1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
05 de Abril
del 2015
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba
LA VERDADERA VICTORIA
Hoy, Domingo de Resurrección, la Iglesia
celebra un acontecimiento. No celebra un
dogma ni una utopía. Celebra un hecho
histórico, sucedido hace casi dos mil años pero
que sigue siendo actual porque se cumple en el
hoy de la vida de los cristianos de todos los
tiempos. ¡Jesucristo ha resucitado! Aquel
hombre a quien el Viernes Santo lo
contemplamos crucificado y desangrado, ha
vuelto del sheol, el lugar de los muertos, para
no morir jamás. Mientras nosotros dormíamos,
y sin más testigo que la luna, Jesucristo, con su
naturaleza humana, se ha levantado de la
muerte. Dios Padre ha cumplido la promesa
que había anunciado desde antiguo y no ha
dejado que su siervo experimente la
corrupción. La muerte y la vida se han
enfrentado en un prodigioso duelo; y al final ha
triunfado la vida, han triunfado el bien y el amor.
Antes de morir Jesús había dicho que Él
entregaría su vida libremente, que nadie se la
quitaría sino que Él la daría porque sabía que la
iba a recuperar. Esto es lo que ha sucedido en
estos días de la Pascua. Jesús se entregó
libremente en manos de nosotros, pecadores, y
aceptó morir de un modo injusto, para cancelar
así nuestras injusticias. Hoy, resucitado,
Jesucristo es el testigo fiel y veraz del amor de
Dios para con todos los hombres. La
resurrección de Cristo es el signo evidente de
que Dios Padre ha aceptado el sacrificio de
Jesús en la Cruz y de que nuestros pecados
han quedado perdonados.
Jesús de Nazaret es verdadero Dios y
verdadero hombre. La naturaleza divina es
eterna y, por tanto, no puede morir. Por eso Dios
asumió la naturaleza humana, para de ese
modo morir por nosotros. La resurrección de
nuestro Señor Jesucristo, entonces, significa
que la naturaleza humana ha logrado, por la
potencia del Espíritu Santo, vencer a la muerte,
vencer al mal y al pecado. De esta manera, la
resurrección de Cristo inaugura una nueva
etapa en la historia de la humanidad. Gracias a
Jesús de Nazaret, los hombres tenemos la
posibilidad de vivir eternamente, con toda
nuestra naturaleza humana compuesta de
cuerpo y alma; porque la victoria de Jesucristo
sobre el pecado y la muerte no la ha
conquistado solamente para Él sino también
para nosotros. Así, como por la desobediencia
de Adán entraron en el mundo el pecado y la
muerte, por la obediencia de Jesús han entrado
el perdón de los pecados y la vida eterna.
Esto es lo que la Iglesia extendida por toda la
tierra celebra hoy. Y lo celebra porque sabe, por
la experiencia de sus miembros, que todo eso
es verdad. Los cristianos no son super-
hombres. Son personas comunes y corrientes,
con sus virtudes y defectos, como cualquier ser
humano. Lo único que los diferencia de los
demás es que son testigos de ese amor
misericordioso de Dios que no los condena por
sus pecados sino que les da la oportunidad de,
por la fe, acogerse a la obra de salvación
realizada por Cristo y, como consecuencia de
ello, ser liberados del poder del pecado y la
muerte, trasladados del dominio de las tinieblas
de una vida sin sentido a la luz admirable de
Jesucristo Resucitado. Por eso, si alguno hoy
se encuentra en tinieblas, queda invitado a
abrirse al amor misericordioso de Dios, dejarse
reconciliar por Cristo y pasar así de la muerte a
la vida.
¡Feliz Tiempo de Pascua para todos!
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa