1. Summary
Julie era una chica adicta a todo tipo de cosas sobrenaturales. Pero a pesar de ello,
no creía la posibilidad de que realmente existieran dichos acontecimientos. Es más, nunca
quiso presenciar uno -aunque en su fuero interno lo deseara-.
Pero todo cambió aquel día de tormenta, cuando aquella luz violeta apareció en
medio de su habitación, y tras de ella, las últimas personas que la chica hubiera imaginado
que estuviesen relacionadas con su futuro…
.
“Esto es lo que soy. Tengo que aceptarlo… Y aunque tenga que morir, lo haré por la
humanidad a la que alguna vez pertenecí…”-Julie M. Hampton.
N/A: Okey, primero que nada, gracias a todos los que me den una oportunidad con
esta locura salida de mi cabeza... :B Espero de corazón no decepcionar a nadie. ^-^
Segundo, muchísimas gracias a dos personitas que me ayudaron con esta Intro que
tanto me sequé los sesos escribiendo... :P Malena Rodriguez, te debo mucho, dude. xD
Gracias por ayudarme... ^-^ <3 Y Karina Quintana C., mi corazón, gracias por betearmelo
al final... <3 Love both of you, dudes. <3
Y por último, LES RUEGOSUPLICO -ok, sí, son sinónimos, (¬¬) Pero ustedes me
entienden-, que por favor mientras leen escuchen Into Dust_Mazzy Star. Es para darle ese
toque a la Intro. ;)
Okey, ahora sí... ¡Enjoy! *confeti* xD
INTRODUCCION
2. Todos conocen el verdadero origen del Universo. Gracias a la explosión denominada
“Big Bang”, hoy en día pueden apreciarse todos los componentes del mismo. Pero…
¿Alguien alguna vez se detuvo a pensar qué fue lo que generó aquella creación? ¿Qué fue
lo que impulsó dicho acontecimiento? ¿Cuál fue el detonante? Nadie, ni el ser humano
más calificado de este planeta, posee la dicha de descubrir la respuesta a tantas de sus
preguntas.
Se conforman con asegurar que en este mundo existen infinidades de “preguntas sin
respuestas”, sin siquiera molestarse en ver más allá de lo que sus ojos les permiten divisar,
porque científicamente, es imposible hallarle una respuesta lógica. Se creen superiores e
importantes, pues su dependencia se instala en reacciones químicas y cálculos
matemáticos, sin aceptar una realidad tan obvia que cualquier otra especie inteligente
reconocería sin ningún cuestionamiento.
La magia sólo es ciencia que aún los dichosos humanos no logran descifrar, por lo
cual al no poder hacerlo, se limitan a asegurar su inexistencia, camuflando el verdadero
significado de ésta bajo el concepto de locura o algo irreal. Pero aquella fantasía, dio
origen a todo lo que ellos conocen, y a lo que les resta conocer.
Husher y Syma, reyes de Starship, eran, junto con Temblond, rey de los Moghts, tres
de los testigos a la hora de firmar junto con los reyes de los restantes 7 planetas, un
tratado en el cual se proclamaba la paz y la convivencia en armonía entre todos los
involucrados.
Nadie tenía conflictos con nadie. Eran una red armoniosa y equilibrada, colaborando
entre sí; ayudando en el progreso de cada uno de los planetas. Por lo tanto, se vieron
obligados a forjar esta relación por si en un futuro, llegase a aparecer algún tipo de
enfrentamiento. Esa ley les recordaría la necesidad de vivir de forma pacífica, los salvaría
de autodestruirse y llevar a cabo siglos de crecimiento y evolución a la basura. Ningún
planeta podría independizarse del resto, ya que eran una red. Si uno se aislara, el equilibro
se perdería y no habría necesidad de seguir reglas.
El cumplimiento de lo que el tratado estipulaba, era indiscutiblemente, necesario y
vital para todos. Sin embargo, no todos pensaban de esa forma.
Ya de por sí, los Moghts nunca fueron bien aceptados dentro de esa unión. Pero en
cada uno de los planetas existentes, eran necesarios. Todos los integrantes de cada tierra,
cumplía un rol, que beneficiaba al resto… Conformaban un equipo.
Husher y Syma eran los encargados de la reproducción. La creación de nuevos
individuos, nuevos Lerions, por parte de otras parejas unidas mediante la acción del
“Vetovoima”.
Vetovoima; traducido a la lengua humana llamada español, quería decir “atracción”.
Los Lerions, a cierta edad, pasaban por aquella atracción hacia otro de su especie, pero de
distinto género. Aquella atracción los unía para siempre, ya que un Lerion solo podía amar
a un ser durante el resto de su existencia, a no ser que cualquiera de los dos seres
muriera.
Esa unión, había sido idea de Syma, ya que ella consideraba que el corazón de una
hembra Lerion era una clase de gema preciosa, el cuál debía de ser cuidado y protegido
por un solo macho Lerion. Ella, con su hermosa y poderosa magia, había creado esa unión,
convirtiéndose, junto con Husher, su compañero y amor eterno, los encargados del
producto del amor entre Lerions.
3. Mientras que Temblond, tenía la responsabilidad de ejercer en sus tierras la
obligación de que cada Moght se hiciese guerrero llegado a una edad determinaba. Al
final, se obtenía como resultado un ejército en defensa de todos los planetas aliados. Los
Moghts eran su fuente de protección. Eran el escudo de esta alianza. Los demás reyes
debían tratarlos con respeto y generosidad, ya que debían estar agradecidos por su
rendimiento y sobre todo no era conveniente tenerlos del lado opuesto. Eran muy
eficaces a la hora de la acción. Todos creían vivir en paz absoluta, sin percatarse de que lo
que en verdad estaban haciendo, era aprovecharse de los rendimientos de Temblond. Y
por supuesto, él no era ningún estúpido.
