma que si esta ‘idea especial’ existiera, la mente podría unirla voluntariamente a cualquier ficción y consecuentemente –de acuerdo a esta explicación– sería capaz de creer cualquier cosa que quisiera creer; mientras que nos damos cuenta por la experiencia cotidiana que no es cierto que pueda. Podemos juntar la cabeza de un hombre al cuerpo de un caballo mediante la unión de pensamientos; pero no podemos optar por creer que un animal de ese tipo haya realmente existido en algún momento. Se sigue que la diferencia entre la ficción y la creencia reside en algún sentimiento que va de la mano de la creencia y no de la ficción –un sentimiento que no depende de la voluntad y no puede ser mandado de acuerdo al gusto. Debe ser causado por la naturaleza, como todos los otros sentimientos; y debe surgir de la situación particular en la que se encuentre la mente en ese momento particular. Cuando un objeto se le presenta a la memoria o a los sentidos, inmediatamente lleva a la imaginación –por la fuerza del hábito– a concebir el objeto que usualmente va unido a él; y esta concepción viene con un sentimiento que es diferente de ·cualquier cosa que acompaña a· las fantasías sueltas de la imaginación. Eso es todo lo que hay con respecto a la creencia. Porque puesto que no hay ninguna cuestión de hecho que creamos tan firmemente que no podamos concebir
  • 23. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 28 lo contrario, no habría una diferencia entre la concepción frente a la cual asentimos y aquella que rechazamos ·como falsa· si no hubiera algún sentimiento que las distinguiera. Si veo una bola de billar desplazarse hacia otra en una mesa lisa, puedo fácilmente concebir que se detenga al contacto. Esta concepción no implica una contradicción; y sin embargo se siente muy diferente de aquella otra concepción por la cual me represento la colisión seguida de la transmisión de movimiento de una bola a la otra. Si tratáramos de definir este sentimiento, lo encontraríamos difícil –si no es que imposible– de hacer; semejante a la dificultad de definirle la sensación de frío o la pasión de la ira a alguien que jamás ha experimentado esos sentimientos. ‘Creencia’ es el nombre apropiado y verdadero de este sentimiento; y todo el mundo conoce el significado de este término porque todos ·tienen creencias todo el tiempo y por tanto· están concientes del sentimiento que representa. De cualquier modo, vale la pena que intentemos describir el sentimiento, con la esperanza de explicarlo mejor con la ayuda de ciertas analogías. Con ese fin, ofrezco lo siguiente: La creencia no es nada sino una concepción de un objeto más vívida, intensa, fuerte, firme y estable que cualquiera de las que la imaginación por sí sola pudiera lograr. Esta variedad de términos –·¡cinco de ellos!·– puede parecer no filosófica, pero está pretendida meramente para expresar el acto por el cual la mente despliega las cosas reales –o aquello que tomamos por cosas reales– como más presentes para nosotros que ·aquello que tomamos por· ficción, haciendo que pesen más en el pensamiento y dotándolos de una mayor influencia sobre las pasiones y la imaginación. Suponiendo que estemos de acuerdo sobre la cosa, es inútil discutir acerca de los términos. La imaginación tiene autoridad sobre todas sus ideas, y puede unirlas, mezclarla y variarlas de todas las maneras posibles. Puede concebir objetos ficticios con todas las circunstancias de tiempo y espacio. Puede desplegar esas ficciones –en cierto sentido– frente a nuestros ojos, en su verdadera apariencia, tal como hubieran podido existir. Pero esta facultad imaginativa jamás puede por sí sola producir una creencia; y eso hace evidente el hecho de que las creencias no consisten en ninguna naturaleza u orden especial de ideas·, porque la imaginación no tiene límite alguno con respecto a eso·, sino más bien en el modo de su concepción y en su sentir para la mente. Admito que es imposible explicar perfectamente este sentimiento o modo de concepción. Podemos utilizar palabras que expresen algo cercano a ello ·como he estado haciendo·; pero su nombre apropiado y verdadero, como mencionamos anteriormente, es ‘creencia’ –un término que todo el mundo entiende suficientemente en la vida ordinaria. Y en la filosofía