3. INTRODUCCIÓN
La enseñanza de la religión
en los planes y programas
de estudio, aporta una
dimensión formativa
esencial a los niños y
jóvenes, y permite la
dimensión espiritual que es
parte integral a la
trascendencia que posee
todo ser humano.
4. La posibilidad de impartir
religión en los colegios se ha
constituido para nuestra
Iglesia en un potencial
evangelizador de incalculable
valor.
De lo anterior se concluye
la gran importancia que
tiene para la Iglesia la
formación de buenos
profesores de religión.
5. La Conferencia Episcopal
de COLOMBIA siempre
ha reconocido, y
admirable la esforzada
entrega de los profesores
de religión, que muchas
veces de una forma
anónima y silenciosa
dedican toda su vida a
entregar la Buena Nueva
de Jesucristo en la escuela.
6. Frente a la situación
que nos presenta el
mundo actual, es
imperativo que los
profesores de religión
sean bien formados en
torno a métodos
modernos y técnicas
de enseñanza
pedagógica,
impregnada de la
experiencia de tantos
años y de la novedad
que mejora su
desempeño.
7. El pilar fundamental del
profesor de religión debe ser
su profunda fe, y vivencia
personal del Evangelio de
Jesucristo, y de las enseñanzas
de la Iglesia.
Una rica y equilibrada
personalidad humana con un
proyecto de vida centrado en
Cristo, hará posible y creíble
el testimonio del profesor de
religión.
8. Como discípulo y
misionero de
Jesucristo, el
profesor de religión
está llamado a ser un
testigo del Señor
entre sus alumnos y
en la escuela.
9. I. El perfil del profesor de Religión
Es importante comenzar
subrayando la importancia que
tiene la escuela católica, que
encuentra su identidad y
fundamento en Jesucristo.
Los criterios y principios de la
Buena Nueva de Jesucristo se
convierten para el profesor de
religión, en las normas educativas,
motivaciones interiores y al
mismo tiempo en metas finales
de su tarea.
10. Su misión fundamental será
proponer a la persona de
Jesucristo, como la
alternativa que eleva y
ennoblece a la persona
humana, dándole auténtico
valor a su existencia y
constituyéndose en el
perfecto ejemplo de vida
como la mejor noticia para
la humanidad.
11. Los procesos educativos
son siempre dinámicos,
como dinámica se
presenta la realidad
sociocultural en que se
enmarca. Este dinamismo
exige actualizar,
reordenar, preocuparse
de adecuar a las nuevas
circunstancias la
educación de la fe en la
clase de religión.
12. El profesor de religión, al
ejemplo de Jesús, está
llamado a ser profeta, será
un hombre que camina en
contra corriente, si es
necesario, dando
testimonio con valentía de
los principios que profesa.
Su adhesión al Maestro Jesús,
y el seguimiento de sus
enseñanzas, implica control
de las propias inclinaciones
naturales y mucha libertad
para no aceptar lo que el
ambiente considera
normalmente válido, pero
que va en contra de la
Palabra de Cristo.
13. La enseñanza de la religión no
puede ser una mera
transmisión de información,
comunicación de valores,
como si fuera un código de
moral que se traspasa y que
se recibe por parte de una
cultura recipiente.
En el mundo de hoy, la
libertad imprime en las
personas el deseo de elegir
qué quieren obedecer.
14. El profesor de religión no
puede paralizarse, más bien
descubrir en los signos de
los tiempos una llamada del
Espíritu Santo a dar una
respuesta basada en el
Evangelio, a esa búsqueda
de sentido de tantos niños y
jóvenes.
15. La globalización, parte de nuestra
existencia presente, podría facilitar
la posibilidad de una conversión
personal y profunda, especialmente
entre los jóvenes y los niños. Son
ellos los que experimentan un
mundo caótico, efímero y
contingente, y que frente al peligro
de la desintegración personal
buscan una respuesta válida;
respuesta que podemos entregar en
la clase de religión.
