El documento ofrece palabras de aliento ante la crisis económica y social, señalando que las causas radican en la pérdida de valores morales y la codicia. Invita a tomar decisiones para aliviar la miseria siguiendo el compromiso de la Iglesia con los pobres, y a renovar el desarrollo integral de la persona con una ética que valore la vida. Finalmente hace un llamado a la solidaridad de las comunidades cristianas.