no podemos ir más allá de afirmar que la creencia es algo sentido por la mente que distingue las ideas del juicio de las ficciones de la imaginación. Las dota de más peso e influencia, hace aparecer de mayor importancia, fortalece en la mente, y constituye en los principios rectores de nuestras acciones. Por ejemplo, en este momento escucho la voz de una persona que conozco, el sonido aparentemente proveniente del cuarto contiguo. Esta impresión de mis sentidos ·auditivos· inmediatamente conduce mi pensamiento a la persona en cuestión y a todos los objetos que lo rodean. Me los represento como existiendo en este preciso momento, con las mismas cualidades y relaciones que anteriormente he sabido que poseen. Estas
  • 24. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 29 ideas se apoderan de mi mente de una manera mucho más fuerte y firme de lo que lo harían ideas de ·algo que sé que es ficticio, como por ejemplo· un castillo encantado. Son muy diferentes en su sentir, y tienen una influencia de todo tipo mucho más fuerte en lo relativo al producir placer o dolor, alegría o tristeza. Consideremos, entonces, esta doctrina en todo su alcance y aceptemos que •el sentimiento de la creencia no es nada sino una concepción que es más intensa y firme que las concepciones que son meras ficciones de la imaginación, y •este modo de concepción surge de la conjunción constante del objeto con algo que está presente en la memoria o en los sentidos. No será difícil, pienso, encontrar otras operaciones de la mente análogas a la de la creencia (según esta explicación suya), y reunir esos fenómenos bajo principios aun más generales. [Ver la nota sobre ‘principio’ en la página 2.] Ya mencioné que la naturaleza estableció conexiones entre ciertas ideas particulares, y que en cuanto alguna se presenta a nuestros pensamientos inmediatamente introduce a su correlativa –·i. e. la idea que la naturaleza ha conectado con ella·– y conduce nuestra atención hasta ella por un movimiento suave e imperceptible. Estos principios ·naturales· de conexión o asociación se reducen a tres ·básicos·, a decir: •semejanza, •contigüidad [=‘proximidad’] y •causación. Estos tres son los únicos lazos que unen nuestros pensamientos y que generan aquella secuencia de pensamiento o discurso regular que acontece en todos los seres humanos en mayor o menor grado. Surge ahora una pregunta sobre la cual dependerá la solución de la presente dificultad. ¿Sucederá con cada una de estas relaciones que, cuando un objeto se le presenta a los sentidos o a la memoria, la mente no sólo sea conducida a la concepción de su correlativo, sino que además llegue a tener ·una creencia sobre él, es decir· una concepción suya más estable y fuerte de lo que de otra manera hubiera podido alcanzar? Esto parece ser lo que sucede cuando las creencias surgen de una relación de causa y efecto. Si también sucede con las otras dos relaciones o principios de asociación, entonces se le establecerá como una ley general válida para todas las operaciones de la mente. Como primer experimento relevante, veamos que cuando observamos la pintura de un amigo ausente, nuestra idea de él evidentemente se aviva por la semejanza de la pintura con él, y que cualquier sentimiento que nuestra idea de él nos produce, ya sea de alegría o tristeza, adquiere nueva fuerza y vigor. Este efecto se produce mediante la operación conjunta de •una relación ·de semejanza· y •una impresión presente. Si la pintura no se le parece, o si al menos no se pretendió como imagen suya, no lleva nuestro pensamiento a él en lo absoluto. Y cuando tanto la pintura como la persona están ausentes, aunque la mente puede pasar del pensamiento sobre uno a aquel sobre el otro, siente que su idea de la persona se debilita por esa transición, en lugar de fortalecerse. Nos produce placer ver la pintura de un amigo cuando ésta se nos presenta delante de nosotros; pero cuando no se nos presenta preferiríamos considerarlo de forma directa que considerarlo a través de una cosa que guarda semejanza con él pero que está distante y oscura. Las ceremonias de la religión Católica Romana pueden pensarse como instancias de este fenómeno. Cuando a los devotos de esa superstición se les reprocha las ceremonias tan ridículas que su religión les pide, generalmente se defienden replicando que sienten el buen efecto que las posturas y movimientos y acciones que llevan a cabo tienen, avivando su devoción e intensificando su fervor, los cuales decaerían si estuvieran dirigidos meramente a objetos distantes e inmateriales ·como lo es Dios·. ´Nos
