Un sistema de control consta de sensores, un controlador y actuadores que trabajan juntos para lograr que una variable de salida alcance un objetivo deseado a pesar de las perturbaciones. Los sistemas de control de lazo cerrado son más precisos, estables y rápidos que los de lazo abierto al utilizar realimentación de la salida, aunque también son más complejos e inestables. El objetivo de un sistema de control ideal es garantizar la estabilidad, ser robusto y eficiente.