De no ser por ella, ya habría hecho desaparecer a todos aquellos que tenían el
descaro de subestimarlo y aparentar que el beneficio sería mutuo. Pero no podía hacerlo.
No podía lastimarla.
La única razón por la cual se veía obligado a ignorar todo su rencor, era por el amor
que sentía por Syma. Su musa inalcanzable. La única que podía hacerle sentir algo distinto,
algo verdadero.
Detrás de toda la hipocresía que debía fingir, al pensar en ella, sólo podía limitarse a
no dejarla ir. A divagar entre sus pensamientos.
Muy dentro de su corazón, él aguardaba la esperanza de hacerla su reina, su
compañera. De quitar del camino a Husher y poder hacerla feliz, olvidándose por
completo de aquella atracción que Syma había creado. Pero Temblond era uno de esos
seres que no se daban por vencidos bajo ninguna circunstancia. Aquel que no descansaba
hasta alcanzar sus objetivos. Y mientras más imposibles eran sus caprichos, con más fervor
los deseaba. Y Syma era su capricho, su objetivo, su obsesión. Pero ella ya tenía a su
compañero eterno, a su amado. Por lo tanto, no le interesaba en lo más mínimo acercarse
a Temblond, y en más de una ocasión ella le había dejado en claro su postura, la cual se
relacionaba directamente con la unión que tenía con Husher.
Sin embargo, luego de todos sus fracasos -destrozado y completamente humillado
sentimentalmente-, Temblond dejó que su ira e instinto lo dominaran. Entre todos sus
confusos impulsos, no pudo distinguir más que una implacable sed de venganza; y
finalmente cedió. Vengó a todos sus guerreros caídos y humillados, que debieron morir
bajo órdenes de comunidades que jamás debieron proteger, aniquilando a cada ser que
no estuviese relacionado con sus tierras. Violando por completo de forma indiferente el
tratado, quebrantando la paz y la tranquilidad, y desgarrando la misma red a la que alguna
vez sus tierras pertenecieron.
Pero obviamente, todo el dolor y la destrucción que lo invadían, habían sido
provocados por el sentimiento al cual él le guardaba el peor de los rencores: El amor. Y no
podía ignorarlo, porque entre todas aquellas sensaciones que lo embargaban, esa era la
herida más latente y le era imposible de olvidar. Aún la amaba demasiado. Aunque
hubiese cumplido el deseo de vengar a su pueblo caído, no podía saciar su dolor, su sed.
Se dio cuenta de que viviría preso del dolor, sin escapatoria.
El único planeta que no pudo destruir fue Starship. No podía asesinar a la mujer
responsable de sus frágiles fantasías, pero tampoco le perdonaría el infierno al cual lo
había condenado. Su venganza no podía ser conformada con la destrucción de su planeta;
sino con hacerle sentir el dolor y la agonía punzante que él debió soportar durante toda su
vida.
4. Pero luego volvió a caer en el mismo punto: Él no podía hacerle daño. No podía
siquiera tocar lo que ella alguna vez amó, y protegió… El planeta Tierra. Temblond sabía
que ese planeta era el lugar el cual Syma amaba con todo su ser, casi tanto como amaba a
Husher, por ello él no podía siquiera pisar el suelo de ese planeta, el cual ella también
había pisado. La desesperación lo embargaba, ya que él se había jurado a sí mismo, y por
Syma, que conquistaría todos los planetas existentes; sin embargo el planeta Tierra seguía
estando fuera de sus manos, y de las posesiones que anhelaba.
Una placentera satisfacción lo llenó completamente al idear el plan de su vida.
Provocando que la sed volviese de manera implacable nuevamente. Él no podía tocarla ni
a ella, ni a lo que alguna vez le perteneció… Lo que no significaba que una parte del no
pudiese hacerlo. ¿Qué mejor que un heredero al trono que cumpliese los últimos deseos
de su padre?
Todo se fue de sus manos… La ira, el rencor, los celos; todos esos sentimientos lo
cegaron completamente llevándolo fuera de sí, provocando la lejanía de aquel ser
generoso -a pesar de ser el encargado y el jefe de las guerras- con los de su especie, los
Lerions, y hasta con los Moghts. De aquel Lerion completamente fiel al tratado, que
buscaba la paz entre los distintos seres existentes en el mundo.
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Se decía que solo unos pocos Lerions lograron escapar del planeta Starship al
momento de la conquista de Temblond, pero nunca se supo con exactitud. Pero aún así,
todo se mantenía latente, los dichos y las acciones que se llevaron a cabo.
También se decía que, o se creía, que el único lugar al que los “fugados” pudieron
irse, fue al planeta Tierra. Otra razón por la cual Temblond quería poseer dicho lugar, y
una vez que lo tuviera, sería el rey indiscutido del mundo entero. Él creía que de esa
forma, lograría poseer a Syma, lograría atraerla…
Pero Temblond nunca entendió el verdadero significado del Vetovoima. Nunca
entendió lo que realmente comprendía aquella unión, aquel eterno amor. Estaba cegado
por un capricho, el cual había llevado a la destrucción de casi la mayor parte del Universo.
Un capricho del cual jamás seria saciado.