  • 25. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 30 representamos los objetos de nuestra fe’, dicen, ‘en pinturas e imágenes perceptibles; y la inmediata presencia de esas imágenes hace a los objetos más presentes para nosotros de lo que podrían ser a través de la mera contemplación intelectual.’ Los objetos perceptibles tienen siempre una influencia mayor sobre la imaginación de lo que cualquier otra cosa pudiera tener, y prontamente transmiten esa influencia a las ideas con las que se relacionan y a las que se parecen. Todo lo que inferiré de estas prácticas y estos razonamientos es que el efecto de la semejanza en avivar ideas es muy común; y puesto que en todo caso tanto una semejanza como también una impresión presente deben estar operando, contamos con suficientes ejemplos empíricos que soportan el principio anterior. Podemos añadir fuerza a esos ejemplos usando otros de una clase distinta, implicando los efectos de la contigüidad así como los de la semejanza. Es seguro que la distancia disminuye la fuerza de toda idea, y que mientras más nos acerquemos a un objeto – incluso si nuestros sentidos no nos lo muestran– su influencia sobre la mente llega cada vez más a ser como la influencia de una impresión ·sensorial· inmediata. Pensar sobre un objeto de inmediato transporta a la mente a las cosas que le son contiguas; pero es sólo la presencia efectiva de un objeto la que transporta a la mente con mayor vivacidad. Cuando me encuentro a unas cuantas millas de mi casa, cualquier cosa que tenga que ver con ella me toca más de cerca que cuando estoy a doscientas ligas de ella, aunque incluso a esa distancia el reflexionar sobre cualquier cosa que sea aledaña a mis amigos o familiares naturalmente produce una idea de ellos. Pero en casos como éste, ambos objetos de la mente –·aquello desde lo cual es conducida y aquello a lo cual es conducida·– son ideas ·y no el tipo más vívido de percepciones que llamamos ‘impresiones’·. Aunque existe una fácil transición entre ellas, esa transición por sí sola no puede darle a ninguna de las dos una vivacidad mayor de la que las ideas tienen; y la razón de eso es que en estos casos no hay ninguna impresión presente que esté operando.3 Nadie puede dudar que la causación tiene la misma influencia que las otras dos relaciones, semejanza y contigüidad, tienen. A las personas supersticiosas les gustan las reliquias de los santos por la misma razón por la cual les gusta tener pinturas o imágenes –·a decir·, para avivar su devoción y para darles una concepción más íntima y fuerte de aquellas vidas ejemplares que desean imitar. Ahora, es evidente que una de las mejores reliquias que un hombre devoto puede procurarse sería algo hecho por un santo; y si las vestimentas y los muebles del mismo son considerados bajo esta luz, es porque alguna vez estuvieron a su disposición y fueron movidos y afectados por él. Eso nos permite considerarlos como efectos imperfectos ·del santo; ‘imperfectos’ porque él no causó su existencia, sino que meramente fue causa de que pasaran por varias vicisitudes mientras estuvieron bajo su posesión·. Están conectados a él a través de una cadena de 3 Cicerón escribió: ‘¿Será sólo una característica de nuestra naturaleza o se deberá a alguna clase de error el que nos mueva más la vista de lugares en los que hemos oído que hombres notables pasaron su vida que el oír acerca de sus acciones o el leer sus obras? En efecto, estoy conmovido ahora mismo; ya que me acuerdo de Platón, quien (nos han dicho) fue el primero en sostener discusiones en este lugar. Y estos pequeños jardines no sólo conjuran su memoria; parecen poner al hombre mismo frente a mí. [Luego vienen algunos otros comentarios acerca de la asociación del lugar con otras personas, a quienes nombra el interlocutor.] Tal es el poder de sugestión que tienen los lugares. No es arbitrario que el entrenamiento de la memoria se base sobre esto.’ Cicerón, De Finibus, libro 5, sección 2.