16. II. Obstáculos que enfrenta el profesor de religión
El profesor de religión se enfrente a una
realidad que no siempre favorece el
alcance de sus objetivos:
• Existe una falta de valoración por parte de
alumnos, aún por parte de directivos de los
colegios, a la asignatura.
• Existe poca colaboración por parte de los padres
de familia, especialmente en los colegios no
confesionales.
• Muchas familias se ven afectadas por una crisis en
su vida más íntima, la que es causa de indisciplina
y problemas en la escuela.
17. • Existe abuso o utilización
mañosa de la “optatividad”
por parte de algunos
sostenedores de colegios no
confesionales.
• En varios establecimientos el
profesor de religión debe
impartir su clase a los
alumnos que han optado por
ella, en presencia de quienes
no lo han hecho, lo que
dificulta el control de la clase
y la entrega de sus
contenidos.
18. El ambiente cultural
distractor hace difícil obtener
la atención de los alumnos
tantas veces distraídos por los
medios de comunicación.
Existe escasez de material
didáctico y de recursos
metodológicos atractivos y
mitigantes, en la mayoría de
nuestros colegios, aún los de la
Iglesia.
19. • La falta de buenas opciones
para formar a un profesor de
religión, va en desmedro del
ejercicio de la profesión, de su
estabilidad laboral y de su
autoestima.
• La escasa retribución
económica, que es común a
todo el profesorado, se acentúa
en los casos del docente de
religión.
20. III. Identidad del profesor de religión
Poniendo toda su
confianza en la fuerza del
Espíritu Santo, el profesor
de religión está llamado a
un empeño permanente
por lograr una
personalidad rica y
equilibrada, abundante en
cualidades humanas
básicas.
21. El camino al que están
llamados, es el camino de
la santidad, esa debe ser
su meta y objetivo
personal. Para ello
cuentan con la gracia de
Dios. Su propio proyecto
de vida es fundamental
para una coherencia
entre el ser y el que
hacer; tal proyecto debe
tener a Cristo como el
centro.
22. Un requisito fundamental
del profesor de religión es
que debe ser una persona
de Iglesia. La fidelidad y
adhesión irrestricta a los
pastores, y a las enseñanzas
del magisterio, le dará la
seguridad de que está en
comunión con la Iglesia,
enseñando lo que la Iglesia
enseña.
23. En su esfuerzo por llevar a los
niños y jóvenes a un
encuentro real con el
Evangelio, el profesor de
religión no puede restar
importancia a un esfuerzo por
conocer la cultura real de
ellos. Es necesario que esté
familiarizado con las
costumbres, los criterios de
vida, las angustias y
necesidades, las esperanzas de
sus alumnos, familias y del
ambiente en que viven.
24. La alegría será una
característica
fundamental,
contagiosa,
espontánea, y
compartida con los
niños y con los
jóvenes. Ver a su
profesor feliz, será
siempre una invitación
a buscar la felicidad
plena por los caminos
que propone el
mismo docente.
25. Conclusión
Dijo Jesús a sus
discípulos:
“La cosecha es abundante,
pero los trabajadores son
pocos. Rueguen al dueño
de los sembrados que
envíe trabajadores para la
cosecha” (Mt. 9: 35-38).
26. En los liceos, colegios y
escuelas, son muchos los
niños y jóvenes que
esperan la proclamación del
mensaje de Jesucristo. Son
los profesores de religión
las personas invitadas a
trabajar en la viña del
Señor.
27. El Señor, a través de su
Iglesia, los envía a
transformar la escuela, con
la fuerza del Evangelio, “a
predicar no así mismos, a
sus ideas personales, sino
un Evangelio del que ni
ellos ni ellas son dueños y
propietarios absolutos
para disponer de él a su
gusto, sino ministros para
transmitirlos con suma
fidelidad”
(Evangeli Nuntiandi Nº
15).