  • 26. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 31 consecuencias más corta que cualquier otra cosa –·testimonios humanos, lápidas, registros escritos, etc.·– por medio de la cual aprendamos la realidad de su existencia. Supóngase que nos encontramos al hijo de un amigo que lleva mucho tiempo muerto o ausente; es evidente que este objeto (·el hijo·) reviviría instantáneamente su idea correlativa (·a decir, la idea de nuestro amigo·) y evocaría en nuestro pensamiento todas las pasadas familiaridades y ratos íntimos con el amigo, en colores mucho más vívidos de lo que de otro modo nos hubieran aparecido. Éste es otro fenómeno que parece demostrar el principio anteriormente mencionado. Nótese que en cada uno de estos fenómenos la persona cree que el objeto correlativo de hecho existe o existió. Sin eso, la relación no tendría efecto. La influencia de la pintura requiere que creamos que nuestro amigo haya alguna vez existido. El estar cerca del hogar jamás puede suscitar nuestras ideas del hogar si no creemos que ese hogar realmente existe. Ahora, afirmo que •esta creencia, donde llega más allá de la memoria o los sentidos, es de un tipo semejante y surge de causas semejantes que •la transición de pensamiento y vivacidad de concepción que he estado explicando. Cuando arrojo un trozo de madera seca al fuego, mi mente de inmediato es conducida a un pensamiento de éste como combustible que aviva el fuego, no como algo que lo extingue. Esta transición de pensamiento de la causa al efecto no viene dado por la razón. Su origen exclusivo son el hábito y la experiencia. Y puesto que comienza a partir de un objeto que está presente para los sentidos ·cuando veo el trozo de madera adentrarse en el fuego·, hace la idea o concepción de la flama más fuerte y vívida de lo que sería en cualquier ensoñación suelta de la imaginación. Esa idea ·de la flama creciente· adviene inmediatamente. El pensamiento se mueve instantáneamente hacia ella, y le transmite toda la fuerza de concepción que viene de la impresión presente para los sentidos. Puede suceder por accidente que cuando se me presenta una copa de vino mis siguientes ideas sean las de herida y dolor; ¡pero no serán tan fuertes como hubieran sido si se me hubiera presentado una espada apuntando a mi pecho! ¿Y qué hay en todo este asunto que cause tan fuerte concepción más allá de un objeto presente y una transición habitual a la idea de otro objeto, que hemos estado acostumbrados a conjuntar con el original? Esto es todo lo que hace nuestra mente en todas nuestras inferencias respectivas a cuestiones de hecho y existencia; y es satisfactorio haber encontrado algunas analogías mediante las cuales puede explicarse. En todos los casos, la transición de un objeto presente le da fuerza y solidez a la idea relacionada ·hasta la cual se ha hecho la transición·. Aquí, entonces, hay un tipo de armonía preestablecida [Frase de Hume, copiada de Leibniz] entre el curso de la naturaleza y la secuencia de nuestras ideas; y aunque los poderes y fuerzas por los cuales se rige la naturaleza nos son enteramente desconocidos, encontramos que nuestros pensamientos y concepciones han ocurrido en un orden paralelo al orden de los eventos imperante en las otras operaciones de la naturaleza. Esta correspondencia ha sido alcanzada por el hábito, que tan necesario es para la supervivencia de nuestra especie y para la regulación de nuestra conducta en toda circunstancia y ocurrencia de la vida humana. Si no se hubiera dado el caso de que la presencia de un objeto instantáneamente suscitara la idea de objetos que comúnmente están unidos con él, todo nuestro conocimiento hubiera estado restringido a la estrecha esfera de nuestra memoria y nuestros sentidos; y jamás hubiéramos sido capaces de adecuar nuestros medios para nuestros fines, o de emplear nuestros poderes naturales para obtener buenos resultados y evitar los malos. Aquellos que se deleitan con el
  • 27. Primera investigación David Hume 5:Solución escéptica 32 descubrimiento y contemplación de causas últimas [=‘que haya propósito en la naturaleza’] tienen aquí mucho que admirar y de lo cual maravillarse. Aquí hay un punto que todavía confirma más la teoría que he ofrecido. Esta operación de la mente en la que inferimos efectos similares de causas similares, y viceversa, es tan esencial para nuestra supervivencia que probablemente no podía haber sido confiado a las falaces deducciones de nuestra razón. Pues la razón es lenta en sus operaciones; muy poco de ella aparece en la infancia temprana; y en el mejor de los casos –incluso en los adultos– es extremadamente susceptible de equivocarse y caer en el error. Más acorde a la sabiduría ordinaria de la naturaleza que tan necesario acto de la mente quedara asegurado por algún instinto o tendencia automática, la cual puede ser •infalible en sus operaciones, •presente desde el momento en que la vida y el pensamiento primero aparecen, e •independiente de todas las laboriosas deducciones del entendimiento. Tal como la naturaleza nos ha enseñado el uso de nuestras extremidades sin darnos conocimiento de los músculos y los nervios por los cuales se mueven, así también ha implantado en nosotros un instinto que conduce nuestro pensamiento a lo largo de un curso correspondiente al curso que ha establecido entre los objetos externos –aunque somos ignorantes con respecto a aquellos poderes y fuerzas sobre los cuales depende totalmente este curso regular y esta sucesión de objetos.
  • 28. Primera investigación David Hume 6: Probabilidad 33 Sección 6: Probabilidad Incluso si no existiera en el mundo cosa alguna como el azar, nuestra ignorancia sobre la causa real de cualquier evento tiene el mismo efecto sobre el entendimiento, y genera la misma clase de creencia y opiniones ·que genera el conocimiento acerca del azar·.4 Ciertamente puede darse el caso de que el resultado de una determinada situación sea probable porque las posibilidades de que suceda sean mayores a las posibilidades de que no lo haga; y la probabilidad es mayor –y la creencia o asentimiento correspondiente más fuerte– en proporción a qué tanto esas posibilidades superen a aquellas de que el resultado no suceda. Si un dado estuviera marcado con dos puntos en cuatro de sus lados y con tres puntos en los dos lados restantes, entonces sería más probable que ·cuando el dado fuera lanzado· terminara cayendo de tal forma que mostrara un ‘dos’ en su cara superior y no un ‘tres’. Si tuviera mil lados, con 999 de ellos marcados con dos puntos y el último marcado con tres puntos, la probabilidad de que saliera ‘dos’ sería aun mucho más alta, y nuestra creencia de expectación de ese resultado sería más firme y segura. Este proceso de pensamiento o razonamiento puede parecer obvio y trivial, pero ofrece mucho sobre lo cual pensar para aquellos que lo miran con suficiente atención y cuidado. Parece claro que cuando la mente mira hacia el futuro para precisar qué resultado se originará del lanzamiento de un dado de este tipo, considera igual de probable que salga cada uno de los lados del dado. Y ésta es justamente la naturaleza del azar: que todas las alternativas que comprende sean totalmente iguales. Pero la mente, dándose cuenta que un número mayor de alternativas (de lados resultantes) involucra un suceso (·que salga el ‘dos’·) y no el otro (·que salga el ‘tres’·), se ve arrastrada con más frecuencia al primero de los dos, y tiene presente éste más a menudo al examinar las distintas posibilidades y eventualidades sobre las cuales depende el resultado final. Esta situación en la que varias anticipaciones de un suceso concurren engendra inmediatamente –por un mecanismo inexplicable de la naturaleza– el sentimiento de creencia, y hace que aquel suceso resultante aventaje a su antagonista, apoyado por un número menor de alternativas y que por tanto surge con menos frecuencia en la mente. ·Aunque lo he llamado inexplicable·, puede hasta cierta medida darse cuenta de este mecanismo u operación si se acepta que la creencia no es sino una representación o concepción de un cierto objeto más fuerte y firme que aquella que acompaña las meras ficciones de la imaginación. La combinación de los muchos atisbos del mismo suceso a lo largo de la consideración de muchas alternativas (o lados resultantes) imprime más intensamente en la imaginación la idea de este suceso, le presta mayor fuerza y vigor, hace más eficaz su influjo sobre las pasiones y las afecciones de la mente, y, en una palabra, engendra la confianza o seguridad que constituye la naturaleza de la creencia y la opinión. Con la probabilidad de causas la situación es la misma que con la probabilidad del azar. Algunas causas son totalmente uniformes y constantes en su producción de un particular ·tipo de· efecto, sin que se haya encontrado jamás instancia alguna en que hayan fallado o sido irregulares en su operación. El fuego siempre ha quemado, y el agua siempre ha ahogado a toda criatura humana. La producción de movimiento por 4 Locke divide todos los argumentos en demostrativos y probables. Bajo esta perspectiva, debemos decir que sólo es probable que todos los hombres deban morir o que el sol se levantará el día de mañana, ·puesto que ninguna de estas dos cosas puede ser demostrada·. Pero para adecuar nuestro lenguaje al uso común, deberíamos dividir los argumentos en demostraciones, pruebas, y probabilidades –por ‘pruebas’ nos referimos a argumentos sobre la experiencia pero que no dejan lugar a la duda o la oposición.
  • 29. Primera investigación David Hume 6: Probabilidad 34 impulso de un impacto y por gravedad es una ley universal que hasta el momento no ha tenido jamás excepción alguna. Pero hay otras causas que se ha visto que son más irregulares e inciertas: el ruibarbo no ha funcionado siempre como un purgante ni el opio como un soporífero en todo aquél que haya tomado estas medicinas. Es cierto que cuando cualquier causa falla en la producción de su efecto usual, los científicos no le adjudican esto a ninguna irregularidad en la naturaleza, sino que más bien suponen que ciertas causas secretas en la estructura singular de los componentes han impedido la operación. Pero nuestros razonamientos sobre el resultado son los mismos que serían si este principio ·concerniente a las ‘causas secretas’· no existiera. El hábito nos ha acostumbrado a trasladar el pasado al futuro en todas nuestras inferencias, de tal manera que cuando el pasado ha sido totalmente uniforme y regular, esperamos el resultado ·usual· con máxima confianza y sin dar pie a ninguna suposición contraria. En cambio cuando se ha encontrado que de causas que parecen exactamente iguales se han seguido a veces efectos diferentes, la mente repara en todos estos diversos efectos cuando se mueve del pasado hacia el futuro, y éstos influyen en nuestros pensamientos cuando estimamos la probabilidad del acontecimiento resultante. A pesar de que le damos preferencia a aquel que ha sido más usual, y nos formamos la creencia de que también esta vez resultará ese efecto, debemos de cualquier manera tomar en consideración los demás, asignándole a cada uno un peso y autoridad particular en proporción a qué tan frecuente o infrecuente ha sido. En casi todos los países de Europa es más probable que haya escarcha en algún punto del mes de enero a que no hiele en todo el mes; aunque por supuesto esta probabilidad varía de acuerdo a los distintos climas, y se acerca mucho a la certidumbre en los reinos nórdicos. Aquí, pues, parece evidente que cuando trasladamos el pasado al futuro para determinar el efecto que resultará de cualquier causa, trasladamos los diversos acontecimientos resultantes en la misma proporción en que han aparecido en el pasado y tenemos en cuenta (por ejemplo) que uno se ha dado en cien ocasiones, otro en diez y otro en una sola. Cuando un número de experiencias concurren en un mismo resultado, lo fortalecen y confirman en la imaginación, engendran el sentimiento que llamamos creencia, y hacen que prefiramos asentir frente a ese resultado que frente al contrario que no está apoyado por tantas experiencias y no aparece tan frecuentemente en nuestro pensamiento cuando éste transfiere el pasado al futuro. Quien intente explicar esta operación de la mente desde cualquiera de los sistemas de filosofía que hemos heredado se dará cuenta de la dificultad que ello comporta. Por mi parte, me consideraré satisfecho si las consideraciones que he hecho excitan la curiosidad de los filósofos y los hacen concientes de cuán defectuosas son las teorías comunes al tratar de tan elevados e interesantes temas.
  • 30. Primera investigación David Hume 7: La idea de conexión necesaria 35 Sección 7: La idea de conexión necesaria Las ciencias matemáticas presentan una ventaja muy grande sobre las ciencias que tratan sobre la naturaleza humana; a decir, que las ideas de las primeras –puesto que vienen de los sentidos– siempre son claras y determinadas, la distinción más pequeña entre ellas es siempre perceptible, y los mismos términos representan las mismas ideas continuamente, sin ambigüedad o variación. Un óvalo jamás es confundido con un círculo, ni una hipérbola con una elipse. Los triángulos isósceles y escaleno se distinguen por límites más exactos que aquellos por los cuales se distinguen el vicio y la virtud, el bien y el mal. Cuando un término es definido en geometría, la mente siempre de inmediato substituye la definición por el término definido. E incluso cuando no se utiliza una definición, el objeto mismo puede serle presentado a los sentidos y mediante dicha operación ser captado clara y firmemente. Pero los sentimientos más sutiles de la mente, las operaciones del entendimiento, las varias agitaciones de las pasiones –aunque en sí son realmente distintas ·unas de sí·– fácilmente se nos escapan cuando las miramos reflexivamente; y no somos capaces de recordar fielmente el objeto original cada vez que pensamos sobre él. De esta manera la ambigüedad gradualmente se va introduciendo en nuestros razonamientos; objetos similares son sin más tomados por iguales; y eventualmente la conclusión va mucho más allá de las premisas. Con todo, no es arriesgado decir que si se considera a estas ciencias bajo una óptica adecuada, sus respectivas ventajas y desventajas las hacen casi equivalentes. Aunque la mente retiene más fácilmente las ideas claras y determinadas de la geometría, debe no obstante llevar a cabo una cadena de razonamiento mucho más larga e intrincada, y comparar ideas que son mucho más apartadas las unas de las otras, para poder alcanzar las abstrusas verdades de esa ciencia. Por otro lado, aunque las ideas relacionadas a la naturaleza humana son propensas, si no tenemos sumo cuidado, de caer en la confusión y la oscuridad, las inferencias son siempre en estas pesquisas mucho más cortas, con muchos menos pasos entre las premisas y la conclusión de los que hay en cualquier ciencia que trate acerca de número y cantidad. Casi toda proposición en la Geometría de Euclídes se conforma de más partes de las que se encuentran en cualquier razonamiento completamente coherente sobre la naturaleza humana. Cuando rastreamos los principios de la mente humana a través de unos cuantos pasos, podemos sentirnos muy satisfechos con nuestro progreso, considerando lo pronto que la naturaleza pone barreras a todas nuestras investigaciones sobre las causas, y nos reduce a admitir nuestra ignorancia. Así, •el obstáculo principal a nuestro avance en las ciencias humanas o metafísicas es la oscuridad de las ideas y la ambigüedad de los términos. •El obstáculo principal en las matemáticas es la longitud de las inferencias y el amplio espectro de pensamiento necesitado para poder alcanzar cualquier conclusión. Y puede ser que lo que principalmente frene nuestro progreso en las ciencias naturales sea la falta de fenómenos y experimentos relevantes, que a veces son encontrados meramente por azar, y algunas veces cuando son necesitados no se les puede encontrar en lo absoluto, ni siquiera por medio de la investigación más persistente y cuidadosa. Puesto que el estudio de la naturaleza humana parece hasta ahora haber avanzado menos que tanto la física como la geometría, podemos concluir que si hay alguna diferencia en este aspecto entre las ciencias, las dificultades que obstruyen el progreso de las ciencias humanas son las que más cuidado y habilidad requieren para ser sobrepuestas. De todas las ideas que existen en la metafísica, ningunas son más oscuras e inciertas que aquellas de poder, fuerza, energía o conexión necesaria, las cuales tenemos que utilizar a cada momento en nuestras investigaciones. Así es que intentaré en esta sección